"El hijo de la duda" (La Eterna Pregunta 2ª parte).

Si hay una cosa que me gusta hacer los fines de semana y dias festivos, es estar algun ratito en una Cafetería cercana y relajarme tomandome un buen "café solo" y leyendo el periodico. Ayer por la mañana acudo a la cafetería y me siento en la terraza. Serian las 10 de la mañana. Pido mi café solo, estaba delicioso, tanto que pedí otro más. Eso si, me leí el periodico bien, estuve como una media hora leyendo tranquilamente. En esto que se presentan varios conocidos, buena gente, y con toda la confianza se sentaron conmigo y comenzamos a hablar, de una cosa y de otra. Tocamos varios temas, y uno de ellos fue el tema religioso, sobre la existencia o no de Dios; aunque no nos dio tiempo a profundizar mucho sobre el tema, fue una conversación rápida.

Pero cuando llegué a casa empecé a meditar un poco sobre nuestro interrumpido tema de conversación. Ya anticipé algo de esto en mi entrada La Eterna Pregunta (pinchad AQUI si quereis leerla). En dicho post comentaba la conversación que habia sostenido en Jaén capital sobre este tema con dos amigos mios, uno agnóstico y el otro creyente, y estudiaba las teorias que se habian esgrimido historicamente sobre esta cuestión. Quede claro que el objeto del post de hoy es, solo y exclusivamente, el aspecto religioso de la cuestión. Y vaya por delante mi total y absoluto respeto hacia todas las concepciones. Respeto profundamente al creyente, al ateo y al escéptico, y en general a todas las opciones.

En dicho post prometí un nuevo post sobre mi opinión personal. Bien, pues aquí está. En esta segunda parte no es mi proposito enseñar filosofia, pues no tengo ni el tiempo ni la capacitación necesaria para ello (los interesados en ello podeis profundizar en este enlace, entre otros), sino ofrecer una visión sencilla de este complejo problema.

1.- El creyente cree en Dios conforme a la enseñanza religiosa que le han inculcado desde pequeño. No usa en sus creencias la razón, sino la Fe, y considera que la Fe es una gracia, su vida tiene la esperanza del más allá, y en los malos momentos invoca a Dios, y siente su apoyo.

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2.- El ateo no cree, sencillamente piensa que Dios no existe, y postula la frase de Marx de que “la religión es el opio del pueblo”. Piensa que nacemos, vivimos, y un dia morimos y ahí acaba todo. Vive sin esperanza en el más allá y cree que después, insisto, no hay nada. Para Sartre la negación de Dios es el presupuesto de un humanismo eficaz. Camus rechaza a Dios como protesta contra el sufrimiento. “Allí donde sufre un niño inocente, no puede haber ningún Dios”.

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3.- Finalmente viene el escéptico, que es el “hijo de la duda”. La palabra "Escéptico" viene del griego skeptikoi, y es “el que duda, el que investiga”. Para los escépticos no existe ninguna verdad objetiva, no existe nada absolutamente bueno o malo, verdadero o falso. Para ellos todo es subjetivo pues la percepción de la realidad depende del sujeto y no del objeto. Por ejemplo un escéptico nunca dirá hace frío, sino que siempre dirá siento frío, ya que él sólo puede saber que él tiene frío. Eso es un escéptico. Tienen duda y la duda genera sufrimiento, porque te sientes inseguro, al no tener alguna verdad irrefutable a la que agarrarte, es como un navio que nunca ancla en puerto seguro.

Un pariente muy cercano del escepticismo es el agnosticismo. El agnosticismo es el rechazo de cualquier presunto conocimiento de lo sobrenatural defendido por las doctrinas religiosas. El agnóstico no niega ni la posibilidad ni la realidad de experiencias místicas, e incluso puede creerse familiarizado con ellas. No obstante, es incapaz de creer incondicionalmente lo que no se puede organizar conceptualmente. No niega que pueda existir lo que no puede ser percibido, imaginado o encasillado en conceptos, pero no ve razón alguna para pretender que la doctrina religiosa de su vecino o cualquier otra posible le sirva para disipar las tinieblas.

¿Y tu, que piensas Cornelivs? Pues que me inclino por el escepticismo agnóstico. Soy un “hijo de la duda”. Mi experiencia personal es que como la mayoria de los españoles, fui bautizado en el seno de la Iglesia Católica, hice la comunión, recibí la confirmación, me casé en la Iglesia, y fui objeto de una sólida y rigida educación católica. Pero un buen dia a los 20 años descubri lo maravilloso que es el imperio de la razón y comencé a leer con profusión y a navegar solo y sin ayuda por el mar de las dudas. Dicho viaje fue dificultoso y me trajo aparejado muchos malos ratos. ¿Por qué? Muy sencillo. Los creyentes y los ateos lucharon y luchan por lo que sinceramente creyeron o creen, y tenian un punto de referencia, “algo” donde agarrarse y por lo que dieron su vida: los creyentes tenian a su Dios y los ateos a su No-Dios. Pero yo ¿que tenia? ¡Solo dudas, dudas por todos los lados! Sufrimiento y quebraderos de cabeza. Yo era un “hijo de la duda”, albergaba toneladas de duda dentro de mí, pero ojo, era una duda honrada, y además no era una duda pasiva sino activa, pues me definia como un buscador de la verdad, buscaba la verdad y creo que soy inasequible al desaliento en ese terreno. Defendía el imperio de la razón, como Galileo, Copérnico y Stephen Hawking (de éste último os recomiendo sus libros, “historia del tiempo” y “el universo en una cascara de nuez”). Comprendía perfectamente a Alcala Zamora: "No se si Dios existe, pero si existe, sé perfectamente que no le ofenderá demasiado mi duda".

No me convencia para nada el ateismo, porque según los grandes intelectuales no se puede demostrar que Dios exista, pero tampoco se puede demostrar que no exista. De hecho, según Immanuel KANT, quizás el mejor filosofo de la historia, las pruebas racionales tanto de la existencia como de la no existencia de Dios tienen idéntico valor.

Pero tampoco creía en las religiones. Miraba con recelo el hecho de que historicamente la iglesia catolica ha tratado de inculcarnos "creencias", y yo siempre he preferido tener "convicciones personales" mías, que son hijas de mi mismo, de mi pensamiento, rico o pobre, listo o tonto, pero MIO al fin y al cabo. No me gusta que piensen por mi, se equivocarme solo perfectamente ("Me encantan mis errores", decia Groucho). Y otra cosa que no me convence de la Iglesia es que siempre ha tenido bastante miedo al razonamiento personal de cada individuo, y a todo lo que no sea un fiel y pasivo asentimiento a "sus" verdades.

En aquella epoca la duda me hacia sufrir, buscaba desesperadamente y con vehemencia la respuesta, y como lo la encontraba, me sentia mal. El corazón de un chico de 20 años es muy vehemente, todo fuego.

Ahora, muchos años después, sigo pensando igual, y defiendo los mismos postulados, pero ha cambiado mi manera de afrontar el tema. Con el paso del tiempo, ese inicial sufrimiento ha dado paso a la tranquilidad de ánimo y a la reflexión serena. Me queda el consuelo de que soy un espiritu libre y huyo de estos dos polos, tanto del fantasma de la nada, como del fantasma del fiel asentimiento a verdades ajenas. Soy consciente de que el hombre es incapaz de atrapar la verdad. Mi busqueda no tendrá buen fin, nunca la alcanzaré; pero por lo menos me queda la tranquilidad de animo de saber que no me he arrastrado por los errores ajenos, que he buscado la verdad por el propio camino que yo he abierto.

“La estirpe humana no es más que un substrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen.” (Stephen Hawking). Por ello me siento minusculo en este pequeño planeta, perdido en la inmensidad del universo. Unos miran a un lado; otros a otro; y yo miro al cielo, buscando esa verdad que nunca encontraré. Pero aunque nunca la pueda divisar, sé que está allí arriba, más alla de las estrellas.

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Saludos

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