Aquel hombre araba y abonaba la tierra preparándola para su ciclo anual de cultivo. Llegada la época de la siembra depositó las semillas de diferentes especies de flores en los invernaderos de que disponía en aquel campo de tierra fértil, cada especie en su sector asignado.
Las semillas poco a poco comenzaron a germinar. El hombre proporcionaba incesantemente a su invernadero toda suerte de cuidados: regaba la tierra y la trataba, abonándola y dándole continuamente todos los productos necesarios, con la finalidad de que las flores tuvieran los colores más bonitos y el abono hiciera que desprendieran las fragancias más arrebatadoras. Así las vendería al mejor precio posible en el mercado.
Llegó el momento de la floración, y el paisaje se tiñó de una bella gama de colores. Lirios, azucenas, rosas, claveles, margaritas, lilas, amapolas, narcisos y muchas mas especies de flores rompieron el pálido ocre de la tierra con su paisaje multicolor. Como habían sido bien tratadas y bien abonadas el aroma que desprendían era digno del Olimpo, esa fragancia única compuesta de miles de fragancias diferentes se esparcía por aquel campo. Eran flores realmente extraordinarias. Definitivamente, obtendría buen precio por ellas.
Sin embargo, un buen día se acordó de que tenía un pequeño rincón del campo, apenas visible pues estaba escondido detrás de una roca, en el cual, por olvido, no había realizado ninguna clase de cultivo. Se dirigió allí sin mucha esperanza, pues al no haber regado, ni sembrado, ni abonado, lo más posible es que no encontrara nada.
Su sorpresa fue mayúscula cuando tras acercarse a aquel pequeño rincón, se encontró inopinadamente con una única flor de una belleza absolutamente incomparable. Era una rosa blanca. Mas grande de lo normal. Aquella rosa desprendía una fragancia única, arrebatadora, extraordinaria, sublime. Examinó el cáliz, sus pétalos aterciopelados indescriptiblemente bellos, y todos los detalles. Por si fuera poco no tenia espinas.
¡Que cosa más extraña! Su sentido practico le hizo preguntarse: ¿Cómo puede haber nacido esto aquí, si no he sembrado ni he abonado este sector, incluso se me olvidó de regarlo? ¿Cómo es posible? De modo que ¿de donde demonios habia salido aquella flor? Y por si fuera poco, su aroma era extraordinariamente mas dulce y mas intenso que el de las otras, y eso que no le habia echado producto alguno.
Si bien lo consideró como un caso raro, tampoco le dio mayor importancia. Asi que llegado el momento de cortarlas, las cortó y las preparó en ramos para vender en las diferentes floristerías. La cosecha de aquel año habia sido muy buena, en cantidad, y sobre todo en calidad, que flores mas bellas y más olorosas, llamaron la atención.
Cuando ya le quedaban pocas flores por cortar, se acordó de la rosa blanca y la colocó sin más miramientos en un ramo de rosas cualquiera. Pero aquella rosa blanca llamaba muy especialmente la atención, por su belleza. Así que llegó a la mejor floristería de la ciudad y vendió sus flores a muy buen precio. El dueño del establecimiento, gran conocedor de flores, apreció la extraña belleza y sublime olor de aquel ejemplar único, y comprendió el valor de aquella flor incomparable al primer golpe de vista. Decidió no venderla: la separó de sus hermanas y se la guardó para si. Le dedicó el mejor sitio de su escaparate.
Pasaron algunos dias. Cuando las otras flores empezaron a fenecer aquella rosa blanca empezó a estar en todo su esplendor, desprendiendo una gama de blancos y de inenarrables perfumes que asombraron a todo el vecindario. Su rosa blanca era la estrella del negocio, el tendero la amaba y la cuidaba como si fuera una hija. Le ofrecieron ingentes cantidades de dinero por ella, pero no cedió, no quiso venderla, la amaba demasiado.
Algún tiempo después, y ante el asombro general de todos (pues no era propio que una rosa durara ya tantos dias por muy bien que se la cuidase), nuestra rosa blanca tambien se agotó.
No volvió a tener una flor igual. Aquella rosa blanca de rara y extraordinaria belleza y fragancia única era la flor más bella que aquel hombre había visto en toda su vida.
Las semillas poco a poco comenzaron a germinar. El hombre proporcionaba incesantemente a su invernadero toda suerte de cuidados: regaba la tierra y la trataba, abonándola y dándole continuamente todos los productos necesarios, con la finalidad de que las flores tuvieran los colores más bonitos y el abono hiciera que desprendieran las fragancias más arrebatadoras. Así las vendería al mejor precio posible en el mercado.
Llegó el momento de la floración, y el paisaje se tiñó de una bella gama de colores. Lirios, azucenas, rosas, claveles, margaritas, lilas, amapolas, narcisos y muchas mas especies de flores rompieron el pálido ocre de la tierra con su paisaje multicolor. Como habían sido bien tratadas y bien abonadas el aroma que desprendían era digno del Olimpo, esa fragancia única compuesta de miles de fragancias diferentes se esparcía por aquel campo. Eran flores realmente extraordinarias. Definitivamente, obtendría buen precio por ellas.
Sin embargo, un buen día se acordó de que tenía un pequeño rincón del campo, apenas visible pues estaba escondido detrás de una roca, en el cual, por olvido, no había realizado ninguna clase de cultivo. Se dirigió allí sin mucha esperanza, pues al no haber regado, ni sembrado, ni abonado, lo más posible es que no encontrara nada.
Su sorpresa fue mayúscula cuando tras acercarse a aquel pequeño rincón, se encontró inopinadamente con una única flor de una belleza absolutamente incomparable. Era una rosa blanca. Mas grande de lo normal. Aquella rosa desprendía una fragancia única, arrebatadora, extraordinaria, sublime. Examinó el cáliz, sus pétalos aterciopelados indescriptiblemente bellos, y todos los detalles. Por si fuera poco no tenia espinas.
¡Que cosa más extraña! Su sentido practico le hizo preguntarse: ¿Cómo puede haber nacido esto aquí, si no he sembrado ni he abonado este sector, incluso se me olvidó de regarlo? ¿Cómo es posible? De modo que ¿de donde demonios habia salido aquella flor? Y por si fuera poco, su aroma era extraordinariamente mas dulce y mas intenso que el de las otras, y eso que no le habia echado producto alguno.
Si bien lo consideró como un caso raro, tampoco le dio mayor importancia. Asi que llegado el momento de cortarlas, las cortó y las preparó en ramos para vender en las diferentes floristerías. La cosecha de aquel año habia sido muy buena, en cantidad, y sobre todo en calidad, que flores mas bellas y más olorosas, llamaron la atención.
Cuando ya le quedaban pocas flores por cortar, se acordó de la rosa blanca y la colocó sin más miramientos en un ramo de rosas cualquiera. Pero aquella rosa blanca llamaba muy especialmente la atención, por su belleza. Así que llegó a la mejor floristería de la ciudad y vendió sus flores a muy buen precio. El dueño del establecimiento, gran conocedor de flores, apreció la extraña belleza y sublime olor de aquel ejemplar único, y comprendió el valor de aquella flor incomparable al primer golpe de vista. Decidió no venderla: la separó de sus hermanas y se la guardó para si. Le dedicó el mejor sitio de su escaparate.
Pasaron algunos dias. Cuando las otras flores empezaron a fenecer aquella rosa blanca empezó a estar en todo su esplendor, desprendiendo una gama de blancos y de inenarrables perfumes que asombraron a todo el vecindario. Su rosa blanca era la estrella del negocio, el tendero la amaba y la cuidaba como si fuera una hija. Le ofrecieron ingentes cantidades de dinero por ella, pero no cedió, no quiso venderla, la amaba demasiado.
Algún tiempo después, y ante el asombro general de todos (pues no era propio que una rosa durara ya tantos dias por muy bien que se la cuidase), nuestra rosa blanca tambien se agotó.
No volvió a tener una flor igual. Aquella rosa blanca de rara y extraordinaria belleza y fragancia única era la flor más bella que aquel hombre había visto en toda su vida.
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Saludos.
25 comentarios:
Cornelivs, qué bela reflexión nos has regalado. Esa rosa blanca estuvo apartada de su grupo, conservada en un altar inalcanzable, bella para mirar pero negada de la vida, bella mientras duró y hermosa en la memoria de quienes la apreciaron.
Hermoso relato.
Te dejo un saludo, lindo fin de semana, y dejé algo para tí en unas diapositivas.....surprise
Que precioso relato, todo tiene un principio y un final y lo que queda es la esencia.
Besos, amigo y feliz domingo :)
Eres un encantador de serpientes, el flautista que nos lleva como a sus ratitas embobados.
Saludos!
Estamos condenados a la desaparición. Sólo lo extraordinario deja un rastro de memoria. ¿Será por eso que nos esforzamos en dejar algo a nuestro alrededor, un aroma, una luz, un afecto intenso, algo que haga perdurar nuestra memoria cuando ya no seamos? Un beso, querido amigo.
A veces las mejores personas también salen de los lugares más oscuros, por eso tal vez brillan con más fuerza que lops de más por su ansia natural de vivir de saberse vivos... Así interpreto yo este bello cuento de la flor. Un saludo cornelivs!
vaya, cornelius qué bonito!, me recuerda algo al Principito, libro para la reflexión y al igual que tu relato se puede sacar muchos pensamientos,
como la belleza de lo que crece entre hierbas,
como la sorpresa de encontrar lo más bello en ese rincón olvidado, sin darnos cuenta allí está,
como de ensalzar, aisalr y quedarnos par anosotros lo más bonito sin posibilidad de compartir,
como de que pese a los cuidados, y los tratamientos, la belleza acaba muriendo también,
como de tanto y tanto que se puede sacar,
muy lindo cornelius , gracias
¿Para que te voy a decir más si ya lo han dicho ellos?
Totalmente de acuerdo, bello relato. Ayer estuve a punto de mandarte un correo dandote una dirección de un concurso de cuentos breves para abogados o sobre abogados, pero pensé: "Cornelius nunca escribe relatos" y pasé página
Toma Castaña!!
Y precisamente hoy me vienes con esto...
jajajaja
Por si te interesa:
http://www.microrrelatosabogados.com/
Un cuento con toda una lección. Lo que nos hace atractivos es individual y efímero. Y nuestro de la mejor forma de serlo.
HOla Cornelivs, aquí estoy de nuevo ( porque he venido) para ver qué nos traes esta vez.
El relato de la rosa blanca, me ha encantado, hasta tal punto que me he llegado a emocionar.
Gracias por haberme hecho emocionar con tu bello relato
Te mando un abrazo enorme
Saludos
Rampy
Me ha gustado la historia.
Se nota tu influencia romana: "el aroma que desprendían era digno del Olimpo".
El hombre tenía una flor extraordinaria, única en su especie y no la valoró demasiado. El dueño de la floristería sí la trató como se merecía y la conservó junto a él hasta que murió.
Eso le pasa a muchas personas que no valoran las cosas buenas que tienen cerca ni a las personas "especiales" de su entorno.
Cornelivs, como publicas diariamente, no me da tiempo de comentar todas tus entradas, aunque suelo leerlas.
Besos.
cuando menos lo esperamos aparece una rosa blanca (las prefiero con espinas) y no siempre sabemos reconocerlas y las dejamos escapar. Entonces no nos queda ni la sensación de poder echarlas de menos porque nunca las supimos valorar.
un lobo en duda
Una historia preciosa y con lo que me gustan a mi las rosas..Era especial pues porque con muchos menos cuidados brilló por si misma y el tendero es el que la hizo vivir tanto,pues apreció mejor su belleza.
besitos
Era la mejor flor y no la valoró. Eso pasa con demasiada frecuencia y así va el mundo.
Deberíamos ser más sensibles y ver cuando miramos.
Esta alegoría demuestra
que hay gente que tiene un tesoro
delante y ni lo sabe apreciar,
a veces
no valoramos lo esencial
que tenemos ante nuestras narices
y vamos tras un ideal
que nunca estará a nuestro alcance.
Un saludo
O sea, que nada es eterno...que hasta lo más agasajado, lo más hermoso, tiene su final...su caducidad.
Pienso que lo bueno es llegar al final procurando no marchitarse demasiado pronto porque siempre reina sobre todo, aquello que posee cualidades fuera del montón...de la vulgaridad. Salen del anonimato y se lo reconocen. Si es así...¡quién fuera rosa!.
Queridos amigos y amigas.
Acertasteis de pleno. Cada uno de vosotros ha introducido su matiz, pero en lineas generales todos habeis acertado en el mensaje que yo queria transmitir.
En todo caso, yo voy a introducir un breve detalle: recordad que las otras flores eran hermosas y tenian fragancia porque habian sido cuidadas, el hortelano se lo habia dado.
La rosa blanca, por el contrario, sacó su belleza de si misma, sin ayuda de nadie, sin que nadie la abonara ni la cuidara, estando sola...
Por supuesto, esto no es una invitación a estar solos, no, los dioses nos libren! pero si a aprender a mirar y a ver; y a intentar DESCUBRIR lo que de bueno hay dentro de nosotros mismos.
CORNELIVS OS QUIERE.
UN ABRAZO.-
Magnifico
me atrevo a decir que es uno de tus posts que mas me ha gustado
alli se ve tu sensibilidad
se refleja tu cariño
y por mi parte quiero decirle a este hombre que tenia mucha suerte por lo menos tener aquella rosa que la sigo buscando.
Mas tras leerte he refelxionado y creo que voy a dejar de buscar ella llegará sola, ahora eso si, promento cuidarla...
Me encantan las rosas con espinas. besitos varios.
Bello cuento que nos has narrado envuelto en la fragancia del aroma y en color blanco, muy bonito.
Un beso.
Sabio aquel que tiene el poder de valorar la belleza que está en su entorno...
La idea de la finitud que anida en el cuento es inquietante y genera cierta melancolía.
Un saludo.
Antón.
Pues que cuide ese rosal. Aunque... no se;poco mérito tiene una rosa sin espinas.
Saludos
Hey me guto eso que lei, mi hermano estamos a su orden por mi blog, lo esperamos por alla.
Hasta luego.
Una rosa blanca es un deseo que se siente y se palpa
Todo lo que empieza acaba
Un beso
Queridos amigos y amigas:
Reitero mi comentario anterior. Todos habeis comprendido bien la idea que queria plasmar.
En todo caso, solo añadir un detalle: el dato de que era una rosa sin espinas; con ello quise dar a entender que era una rosa que daba toda su fragancia y que era pura e inmaculada, sin herir a nadie, como las otras. No tenia mecanismos de defensa; solo daba fragancia, todo lo que tenia.
Abrazos para todos.
Un post magnífico lleno de matices que podemos aplicar o vemos con demasiada frecuencia.
Un beso
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