"Sin causa alguna se quejan los hombres de que su naturaleza es flaca y de corta duración; y que se gobierna más por la suerte, que por su virtud. Pero si bien se mira, se hallará, por el contrario, que no hay en el mundo cosa mayor, ni más excelente; y que no le falta vigor ni tiempo, sí sólo aplicación e industria. Es, pues, la guía y el gobierno entero de nuestra vida el ánimo, el cual, si se encamina a la gloria por el sendero de la virtud, harto eficaz, ilustre y poderoso es por sí mismo; no necesita de la fortuna, la cual no puede dar ni quitar a nadie bondad, industria, ni otras virtudes. Pero si, esclavo de sus pasiones, se abandona a la ociosidad y a los deleites perniciosos, a poco que se engolfa en ellos y por su entorpecimiento se reconoce ya sin fuerzas, sin tiempo y sin facultades para nada, se acusa de flaca a la naturaleza, y atribuyen los hombres a sus negocios y ocupación la culpa que ellos tienen. Y a la verdad, si tanto esmero pusiesen en las cosas útiles, como ponen en procurar las que no les tocan, ni pueden serles de provecho, y aun aquellas que les son muy perjudiciales, no serían ellos los gobernados, sino antes bien gobernarían los humanos acaecimientos, y llegarían a tal punto de grandeza, que, en vez de mortales que son, se harían inmortales por su fama.
Porque como la naturaleza humana es compuesta de cuerpo y alma, así todas nuestras cosas e inclinaciones siguen unas el cuerpo y otras el ánimo. La hermosura, pues, las grandes riquezas, las fuerzas del cuerpo y demás cosas de esta clase pasan brevemente; pero las esclarecidas obras del ingenio son tan inmortales como el alma. Asimismo, los bienes del cuerpo y de fortuna, como tuvieron principio, tienen su término; y cuanto nace y se aumenta llega con el tiempo a envejecer y muere; el ánimo es incorruptible, eterno, el que gobierna al género humano, el que lo mueve y lo abraza todo, sin estar sujeto a nadie. Por esto es más de admirar la depravación de aquellos que, entregados a los placeres del cuerpo, pasan su vida entre los regalos y el ocio, dejando que el ingenio, que es la mejor y más noble porción de nuestra naturaleza, se entorpezca con la desidia y falta de cultura; y más habiendo, como hay, tantas y tan varias ocupaciones propias del ánimo, con las cuales se adquiere suma honra.
Pero entre éstas los magistrados y gobiernos, y en una palabra, todos los empleos de la república son en mi juicio en este tiempo muy poco apetecibles, porque ni para ellos se atiende al mérito, y los que destituidos de él los consiguen por medio de fraudes, no son por eso mejores ni viven más seguros. Por otra parte, el dominar un ciudadano a su patria y a los suyos y obligarles con la fuerza, aun cuando se llegue a conseguir y se corrijan los abusos, siempre es cosa dura y arriesgada, por traer consigo todas las mudanzas de gobierno muertes, destierros y otros desórdenes; y, por el contrario, empeñarse en ello vanamente y sin más fruto que malquitarse a costa de fatigas, es la mayor locura; si ya no es que haya quien, poseído de un infame y pernicioso capricho, quiera el mando para hacer un presente de su libertad y de su honor a cuatro poderosos. Entre las ocupaciones, pues, propias del ingenio, una de las que traen mayor utilidad es la historia; de cuya excelencia, porque han escrito muchos, me parece ocioso que yo hable, y también porque no piense alguno que ensalzando yo un estudio de mi profesión, quiero de camino vanamente alabarme. Aun sin esto, creo que habrá algunos que, porque he resuelto vivir apartado de la república, llamen inacción a este tan grande y tan útil trabajo mío; y éstos serán sin duda los que tienen por obra de plebe y captar su benevolencia a fuerza de convites; los cuales, si reflexionan, lo primero en qué tiempos dores míos no los pudieron alcanzar, y además de esto, qué clases de gentes han llegado después a la dores, reconocerán sin duda, que no fue pereza la que me hizo mudar de propósito, como quieren llamarme, soy de más provecho a la república, que ellos ocupados. Porque muchas veces Publio Scipión y otros les inflamaba vehementísimamente el ánimo para la memoria de sus hechos se avivaba en los ánimos de aquellos grandes hombres una llama, que nunca se apagaba hasta igualar con la propia virtud su reputación y gloria. Pero al contrario, ¿quién habrá hoy tan moderado que no exceda a sus antepasados en gastos y riquezas, o que pueda competir con ellos en bondad e industria? Hasta los hombres nuevos y advenedizos que en otro tiempo solían granjearse anticipadamente el grado de nobles a costa de su valor, aspiran hoy a los magistrados y honores, más por vías ocultas y latrocinios que por buenos medios, como si la pretura, el consulado y demás empleos de esta clase fuesen por sí ilustres y magníficos, y no deban solamente estimarse a proporción del mérito del que los obtiene".
Porque como la naturaleza humana es compuesta de cuerpo y alma, así todas nuestras cosas e inclinaciones siguen unas el cuerpo y otras el ánimo. La hermosura, pues, las grandes riquezas, las fuerzas del cuerpo y demás cosas de esta clase pasan brevemente; pero las esclarecidas obras del ingenio son tan inmortales como el alma. Asimismo, los bienes del cuerpo y de fortuna, como tuvieron principio, tienen su término; y cuanto nace y se aumenta llega con el tiempo a envejecer y muere; el ánimo es incorruptible, eterno, el que gobierna al género humano, el que lo mueve y lo abraza todo, sin estar sujeto a nadie. Por esto es más de admirar la depravación de aquellos que, entregados a los placeres del cuerpo, pasan su vida entre los regalos y el ocio, dejando que el ingenio, que es la mejor y más noble porción de nuestra naturaleza, se entorpezca con la desidia y falta de cultura; y más habiendo, como hay, tantas y tan varias ocupaciones propias del ánimo, con las cuales se adquiere suma honra.
Pero entre éstas los magistrados y gobiernos, y en una palabra, todos los empleos de la república son en mi juicio en este tiempo muy poco apetecibles, porque ni para ellos se atiende al mérito, y los que destituidos de él los consiguen por medio de fraudes, no son por eso mejores ni viven más seguros. Por otra parte, el dominar un ciudadano a su patria y a los suyos y obligarles con la fuerza, aun cuando se llegue a conseguir y se corrijan los abusos, siempre es cosa dura y arriesgada, por traer consigo todas las mudanzas de gobierno muertes, destierros y otros desórdenes; y, por el contrario, empeñarse en ello vanamente y sin más fruto que malquitarse a costa de fatigas, es la mayor locura; si ya no es que haya quien, poseído de un infame y pernicioso capricho, quiera el mando para hacer un presente de su libertad y de su honor a cuatro poderosos. Entre las ocupaciones, pues, propias del ingenio, una de las que traen mayor utilidad es la historia; de cuya excelencia, porque han escrito muchos, me parece ocioso que yo hable, y también porque no piense alguno que ensalzando yo un estudio de mi profesión, quiero de camino vanamente alabarme. Aun sin esto, creo que habrá algunos que, porque he resuelto vivir apartado de la república, llamen inacción a este tan grande y tan útil trabajo mío; y éstos serán sin duda los que tienen por obra de plebe y captar su benevolencia a fuerza de convites; los cuales, si reflexionan, lo primero en qué tiempos dores míos no los pudieron alcanzar, y además de esto, qué clases de gentes han llegado después a la dores, reconocerán sin duda, que no fue pereza la que me hizo mudar de propósito, como quieren llamarme, soy de más provecho a la república, que ellos ocupados. Porque muchas veces Publio Scipión y otros les inflamaba vehementísimamente el ánimo para la memoria de sus hechos se avivaba en los ánimos de aquellos grandes hombres una llama, que nunca se apagaba hasta igualar con la propia virtud su reputación y gloria. Pero al contrario, ¿quién habrá hoy tan moderado que no exceda a sus antepasados en gastos y riquezas, o que pueda competir con ellos en bondad e industria? Hasta los hombres nuevos y advenedizos que en otro tiempo solían granjearse anticipadamente el grado de nobles a costa de su valor, aspiran hoy a los magistrados y honores, más por vías ocultas y latrocinios que por buenos medios, como si la pretura, el consulado y demás empleos de esta clase fuesen por sí ilustres y magníficos, y no deban solamente estimarse a proporción del mérito del que los obtiene".
Cayo Salustio Crispo, historiador romano (1 de Octubre de 86 a.C – 13 de Mayo de 34 a.C)
Saludos.
19 comentarios:
Somos de la materia más humilde y pobre, querido amigo.
Hola! Querido Cornelivs, me alegro de verte y leerte de nuevo.
Un abrazoo compañero
Siempre hemos tenido grandes oradores, siempre hemos logrado ver cuál es el camino. Seguimos tropezando una y otra vez con las mismas piedras...no tenemos ya disculpas.
un abrazo.
Increìble, que aùn hoy, esas palabras sean tan "actuales".
"Oh tiempos! Oh! costumbres! Los ciudadanos de esta Repùblica, piensan màs con el estòmago, que con la cabeza!..."
Todo se recicla.
Un abrazo.
Mira de la época de los Emperadores lo que más me guasta son los filósofos.
A veces cuando veo películas de emperadores romanos, viviendo tan cómodos, sin mover un músculo, a cuerpo de reyes, con sus esclavos,
he pensado que de ninguna manera les interesaba, que viniera Jesus a liberasr a los esclavos.
Gracias por aportarnos tanta cultura.
Un abrazo, Montserrat
No hay nada nuevo bajo el sol.
Es cierto que el ingenio es imperecedero. Él mismo se da la razón con el paso del tiempo.
Salu2
Tantos siglos después y qué actual!!!
saludos
Hola Cornelivs:
¡Por fin! he podido acceder a tu blog... He tenido unos cambios en mis navegadores y no me permitían entrar en tu casa...
Me voy a poner al día y ya te iré comentando.
No ha cambiado nada... y en todo caso ¡a peor!
Cordiales saludos,
Luis
Lo siento, es un texto muy largo y muy denso y confieso que no tengo ganas de leer tanto. Otra vez será
A decir verdad no hemos cambiado ni un ápice. O dicho de otra forma: los sabios o aprovechados montan siempre. a lomos de los burros. Hacia dias queno te leia, pero esta entrada me ha gustado. Salud.
No aprendemos de nuestros propios errores, dificilmente lo haremos con enseñanzas ajenas.
Una de las cosas que sí ha cambiado es la escasez de buenos oradores y el aumento de 'vividores' incultos que proliferan por todos lados.
Un fuerte abrazo, amigo mío
Sabias palabras que el viento no ha llevado ni el tiempo empequeñecido. Mantienen su plena vigencia e invitan a la reflexión. Hemos avanzado en la tecnología y en la ciencia, pero la personalidad humana no se ha desprendido de los rasgos que han caracterizado aquellos comportamientos que empobrecen su forma de ser y de actuar. Un abrazo, campeón
tropezamos, y seguiremos tropezando con las mismas piedras, somos imperfectos y bastante estúpidos, muy interesante.
Es que no aprendemos más querido amigo, no tenemos disculpas como dice Neogeminis!
Hola amigo cornelivs encantada de pasar a leer tu entrada de post.
Y dejar mi huella escrita en tu blog amigo.
Un abrazo de MA para ti.
Cierto amigo, cuando se leen éstas cosas nos damos cuenta que el ser humano no ha corregido sus errores, efectivamente
un abrazo
Parece como si la historia no hubiese cambiado.Como si laactualidad fuese siempre un reflejo del pasado que en su día fue presente.
Grandes personas capaces de hacer de sus palabras enormes fuentes de sabiduría eterna.
Un beso.
El ánimo puede llegar a ser doblegado, el pensamiento no.
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