"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
. . .

07/10/2010

Despedida de los duques. Rumbo a la aldea.

Los jueves leemos el Quijote. Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.

Terminada la farsa de la resurrección de Altisidora, “cada mochuelo vuelve a su olivo”, es decir, cada protagonista se retira a su estancia. Sancho y D. Quijote al mismo aposento, cosa que no gusta a Sancho, que sabe que a D. Quijote le gusta la plática nocturna, y su temor sale verdadero: empieza D. Quijote a preguntarle sobre el tema de Altisidora, pero Sancho corta por los sano: quiere dormir. Bastante ha tenido ya con los alfilerazos y con las mamonas. Mientras duermen, Cervantes nos cuenta como se fraguó esta burla, y los pormenores del viaje de ida y venida a Barcelona de Sansón Carrasco, (con recalo en castillo de los duques incluido), causante, en definitiva, de todo esto: causa última de esta última burla. No haré mayor comentario sobre ello. 

Lo que si quisiera destacar de este capitulo 70 son estos cuatro puntos:

Primero. Vuelve Cervantes a sorprendernos (ya lo ha hecho varias veces) con el suceso del encantamiento de Dulcinea: Sancho mismo fue el encantador y artífice “desta máquina”, pero es tan simple el escudero que luego le hacen creer que verdaderamente está encantada: ¡y se lo cree el buen hombre!, ante el regocijo (imagino) de Sansón Carrasco cuando se enteró de ello, al contárselo los duques.

Segundo. D. Quijote se despide por fin de los duques. Cierra Cervantes de modo insuperable la presencia de los duques en la segunda parte de la novela. D. Quijote se va de allí y no volverá jamás. Pero antes de partir de allí, Cervantes se despide de los duques haciendo un juicio durísimo contra ellos, pues dice que Cide Hamete “…tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados, y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarse de dos tontos.” Yo creo que todos pensamos igual que Cide Hamete. Pero alabo la corrección, la prudencia y el comedimiento de Cervantes (“que aunque los agravios despiertan la cólera en los mas humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla”, nos dice en el Prologo de la 2ª Parte).

Tercero. Cervantes vuelve a referirse al Quijote apócrifo de Avellaneda, y se nota su irritación y su desconsuelo. Dos demonios estaban jugando con el libro apócrifo en el infierno y lo mandan a los más profundos abismos del infierno. Los diablos hablan del libro: “¿Tan malo es?'', respondió el otro. ''Tan malo -replicó el primero-, que si de propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara''. Y D. Quijote anticipa cual será el final de esa obra apócrifa: “Si ella fuere buena, fiel y verdadera, tendrá siglos de vida; pero si fuere mala, de su parto a la sepultura no será muy largo el camino. “ Y así será.

Cuarto. Y ahora, una pequeña y amistosa controversia. Ya dije en el capitulo anterior que en mi opinión, D. Quijote no era consciente (ni fue consciente) de que se los duques se burlaban de él (“que en esta casa todo es cortesía y buen comedimiento”, dijo D. Quijote cuando por segunda vez lo llevaron al castillo de los duques). D. Quijote se lo tragó todo y lo creyó todo.

Pero algunas colaboraciones del grupo de lectura de La Acequia, quizás al ver que D. Quijote se reía cuando vió a Sancho con el vestido de llamas y con el capirote, supusieron que D. Quijote sabia o estaba al corriente de que todo era una farsa. Incluso nuestro maestro y querido amigo, Pedro Ojeda (a quien desde aquí mando un cordial abrazo), dijo en su siempre excelente análisis que como D. Quijote se ríe del vestido de Sancho, y éste dice que las llamas no le queman ni los demonios se lo llevan, nuestros protagonistas “…se relajan a través del humor puesto que han reconocido en todo lo que pasa una broma más”; o el propio Pancho, a quien envio otro cordial abrazo, insinúa que D. Quijote se retiró a rumiar su cobardía por no defender a su escudero”.

Discrepo humildemente de vuestras muy autorizadas opiniones, amigos mios.  Creo que D. Quijote se ríe para desdramatizar los autos de fe,  esa es la intención de Cervantes, no porque esté al corriente de que todo es una burla. Si D. Quijote hubiera presentido que aquello era una burla hubiera defendido inmediatamente a Sancho, recordemos como lo protegió cuando intentaron lavarle las barbas a Sancho, capitulo 2.32. (-“¡Hola, señores caballeros! Vuesas mercedes dejen al mancebo…tomen mi consejo y déjenle, porque ni él ni yo sabemos de achaque de burlas”).

Yo me ratifico en mi punto de vista: creo que D. Quijote no fue consciente de que los duques se reían de él. Creyó que todo pasó verdaderamente como el lo vió, y que Altisidora murió y resucitó, y así nos lo indica el propio Cervantes: “Altisidora -en la opinión de don Quijote, vuelta de muerte a vida-…”, o sea, que creyó integramente que quien hablo fueron real y verdaderamente los genuinos jueces del infierno Minos y Radamanto, y no otros; por ello no defendió a su escudero, pero no por cobardia: ¡es que aquello estaba pasando de verdad, es que D. Quijote no podia hacer nada! (Insisto, fijaros como defendió a Sancho con lo del lavatorio de barbas: cobarde no era D. Quijote precisamente). Oigamos a D. Quijote:  "Ten paciencia, hijo, y da gusto a estos señores, y muchas gracias al cielo por haber puesto tal virtud en tu persona, que con el martirio della desencantes los encantados y resucites los muertos..."

D. Quijote se lo creyó todo, de cabo a rabo. Incluso hablando con Altisidora D. Quijote demuestra estar convencido de que esta chica está enamorada de él, no se da cuenta de que todo es una burla, y vuelve a frenarla: “Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa de que hayáis colocado en mí vuestros pensamientos… yo nací para ser de Dulcinea del Toboso … suficiente desengaño es éste para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.”

La respuesta de Altisidora (“¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez…¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido; que no soy yo mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme”) “desteta” -por fin- a D. Quijote de sus falsas ilusiones, y nos demuestra que nuestro héroe creyó real y verdaderamente hasta ese mismo instante que Altisidora “moría de amores” por él. 

Y menos mal que Altisidora le dijo la verdad: si no, nuestro pobre hidalgo aún lo estaría pensando.

Saludos.

06/10/2010

Saturno

Saturno era el hijo menor de Coelus, el Cielo, y de la antigua Tellus, la Tierra. Tras derrocar a su padre, Saturno obtuvo de su hermano mayor Titán el favor de reinar en su lugar. Titán puso una condición: que Saturno debía matar a toda su descendencia, para que la sucesión del trono se reservase a sus propios hijos.

Saturno se casó con Ops (Rea), con quien tuvo varios hijos que devoró ávidamente, como había convenido con su hermano. Sabiendo además que un día sería a su vez destronado por uno de sus hijos, exigía a su esposa que le diese a los recién nacidos, para comerselos a todos.  Sin embargo, Ops logró salvar a Júpiter. Éste, una vez adulto, hizo la guerra a su padre, derrotándole y expulsándole del cielo.

Culto. El culto a Saturno estaba muy extendido. En la antigua Roma se celebraban las Saturnales (en latin Saturnalia), una de las mas importantes festividades romanas, en las mismas los esclavos recibían raciones extras, tiempo libre y otras prebendas. El cristianismo de la antigüedad tardía tuvo fuertes problemas para acabar con esta fiesta pagana, intentando sustituirla. Las Saturnalia se celebraban del 19 al 25 de diciembre en honor al dios Saturno, a la luz de velas y antorchas, se celebraba el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz, o nacimiento del Sol Invictus, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio (solsticio de Invierno).

Probablemente las Saturnales fueran la fiesta de la finalización de los trabajos del campo, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.

Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno (en principio el dios más importante para los romanos hasta Júpiter), al pie de la colina del Capitolio, la zona más sagrada de Roma, seguido de un banquete público al que estaba invitado todo el mundo. Durante las Saturnales, los esclavos eran frecuentemente liberados de sus obligaciones y sus papeles cambiados con los de sus dueños.

Posteriormente, el nacimiento del Sol y su nuevo período de luz fueron sustituidos por la Iglesia, quien hizo coincidir en esas fechas el nacimiento de Jesús de Nazaret con el objetivo de acabar con las antiguas celebraciones. Gradualmente las costumbres paganas pasaron al Día de Año Nuevo, siendo asimiladas finalmente por la fiesta cristiana que hoy en día se conoce universalmente como el Día de Navidad.

El cuadro. Recuerdo la primera vez que vi este cuadro, me refiero al de arriba a la izquierda, que todos conocéis.  “Saturno devorando a un hijo”, de Francisco de Goya (el cuadro que veis a la derecha es de Rubens, luego hablamos de él).  Fue en un libro de texto, yo tenía 12 años, y estudiaba 6º curso de la entonces conocida como EGB. Me hizo tanta impresión el cuadro que tuve pesadillas durante varios dias, aunque todo paso pronto.

El cuadro fue pintado por Francisco de Goya con la técnica de óleo al secco (sobre la superficie de revoco de la pared) como decoración de los muros de su casa, llamada la Quinta del Sordo, que el pintor adquirió en febrero de 1819 y que posteriormente fueron trasladadas a lienzo en 1873 por Salvador Martinez Cubells. Actualmente se conservan en el Museo del Prado de Madrid.

Tuve la suerte de ver el cuadro en el Museo del Prado de Madrid hará cosa de unos ocho o nueve años, y os prometo que me llevé una profunda impresión: no es lo mismo verlo en un libro de texto que en vivo y en directo. Me impresionó, me fascinó...  Os juro que se me pusieron los pelos de punta. La expresión del dios Saturno es terrible, llama poderosamente la atención el horror caníbal del padre devorador de su propio hijo, con la boca abierta, los ojos en blanco, el gigante que ya esta algo viejo, y la masa informe del cuerpo sanguinolento de su hijo. Y los ojos del dios, esos ojos desorbitados, que solo rezuman odio y ambición por reinar, y que nos descubren  un alma  brutalmente infernal, sin sentimiento paternofilial alguno...¡menudo cuadro!.

El hijo devorado, con un cuerpo ya adulto, ocupa el centro de la composición. Al igual que en la pintura de Judit y Holofernes, uno de los temas centrales es el del cuerpo humano mutilado. No solo lo está el cuerpo atroz del niño, sino también, mediante el encuadre escogido y la iluminación de claroscuro extraordinariamente contrastada, las piernas del dios, sumidas a partir de la rodilla en la negrura, en un vacío inmaterial.

Emplea una gama de blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnaciones y la llama fúlgida en blanco y rojo de la carne viva del hijo.

Tambien Rubens tiene un cuadro sobre el mismo tema, que podeis apreciar un poco mas arriba, a la derecha,  otra obra maestra. Sin embargo, me quedo con el de Goya. 

Fuente: Wikipedia (aquiaqui y aquí)

Saludos.

05/10/2010

Hablando conmigo mismo.

Yo. Escuchame Cornelivs. Te defines como buscador de la verdad. Pues mira lo que te digo: cientos y cientos de sabios y de filosofos que te precedieron buscaron las respuestas que tu buscas ahora, y no las encontraron. ¿Y las vas a encontrar tu? ¿No crees que eres un poco pretencioso?

Cornelivs. No soy pretencioso ni iluso: se que jamás encontraré esas respuestas. Pero, al menos, me siento libre buscándolas por mi propio camino, sin asentir pasivamente a verdades ajenas que otros establecieron. Me gusta estrujarme el coco de vez en cuando.

Yo. ¿Y que ganas con ello?

Cornelivs. El placer de sentirme libre.

Yo. Bueno, pero como tu mismo dices, “hay tiempo para todo”. Que no se te olvide disfrutar de la vida vez en cuando. ¡Sigue tus propios consejos alguna vez!

Cornelivs. Lo intentaré. De hecho, ya lo hago.

Yo. Si.  Pero mira, Cornelivs. Esto es lo que hay, y escuchame bien: “esto" es lo que hay, no conocemos otra cosa, ni lo que hubo antes (si es que lo hubo) ni lo que habrá despues (si es que tiene que haberlo). Disfruta de la vida cada vez que se te presente la oportunidad, y deja ya de preguntarte por aquello de lo que ni los más grandes sabios antiguos hallaron nunca la respuesta. Insisto: si ellos no la hallaron, ¿la vas a hallar tu, que no eres sabio, ni mucho menos, sino que solo eres ( y uso tus propias palabras) un “aprendiz de todo y maestro de nada"?

Cornelivs. Asi es. Por cierto, escuchame, cambiando de tercio: que rico, que riquísimo estos biscotes de crema de Cheddar con este Protos. Este vino es extraordinario.

Yo. Vaya hombre, menos mal, vas aprendiendo.

Cornelivs. Bueno, mas vale tarde que nunca, ¿o no?

Yo. Brindo por ello.

Cornelivs. Aunque no te hagas ilusiones: entre buen rato y buen rato,  seguiré buscando, aunque muera buscando y no encuentre nunca. "Hay tiempo para todo" ¿no?

Yo.
No tienes remedio.

Cornelivs. Brindo por ello.

Saludos.

04/10/2010

Vulgaridad

Hace poco hablábamos de la frivolidad; hagámoslo ahora de una prima hermana suya: la vulgaridad. Nuestro diccionario define lo vulgar como lo común o general; persona o cosa que es muy normal o que no tiene ninguna característica especial ú original, o que no tiene elegancia o buen gusto, usándose también para definir al lenguaje que utiliza la gente corriente, en contraposición al que utilizan los especialistas. Otra acepción de vulgar hace referencia a la persona, al lenguaje o a la costumbre que es poco refinada, de poca educación o de mal gusto: de esta última acepción no hablaré en esta entrada, dado lo amplio del tema y lo escabroso de la causa: falta de educación y de cultura; ademas, ya hablé de ello en otro lugar.

Me atreveré a dar una definición, incompleta por supuesto, pero lo hago adrede: el termino vulgar es tan amplio que en esta definición recalcaré un aspecto muy concreto de la vulgaridad,  sobre el que voy a incidir en esta entrada. Dícese de persona vulgar a la persona que “hace lo que hace todo el mundo, o aquel cuyo comportamiento o actitud ante la vida no tiene nada de original”, o lo que es lo mismo: sinónimo de falta de personalidad, o personalidad poco definida. Habrá mejores definiciones que esta, estoy seguro de ello: pero esta es la definición que a mi me gusta.

Lo vulgar, en consecuencia, es lo opuesto a lo original. Lo vulgar es lo común, y lo original es la especialidad singularisima de cada individuo.

La vulgaridad se ha extendido en nuestra sociedad de un modo incontestable. Grandes centros comerciales ponen de moda la ropa que se llevará la próxima primavera o verano, casi de modo vinculante, quedando inmediatamente “demodé” o mal visto el que no se somete a la tendencia mayoritaria. El poder de la televisión y de Internet es tal que no solo en cuestión de moda marcan tendencias, sino también en hábitos, comportamientos, costumbres, espectáculos, etc, y todos estos sectores están invadidos por la vulgaridad. Los niños han de tener –todos- una “nintendo” para que sus compañeros de escuela no los miren como criaturas extrañas: faltaba más. Y el dia que comienzan las rebajas todo el mundo acude  a las grandes superficies comerciales,  aunque realmente no tengan nada que comprar. Llega el dia 14 de Febrero: dia de los enamorados. Resulta que ahora es cuasi-obligatorio comprar algo a la esposa ese dia  (nueva y cursi moda importada no sé de donde)  y llevarla a cenar a un restaurante por lo caro.  Todo  o casi todo el mundo pasa por el aro. Halloween, Navidad…etc. ¿Dónde va Vicente? ¡Donde va la gente! Salvese el que pueda.

Y por cierto, la vulgaridad, "per se" no tiene por que ser intrinsecamente mala o dañina: es lo que hace todo el mundo. Pero asfixia, cuando no impide, el desarrollo de la individualidad: ahi esta el caballo de batalla de esta entrada. La vulgaridad aparece como un gigante enorme que devora a la preciosa singularidad de cada individuo, que tiene la osadia de desmarcarse y seguir su propia idea. Y no solo devora la singularidad: la critica, la arrincona, la maltrata sin misericordia. Fulmina, literalmente hablando, a todo aquel individuo que no se comporta como "es debido": como hace todo el mundo. Finalmente, la fagocita.  Dicho sea entre  paréntesis, os pondré un ejemplo mejor que mil palabras: que a nadie se le ocurra aparecer por la plaza de su pueblo completamente empapado en sudor, en zapatillas de deporte y pantalon corto, despues de haber corrido 10 km. Si lo sabré yo. Y menos mal que es a una hora prudente (sobre las 16, o 16,30 aproximadas), aunque me han dicho de todo. ¡Imaginaros a otra hora...! (Bueno, que sigan hablando, porque yo no voy a dejar de correr, mientras los dioses quieran y las lesiones no me lo impidan).

¿Qué hay en nuestro comportamiento que sea genuinamente nuestro, parido por nuestro intelecto, y no adaptado de la sociedad o copiado de ella?
¿Lo hemos pensado alguna vez? Y que conste que a todos  nos pasa en mayor o menor medida: nadie está libre de la poderosa influencia de la vulgaridad.

He meditado mucho sobre la causa de la vulgaridad: ¿por qué nos dejamos atrapar en sus redes? Yo creo que la principal causa de la vulgaridad es la comodidad, la pereza (la misma fuente de la frivolidad) el deseo de no trabajar, de no pensar, de no meditar: de no estrujarse un poco la materia gris, de no desmarcarse, de no seguir tu propio camino. El individuo no se toma trabajo de pensar, o de innovar, o de crear cosas nuevas, y fundamentalmente de hacer las cosas como a él le gusta hacerlas: supone enfrentasrse al monstruo de la vulgaridad y exponerse a la crítica.  El esfuerzo personal siempre tiene un premio, pero inicialmente supone mucho sacrificio, y el individuo no está dispuesto a pagar ese precio, porque supone remar contra corriente, como el piraguista de la imagen.

Y merece la pena el sacrificio: los grandes éxitos históricos han venido de gente que ha innovado, que ha estudiado; que ha decidido buscar otro camino diferente; de gente que ha ignorado los anchos caminos por donde va todo el mundo y ha buscado sendas intrincadas por las cuales han llegado a auténticos tesoros de saber y conocimiento, de actitudes, de moda (Coco Channel, p. ej., simpre hubo un antes y un después de ella) ¿Por donde va Vicente? Por donde va la gente. Bien, ellos fueron por su propio camino.

Pero no solo la comodidad es causa de la vulgaridad: también el miedo lo es,  es decir, el miedo del individuo a significarse. “Allá donde fueres, haz lo que vieres”, dice el clásico refrán. El individuo se siente arropado, cobijado en la masa, no se distingue y así no se significa, ni se señala: hace lo que hacen todos y así no es el blanco de las miradas ajenas, ni de comentario alguno. Se siente agusto. ¿Como va Vicente? Como va la gente.

Fundamentalmente, pienso que la vulgaridad obstaculiza, o al menos ralentiza el libre desarrollo de la personalidad. Si uno actua como actua todo el mundo no se toma el trabajo de meditar que respuesta es la que mas cuadra con su escala interior de valores, o simplemente, lo que a él le apetezca en un momento dado: ¡se lo dan todo hecho! No tiene mas que hacer lo que hace todo el mundo, cuando, como y donde  lo hace todo el mundo.

Pienso que la prudencia, una vez mas, es una buena tabla a  la que agarrarnos. siempre hay que mantener el equilibrio: ni ser siempre vulgar ni estar siempre obsesionado por ir contra corriente: todo en su justo término. Si te apetece algo que la mayoría comparte, cógelo. Pero que sea porque a ti te apetece, no por no significarte ni para evitar que te señalen con el dedo.

Sobre todo, tengamos con nosotros siempre la libertad. Hagamos lo que hagamos, que sea porque sea eso lo que nos llena por dentro. Hay que sentirse libre: tanto frente a la vulgaridad como frente al deseo exhacerbado de innovar o de desmarcarse. Esto no es una carrera de obstáculos ni ninguna competición. Y hay que tener en cuenta que hay tantas originalidades como personas, y todas son preciosas. Quiero decir con esto, que siempre habrá alguien mas listo que tu, mas alto y mas guapo que tu, o mas simpático que tu, por ello puede que no ganes la carrera del más listo/a o del mas guapo/a. Pero una cosa es segura: nadie habrá como tú, porque eres único/a. Esa batalla, de seguro, la tienes ganada, amigo y amiga. Por ello, no compitas con los demás a ser más que nadie: compite con los demás a ser tu mismo.

Demárcate así de la vulgaridad. Cultiva tu individualidad, no tengas miedo a ser tu mismo. Y no te dejes frenar, ni amedrentar ni coaccionar por el monstruo de la vulgaridad, o por el miedo a ser criticado,  o por la conveniencia de usar patrones de conducta que no son tuyos: sortéalos, ignóralos, y se tu mismo: deja que tu personalidad se desarrolle libre y espontáneamente. ¡Se tu mismo! Sin olvidar tu entorno, ni donde vives,  cultiva lo que te distingue, y no temas remar contra corriente cuando sea necesario.

Quizás debiéramos de recordar que “el mayor desafío es ser tu mismo”. Le moleste a quien le moleste.

Saludos.

02/10/2010

Con el silencio de la noche


Casi siempre se presenta a la misma hora

Cerrada ya la noche, cuando todo esta oscuro,  los mios duermen,  y el silencio estrellado de la madrugada  me cobija bajo su manto, siento el mismo frio en el pecho y su agridulce mordedura: es como la de un áspid. 

Con el tiempo dejas de huir y te sosiegas, incluso  terminas acostumbrándote a su presencia,  pero en el fondo, muy en el fondo, no te gusta nada: hubieras preferido que jamás estuviera allí.

Aunque tambien te consuela el hecho de saber que no te traicionará jamás.

Saludos.

01/10/2010

Frivolidad

Nuestro diccionario define la frivolidad como cualidad de superficial o falta de seriedad; tambien como falta de profundidad o seriedad en lo que se dice o en lo que se hace, ó  actitud que consiste en no tomarse nada excesivamente en serio. De modo que una persona frívola es incapaz de apreciar en su totalidad el verdadero peso y valor de algo, siendo superficial; no profundiza en la esencia de las cosas, se queda en la superficie.  El frívolo opta por la cultura de la representación, diametralmente opuesta a la autenticidad como actitud vital y, desde luego, es todo lo contrario a la profundidad de espíritu y a la seriedad. 

Cada vez hay más frívolos en este mundo. Estamos hartos de verlos en todos los medios, en todos los ámbitos, en todos los sitios: gente que se dedica a vivir sin complicaciones (“a vivir, que son dos días”, utilizando una interpretación muy simplista, sesgada, parcial y  -como no- superficial del carpe diem, que  banalizan y simplifican de modo extraordinario), que no se complican excesivamente la materia gris con lo que ellos llaman monsergas filosóficas o morales.

Pues…¡para qué hablar de la tele-basura, y de los programas del corazón, en los cuales se compra y se vende la intimidad y hasta la mas elemental dignidad de la persona al mejor postor, como quien vende fruta en el mercado! Todo se compra y todo se vende. Famosos que se juran amor eterno que duran lo que dura un corto invierno; y amistades puras, selladas con sangre, que a los quince días se están sacando las tripas en público a golpe de talonario. Eso si: los frívolos suelen presumir de la cantidad de cotilleos que saben (conocen todo de la vida de todos o casi todos los famosos, que para eso no les duele la cabeza) y no dudan en emitir sus profundísimas y salomónicas sentencias sobre estos temas a la más mínima petición de su sabia audiencia. Ademas, estos espectáculos divierten al personal; mientras están viéndolos no tienen que pensar en sus problemas.

Hay quien dice que la frivolidad es buena para no caer en los fanatismos y/o fundamentalismos, al entender que un pensamiento frágil, carente de ideas fuertes y de profundos sentimientos y experiencias es la mejor garantía contra el fundamentalismo. En mi opinión esto es un grave error, porque se combate a un error con otro error: se combate a la fundamentalismo con lo contrario: la frivolidad. O calvos o con dos pelucas. Se olvidan de que “virtus in medius est”: se debe huir de la frivolidad y de los fundamentalismos cultivando los principios éticos y las virtudes, entre ellas, la prudencia, la tolerancia, el respeto, pero, eso si, desde la firme defensa de la idea propia cuando la tenemos clara. El frivolo no tendrá nunca nada claro en su vida. Rozara las superficie de las cosas sin exprimirlas, sin disfrutar de su esencia.

Otros abrazan la frivolidad porque estiman que  "no se puede estar las veinticuatro horas del dia leyendo o meditando a Seneca, Ciceron o Kant..." Es la cultura del todo o nada, o del frivolo perezoso. Estiman que ideas o pensamientos tan profundos son complicados de entender, y no les van esas profundidades filosóficas, pues requieren esfuerzo intelectual por su parte, de modo que se quedan en la superficie, como las moscas en la leche: en su propia frivolidad. ¡O calvos o con dos pelucas otra vez.! Se olvidan de que hay tiempo para todo: tiempo para disfrutar y tiempo para estudiar; tiempo para reirse hasta partirse, y tiempo para la seriedad. Tiempo para lo profundo, y tiempo para lo banal. Larga es la vida si se sabe aprovechar bien. Entiendo que el disfrutar de la vida no está reñido con un mínimo de seriedad en nuestra actitud hacia el mundo, hacia las personas y hacia las ideas; lo cual no significa que tengamos que estar siempre con cara de ajo, o estudiando a todas horas la fundamentación de la metafisica de las costumbres, o leyendo a Zola mientras hacemos el amor con nuestra pareja. ¡Hay tiempo para todo! Pero ellos si pueden estar las veinticuatro horas del dia haciendo el idiota, sin cansarse. Que curioso…

Tambien hay quien abraza la frivolidad como medio de huir de los problemas. Viendo un programa del corazón, o cualquier otro de la tele-basura, no se acuerdan de sus problemas mas acuciantes, utilizando la vida de estos pseudos-famosos como un potente narcótico que no les deje pensar en sus problemas y que, a la larga (y esto es lo triste) termina por hacer que se acostumbren a vivir con ellos en lugar de intentar combatirlos. La frivolidad es para ellos una evasión. Pero sobre todo: no pensar. Faltaba mas. ¡Hasta ahí podemos llegar! ¡Con lo caro que se está poniendo el nolotil…!

Que cada uno viva como quiera, pero yo creo que la frivolidad no es buena. Debemos huir de ella, al ser perniciosa, para las personas y para el Estado. Debemos defendernos de la frivolidad con una actitud decididamente activa, aunque lógicamente sin violencia. ¿Por qué? Quizás porque creo que la frivolidad es  perniciosa para el Estado, para la existencia del cual es básico que cada individuo que lo integra tenga convicciones firmes y fundamentales (algo que no tiene el frivolo) sobre temas fundamentales basicas que afectan a la estructura y a la esencia misma del Estado como tal; como sucede con el respeto a la vida, la libertad, la igualdad, la tolerancia y la solidaridad para con los mas débiles, la forma politica del Estado que desea (monarquia, republica) y la educación en los derechos fundamentales de todo ciudadano. Mi opinión es que sobre estos temas no se puede, ni se debe frivolizar. Eso es la columna vertebral del Estado y de la vida politica del Estado.

Nuestros niños son el futuro. No deberíamos de tolerar la frivolidad, ni que se inculque un pensamiento débil a las futuras generaciones, pues debemos de tener muy claro nuestras convicciones, nuestros principios fundamentales; también tenemos que tener en nuestro bagaje unos valores, si no morales, al menos éticos,  y hoy, lo que echo de menos en esta sociedad es precisamente eso: un minimo ético, porque "todo vale". Y no es así.

Un frívolo, como alguien que no se toma nada en serio, puede ser muy peligroso para la estructura social, porque con individuos de este tipo no se puede ir a ningún lado. Además: creen que saben vivir la vida pero en el fondo no tienen ni idea de lo que es eso, porque nunca profundizan nada: se quedan siempre en la superficie. Y encima también son veleidosos, y como tales, inconstantes, mudables.

Saludos

30/09/2010

Minos y Radamanto


Los jueves, Quijote. Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.

Describe Cervantes con su costumbrado lujo de detalles lo que es el escenario de la que será la última burla de los duques a nuestros insignes protagonistas. Todo se desarrolla de noche, en un tribunal presidido, nada mas y nada menos, que por los hermanos Minos y Ramadanto, hijos de Zeus y de Europa, que vienen del infierno. Nada de encantadores, esta vez.

Instalan “el escenario” en el centro del patio, con “más de quinientas luminarias; de modo que a pesar de la noche, que se mostraba algo escura, no se echaba de ver la falta del día...”, pero ahí no acaba la cosa, pues sobre el túmulo “…ardían velas de cera blanca sobre más de cien candeleros de plata”. Bien, veamos las "puntuaciones":

En cuanto a presentación, nada que objetar: el diseño artístico, lo que ahora llamaríamos “decorados”, se merece un diez.

Y en cuanto a guión, otro diez. El argumento es sencillo pero memorable: fallecida Altisidora del mal de amores de D. Quijote (inquebrantablemente fiel a Dulcinea, y que no corresponde a la doncella “enamorada”) solo el sufrimiento físico de Sancho resucitará a Altisidora, a base de alfilerazos y mamonas, gestos hechos con la mano a modo de afrenta. Pero ahora no hay encantadores que valgan: vienen, nada mas y nada menos que Minos y Ramadanto, criaturas infernales, a terminar de convencer a D. Quijote de la virtud que tiene este santísimo escudero llamado Sancho Panza para desencantar princesas y resucitar mozas enamoradas.

Se conoce que los duques, después de tanta burla, terminan por aprender el oficio de burladores, vamos, hoy serian guionistas en Hollywood. Desde luego, hay que ver que mala es la ociosidad: si fueran duques con trabajo (o al menos con mas principios éticos), y no tan holgazanes como estos, seguro que no tendrían tiempo para burlarse de nadie. En fin: era un mal de la sociedad española de la época, en la cual, según los ingleses, había demasiados curas y monjas, demasiados nobles y demasiados soldados. Así nos iba.

Cervantes sabe crear, magistralmente, la atmosfera inicial, de modo que el lector inmediatamente se da cuenta de que todo es una burla, cuando insinúa la duda sobre que el cadáver de Altisidora fuera verdaderamente cadáver, y de la risa de D. Quijote cuando visten a Sancho ¡…con el traje de los condenados por la Inquisición…!

Esta claro que la burla va con Sancho Panza, a quien hay que hacer sufrir de lo lindo; e indirectamente con D. Quijote: hay que convencerlo de que la carne de Sancho es mágica para resucitar a doncellas y desencantar a princesas. Y D. Quijote se lo traga enterito. Y encima, atención, ¡viene una procesión de dueñas! Y ya sabemos que Sancho odia a las dueñas mas que al mismo demonio. No solo lo van a hacer sufrir físicamente, sino que encima los duques quieren mortificarlo haciendo que sean las dueñas quienes se mofen del desgraciado escudero.

Pobre Sancho: si hizo mal encantando a Dulcinea…¡que bien que lo va a pagar el pobre...! Y encima lo visten tan ridículamente que hasta D. Quijote se rie. Lo digo sinceramente: hubiera dado cualquier cosa por presenciar aquello, ya lo creo que si.

Cuando Sancho conoce su pena, protesta muy airadamente. Pero Radamanto no se queda atrás, y le dice: “¡Moriras!... ¡Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento; si no, por la fe de hombre de bien que habéis de ver para lo que nacistes!” Y lo tuvo que decir de tal forma y con tal cólera que hasta Sancho calla. Ea, pues a callar y a sufrir.

Y poco mas que añadir: tras deleitarnos Cervantes relatando como Sancho (inicialmente enojado y luego resignado) sufre los alfilerazos y las mamonas, aún no ha terminado su martirio cuando Altisidora resucita. Lo cual visto por D. Quijote ocasiona que vuelva a pedirle a Sancho que se de unos cuantos azotes para desencantar a Dulcinea, a lo que Sancho contesta, con otras palabras: “hoy no, mañaaaaana”: que ya había tenido bastante por hoy.

Menos mal que Altisidora consuela a Sancho prometiéndole todo un tesoro: seis camisas. Y Sancho, en vez de mandarla a paseo, le da las gracias, se hinca de rodillas, y besa las manos a la resucitada; no sin antes pedirle a los duques que le dejen llevar la ropa de condenado que le han puesto. Como recuerdo.

Ay, Sancho…

Saludos.

29/09/2010

Alejandro Magno y el filósofo

Si se estudia la vida de los grandes personajes de la historia, enseguida nos daremos cuenta de que estos grandes héroes siempre se preocuparon más del ser, que del tener, lo cual es propio de la gente que, con altura de miras, dejaron su impronta en el mundo.

Todo el mundo conoce a Alejandro Magno, cuya vida no hace sino confirmar mis anteriores palabras. Mucho menos glorioso hubiera sido su paso por la historia si solo se hubiera dedicado a conquistar territorios y a acumular riquezas. Pero no, Alejandro hizo mucho mas: cambió el mundo, el cual ya no volvió a ser el mismo después de su muerte.

En la época en que Alejandro Magno había iniciado su gran hazaña, al unificar Grecia a través de grandes proezas militares con el potente ejército pasado por su difunto padre Filipo II, se hablaba de un filósofo radical en su forma de vivir. Despreciaba y criticaba a sus contemporáneos porque vivian sólo para conseguir lo que no tenían: riquezas. Se llamaba: Diógenes de Sinope.

Diógenes era un filósofo que caminaba descalzo durante todas las estaciones del año y que dormía en los pórticos de los templos envuelto únicamente en un su capa. Tenía por vivienda una tinaja. Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco para beber. 

Pero hasta el cuenco le duró poco. Un día vio como un niño bebía agua con las manos en una fuente, y dijo: “Este muchacho me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas”. Acto seguido, tiró su cuenco.

En una ocasión apareció en pleno día por las calles de Atenas, con una lámpara en la mano diciendo: “Busco un hombre”. Y es que Diógenes iba apartando a los hombres que se cruzaban en su camino diciendo que solo tropezaba con escombros, lo que verdaderamente pretendía encontrar era un hombre honesto sobre la faz de la tierra. Parece ser que no lo encontró.

Aunque la mayoría de los habitantes de Atenas creían que Diógenes no era más que un pordiosero venido a menos que había perdido la cordura, algunas personas sentían una profunda admiración y respeto por Diógenes, quien se atrevía a vivir de acuerdo a sus ideales.

Fue tal la fama de este personaje que cierto día, hasta el mismisimo Alejandro Magno quiso conocerlo. Acercándose a él, Alejandro Magno, acompañado de su escolta encontró a Diógenes tomando el sol y al acercársele, proyectó su sombra sobre él. Alejandro le saludó y Diógenes rápidamente advirtió que éste estaba acompañado por su escolta, por lo que le preguntó si era un solo hombre o varios a la vez. Posteriormente, Diógenes le dijo a Alejandro que sólo si alguien se considera de más valor que los demás protege su vida utilizando la de otros.

Alejandro respondió que sabía defenderse solo, y le dijo también a Diógenes que él era un hombre muy poderoso y que cualquier cosa que quisiera se la concedería.

La respuesta de Diógenes, digna de ser meditada muy por extenso, fue pedirle a Alejandro que solo quería que se apartara de en medio pues le quitaba el sol. Los soldados, sorprendidos, le preguntaron a Alejandro si debían castigar a Diógenes por su atrevimiento, pero Alejandro no lo permitió, y les dijo:

"Este hombre es fiel a sus principios, os digo que si no fuera Alejandro, ¡me gustaría ser Diógenes!

Saludos.

28/09/2010

Huelga

Nunca he creido en las huelgas, ni en los sindicatos que han convocado la de mañana.  Si hay que ajustarse el cinturón, a ajustárselo todo el mundo. Tambien los sindicatos deberian de ajustárselo.

Personalmente  NO pienso secundar  ni apoyar esta huelga.

Pero, respetando -obviamente- el derecho que cada uno tiene de apoyar o no a esta huelga, lo que me parece eticamente vomitivo es el susto de muchos escolares -hablo de mi  entorno mas cercano- que mañana no acudirán al colegio por el comprensible miedo a los piquetes -perfectamente diseñados y orquestados para la jornada demañana- que ya se han organizado, ante la pasividad de quien deberia de impedirlo, con la ley en la mano.

Señoras y señores: no se trata del derecho a trabajar o no, sino del derecho a la educación de unos niños. No me siento libre. Que asco. Que a estas alturas de la pelicula tengamos que estar reivindicando el derecho a trabajar de quien no desea ir a la huelga, y que ese derecho sea EFECTIVAMENTE tutelado por el Estado, me parece asqueroso. Pero lo peor de todo es que no se garantice el derecho de los niños a ir en paz y seguridad a la escuela, a aprender.

En fin, España: tienes los politicos que te mereces, tanto en el gobierno como en la oposición: tú misma los has elegido.

Saludos.

27/09/2010

Susto de muerte.

Nadie escapa a su destino. Es indudable: el gato no puede caracol: ha de ser gato, y comportarse como tal.

En fin, permitidme que me explique. Sabeis que desde el pasado verano tengo en mi casa un nuevo inquilino, llamado Rocky, lo podeis ver en la fotografia, aunque le he cambiado el nombre: ahora lo llamo "Silvestre".   Que si, muy bonito, muy chiquitito y todo lo que querais, pero el caso es que el gato crece (se está poniendo enorme) y esta tarde ha procurado un pequeño susto a mi colorín -mi jilguero-,  al niño de mis ojos, a mi ojito derecho en cuanto a animales se refiere.

¡Queria comerselo! (¡Oh, incauto Cornelivs! ¿Por qué no lo pensaste antes de traer un gato a tu casa?) Lo he pillado "de milagro", casi con las manos en la masa, (en este caso con la pluma en las fauces)  con el consiguiente pánico del pajarito, que se ha quedado blanco del susto.

Y eso no, por ahi no paso. Con mi ojito derecho no hay quien se meta.  

Pero aqui empiezan mis tribulaciones.  Protesto ante los mios, pero no me vale de nada, estoy en minoria, de modo que mi primer recurso ante la superioridad (esposa e hijas, incondicionales ya de mi nuevo inquilino) ha sido desestimado "in limine litis", y por si fuera poco, con condena en costas.  "Asi no", Cornelivs.

Bueno, pues tomo un atajo, de modo que, taladro en mano,  coloco la jaula bastante mas arriba  (no creo que llegue hasta allí el minino) con la débil esperanza, de que este lindo gatito (¡con lo bien que me caía, maldita sea!) no se desayune una buena mañana a mi pequeño colorin, cuyos trinos me alegran cada despertar. Ya os contaré mis cuitas.

Por cierto: se amiten sugerencias. ;)

Saludos.

26/09/2010

A su imagen y semejanza


 

Dicen que nos creó a su imagen y semejanza.  Y respeto profundamente a quien asi lo crea. De hecho antes de convertirme en escéptico y agnóstico yo asi lo creia tambien. 

Pero despues de leer, estudiar y repasar lo mas pormenorizadamente que se ha podido los textos llamados sagrados,  creo que es inevitable hacerse esta pregunta:  ¿No será al revés? 

¿No será que fuimos nosotros quienes lo creamos a El a nuestra imagen y semejanza?

Saludos.

25/09/2010

En la Pasarela.

Nunca he seguido un desfile de “alta costura” pero de vez en cuando es inevitable presenciar determinadas secuencias de estas "procesiones" que alguna  pasarela organiza, y que que furtivamente nos endosan en algun que otro telediario.

No entiendo de "haute couture", quizás por ello  nunca he comprendido la utilidad práctica de estos desfiles de moda.  Y siempre me han intrigado muchas cosas, entre ellas estas:

Primero. ¿De veras alguien se pone algún vestido de esos por la calle? ¿Si? Decidme donde, por favor.  ¿No? ¿Entonces para que vale todo esto?

Segundo, y para mí lo mas curioso de todo: el rostro de todas estas chicas casi siempre es  grave, circunspecto, meditabundo, en una palabra, muy serio, y en otras otras ocasiones, hasta amenazador. Algunas incluso hacen gestos extraños, como si alguien acabara de insultarlas, o como si sufrieran un episodio de estreñimiento crónico o hemorroides, hasta parecen tener cara de asco, como si estuvieran oliendo a mierda (con perdón). ¡Por todos los dioses, que rostros mas espantosos! ¿Qué trabajo les costará sonreír de vez en cuando?

Saludos.

24/09/2010

"Y D. Quijote tocó fondo..."

Los jueves leemos el Quijote. Para el grupo de lectura del Quijote en La acequia.

En este capitulo 68 de la 2ª Parte sigue D. Quijote muy nervioso, preocupado y acosado por sus pensamientos, que “como moscas a la miel, le acudían y picaban” como se decia en el capitulo anterior, hasta tal punto que no puede conciliar el sueño. Su mayor preocupación por ahora sigue siendo el desencanto de Dulcinea. Esta insistencia en tal desencantamiento de Dulcinea, en mi humilde opinión, me da a entender que D. Quijote no fue consciente –al menos, por ahora, que aún no ha recuperado el juicio- del engaño del “encantador” Sancho, lo mismo que no era consciente de haber sido objeto de burla por parte de los duques, como veremos al final de esta entrada.

Como siempre, D. Quijote vela y Sancho duerme. Ya en otras ocasiones D. Quijote habia ensalzado el sueño profundo de Sancho, que duerme sin cuidado, como el que tiene la conciencia tranquila, sin preocupaciones ni cuidados. Pero la pasividad del escudero, que no termina de darse los salvadores azotes que desencantarán a Dulcinea, enciende la cólera de D. Quijote, el cual no puede aguantar su soledad, despertando finalmente a Sancho de su sueño y echándoselo en cara:

-"Maravillado estoy, Sancho, de la libertad de tu condición: yo imagino que eres hecho de mármol o de duro bronce, en quien no cabe movimiento ni sentimiento alguno. Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando cantas, yo me desmayo de ayuno cuando tú estás perezoso y desalentado de puro harto. De buenos criados es conllevar las penas de sus señores y sentir sus sentimientos, por el bien parecer siquiera…”

Triste y sin ánimo está D. Quijote. Y yo añadiría  más: lo veo completamente descompuesto. No ordena a su escudero (como amo y señor suyo que es), sino que se rebajo a suplicarle, de una manera dulce, rogándoselo. ¿Qué ha sido de tu orgullo, Alonso Quijano? ¿Qué ha sido de tu dignidad? ¿Desde cuando un caballero le suplica a su escudero? Asi se lo pide D. Quijote a Sancho:

-"Mira la serenidad desta noche, la soledad en que estamos, que nos convida a entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño. Levántate, por tu vida, y desvíate algún trecho de aquí, y con buen ánimo y denuedo agradecido date trescientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los del desencanto de Dulcinea; y esto rogando te lo suplico, que no quiero venir contigo a los brazos como la otra vez…”

La contestación de Sancho es elegantísima, digna de alguien ilustrado, y desarma a D. Quijote, el cual no pudiendo convencer a Sancho, desiste de su propósito y empieza a decir refranes (“no con quien naces sino con quien paces”), con lo cual prosigue el proceso de sanchificación de D. Quijote y de quijotización de Sancho.

Y vienen los cerdos. Pisotean a D. Quijote y a Sancho, y a sus cabalgaduras. Que curioso y que simbólico es esto: un animal que según la tradición judeo-cristiana era impuro pisotea, nada mas y nada menos, que a la “flor y nata de la andante caballería”. ¡Pobre D. Quijote! ¡Quien te ha visto y quien te ve! Su ánimo está tan descompuesto y tan por los suelos, que acepta el cerdoso pisoteo como ordenado por el destino, ni osa defenderse siquiera, bien al revés de lo que antes habia sucedido con las ovejas y con los toros:

—"Déjalos estar, amigo, que esta afrenta es pena de mi pecado, y justo castigo del cielo es que a un caballero andante vencido le coman adivas y le piquen avispas y le hollen puercos".

Y este es el único punto de la novela en el que Cornelivs se enoja con nuestro insigne novelista: creo que podia haberse evitado el episodio de los puercos, en mi humilde opinión no era necesario denigrar a D. Quijote hasta tal punto. Esta vez si que D. Miguel parece “padrastro” y no “padre” de D. Quijote. Aunque me consuela pensar que en este capitulo quizás Cervantes quiso que D. Quijote tocara fondo, topandose con lo peor de lo peor: con cerdos de cuatro patas y cerdos de dos patas, procediendo a la "asimilación" entre ambas especies. De estos últimos hablaré inmediatamente.

Si, porque finalmente, vienen los hombres a caballo con lanzas y adargas y los atrapan. D. Quijote no se atreve a defenderse: su ánimo está  ya muy quebrantado, y tanto que se queda “embelesado”, dice Cervantes, y parece resignado a aceptar su destino, pero muestra su sorpresa cuando comprueba que vuelve a casa de los duques  que tan “bien” nos caen:

-“Sí, que en esta casa todo es cortesía y buen comedimiento; pero para los vencidos el bien se vuelve en mal y el mal en peor.”

Vuelve a demostrarnos Cervantes que D. Quijote no parece ser consciente de que los duques se han burlado de él (“que en esta casa todo es cortesía y buen comedimiento”). Bueno, ya veremos que desean los duques de nuestros protagonistas.

Saludos


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23/09/2010

Otoño

¡Bienvenido, mi viejo y querido amigo! Te echaba de menos. Gracias por traer alivio a mi vista, disipando la excesiva luz del verano. Un año más me mecerás, me acunarás entre tus brazos y me darás consuelo.

Bienvenido. Tenemos...mucho de que hablar.

Saludos.

22/09/2010

Comprar una mirada

Era uno de los hombres más ricos de su país. Poderoso, dueño de una inmensa fortuna, apenas sentia un deseo de algo cuando alguien ya se estaba apresurando a ponerle el objeto de su deseo entre sus manos. Acostumbrado a satisfacer sus más minimos caprichos, gozaba de la compañía de las mujeres mas bellas y famosas de su pais.

En esto que, un buen dia, dirigiendose a su oficina, tuvo que atravesar el barrio pobre de su ciudad: el centro estaba en obras. Y en un momento dado, detuvo su lujosa limusina ante un semáforo, que tuvo la osadia de impedirle el paso, poniendose en rojo.

Estaba lloviendo. A traves del cristal pudo contemplar a una pareja. Ambos se besaban con un beso largo, tierno, profundo. Despues del beso, la mujer le dirigió al hombre una mirada especialmente intensa, penetrante, amorosa, de un sentimiento, fuerza y dulzura indescriptibles.

Aquello era nuevo para nuestro hombre rico. Jamas habia sentido la fuerza de una mirada como esa. Tenia que ser estupendo, pensó entre sí; y obviamente quiso comprar inmediatamente con su dinero aquella mirada, para que a él lo miraran así también. Pero se dió cuenta de que no era posible: todo su dinero no era bastante para comprar algo tan bello.

Y de pronto se sintió solo en medio de su riqueza, porque ninguna de las bellas mujeres que lo habia amado lo habia mirado jamás asi, de esa forma tan especial.

A pesar de su fortuna.

Saludos.