Nos encontramos en el año 67 despues de Cristo. El emperador Nerón ha enviado al general Tito Flavio Vespasiano a Palestina para sofocar una rebelión de la población judaica, que ya hacía años que duraba. Vespasiano vence a los judíos en Galilea y, en la conquista de la ciudad de Jotapata hace prisionero a un joven muy inteligente llamado José ben Matías, un sabio en escrituras de la escuela patriótico-ortodoxa de los fariseos, que era considerado como caudillo y jefe espiritual de los rebeldes de Galilea. Este José ben Matías no fue crucificado ni obligado a salir a la arena, como solía hacerse con los que se rebelaban contra el poder romano; al contrario, aquel cabecilla supo ganarse el favor de Vespasiano y se convirtió en el acompañante inseparable del general en todas sus campañas victoriosas por Palestina. Según la tradición, eso fue debido a que José ben Matías profetizó a Vespasiano que pronto sería emperador de Roma. No se necesitaban especiales dotes de profeta para hacer semejante vaticinio, porque quien conociera las circunstancias del momento, podía muy bien calcular que, a la caída de Nerón, subiría al trono el hombre que tuviera las legiones más fuertes, y quien poseía las legiones más fuertes era Vespasiano. Cuando al cabo de dos años, Vespasiano entró en Roma como emperador, llevó consigo a José ben Matías, le concedió la ciudadanía romana y lo nombró historiador oficial del imperio. A partir de aquel momento, el antiguo fariseo vivió en la capital del mundo y, entre otras cosas, escribió una historia del pueblo judío, de la cual algunos pasajes se incorporaron al libro bíblico de los Macabeos. Ahora se llamaba Flavio Josefo y su libro, escrito con la intención de dar a conocer al mundo grecorromano la historia de su pueblo hasta entonces casi ignorada, es considerado hasta hoy, al lado del Antiguo Testamento, una de las fuentes esenciales para la época primitiva de Palestina, de aquel país pequeño, pero aún así sumamente importante, situado en la encrucijada de las grandes culturas.
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Jerusalén está cercada por todos los lados, y nadie puede entrar ni salir en la ciudad. Su fin está cerca. Lejos quedan ya los dias de gloria de Salomón y de David, reyes de Israel. Pronto, muy pronto, solo quedará polvo, desolación, miseria y muerte sobre el solar de lo que fue la gran ciudad de Jerusalén, y de su templo no quedará piedra sobre piedra.
Jerusalén está cercada por todos los lados, y nadie puede entrar ni salir en la ciudad. Su fin está cerca. Lejos quedan ya los dias de gloria de Salomón y de David, reyes de Israel. Pronto, muy pronto, solo quedará polvo, desolación, miseria y muerte sobre el solar de lo que fue la gran ciudad de Jerusalén, y de su templo no quedará piedra sobre piedra.
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Asi dice Flavio Josefo sobre los ultimos dias de Jerusalén:
Asi dice Flavio Josefo sobre los ultimos dias de Jerusalén:
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“Les fué quitada a los judíos la licencia y facultad que tenían de salir, y con esto perdieron la esperanza de alcanzar salud ni poder salvarse: el hambre había ya entrado en todas las casas generalmente y en todas las familias. Estaban las casas llenas de mujeres muertas de hambre, y de niños, y las estrechuras de las calles estaban también llenas de hombres viejos muertos: los mozos y mancebos andaban sin color, casi como muertos, por los mercados y plazas; y cuando sucedía que alguno muriese, todos quedaban muy amedrentados, pues no podían sepultar los muertos por el gran trabajo: y aquellos en quien aun alguna fuerza quedaba, se avergonzaban y no podían hacerlo, parte por ver tanta muchedumbre, y parte también porque no sabían el fin que ellos mismos habían de alcanzar.
“Les fué quitada a los judíos la licencia y facultad que tenían de salir, y con esto perdieron la esperanza de alcanzar salud ni poder salvarse: el hambre había ya entrado en todas las casas generalmente y en todas las familias. Estaban las casas llenas de mujeres muertas de hambre, y de niños, y las estrechuras de las calles estaban también llenas de hombres viejos muertos: los mozos y mancebos andaban sin color, casi como muertos, por los mercados y plazas; y cuando sucedía que alguno muriese, todos quedaban muy amedrentados, pues no podían sepultar los muertos por el gran trabajo: y aquellos en quien aun alguna fuerza quedaba, se avergonzaban y no podían hacerlo, parte por ver tanta muchedumbre, y parte también porque no sabían el fin que ellos mismos habían de alcanzar.
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Morían, finalmente, muchos encima de los que sepultaban; muchos huían a sepultarse vivos antes de que llegase el fin de sus días, y no se oían en tan grandes males llantos ni gemidos, porque la grande hambre que padecían no daba lugar para ello. Los que morían postreros miraban a los muertos primeros con los ojos muy secos y sin virtud para poder echar una lágrima, y con las bocas y vientres corrompidos.
Morían, finalmente, muchos encima de los que sepultaban; muchos huían a sepultarse vivos antes de que llegase el fin de sus días, y no se oían en tan grandes males llantos ni gemidos, porque la grande hambre que padecían no daba lugar para ello. Los que morían postreros miraban a los muertos primeros con los ojos muy secos y sin virtud para poder echar una lágrima, y con las bocas y vientres corrompidos.
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Estaba la ciudad con gran silencio, toda llena de tinieblas de la muerte, y aun los ladrones causaban mayor amargura y llanto que todo lo otro. Vaciaban las casas, que no eran entonces otro que sepulcros de muertos, y desnudaban los muertos; y quitándoles las ropas y coberturas de encima, salíanse riendo y burlando. Probaban en ellos las puntas de sus espadas, y por probar o experimentar sus armas, pasaban con ellas a algunos que aun tenían vida. Cuando alguno les rogaba que le ayudasen o que acabasen de matarlo, por librarse del peligro del hambre, era menospreciado muy soberbiamente.Los que morían volvían sus ojos hacia el templo, pesándoles y sintiendo mucho que dejaban vivos a los revolvedores solamente. Estos, al principio, con gastos públicos tenían cuidado de hacer sepultar los muertos, no pudiendo sufrir el hedor grande; pero no bastando después a ello, por ser tantos, no hacían sino echarlos por el muro en los valles y fosos.
Estaba la ciudad con gran silencio, toda llena de tinieblas de la muerte, y aun los ladrones causaban mayor amargura y llanto que todo lo otro. Vaciaban las casas, que no eran entonces otro que sepulcros de muertos, y desnudaban los muertos; y quitándoles las ropas y coberturas de encima, salíanse riendo y burlando. Probaban en ellos las puntas de sus espadas, y por probar o experimentar sus armas, pasaban con ellas a algunos que aun tenían vida. Cuando alguno les rogaba que le ayudasen o que acabasen de matarlo, por librarse del peligro del hambre, era menospreciado muy soberbiamente.Los que morían volvían sus ojos hacia el templo, pesándoles y sintiendo mucho que dejaban vivos a los revolvedores solamente. Estos, al principio, con gastos públicos tenían cuidado de hacer sepultar los muertos, no pudiendo sufrir el hedor grande; pero no bastando después a ello, por ser tantos, no hacían sino echarlos por el muro en los valles y fosos.
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Como Tito, que andaba rodeando la ciudad, los viese tan llenos de cuerpos muertos, y la corrupción que de ellos salía por estar podridos, condolióse mucho y gimió, y extendiendo las manos altas a Dios, decía con alta voz que no era él causa de tanto daño: de esta manera, pues, estaba toda la ciudad.
Como Tito, que andaba rodeando la ciudad, los viese tan llenos de cuerpos muertos, y la corrupción que de ellos salía por estar podridos, condolióse mucho y gimió, y extendiendo las manos altas a Dios, decía con alta voz que no era él causa de tanto daño: de esta manera, pues, estaba toda la ciudad.
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Viendo los romanos que ninguno de aquellos revolvedores osaba salir, porque ya la tristeza y hambre también les tocaba, pasaban sus días con placer, teniendo abundancia de trigo y de todo mantenimiento, el cual traían de Siria y de todas las otras provincias vecinas y cercanas de allí. Muchos de los que estaban cerca de los muros, mostrándoles la gran abundancia que tenían de pan y mantenimientos, encendían más con esto el hambre de ellos. Con estas destrucciones y daños no se movieron aquellos revolvedores y sediciosos que dentro de la ciudad estaban, y sintiéndolo mucho Tito y teniendo compasión de todo el pueblo que vivo quedaba, dábase prisa por librar a lo menos los que quedaban. Por lo cual comenzaba otra vez a levantar sus montes, aunque dificultosamente podía alcanzar el aparejo y materia, a los menos la que era para ellos necesaria, porque en levantar los primeros habían ya gastado todas las selvas vecinas de la ciudad; pero los soldados pro veían todavía a ello, lo cual traían de noventa estadios de allí lejos, y levantaban sus montes por cuatro partes delante de la torre Antonia, mayores que habían sido los primeros.
Viendo los romanos que ninguno de aquellos revolvedores osaba salir, porque ya la tristeza y hambre también les tocaba, pasaban sus días con placer, teniendo abundancia de trigo y de todo mantenimiento, el cual traían de Siria y de todas las otras provincias vecinas y cercanas de allí. Muchos de los que estaban cerca de los muros, mostrándoles la gran abundancia que tenían de pan y mantenimientos, encendían más con esto el hambre de ellos. Con estas destrucciones y daños no se movieron aquellos revolvedores y sediciosos que dentro de la ciudad estaban, y sintiéndolo mucho Tito y teniendo compasión de todo el pueblo que vivo quedaba, dábase prisa por librar a lo menos los que quedaban. Por lo cual comenzaba otra vez a levantar sus montes, aunque dificultosamente podía alcanzar el aparejo y materia, a los menos la que era para ellos necesaria, porque en levantar los primeros habían ya gastado todas las selvas vecinas de la ciudad; pero los soldados pro veían todavía a ello, lo cual traían de noventa estadios de allí lejos, y levantaban sus montes por cuatro partes delante de la torre Antonia, mayores que habían sido los primeros.
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Iba Tito rodeando la obra, animando su gente; y dándoles prisa a todos, mostraba claramente a los ladrones que ya estaban en sus manos. Pero ellos habían ya perdido todo su arrepentimiento, y servíanse de sí mismos como de cosas extrañas y ajenas, o como si no tuvieran ambas cosas juntas, es a saber, sus almas y sus cuerpos; porque ni ellos tenían en sus almas señal alguna ni afición de mansedumbre, ni sentían en sus cuerpos el gran dolor que los atormentaba; antes despedazaban como perros los muertos y encarcelaban a los enfermos que se quejaban.
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No habiendo ya qué robar en el pueblo, los judios se pusieron a hacer sacrilegios y dar saco al templo, y hurtó muchas cosas de las que habían presentado, y muchos vasos de los necesarios para el servicio y honra divina, muchas copas, tazas y mesas, y aun tampoco dejó de tomar aquellos jarros que Augusto César, emperador, había presentado.
Iba Tito rodeando la obra, animando su gente; y dándoles prisa a todos, mostraba claramente a los ladrones que ya estaban en sus manos. Pero ellos habían ya perdido todo su arrepentimiento, y servíanse de sí mismos como de cosas extrañas y ajenas, o como si no tuvieran ambas cosas juntas, es a saber, sus almas y sus cuerpos; porque ni ellos tenían en sus almas señal alguna ni afición de mansedumbre, ni sentían en sus cuerpos el gran dolor que los atormentaba; antes despedazaban como perros los muertos y encarcelaban a los enfermos que se quejaban.
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No habiendo ya qué robar en el pueblo, los judios se pusieron a hacer sacrilegios y dar saco al templo, y hurtó muchas cosas de las que habían presentado, y muchos vasos de los necesarios para el servicio y honra divina, muchas copas, tazas y mesas, y aun tampoco dejó de tomar aquellos jarros que Augusto César, emperador, había presentado.
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Los emperadores romanos habían siempre honrado mucho el templo, y habían presentado muchos ornamentos, y entonces un natural judío los destruía y sacaba: decía a sus compañeros, sin miedo alguno, que debían usar mal de las cosas sagradas, y que los que guerrean por la honra de Dios y por la del templo, debían ser alimentados y mantenidos con las riquezas que él tenía, y que, por tanto, les era cosa muy lícita derramar el aceite que los sacerdotes para sus sacrificios guardaban y conservaban, tomar el vino sagrado; por lo cual lo repartió entre toda su gente, v ellos se untaban v bebían de él sin algún acatamiento.No dejaré de decir lo que el dolor me fuerza que no calle. Pienso que si los romanos se detuvieran algún tiempo, y tardaran de venir contra esa gente tan mala, o que la tierra se .abriera y tragara la ciudad, o pereciera por diluvio, o que había de padecer y ser abrasada con el fuego de Sodoma, porque muy peor y más impía era esta gente, que aquella que lo había padecido; murió finalmente todo el pueblo, y pereció por la pertinacia y desesperación de éstos.
Los emperadores romanos habían siempre honrado mucho el templo, y habían presentado muchos ornamentos, y entonces un natural judío los destruía y sacaba: decía a sus compañeros, sin miedo alguno, que debían usar mal de las cosas sagradas, y que los que guerrean por la honra de Dios y por la del templo, debían ser alimentados y mantenidos con las riquezas que él tenía, y que, por tanto, les era cosa muy lícita derramar el aceite que los sacerdotes para sus sacrificios guardaban y conservaban, tomar el vino sagrado; por lo cual lo repartió entre toda su gente, v ellos se untaban v bebían de él sin algún acatamiento.No dejaré de decir lo que el dolor me fuerza que no calle. Pienso que si los romanos se detuvieran algún tiempo, y tardaran de venir contra esa gente tan mala, o que la tierra se .abriera y tragara la ciudad, o pereciera por diluvio, o que había de padecer y ser abrasada con el fuego de Sodoma, porque muy peor y más impía era esta gente, que aquella que lo había padecido; murió finalmente todo el pueblo, y pereció por la pertinacia y desesperación de éstos.
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¿Qué necesidad hay ahora de contar particularmente las muertes que dentro se hicieron? Manneo, hijo de Lázaro, habiéndose pasado a Tito, dijo que por una puerta la cual le había pido a él encomendada en guarda, habían sacado de la ciudad ciento quince mil ochocientos ochenta hombres muertos; desde el día que fué puesto el cerco a la ciudad, es a saber, desde los catorce de abril, hasta el primero de julio. Este número es ciertamente muy grande, y no estaba él siempre en la puerta; pero repartiendo y pagando a los que sacaban los muertos, habíalos de contar por fuerza, porque los otros que morían eran sepultados por sus parientes y allegados; la sepultura que les era dada, era echarlos fuera de la ciudad.Además de esto, los nobles que habían huido, decían que era el número de todos los pobres que habían sido muertos, de más de seiscientos mil, y que el número de los otros no era posible decirlo; pero no pudiendo bastar a sacar los muertos pobres, habían sido los cuerpos recogidos en casas muy grandes. Añadían que la medida del trigo había sido vendida por un talento.Cuando fué la ciudad cercada de muro, no siéndoles ya licito ni posible coger ni aun las hierbas, fueron algunos necesitados y forzados a escudriñar los albañales, y se apacentaban con el estiércol antiguo de los bueyes, y el estiércol cogido, cosa indigna de ver, les era mantenimiento.
¿Qué necesidad hay ahora de contar particularmente las muertes que dentro se hicieron? Manneo, hijo de Lázaro, habiéndose pasado a Tito, dijo que por una puerta la cual le había pido a él encomendada en guarda, habían sacado de la ciudad ciento quince mil ochocientos ochenta hombres muertos; desde el día que fué puesto el cerco a la ciudad, es a saber, desde los catorce de abril, hasta el primero de julio. Este número es ciertamente muy grande, y no estaba él siempre en la puerta; pero repartiendo y pagando a los que sacaban los muertos, habíalos de contar por fuerza, porque los otros que morían eran sepultados por sus parientes y allegados; la sepultura que les era dada, era echarlos fuera de la ciudad.Además de esto, los nobles que habían huido, decían que era el número de todos los pobres que habían sido muertos, de más de seiscientos mil, y que el número de los otros no era posible decirlo; pero no pudiendo bastar a sacar los muertos pobres, habían sido los cuerpos recogidos en casas muy grandes. Añadían que la medida del trigo había sido vendida por un talento.Cuando fué la ciudad cercada de muro, no siéndoles ya licito ni posible coger ni aun las hierbas, fueron algunos necesitados y forzados a escudriñar los albañales, y se apacentaban con el estiércol antiguo de los bueyes, y el estiércol cogido, cosa indigna de ver, les era mantenimiento.
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Oyendo los romanos estas cosas, fueron movidos a misericordia grande y compasión; pero los bellacos revolvedores y sediciosos, por verlo no se arrepentían, antes sufrían que tal necesidad llegase hasta este punto: su ventura y suerte los había cegado, y la destrucción, que ya estaba muy cerca, la iban a sufrir ellos y la ciudad."
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Oyendo los romanos estas cosas, fueron movidos a misericordia grande y compasión; pero los bellacos revolvedores y sediciosos, por verlo no se arrepentían, antes sufrían que tal necesidad llegase hasta este punto: su ventura y suerte los había cegado, y la destrucción, que ya estaba muy cerca, la iban a sufrir ellos y la ciudad."
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Saludos.
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18 comentarios:
¡Qué buen post!
Terrible escrito histórico,pero lo más terrible, es que historias así, se siguen repitiendo en la humanidad, no de ciudades cercadas, pero sí de pueblos devastados por el hambre y la guerra
Un abrazo Gizz
hola
soy de Israel
vivo por casulaidad o no (nunca se sabe en esta vida)en españa te invito a mi blog , alli hay un post sobre juerusalem uno de los primeros...creo que lo vas a sentir .....es para las emociones que hablas de tu post anterioir y hace referencia a tu blog de ahora
comparto profesion contigo
por cierto, me gusta tu blog
gracias
hola
ea!!
buen escrito
aqui siempre aprendo algo nuevo
cuidate mucho
saludos desde durango mexico
byE
Hola! me ha encantado saber hoy algo más de una parte de la historia.Algo que me ha sorprendido es que Tito flavio digamos que fué indulgente con Jose Ben Matias y lo puso como hombre de confianza siendo que era judío.Al menos este hombre parecía algo más razonable ya que se nutría de la inteligencia de un judío ,no como otros que mataban por matar sin importarles nada.
Me dan pena los judíos a lo largo de la historia por todo lo que han pasado
Besos
GIZELA: Si, este episodio quizás sea el simbolo mas terrible de la destrucción de una ciudad y la dispersion de un pueblo, injustamente perseguido a lo largo de la historia.
UN ABRAZO.
HUERFANO PIANO: Bienvenida, es un honor que visites mi blog. He localizado tu post sobre Jerusalen y ya te he dejado un mensaje en tu blog. Gracias por tu amabilidad, me alegra saber que tengo una nueva amiga (y compañera de profesión). Gracias! UN CORDIAL SALUDO.
AVE DE ESTINFALO: Gracias a ti, otro saludo cordial para allá.
ESTHER: Si, llevas razón, a mi tambien me da pena por el pueblo judio, que ha sido muy injustamente perseguido durante la historia, como le decia a Gizela. UN BESO.
Hola
Gracias por tu visita
Ahora entiendes la emocion que me entro al leerte
un beso
y si, vacaciones que yo las necesito
y tambièn necesito a vosotros
para que el piano no se encuentre tan huerfano
Corenlivs, siento debilidad pro la historia de Jerusalém..quizás venga de la educación recibida en colegios de monjas y todo eso.. Un día no pude resitir más y la visité. Me interesa sobretodo la historia más reciente desde antes de la la guerra fría.
Gracias por esta magnífica entrada
Un beso
waooo, este post me recordó todo a un libros de Coelho, que leí hace tiempo. Parto de que me gusta mucho este autor, de que sé que hay gente que no lo soporta. No recuerdo el nombre de la novela, pero me informo y te informo.
Besos
"La Quinta Montaña", por si te decides en tus vacaciones.
besos de nuevo
VOY HOY CORRIENDO,MAÑANA PASARE A LEERTE,PRECIOSO,AUNQUE TARDE EN PASAR POR TU BLOG,NO CREAS QUE ME DESPEGARE DE TI,AQUI ESTOY SUJETA COMO UNA LAPA,PORQUE ME ENCANTA DE LA MANERA QUE TE ESPRESAS Y TU SINCERIDAD Y COMO VES YA ME HE PUESTO AL CORRIENTE DE LOS POST ATRASADO,A SIN QUE TIENES ALAS PARA RATO,NO ME VOY SIN ANTES DEJARTE UN MONTON DE BESOS Y ABRAZOS
Jerusalen, Jerusalen, que matas a los profetas que te envían.
Saludos
HUERFANO PIANO: Lo dicho, bienvenida! Un beso.
OTEABA: la historia de Jerusalen es entusiasmante, es una de las que más me gustan. un beso.
AMIG@ MI@: Hablando de Paulo coelho, te voy a dar una sorpresa: "El alquimista" es otro de mis libros favoritos, lo he leido dos veces. Un beso.
ALAS: Otro montón de besos para tí.
HIPERION: Jejeje, siempre tan ladino. Saludos "biblicos".
Conflictos y más disputas. Finalmente Israel tiene un estado de derecho. Ahí queda la historia. La que no ha llegado está por escribir, como en todos los paises.
Saludos
Cornelius, jeje, NO ME SORPRENDE EN ABSOLUTO. Bss
Y la historia se repite... se repite...se repite.
un lobo repitiendo arrepentido.
Me gustaría conocer Jerusalén, no pierdo la esperanza de conocerlo algún día. Gracias por acercarnos esta historia y así hacernos conocedores de algo más de todo ello.
Cornelivs pero qué poquito te queda para irte de vacaciones, ayssssss que ya no es "naaaaa de naaaa", te echaremos de menos.
Un beso.
Las manos de un ser humano siguen apretando el cuello de otro ser humano, sólo cambia el suelo que ambos pisan. Aquí o allá, hace mil años o diez segundos, siempre es lo mismo, y seguimos sin aprender.
Un besazo amigo!
SERGAL: Así es, en efecto. Un cordial saludo.
LYCANS: Asi es, la historia se repite cuando no la estudiamos. Un abrazo.
MARIA: Solo una cosa me apena al irme de vacaciones: vuestra compañia, vuestro cariño y vuesta amistad. YO SI QUE OS VOY A ECHAR DE MENOS UN MONTON A TODOS. Pero solo van a ser doce o catorce dias, VOLVERE PRONTO!!!!!
Un beso, querida amiga.
SARA M.: Nuestra ceguera nos hace repetir siempre los mismos errores, es cierto. Otro besazo para ti, querida amiga.
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