Los jueves leemos El Quijote.
Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.
Quizás esté en un error; pero me da la impresión de que a estas alturas de la novela, y con lo avanzada que está ya esta segunda parte, D. Miguel de Cervantes ya sabe que será la obra de su vida; quiere pasar a la posteridad como el padre que luego es padrastro y, al final, se convierte en padre amante de su hijo, de su personaje, de “su” D. Quijote, y es mas, si me apuráis, lo veo incluso disfrutando escribiendo este capitulo, con su fina ironía que nos hace sonreír cuando los leemos.
Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.
Quizás esté en un error; pero me da la impresión de que a estas alturas de la novela, y con lo avanzada que está ya esta segunda parte, D. Miguel de Cervantes ya sabe que será la obra de su vida; quiere pasar a la posteridad como el padre que luego es padrastro y, al final, se convierte en padre amante de su hijo, de su personaje, de “su” D. Quijote, y es mas, si me apuráis, lo veo incluso disfrutando escribiendo este capitulo, con su fina ironía que nos hace sonreír cuando los leemos.
Varios detalles me lo indican: por ejemplo, el titulo “De cosas sucedidas a Sancho en el camino, y otras que no hay más que ver”; asi como el titulo del anterior capitulo, que hablaba de cosas “tocantes a esta historia, y no a otra alguna”; con la caída del recién depuesto Gobernador a la sima, lo veo recurrir de nuevo a la simbología sobre la fugacidad de las cosas humanas, algo que es recurrente en Cervantes, pues no olvidamos las referencias al último rey godo, D. Rodrigo, aquel que se lamentaba de que ayer era dueño de un reino y hoy no podía decir que ni una sola almena era suya; el eterno e infinito cariño de Sancho hacia su rucio, hasta el mismo Sancho lo dice: “¡Oh compañero y amigo mío, qué mal pago te he dado de tus buenos servicios! Perdóname y pide a la fortuna, en el mejor modo que supieres, que nos saque deste miserable trabajo en que estamos puestos los dos, que yo prometo de ponerte una corona de laurel en la cabeza, que no parezcas sino un laureado poeta, y de darte los piensos doblados.”
Hasta se fija, grande Cervantes, en el rucio de Sancho: “…y su jumento le escuchaba sin responderle palabra alguna: tal era el aprieto y angustia en que el pobre se hallaba”. Esta claro que el rucio rebuzna, pero no habla. No hemos olvidado que cuando recupero a su rucio, tras habérselo hurtado Gines de Pasamonte, Sancho abrazó a su rucio y lo besaba “como si fuera persona”, y el rucio se dejaba acariciar y besar “sin respondelle palabra alguna”.
En definitiva: Sancho se reencuentra consigo mismo, acepta su destino, es mas sensato, ya no quiere ínsulas ni insulos. Y lo veo encariñado de veras con su amo, con D. Quijote, gracias a cuyo paseo Sancho vuelve a ver la luz del sol. Sancho ha crecido, ha madurado, Sancho es grande: ved como habla ante los duques. Hasta D. Quijote se sorprende de verlo hablar con tan pocos disparates.
Reencuentro de amo y mozo, de caballero y escudero, de Sancho y D. Quijote. Sancho ha sufrido en su gobierno, y D. Quijote con encantamientos gatunos y bromas continuas. Ahora ya están juntos de nuevo, compartirán un mismo destino: ya no se separarán hasta el final.
Y por cierto, y como sobre gustos no hay nada escrito, destacaré este comentario de D.Quijote, siempre tan actual y tan acertado.
-No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato.
Poco han cambiado las cosas. No olvido a Einstein: “La vida es muy peligrosa; no por lo que pasa, sino por los que se sientan en la plaza a ver lo que pasa”.
Saludos.