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01/06/2008

"¡Varo, Varo, devuélveme mis legiones!"

Pero tambien las águilas romanas sufrieron alguna humillación de vez en cuando. Viene a mi memoria la batalla del bosque de Teotoburgo (del 9 al 11 de Septiembre del año 9 dC), en la que Roma perdió 3 legiones completas, la XVII, XVIII y XIX, con toda la impedimenta y tropas auxiliares, unos 20.000 hombres. Este desastre marcó durante mucho tiempo la política romana en Germania, y su eco resonó grandemente en el Senado de Roma y en el Foro.
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Publio Quintilio Varo, de origen patricio, debió su ascenso al César Augusto, del cual se mostró partidario muy pronto, reforzando los lazos con su matrimonio con la hija de Agripa, Vipsania Marcela, que a su vez, era nieta del emperador. Así consiguió la amistad del propio Augusto y de su suegro Agripa, siendo Varo el encargado de leer el elogio fúnebre de éste. Fue elegido cónsul en el año 13 aC. Augusto lo envió en el año 9 dC como legado a la provincia de Germania, zona que había sido añadida al imperio tras las incursiones de Druso primero y Tiberio después. Sin embargo, esa dominación era más nominal que real y Varo debía ratificar el dominio y recaudar impuestos, pero su extrema codicia, su falta de sensibilidad y el uso de métodos de romanización demasiado expeditivos le hicieron incurrir en diversos errores de gobierno que le llevaron finalmente a provocar el descontento general y a convertirse en una figura muy impopular entre la población germana.
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El ejército que guarnecía la región de Westfalia fue atacado por los queruscos, que se habían rebelado. Varo se internó imprudentemente en territorio hostil engañado por Arminio (Hermann) con tres legiones, la XVII, XVIII y XIX, que fueron masacradas tras una sangrienta emboscada en el bosque de Teutoburgo. Varo, herido en la batalla, ante el riesgo de caer manos germanas, optó por suicidarse arrojándose sobre su espada. Su cabeza fue cortada y remitida como trofeo de guerra a Marobod, rey de los marcomanos, pero este, temiendo la ira romana, la envió a Roma donde fue finalmente enterrada en el panteón familiar. Tras esta derrota la frontera romana quedó fijada en el Rin, retrocediendo desde el Elba, donde se conservaría hasta el fin del imperio romano.
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Este desastre supuso un duro golpe para el prestigio militar de Roma, hasta tal punto que los números de las legiones derrotadas (la XVII, la XVIII y la XIX) jamás fueron vueltos a utilizar en toda la historia militar del Imperio.
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Las consecuencias de la derrota fueron claras: la derrota de Varo alteró al Emperador Augusto más que ninguna otra cosa en su larga vida. El historiador romano Suetonio dijo que aquél se tomó el desastre tan a pecho que "siempre celebró el aniversario como un día de profundo pesar", y en muchas ocasiones se le veia alteradisimo, chillando, y dandose golpes con la cabeza contra la pared mientras exclamaba: "¡Varo, Varo, devuélveme mis legiones!"
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Augusto envió a su sobrino Germánico, hermano de Claudio, a rescatar las águilas de las tres legiones, que eran objetos sagrados para los romanos, y lo envió al mando de ocho legiones con la intención de hallar el lugar de la batalla, dar a los muertos el destino necesario y recuperar lo posible y, sobre todo, para no dar una imagen de debilidad. Parece ser que Germánico cumplió con todo lo encomendado, en especial encontrando el sitio del desastre. La ocasión la describe Tácito en sus Anales:

"No lejos estaba el bosque donde se decía que los restos de Varo y de sus legiones quedaron sin sepultura. A Germánico le vino el deseo de tributar los últimos honores a Varo y a sus soldados. Esta misma conmiseración se extendió a todo el ejército de Germánico, pensando en sus parientes y amigos, en los azares de la guerra y en el destino de los hombres... En medio del campo blanqueaban los huesos, separados o amontonados, según que habían huido o hecho frente. Junto a ellos yacían restos de armas y miembros de caballos y cabezas humanas estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había bárbaros altares, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros centuriones."
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Germánico recuperó las águilas.
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Saludos

3 comentarios:

José Alfonso Rueda dijo...

Esta historia me suena de haberla visto en la serie "Roma" o en la mítica "Yo, Claudio". Muy buenas ambas, sí señor.

Miry dijo...

Buenas!!!


Siento mi estampida comentaril pero las fiestas son muy malas... jejeje, aunque he sacado tiempo para leerte eso si...

Cada día se aprenden cosas nuevas....bien!!

Un saludo!!

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Camachuelo, llevas razón, creo que fue en Yo Claudio. Augusto encaneció, y desde entonces se volvió taciturno y amargado.

Miry: que gustazo leerte de nuevo, me has alegrado la tarde!!! Seguro que estás con ojeras, los pies destrozados, el estomago rabiando... (¿sigo?), JEJEJEJ, desde luego las fiestas son terribles! Espero que te lo hayas pasado bien.

Afectuosos saludos a ambos.