"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
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06/07/2012

Nacer de nuevo (la verdadera revolución), y II.

Internet tiene muy buenas cosas: una de ellas el encontrarte a muy buenos amigos, a los que quiero bien,  como por ejemplo Pedro Ojeda (a quien mando un cordialísimo saludo y abrazo desde estas líneas),  con quien tuve la suerte de compartir aquella inolvidable ("y digna de felice recordación") velada quijotesca. Su comentario a mi entrada anterior da pie a esta entrada. Directamente al grano: el mundo quizás no nos ofrezca muchos motivos para ser buenos; pero creo que merece la pena intentarlo de todos modos. Aunque nos llamen ingenuos, aunque nos llamen ilusos. ¡Hemos de de intentarlo…! Intentaré explicarme.

Sé lo que es el mundo tan bien como cualquiera puede saberlo, porque la tierra ya ha dado 47 vueltas alrededor del sol desde que vine a este mundo: por esa misma razón esa ingenuidad recuperada (bendita sea), vale para mi su peso en oro. Si ser ingenuo o iluso es intentar construir un mundo mejor, bendita ingenuidad o ilusión; sobre todo, cuando esa ingenuidad se ha recuperado  después de llevarte ya más de trece mil azotes en las espaldas, y no fingidos como los de Sancho, sino reales; y si no en la piel, en el corazón, que son los mas dolorosos. Y si, también conozco la opinión de Shopenhauer “(El mundo como voluntad y representación”), pero hoy hablaremos en un lenguaje mas coloquial; ademas, de Shopenhauer ya hablé en otra entrada.

Pregunta, mi querido y muy apreciado Pedro Ojeda, y asi os lo pregunto a todos, haciéndolo con la intención de plantear un sano debate entre todos: si no recuperamos nuestra ingenuidad, al menos en parte -en el sentido que voy a expresar en esta entrada- ¿en qué basaremos nuestra esperanza? ¿En la bondad del ser humano? ¿En su capacidad para hacer el bien? ¿En que el mundo un buen dia despertará de su ceguera materialista? ¿No es eso ser un poco ingenuo tambien? Entonces, ¿en qué basamos nuestra esperanza?

Todos tendemos a protegernos de las agresiones externas, algo consustancial con el  instinto de protección de todo ser humano; pero lo que sucede –pienso-  es que el fragor del mundo  no solamente despierta nuestros instintos de autoprotección, sino que nos impide también ser generosos con los demás, lo cual ya no es tan correcto, en mi humilde opinión. Si el mundo no es generoso, ¿por qué voy a serlo yo?

Segunda pregunta que os hago: ¿No estaremos confundiendo ser ingenuo con ser incauto? Entiendo que no es lo mismo, el ingenuo es persona candorosa, sin doblez; por el contrario, ser incauto es no tener cautela, es la persona que no adopta precauciones.  Yo estoy hablando de lo primero, no de lo segundo: se puede ser ingenuo en el mas noble e inteligente sentido de la palabra, pero no incauto, porque ser incauto es ir directamente a precipicio.  Insisto: dejemos algo claro,  una cosa es intentar hacer el bien y otra, harto diferente, es hacer el idiota.  Y yo estoy hablando de lo primero, no de lo segundo.  No se si me explico. Necesitamos un nuevo renacimiento ético, no porque el mundo nos de motivos para hacerlo, ni seguridad de hacer el bien sin lesionarnos,  sino porque necesitamos hacerlo… ¡ para dar ejemplo…! El que ama solo a los que le aman ya ha recibido su recompensa. Lo bueno es amar incluso a quien no conoces. Es una batalla valiente, ya lo creo,  pues muchas veces nos herirán, una y otra vez caeremos…pero hemos de seguir adelante. Si no, fijaros en los grandes héroes de la historia: Cristo, Buda, Confucio, Moises, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, y todos los grandes hombres y mujeres que han hecho el bien.  Tercera pregunta que os hago, amigos Pedro Ojeda y todos: ¿todos ellos han sido ingenuos, han sido tontos? ¿O mas bien tienen el aprecio y el reconocimiento del mundo por su comportamiento? ¿Merece la pena imitarlos?

Se puede conseguir: estoy convencido. Si, hemos de recuperar la inocencia, con todo lo difícil y aparentemente pueril  que pueda sonar. Al menos intentarlo... Os juro que no se como expresarme. Como antes os decía, es comprensible perder la  inocencia como medio de protegernos de las agresiones externas, pero quizás se nos pasó por alto que un exceso de autoprotección nos  priva a nosotros mismos  de nuestra oportunidad para ayudar a los demás: estoy tan dolido con el mundo, y conozco tanto a la gente  que no me fio ya ni de mi sombra. Y es lógico este mecanismo de defensa, pero así estoy condenando a justos por pecadores: me estoy cerrando a mi mismo mi posibilidad de ayudar a los demás, porque  hay aun mucha, muchísima gente buena por ahí, en el mas noble e inteligente sentido de la palabra.

En la entrada anterior hablaba de Jesús de Nazaret. Forzosamente he de volver a hacerlo en esta, a propósito de una de sus frases más conocidas: “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Fijaros que conceptos tan aparentemente antagónicos. Pues se puede hacer.  Claro que se puede. Pero nadie dijo que nacer de nuevo fuera cosa fácil. Es como si dijeramos: se que el mundo es lo que es, pero creo en un mundo mejor, y esa creencia es mi modo de intentar cambiarlo: el hecho de que el mundo sea lo que es no me va a impedir amar (intentarlo, al menos)  a mis semejantes. Lo contrario es algo asi como dar patente de corso a mi egoismo, justificandolo en la maldad del mundo, no encuentro las palabras adecuadas, no se si me explico, me queda la duda.  Hay que luchar contra la inercia, es la lucha de la voluntad contra la inteligencia, recordemos a Gramsci. (“Frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad”).

En cuanto a mi opinión personal sobre la frase de Jesús, podéis consultarla en mi entrada “Jesús de Nazaret dixit”, que publiqué en este blog mío el día 14 de Septiembre de 2009. En dicha entrada, en la cual (seguro) creo que me expresé mejor de lo que lo estoy haciendo hoy, os decía esto:

Mateo 10:16 "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas."
Siempre he sido -y lo sigo siendo en la actualidad- un gran devorador de los textos religiosos, como todo buen escéptico que se precie. Tratándose del catolicismo, he leído, releído, meditado y rumiado durante años y décadas muchísimos textos, y como no, la Biblia, con un objetivo: buscar la verdad. Y no desespero en esa búsqueda, pues me da paz seguir mi propia senda. Para poneros en antecedentes, podéis consultar la entrada que publiqué el dia 13 de Julio de 2008 ("El hijo de la duda" ), en la cual narro más profundamente lo que pienso sobre la materia.

Hoy es fiesta local en mi localidad, se celebra la fiesta religiosa en honor al Cristo de la Misericordia, patrón de la ciudad. Es un crucificado. Hace un ratito lo he visto pasar en procesión. Y ello me ha dado pie para la redacción de esta entrada.

 Jesucristo dijo muchisimas cosas. La frase que encabeza este post es una de sus frases más famosas y quizás una de las que más me ha influido, junto con las diatribas que lanzó contra los fariseos.

 “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. ¿Qué quiso decir? Indudablemente, la frase da para mucho, pues encierra toda una filosofía de vida. Cuando a los 18 años de edad sufrí la crisis religiosa, merced a la cual pasé de creyente a lo que soy ahora -un escéptico buscador de la verdad que es respetuoso con creyentes, con no creyentes y con cualquier forma de pensar-, permítaseme esta licencia, formateé mi disco duro mental despojándolo de todo postulado religioso, menos esa frase, porque para mi no se trataba de un postulado religioso, sino un estilo de vida: estaba tan incrustada en mi interior, y se acomodaba tan bien a mi personalidad y a mi modo de ser, que se quedó dentro de mi. Es una de mis columnas.

 Es interminable la lista de literatos y de pensadores que han interpretado esa frase. Pero yo me guío por mi propia interpretación personal. Para mí contiene una llamada a la prudencia y a la buena fe; dos extremos prima facie aparentemente incompatibles. De un lado, si soy prudente, desconfío, luego no soy generoso porque no me atrevo a ser bueno con los demás; y de otro lado, si soy generoso y bueno con la gente, entonces soy un incauto, luego no soy prudente.

 ¿Entonces? Pues que pienso que esta contradicción es mas aparente que real.

 Os envío como a ovejas en medio de lobos. Ya decía Maquiavelo que los hombres, por lo general, son malos, “a no ser que la necesidad los obligue a ser buenos”. Es cierto que el mundo es una selva en la cual prima el tener sobre el ser, el hedonismo, la búsqueda egoísta de placeres y todos los males que ya sabemos. La generosidad y el hacer felices a los demás está, por desgracia, pasado de moda, y al que sigue esa línea de conducta lo pueden llamar de todo menos bonito. Bueno, eso debe de importarnos un bledo: si somos felices haciendo felices a los demás que nos llamen como les de la gana.

 Prudentes como serpientes. Naturalmente, y creo que es una llamada a la protección personal. Se puede ser bueno, pero no tonto, es decir, hay que abrir los ojos, para no caer en los huecos del camino, para no dejarse engañar por la pedantería vacua de los que presumen de santos, que no cesan de engañar al prójimo incauto con sus ostensibles gestos vacios de moral alguna; hay que huir de los astutos que pueden abusar de tu confianza o traicionarte. Hay que protegerse, y si, hay que tener ojos hasta en la espalda. Pero seria bueno que cuando lo hiciéramos lo meditáramos antes, de modo que no actuáramos por simple imitación sino por convicción personal. Jamás me ha gustado el refrán “allí donde fueres haz lo que vieres”, porque hace que la singularidad del individuo -a veces valiosisima- se diluya en la triste masa.

Sencillos como palomas. A pesar de los lobos. ¡Si! Esto es lo mejor de todo, porque el hecho de que seamos prudentes y adoptemos precauciones no ha de impedirnos hacer el bien, ni justificar nuestro egoísmo, sino que hemos de actuar dando el corazón a los demás.

Si algo no te gusta, no lo critiques: cámbialo, dice Ludwig, y lleva toda la razón. Si te encuentras con un egoísta, cárgatelo siendo generoso con el; si te encuentras con un soberbio, sé tu mas humilde aún de lo que eres. Si te encuentras con un avaricioso: dale el doble o el triple. Y asi sucesivamente.

 Y no por ansia de gloria o temor de infierno o pena alguna: ya somos mayorcitos para esas puerilidades. Es una cuestión de filosofía práctica: sembrar siempre, sin prejuzgar a los demás: el terreno donde vas a sembrar. ¡tu que sabes si es bueno o malo! ¡Siembra de todos modos! ¡Concedámosles el beneficio de la duda!

 Y sobre todo: si al conocer a una persona te das cuenta de los fallos que tiene, recuerda que tu también tienes los tuyos.

 Si, como buen observador, al mirarlo/la a los ojos tú detectas que su actitud es mezquina, o falsa, o que no te dice toda la verdad, o que no te puedes fiar mucho de esa persona, o, en general, has notado algo extraño que a ti “no te cuadra”, no por ello abandones la senda del bien: dale, se generoso con ella, hazla feliz. Porque quizás con el ejemplo tuyo…esa persona en el fondo se esté animando a ser mejor persona de lo que es. Quizás viendote...se esté animando a imitarte un poco. Recordemos que el amor puede con todo, y el ejemplo es la mejor manera de predicar: “operibus credite et non verbis”.

Y si al final te traiciona, en ella estará el oprobio, no en ti: tu sí podrás dormir a pierna suelta. Porque dar amor no es cosa de tontos incautos o de cobardes...¡sino de valientes que se atreven a ello! ¡Alguien tiene que hacerlo...!

 Saludos.

 Cornelivs.
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10 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Yo ya no quiero ser inocente, Cornelivs, quiero que la experiencia me impulse a mirar con los ojos limpios. La inocencia, sin experiencia, nos llevará por los mismos derroteros. Pero ay de aquellos que hayan perdido la esperanza por la dureza de la vida. Están condenados a sufrir y hacer sufrir.

Abejita de la Vega dijo...

La Esperanza se quedó en la caja de Pandora.
Seamos ingenuos, tengamos esperanza, vistamos todos los dias de verde.

Feliz verano, Pablo.

Natàlia Tàrraco dijo...

Amigo Cornelivs, creo en la ingenuidad aunque te den más tundas que a una alfombra, creo que es un ir sin los ojos llenos de prevenciones, creo que un puntito de inocencia vale, y no infantil que los niños a veces son muy crueles, digo esa que se nutre de curiosidad. Afirmo que la mayoría de seres humanos somos decentes, la mayoría que manda es corrupta por algo manda y el poder siempre corrompe. Conozco muy buenas personas, no hace falta citar a Cristo, como él muchos hablaron, si es que él dijo lo que le atribuyen, es otro cantar. Jejeje, me pongo cínica, que tampoco sobra sentido del humor, es básico para encarar la vida, lo único cierto que tenemos.
En la duda nadamos, y despejándola aparecen otras, es infinito el dudar, pero así se avanza o se procura no tropezar más de dos veces en la misma piedra.
Seamos optimistas !!qué digo!! dioses, ¿me he vuelto majara e inocente a la vez? Puede ser que un poco, lo justo para ir tirando.
Besitooo y gracias por tu visita.

Camino a Gaia dijo...

Basamos nuestra esperanza en la ilusión.
Pero el mundo no será mejor si no lo hacemos mejor. La esperanza no es sino un norte o un sur, una dirección hacia una meta que nunca alcanzaremos. Pero a pesar de esto nos ponemos en camino. Y es en ese momento cuando lanzamos la flecha de nuestra existencia mas allá de donde nunca llegarán nuestros pasos.
Quien planta árboles a cuya sombra sabe que jamás habrá de sentarse ha comprendido el sentido de la vida.
Un saludo

Anónimo dijo...

Hay que recuperar la verdadera inocencia. La de los niños; que creen que todo es posible, no importa cuán absurdo, ridículo o irreal parezca...ellos no tienen las inhibiciones de los adultos a la hora de creer en algo. Supongo que en parte es porque no tienen mucho sentido del espacio, del tiempo...y de tantas otras cosas de las que valoramos tanto que acabamos olvidando las que realmente importan. Tampoco tienen problemas para demostrar cualquier sentimiento o para ser sinceros.
Supongo que a eso debió referirse Jesucristo cuando nos invitaba a ser como los niños.
Si es cierto que ha estudiado tanto la Biblia seguramente ya lo sabe y yo solo estoy mostrando mi ignorancia y algo que, aun pudiendo parecer soberbia no lo es.

matrioska_verde dijo...

pues yo creo que no fueron tontos, creo que siguieron sus principios, su fe, su forma de pensar... y lo siguieron hasta el final.

yo sí quiero seguir siendo inocente todo lo más que pueda pero con los ojos bien abiertos.

biquiños,

Unknown dijo...

bien podríamos basar nuestra esperanza en hechos. En el hecho cierto y comprobable de que no lo hemos hecho, ni intentado todo.... si asi hubiera sido.. pues sencillamente no habría esperanza alguna....es en la verificación de que la creación no esta terminada ni mucho menos, en lo que basamos las esperanzas... ya que cada día estamos siendo contruidos, renovados,ampliados, y mejorados... es de esperar que el futuro traiga entonces buenas cosas.... ¿porque darle crédito al miedo?....¿Porque esperar que algo malo suceda?...¿ nos hemos tragado en el biberón las leyes del señor Murphi?.... ¿y si no sucede lo peor que?...¿Nos sentiremos desencantados?... bueno, creo que merecemos sentirnos mejor..... un feliz dia del amigo pablo para ti... un abrazo desde buenos aires. argentina... juank.

Unknown dijo...

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Buscar hacer el bien a nosotros mismos y a nuestros semejantes debería ser uno de los motores de nuestras vida. Otro, crecer en nuestro autoconocimiento y mejorar todo lo posible nuestra calidad humana.

Besos, Cornelius y jamás perdamos la esperanza de crear entre todos un mundo mejor, para y por nuestros hijos.

Drago dijo...

Lo malo es dejar de hacer el bien por temer lo malo. Un punto de ingenuidad es necesaria para seguir creyendo en la bondad del ser humano, aunque la palabra tiene connotaciones peyorativas.
Un abrazo cordial.