Hoy quiero reivindicar la memoria de un autentico heroe desconocido, que deseo compartir con todos vosotros. No se si concereis la historia, yo no la conocia, acabo de enterarme, y os juro que me ha impactado mucho, tanto que apenas conocerla me he decidido colgarla en mi blog.
Se llamaba HAMILTON NAKI (su foto aparece a la izquierda), y era un sudafricano negro de 78 años. Murió en 2.005. La noticia no figuró en los diarios, pero su historia es una de las historias más extraordinarias del siglo XX. Nacido hacia 1926 en una aldea del antiguo protectorado británico del Transkei (provincia de El Cabo), y todo parecía condenarle -como al resto de sus compatriotas negros- a una existencia mísera en el inicuo régimen del apartheid.
.
Pero Naki era un gran cirujano. Allá por 1967, en la Ciudad del Cabo (Sudáfrica), durante la primera operación de transplante cardíaco humano que se realizó en el mundo con buen resultado, fue Naki quien retiró el corazón del cuerpo de la dadora para ser trasplantado en el pecho de Louis Washkanky. Se trataba de un trabajo delicadísimo. El corazón donado tiene que ser retirado y preservado con el máximo cuidado. Naki era tal vez el segundo hombre más importante del equipo que hizo el primer trasplante cardíaco de la historia. Pero no podía aparecer como tal ... porque era negro en el país del apartheid.
El cirujano-jefe del grupo, el blanco Christian Barnard, (a la izquierda) se transformó en una celebridad instantánea. Pero Hamilton Naki no podía salir en las fotografías del equipo. Cuando apareció en una, por descuido, el hospital informó que era un empleado del servicio de limpieza. Otro dato curioso es que Naki jamás estudió medicina o cirugía.
El cirujano-jefe del grupo, el blanco Christian Barnard, (a la izquierda) se transformó en una celebridad instantánea. Pero Hamilton Naki no podía salir en las fotografías del equipo. Cuando apareció en una, por descuido, el hospital informó que era un empleado del servicio de limpieza. Otro dato curioso es que Naki jamás estudió medicina o cirugía.
¿Cómo llegó este hombre sin estudios y que vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente, en un gueto de la periferia, a convertirse en una leyenda? La historia es poco menos que increíble: Hamilton Naki había abandonado la escuela a los 14 años. Comenzó como jardinero en la Escuela de Medicina de la Ciudad del Cabo, donde los médicos blancos practicaban las técnicas de trasplantes en perros y cerdos. Tras diez años cuidando los parques y las canchas de tenis, fue elegido por Robert Goetz, de la Facultad de Medicina, para ayudar en los laboratorios, donde se ocuparía de cuidar a los animales de laboratorio. Comenzó limpiando los chiqueros. Pero aprendía de prisa y era curioso. Aprendió cirugía presenciando experiencias con animales. De alguna manera, se le permitió comenzar a ayudar, luego a operar y luego a enseñar a los practicantes. Pero, por su condición racial, jamás se le permitió matricularse como alumno para estudiar medicina. Naki era conocido especialmente por enseñar a los estudiantes de medicina a realizar complicados trasplantes de hígado en cerdos, un procedimiento que se dice es más complicado que los trasplantes de corazón en los humanos. Los médicos que observaron el trabajo de Naki solían describir cómo lograba suturar diminutos vasos sanguíneos con sorprendente delicadeza y precisión, y completar en silencio operaciones que los estudiantes de medicina comenzaban. Naki solía recordar con cariño cómo los estudiantes de medicina le pedían consejo. "Es por eso que me llamaban el padre cirujano", dijo en una ocasión.
.
Se transformó en un cirujano excepcional, a tal punto que el célebre Barnard, contrario al apartheid, lo requirió para su equipo. Pero, ¿qué hacía Hamilton Naki, un ciudadano de segunda, que había abandonado los estudios a los 14 años por necesidad, en medio de una de las operaciones más destacadas del siglo? Aquello era un quiebro para las leyes sudafricanas. Naki, negro, no podía operar pacientes ni tocar sangre de blancos. Entonces el hospital hizo una excepción para él. Se transformó en un cirujano... pero clandestino. Era el mejor, daba clases a los estudiantes blancos, pero ganaba salario de técnico de laboratorio, el máximo que el hospital podía pagar a un negro. Así fue que Hamilton Naki, tras enseñar cirugía durante 40 años, se retiró con una pensión de jardinero, de 275 dólares por mes.
.
Después que el apartheid acabó, ganó una condecoración y un diploma de médico honoris causa. El propio Christian Barnard, poco antes de su muerte, y en un gesto de sinceridad y honradez, resumía quien era Hamilton Haki: "Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido".
.
"Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad", dijo Hamilton Naki al recibir en 2002 la Orden de Mapungubwe, uno de los mayores honores de su país, por su contribución a la ciencia médica. Pero nunca reclamó por las injusticias que sufrió en su vida entera.
.
Aquí está, pues, mi humilde tributo y mi reconocimiento a la memoria de este gran héroe, Hamilton Naki.
.
Saludos.
.
7 comentarios:
Cuanto tiempo tardará este puto mundo en darse cuenta de las injusticias... Mientras nos sigan comiendo la cabeza con las beas feas, concursitos de cantorcillos, y demás bazofia televisiva, la gente permanecerá dormira, y sólo despertará una vez al mes para pagar la hipoteca. Doliente post, increiblemente enérgico y lleno de resignación, pero doliente al fin y al cabo.
Saludos
Yo si la conocía Cornelius, y la tenía preparada para publicarla este verano. También a mi me impactó y tocó las fibras sensibles. Me alegra el que compartamos ideas.
Bss
Sabes hiperion? No me importa reconocerlo, pero casi se me escapa una lagrima leyendo la tragedia de este gran heroe, Hamilton Naki.
Saludos.
Igualmente, amig@ mi@, a mi me ha impactado esta historia.
Bss y feliz fin de semana.
YO TB la conocía...me la explicaron en la facultad y aún no se por qué pero yo si lloré...me emocioné...
Otra casualidad más!!
Un beso^^!!
Qué pena que no se le reconozcan las virtudes a alguien por el color de su piel o por cualquier otra cosa, y más cuando ha sevido para salvar vidas como es este caso.A sus descedientes tenían que hacerles los honores que no le dieron a el en vida para que lo recordaran con mayor orgullo... Saludos
Miry: si, es enternecedora esta historia, yo la he conocido esta mañana.
Esther: me pregunto ¿por qué reconocimiento a los genios siempre llega demasiado tarde?
Besos a las dos.
Publicar un comentario