Llegué a casa con mi espíritu quebrantado y con el corazón hecho jirones. Pero también con mi conciencia enormemente tranquila.
Tras ello, tomé la decisión de desconectar de todo durante dos o tres dias. Pensar. Meditar.
Revisé mi sistema: siempre he huido de los fundamentalismos o extremismos, politicos, religiosos o de cualquier otro tipo. No ceso de dar gracias a Seneca y Cervantes (que en mi adolescencia, y aun hoy, considero como mis segundos padres adoptivos –literariamente hablando-) por haberme dotado de una mente abierta, huyendo de toda radicalización de actitudes.
Y ya lo creo que estos tres dias me han venido bien, pues he sacado muchas conclusiones.
Algunas personas piensan que nunca se equivocan y que estan en posesión de la verdad absoluta. Las llamaré
mentes invariables. Y no se dan cuenta de lo errados que están, pues no quieren comprender que ningun conocimiento humano es infalible, sino que, “de tejas para abajo” –como decían los viejos- todo está sometido al posible error.
Claro está que ello no quiere decir que tengamos que ser siempre “del ultimo que llega”, ni tiene por qué restar ni un apice de firmeza a nuestros convencimientos. Todos hemos de tener muy claros nuestra ideología y modo de pensar, sin ir mas lejos yo creo muy firmemente en mis postulados y los defiendo a veces con pasión y vehemencia;
pero siempre he dejado la puerta abierta a la posibilidad (por remota que fuera, pero posibilidad al fin y al cabo) de estar en un error, y he tenido agallas para reconocerlo, incluso públicamente, agradeciendo muy sinceramente a todo aquel que me demuestre que estoy en un error. Claro, ha de demostrármelo. Solo es un pequeño aporte de realismo, que nunca viene mal, en mi humilde opinión.
He repasado incluso algunos posts antiguos mios. Y he interiorizado como nunca su mensaje: no somos dioses; somos seres humanos. Pero hay algunas personas que se olvidan de ello, no se si consciente o inconscientemente, y quizás deberian de recordar que hasta los antiguos generales romanos victoriosos llevaban detrás el esclavo que les recordaba continuamente que
“¡Hominem te esse memento!": "¡Mira tras de ti! Recuerda que solo eres un hombre!"
Indudablemente, considero que todo fundamentalismo o extremismo es pernicioso por su propia naturaleza, pues convierte –artificialmente- todo conocimiento humano (y obviamente falible, como todo lo humano) en infalible. Es decir, el fundamentalista piensa que está en posesión de la verdad absoluta, y se niega a si mismo la posibilidad de poder estar en un error, negándose igualmente la consoladora posibilidad de crecer en sabiduría aprendiendo de sus errores, con lo cual con el tiempo se idiotiza lenta e irremediablemente. Obviamente, también acaba siendo intolerante y despreciando a los demás. Y lo que es peor: con el tiempo esta actitud puede provocar daños cerebrales o
mentales irreversibles y de una amplia gama además, y algunas veces muy difíciles de detectar como por ejemplo, que terminarán no siendo conscientes de sus evidentísimos fallos. A fuerza de creerse perfectos, llegara un dia en el que pensarán que realmente lo son. Y pensando asi, no dudarán en hacer daño a los demás, incluso a gente querida. Estos dias lo he comprobado de primerísima mano. Y ese descubrimiento de lo que yo ya intuia o sospechaba, junto con su actitud hacia los demás, me ha hecho muchisimo daño. Inicialmente sentí dolor y mucho malestar; más adelante, pena y conmiseración.
Por ello, y teniendo muy cerca el ejemplo, siempre he huido –y ahora huiré aún más- del fanatismo o fundamentalismo sobre cualquier tema. Me he definido, humildemente, como un buscador de la verdad. Bien. Esa tarde aprendí a seguir haciendolo. No en vano soy “un hijo de la duda”, agnóstico y escéptico. Los fanáticos pocas dudas tienen, por no decir ninguna, y dicen tener la verdad. Yo estoy lleno de dudas, y no tengo la verdad, sino que la busco.
Pero es curioso, pues esa duda, que otras veces me había ocasionado incertidumbre y algo de desasosiego, la otra tarde me proporcionó muchísima paz. Relativicé mucho las cosas: me vino muy bien. No se como explicarlo. Y decidí no pensar, sino dejarme llevar. Fijaros que reacción: recordé que en algún sitio tenia guardada una receta de Gazpacho Andaluz, y como me viniera gana de hacerlo, a la hora de la “ligá” (aperitivo, en castellano jiennense), disfruté
como un cosaco con esa simple sencillez, elaborando ese gazpacho, y dándole su punto de sal, vinagre y aceite, mientras me tomaba una cerveza y unos aperitivos. Lo cierto es que me salió...riquisimo.
Me sentí a gusto. Y también feliz, al tener con quien compartir todo esto, aparte de los míos: con vosotros, mis queridos y queridas amigos y amigas, a quienes de todo corazón os doy las gracias. Me llevé vuestro cariño conmigo, y cuando vuelvo me encuentro con más aún, porque llego aquí y contabilizo más de cuarenta comentarios de animo, de apoyo, y de cariño. Si los dioses existen…¡
que los dioses os bendigan a todos, me habeis emocionado muy profundamente!
Y os pido un último favor: no dejeis que me convierta en una mente invariable o intolerante. Cuando me equivoque en algo, o simplemente, cuando no estéis de acuerdo en algo conmigo, por favor, decídmelo, ¿ok? No me dejeis a solas con el error por compañero, siempre será un placer reconocer el error y aislarlo; o si no es un error, al menos discutir amigablemente con todos, aunque sobre alguna cuestión podamos tener puntos de vista distintos.
¿Que es la vida, sino un continuo pulimiento de nuestros propios errores?
"Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo" (Confucio). Por eso no quisiera ser un viejo fundamentalista e intolerante, solo y amargado, sino un viejo de mente abierta, simpático, quizás algo picarón, pero abierto de caracter, dialogador y por supuesto tolerante y respetuoso con cualquier forma de pensar.
Gracias de nuevo. Cornelivs os quiere a todos y a todas, ya lo creo que si.
¡Estoy encantado de estar de vuelta…!
Saludos.