Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.
La inicial frase de este capitulo 50 de la 2ª Parte se me quedó muy grabada desde que lei por primera vez el Quijote cuando era un mozalbete, me llamó muchisimo la atención: “Puntualísimo escudriñador de los átomos desta verdadera historia”. Maravilloso Cervantes.
La inicial frase de este capitulo 50 de la 2ª Parte se me quedó muy grabada desde que lei por primera vez el Quijote cuando era un mozalbete, me llamó muchisimo la atención: “Puntualísimo escudriñador de los átomos desta verdadera historia”. Maravilloso Cervantes.
Aunque, si he de ser sincero, diré que la lectura de este capitulo me produce mucha pena, y ello por varias causas. Me explico.
Por un lado, por fin sabemos quienes fueron los encantadores que golpearon y maltrataron a doña Rodríguez y a D. Quijote: Altisidora y la propia duquesa. No hay ningun misterio. Envidia y vanidad. Ya vimos como ambas no quedaban muy bien paradas en el capitulo anterior, de modo que deseosas de venganza machacaron primero a la dueña, y después cebaron su enojo con D. Quijote, que no osaba moverse de la cama, por miedo a que “aquella fantasma” fuera a por él, y vemos que, para su desgracia, se confirmaron sus temores.
Y además, porque nos dice Cervantes que los duques se holgaron “no poco” con lo anterior, lo cual vuelve a confirmarnos (por si alguno tuviera duda a estas alturas) que estos aristócratas, genuinos bellacos redomados, siguen disfrutando de las desgracias ajenas. Prosiguen sus burlas, (que peligrosa que puede ser la ociosidad), porque el mismo paje que hizo de Dulcinea, va ahora a ver a la mujer e hija del escudero al pueblo de D. Quijote, llevándoles cartas de la duquesa.
Nunca he disimulado -lo sabéis- la profunda antipatía que me inspiran estos duques, aprendices de aristocratas de tres al cuarto. Como ya estan hartos de reirse de caballero y escudero, ahora van mas lejos, se conoce que no han tenido bastante: le toman el pelo a la familia del escudero. gente pobre, villanos de pueblo. Los duques se lo están pasando tan bien que quieren que la burla se sepa y conozca fuera de su castillo, que trascienda, llegando su malicia al extremo de que remiten una carta a una pobre labradora y a su hija, a quien envían además unos corales y el traje de Sancho del dia de la caza, como prueba material y palpable de que es verdad que un labrador se ha convertido en gobernador de una isla que no está en el mar, sino que se halla “rodeada de tierra” por todas partes. Que bandidos.
Aun hay mas. ¡La duquesa pide que le envíen bellotas...! Debajo de la capa de la “falsa humildad” se esconde una gran malicia. Mal está que se rían de Sancho y le hagan creer que Dulcinea está encantada, pero bueno, al fin y al cabo, quien a hierro mata a hierro muere y fue Sancho el propio encantador: ha tomado de su propia medicina. Pero reirse y mofarse ahora de dos pobres villanas infelices rebasa la copa de todas las iniquidades posibles. Juro por lo mas sagrado que si yo hubiera estado allí, quizás hubiera sido capaz de rociar las bellotas con estricnina.
Por eso este capitulo me produce tanta tristeza: creo que es la burla más hiriente que los duques han llevado a cabo: reirse de gente humilde. La alegría de Teresa Panza y de su hija es espontánea, natural, sincera. Son felices. Veo su rostro de gozo sincero, y también la chispa de maldad que se esconde tras la mirada del correo.
Este, por cierto, indudablemente es alumno de la escuela de los duques. Tan bellaco y tan hipócrita como ellos, se arrodilla delante de Teresa Panza, una labradora sencilla, para reirse de ella, la llama “doña”, etc. El cura y el barbero, obviamente, no se lo creen; adivinan el tono burlesco del correo; lo sienten, lo notan todo; pero los presentes frenan su lengua. Están tan intrigados (dubitat Augustinus) que el cura se lleva al correo para preguntarle más despacio.
Ah, otra cosa. Estos duques no debían de ser muy ricos; mandan corales. ¿Por qué no le envían oro o brillantes? En fin, recordemos que los duques tenían a ricos propietarios que salían fiadores de sus trampas.
Saludos.
Y además, porque nos dice Cervantes que los duques se holgaron “no poco” con lo anterior, lo cual vuelve a confirmarnos (por si alguno tuviera duda a estas alturas) que estos aristócratas, genuinos bellacos redomados, siguen disfrutando de las desgracias ajenas. Prosiguen sus burlas, (que peligrosa que puede ser la ociosidad), porque el mismo paje que hizo de Dulcinea, va ahora a ver a la mujer e hija del escudero al pueblo de D. Quijote, llevándoles cartas de la duquesa.
Nunca he disimulado -lo sabéis- la profunda antipatía que me inspiran estos duques, aprendices de aristocratas de tres al cuarto. Como ya estan hartos de reirse de caballero y escudero, ahora van mas lejos, se conoce que no han tenido bastante: le toman el pelo a la familia del escudero. gente pobre, villanos de pueblo. Los duques se lo están pasando tan bien que quieren que la burla se sepa y conozca fuera de su castillo, que trascienda, llegando su malicia al extremo de que remiten una carta a una pobre labradora y a su hija, a quien envían además unos corales y el traje de Sancho del dia de la caza, como prueba material y palpable de que es verdad que un labrador se ha convertido en gobernador de una isla que no está en el mar, sino que se halla “rodeada de tierra” por todas partes. Que bandidos.
Aun hay mas. ¡La duquesa pide que le envíen bellotas...! Debajo de la capa de la “falsa humildad” se esconde una gran malicia. Mal está que se rían de Sancho y le hagan creer que Dulcinea está encantada, pero bueno, al fin y al cabo, quien a hierro mata a hierro muere y fue Sancho el propio encantador: ha tomado de su propia medicina. Pero reirse y mofarse ahora de dos pobres villanas infelices rebasa la copa de todas las iniquidades posibles. Juro por lo mas sagrado que si yo hubiera estado allí, quizás hubiera sido capaz de rociar las bellotas con estricnina.
Por eso este capitulo me produce tanta tristeza: creo que es la burla más hiriente que los duques han llevado a cabo: reirse de gente humilde. La alegría de Teresa Panza y de su hija es espontánea, natural, sincera. Son felices. Veo su rostro de gozo sincero, y también la chispa de maldad que se esconde tras la mirada del correo.
Este, por cierto, indudablemente es alumno de la escuela de los duques. Tan bellaco y tan hipócrita como ellos, se arrodilla delante de Teresa Panza, una labradora sencilla, para reirse de ella, la llama “doña”, etc. El cura y el barbero, obviamente, no se lo creen; adivinan el tono burlesco del correo; lo sienten, lo notan todo; pero los presentes frenan su lengua. Están tan intrigados (dubitat Augustinus) que el cura se lleva al correo para preguntarle más despacio.
Ah, otra cosa. Estos duques no debían de ser muy ricos; mandan corales. ¿Por qué no le envían oro o brillantes? En fin, recordemos que los duques tenían a ricos propietarios que salían fiadores de sus trampas.
Saludos.
15 comentarios:
Nunca he disimulado -lo sabéis- la profunda antipatía que me inspiran estos duques, aprendices de aristocratas de tres al cuarto.
Genial!!!
Como siempre..leyendote.
Cariños
Que razón tienes, hay motivo para tristeza...
Sí que son crueles e inmorales aunque yo prefiero hoy participar de la alegría,la ilusión de Teresa Panza y Sanchica,a algun@s sólo se nos permite soñar.
Abrazos
¡Estoy deseando que Quijo y Sancho se larguen ya! Todas estas bromas macabras me van a llevar a la tumba... (bromeo...espero...). Besotes quijotescos, M.
Los servidores de palacio creo que en el fondo luchan para sobrevivir, lo triste efectivamente es que en su camino, arrollan cuanto encuentran.
Dedicado con todo el afecto a mi amigo Cornelivs;
El amigo
De nuevo estamos
visitando y leyéndonos
los espacios
Compartiendo sentimientos
en poéticos encuentros
y sentida emoción
Abriendo el corazón
al amigo más cercano
con respeto y admiración
Somos aves que viajamos
hoy presentes estamos
mañana no lo cuestionamos
Estos momentos
aún siendo segundos
deben de ser estimados
No olvidando
la huella que me has dejado
siempre que a tu lado
he estado.
Siendo muy apreciado
por el tiempo que me has dedicado
en cada momento que he visitado
María del Carmen
Ha llegado otro fin de semana y con desmedida emoción paso a felicitarte.
Para que lo pases donde te resulte más agradable un buen descanso, después de una semana un tanto densa por los consabidos compromisos laborales ya habituales.
Un beso te dejo en el aire en compañía de un adiós.
De esta siempre tuya...
María del Carmen
Los duques cada vez están mas sobrados. Como ven que sus bromas van surtiendo el efecto deseado las multiplican para reír aún mas a gusto.
Que se vayan ya S. y DQ. y dejen a los duques de una vez.
Besos
Estimado Amigo te dejo:
Cariños con el deseo de buen fin de semana!!!!
Hola Cornelivs:
Un feliz y largo fin de semana!
Cordiales saludos,
Luis
Hola Cornelivs:
Un feliz y largo fin de semana!
Cordiales saludos,
Luis
la crueldad llevada a máxima dureza....a los más débiles...saludos
Como dices, la burla al entorno familiar de Sancho.
La niña descalza y desgreñada; pero la madre con la falda recortada y en camisa de pechos: muy sugerente ciertamente. Estaba Cervantes viejo....pero no muerto aún; este pasaje lo demuestra.
Un abrazo amigo Pablo
En efecto, Cornelivs, qué bien ha sabido llevarnos Cervantes a esta conclusión tuya que comparto: la burla es tan cruel que da asco y pena.
Estos duques de medio pelo son odiosos pero el pajecito es alumno aventajado. Se arrodilla ante ella , dice que Teresa es archidignísima.Se lo contará a sus señoritos y tal vez reciba una recompensa, aunque con el favor de los duques se conforma...pelota, más que pelota. El cura se lo lleva a comer y lo va a confesar, bien confesado.
Un abrazo, Cornelivs
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