"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
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"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
. . .

13/04/2009

El viejo Centurión (Parte V)

Parte I Parte II Parte III Parte IV

"-Si, -intervino Lucio, el viejo Centurión-. Recuerdo que construimos muros de 18 km de largo y 4 metros de alto con fortificaciones espaciadas regularmente, y fuimos rápidos, solo tardamos tres semanas. Esta línea la seguimos hacia el interior por dos diques de cuatro metros y medio de ancho y cerca de medio metro de profundidad. El más cercano a la fortificación se llenó de agua de los ríos cercanos.

-Y también hicimos campos de trampas -agregó Publio, no perdiendo ni por un momento de vista a la bella gala en la cual se había fijado-, y hoyos frente a las empalizadas con el fin de que su alcance fuese todavía más difícil, más una serie de torres con artillería y espaciadas regularmente a lo largo de la fortificación.

-Veo que os acordáis bien –siguió recordando Póstumo-. La caballería de Vercintetórix a menudo contraatacaba nuestros trabajos para evitar verse completamente encerrados, pero nosotros contestábamos con nuestra caballería germana, que mantenía a raya a los atacantes. Tras dos semanas de trabajo, parte de la caballería gala pudo escapar de la ciudad por una de las secciones que no habíamos terminado, pero César, que no dormía, y previendo la llegada de tropas de refuerzo, nos mandó construir una segunda línea defensiva exterior protegiendo a los nuestros. El nuevo perímetro tenia 21 km, incluyendo cuatro campamentos de caballería. Aquella construcción fue agotadora para nosotros, pero esta serie de fortificaciones nos protegió mucho cuando las tropas galas quisieron llegar, pues ahora eran sitiadores preparándose para ser sitiados. Luego, las condiciones de vida en Alesia iban empeorando cada vez más. Con los 80.000 soldados galos y la población local había demasiada gente dentro de la fortaleza para tan escasa comida. A finales de septiembre las tropas galas, dirigidas por Commio acudieron en refuerzo de los fortificados en Alesia, y atacaron nuestras murallas exteriores. Vercingetórix ordenó un ataque simultáneo desde dentro. Sin embargo, ninguno de estos intentos tuvo éxito pues conseguimos frenarlos, y a la puesta del sol la lucha había acabado. Al día siguiente, el ataque galo fue por la noche y lograron un mayor éxito que el día anterior. César se vio obligado a abandonar algunas secciones de nuestras líneas fortificadas. Sólo la rápida respuesta de la caballería de Marco Antonio y Cayo Trebonio salvó la situación. La pared interna también fue atacada, pero la presencia de trincheras, y los campos que plantamos de "lirios" y de "ceppos", que los hombres de Vercingetórix tenían que llenar para avanzar, les retrasaron lo suficiente como para evitar que nos sorprendieran. Pero nuestra situación fue muy complicada. El día siguiente, creo que fue el 2 de Octubre, Vercasivellauno, un primo de Vercingetórix, lanzó un ataque masivo con 60.000 hombres, enfocado al punto débil de nuestras fortificaciones, las habíamos ocultado hasta entonces, pero los galos las descubrieron. El área en cuestión era una zona con obstrucciones naturales en la que no se podía construir una muralla continua. El ataque se produjo combinando las fuerzas del exterior con las de la ciudad: Vercingetórix atacó desde todos los ángulos nuestras fortificaciones interiores. Pero Cesar confió en la disciplina y valor de sus hombres, y ordenó que mantuviéramos las líneas. ¿Recordáis que él personalmente recorrió el perímetro animándonos a todos? Siempre Cesar me decía: “Animo, bravo Postumo, los dioses nos sonrien”. Allí, nuestra legión, la Décima, se cubrió de gloria.

Póstumo aguardó un momento, tratando de ordenar sus recuerdos. Pidió otro vaso de vino, que le fue servido por una muy linda moza de las que había allí. Los demás veteranos, todos de la Décima, lo oían con simpatía y afecto, pues también habían estado allí peleando juntos, y lo recordaban muy bien, pero Póstumo era el mas viejo, y el que más detalles conocía de todo.

-Parece que lo estoy viendo ahora mismo –siguió narrando Póstumo, con la mirada brillante por
la emoción del recuerdo-. La caballería de Labieno, fue enviada a aguantar la defensa del área en donde estaba la brecha de las fortificaciones. Ese era mi puesto. Con la presión incrementándose cada vez más nos vimos obligados a contraatacar la ofensiva gala, y logramos hacer retroceder a los hombres de Vercingetórix. Sin embargo la sección defendida por Labieno se encontraba a punto de ceder, con lo cual César adoptó una medida desesperada, tomando 13 cohortes de caballería, unos 6.000 de los nuestros, para atacar el ejército de reserva enemigo, diez veces superior en numero, como unos 60.000 galos, por la retaguardia. La acción sorprendió a los galos. Allí fue justo cuando nos hirieron a Lucio y a mi en el muslo, ¿recuerdas Lucio? ¡Pero seguimos combatiendo! Y viendo Tito Labieno que Cesar afrontaba tan tremendo riesgo, redoblamos todos nuestros esfuerzos. En las filas galas pronto empezó a cundir el pánico y trataron de retirarse, pero todos sabéis que un ejército en retirada desorganizada es una presa fácil para la persecución de los vencedores, y masacramos a los galos. Solo el hecho de que todos estábamos completamente exhaustos, y muchos heridos, como Lucio y yo, salvó a los galos de que acabáramos con todos sin dejar ni uno. Finalmente, Vercingetórix se vio obligado a rendirse sin una ultima batalla, porque al día siguiente presentó sus armas ante Cesar. La Galia por fin era nuestra. Para nuestro César, la batalla de Alesia fue un éxito enorme, tanto militar como político, pero los perros del Senado, manipulados por Catón y por Pompeyo, aunque declararon veinte días de acción de gracias por esta victoria, denegaron el honor a César de celebrar un triunfo en el Campo de Marte, que hubiera sido el punto culminante de su carrera militar. Cesar también fue herido, junto con muchos de nosotros, se dejó su sangre allí por su Senado, y luego éste no le dio el triunfo. Ya sabéis el resto, la tensión se fue incrementando de tal modo que dos años después tuvimos que cruzar el Rubicón. Pero eso es otra historia…

-Asi fue –dijo entonces Lucio-, te recordamos perfectamente manteniendo tu posición sin moverte ni un metro. Nosotros nos pusimos a tu lado. Tomate otro vaso.

-Si, y erais de los mejores novatos, peleasteis muy bien, erais cachorritos de león que ya aprendíais a rugir.

Siguieron hablando de su vida militar. El espíritu de Lucio adquirió calma, serenidad. Por un día consiguió que el recuerdo de Iulia y de sus hijos se adormeciera un poco, porque olvidarlo le era imposible. Estaba verdaderamente a gusto con sus compañeros de armas, la guerra había sido su vida y estaba con los suyos, en su salsa, literalmente disfrutando. El los llamaba “hermanos” a todos, y era sincero. Hasta Publio se sorprendió del buen humor y sana alegría que mostraba el viejo Centurión.

Se hizo tarde para los demás compañeros de armas, pues ya empezaba a anochecer, y deseaban volver a sus casas con sus mujeres y sus hijos. Se despidieron muy cordialmente de Lucio y de Publio, no sin antes emplazarse para el amanecer siguiente a fin de recordar los viejos tiempos, cazando tres o cuatro venados, muy abundantes por aquella zona. El viejo Centurión aceptó encantado, aquello era nuevo para él. Tras de ello, los demás veteranos se marcharon y quedaron solos en la mesa de la Taberna el viejo Póstumo, Publio, y Lucio.

Durante todo este tiempo Publio había seguido con mucha atención la disertación de Póstumo, pero no podía evitar que se le fueran los ojos detrás de la bella chica morena de ojos azules y gracioso andar, que había visto antes. La seguía con su mirada atentamente, mirándola fija y persistentemente. Póstumo se dirigió a los dos, mirando alternativamente a uno y a otro.

-Escuchadme. ¿Como estáis, hermanos?

-Cansados Póstumo…son muchos años. ¿Qué te vamos a decir a ti que no sepas?

-Mírame, Publio. Estoy viejo y apenas veo con el ojo izquierdo, pero con el derecho veo aun bien. Has estado todo el rato pendiente de Isania, la de los ojos azules, y no te lo reprocho, es una de las chicas mas guapas que hay aquí. Y tu le has gustado a ella. ¡Sigues siendo el mismo de siempre! ¡Ah, quien tuviera tu edad! Bueno, pues aquí podrás consolarte, tienes esa y muchas mas donde elegir. Te recuerdo muy bien… cuando no tenias guardia y pasábamos cerca de un pueblo, después de la cena te ibas allí y no volvías hasta la mañana siguiente, cuando todavía los demás estábamos durmiendo. Volvías a hurtadillas, como un ladrón, para no hacer ruido. Pero yo te veía. Y…¡por Júpiter!, a juzgar por el buen humor que tenias por la mañana ¡era indudable que lo habías pasado bien! ¡Que mujeriego que has sido Publio! En fin, ¡eres un hombre! No pierdas nunca esa alegría de vivir; la necesitaras y ahora mucho más de lo que imaginas. Siempre has sido feliz en el Ejercito, amigo mío; ahora tienes que serlo fuera también, y acostumbrarte a un día si, y al otro también, a que ya no habrá más guardias, ni más enemigos; ni mas marchas al mes; ni mas afilar tu gladius; ni mas batallas. Tienes que acostumbrarte a esta nueva vida. Y por cierto –aquí elevo un poco la voz Póstumo-, ¿Dónde está mi niña, mi Corina? ¡Corina, ven conmigo, hija!

Publio se sorprendió un poco, no había contado con la perspicacia del viejo Póstumo. Lucio lo contemplaba con mucho afecto, pero guardaba silencio. Póstumo lo miró muy fijamente por un momento, y añadió:

-Sin embargo, tu, Lucio, tú eras distinto en eso. También has gozado de muchas mujeres, pero siempre has sido más callado e introvertido, ha sido muy difícil bucear dentro de ti… menos mal que tu rostro y tu mirada era transparente y clara. Mañana hablaremos más despacio.

El viejo centurión se quedó un tanto extrañado con esta frase de Póstumo, el cual pidió otro vaso de vino. Garraspeó brevemente tras beber un par de buches, se rascó la cabeza, y les preguntó:

-Donde vais a dormir esta noche?

-Habíamos pensado dormir aquí, quiero que esa morena me caliente esta noche, viejo Póstumo –dijo Publio.

-A mi tampoco me vendría mal un poco de compañía –repuso Lucio.

-Bien, gozad de la vida hermanos, sois aun jóvenes. Tiempo tendréis de tener mi edad. Pero, escuchadme, mañana me voy con vosotros, a mi uno de esos venados no se me escapa.

-¿Cómo? Aun montas a caballo Póstumo?

-¡Mejor que vosotros! –Póstumo pareció enojarse-. Mañana lo veremos. Un poco antes de que salga el sol, a la entrada del bosque de sauces que hay a las afueras de Massalia, por donde habéis venido, de acuerdo?

-Allí estaremos –contestaron ambos.

-Salud hijos, gozad y dormid. Hasta mañana.

Lucio se quedó un poco sorprendido. Indudablemente, el viejo póstumo parecía conocerlos muy bien a los dos y lo había demostrado. Le daba la impresión de que, o bien Póstumo se había quedado con ganas de hablar con el, o bien que la presencia de Publio le era un impedimento. Pero esto último no tenia sentido, Publio había sido siempre su mejor amigo, su hermano, lo conocía todo de él, y ninguna reserva había tenido para con el viejo y alegre soldado. Aunque también pudiera ser que Póstumo supiera de su vida mucho más de lo que el mismo manifestaba. Por otro lado, el viejo Póstumo demostraba ser mucho más observador, inteligente y experimentado de lo que los dos habían supuesto. Empezó a pensar, y a recordar, quedándose finalmente con el deseo de interrogar más a Póstumo que, según parecía ahora, había sido en algunas ocasiones el ángel guardián de los dos. Se quedó serio, en la mesa, mirando fijamente su vaso de vino y sumido en sus pensamientos.

En esto, se le acercó una moza realmente bella, rubia, de ojos color miel, y de muy buena vista, en cuya presencia hasta entonces no había reparado el viejo centurión. Llegó contorneándose, con los brazos en las caderas, andando muy suave y elegantemente. Tenía el pelo recogido en una larga coleta, y una túnica blanca, a través de la cual se le transparentaban unos senos suaves, pero firmes, y elegantemente desafiantes. Se llamaba Drusila. Ella lo miró muy fijamente, sonriendo abiertamente, y con una voz aterciopelada y muy sugerente, le dijo:

-Buenas tardes, bravo centurión. Me han hablado muy bien de ti. Te veo muy solo. Imagino que no te vendrá mal que te acompañe.

El viejo Centurión apuró de un trago el vaso de vino, la cogió por la cintura y la sentó suavemente en sus rodillas. Publio había desaparecido."

CONTINUARÁ...

Saludos.

18 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Pero esto es ya un libro, menuda historia todo un best seller.

GRANDE, ERES GRANDE

AVE CORNELIVS

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Muy bueno. Ya sabes mi opínión sobre este relato.

Pedro Estudillo dijo...

Tu forma de narrar es realmente buena, amigo Pablo, sabes como conquistar al lector.
Y para los amantes de la historia, como yo, tu relato es todo un regalo.

Un abrazo.

Fernando Manero dijo...

Pero, Cornelivs Magnificus, ¿pero qué nos trae aqui?. Pero si esto es relato a lo grande. Historia en estado puro. Imaginación rigurosa a raudales. Ponme en antecedentes. Enmárcala con un préambulo que nos situe, y tendrás el best seller que mereces. Un abrazo, campeón

Alijodos dijo...

querido amigo siento decirte que no he seguido la saga del viejo centurion- bueno algun que otro capitulo si- asi que mejor retomo desde el principio y ya te comentare vale amigo...Un placer de nuevo encontrarte

Anónimo dijo...

Excelente la historia. Me fascinó. Me gusta la historia y en este escrito narras muy bien los hechos. Un verdadero placer leerte.

Alimontero dijo...

Dios, qué maravilloso texto amigo querido!!
Me he leido con gran entusiasmo todo el relato!
Es ud todo genio señor!!

Felicidades y nos leemos!!

Besos,

Ali

Anónimo dijo...

Es una parte de la historia que no acaba de llenarme, pero lo tuyo es admirable.

Hada Saltarina dijo...

Querido Cornelivs, me gustaría desearte unas muy Felices Pascuas, pues, con creencias o sin ellas, lo que significa es muy hermoso. Un muy fuerte abrazo

Martine dijo...

Precioso y apasionante relato, Cornelivs... suerte que continuará...

Osculum, Cornelivs!

Luis dijo...

Desde la Imperial Tarraco, excellens narratio!
Un cordial saludo,
Luis

Le Fay ʚïɞ dijo...

Muy bien escrito.... me gusta leerte
un beso

Silvi (reikijai) dijo...

Cornelivs;es muy bueno este y todos...escrito.Es una historia apasionante…Hace algún tiempo… hablamos y sabes que espero.Hasta la próxima…Besitos.Silvi.

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Mañana entro y leo tu escrito y lo comento.
Saludos

Amig@mi@ dijo...

Te das cuenta de que estás, capítulo a capítulo creando una novela que será premiada, pasará al cine, ganará un Oscar...
jajaja
me fuí al "cuento de la lechera"
Sigue amigo, esto promete ;)

Myriam dijo...

Muy bueno este capitulo y espero la continuacion,como siempre!.

Postumo es un hombre sabio, que alcanza a comprender lo dificil que es bucear en el interior de otra persona, cuando esta no permite la entrada por timidez o temor.

Es mas, te diria que es una violacion del espacio intimo del otro, hacerlo.

Besos

Myriam dijo...

Fe de erratas:

Por Timidez, temor o autocuidado.

Vale.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

GRACIAS ENORMES A TODOS Y A TODAS, SOIS MUY AMABLES CONMIGO.

CORNELIVS OS QUIERE.