Todos los que seguis mi blog ya sabeis que siento una especial vinculación hacia los paises hermanos de Latinoamerica en general, y hacia uno, muy en particular: Argentina, pais indisolublemente unido a recuerdos de mi añorado padre, al que siempre recordaré tatareando tangos de Gardel, y agradecido a aquel pais por haber ayudado a España enviandonos trigo cuando aquí pasabamos necesidad, inmediatamente despues de la guerra. Mi padre falleció habiendo querido conocer Buenos Aires y La Pampa. Quizás yo cumpla alguna vez su sueño.
Quizás ello ya me predispone muy favorablemente hacia el personaje historico del que hablo esta noche: Eva Perón. Evita. Si a ello le unimos esa dulce y cautivadora habla argentina (he tenido la suerte de hablar en directo con varias amigas bloggers de allá, en el chat de google, y su acento para mí es irresistible); si le unimos además la innegable belleza de Eva Perón, pero fundamentalmente, esa mirada transparente de persona buena y noble comprometida con los desfavorecidos, mi admiración se convierte, casi, en devoción. Por ello, me saldrian pelos en la lengua antes de acertar a describir lo que mi corazón siente al hablar de esta increible mujer, cuyo recuerdo siempre he adorado.
Por muchas razones. Una de ellas -y no de poco peso-, es que estamos acostumbrado a lo normal, a lo frecuente, por desgracia: que el poder politico mime al poderoso, nunca al débil. Por eso, cuando por extraña conjunción de los hados, surgen mujeres con poder en su pais, como ella, que se ponen del lado de los pobres, de los desheredados, de los hambrientos, de los descamisados, el mundo inmediatamente contrae una deuda eterna de gratitud con estos personajes históricos.
Eva Perón. Permitidme que la llame como a ella le gustaba: Evita. Una argentina universal. Su prematura muerte la convirtió en un icono. Y no solo Argentina la lloró: todos los desheredados del mundo la lloraron y siguen evocando su recuerdo como la de una luz que ilumino el mundo en la esperanza de que todos, una vez, fuimos hermanos, y de que un mundo mejor era posible.
Según la wikipedia y otras fuentes, Evita nació el 7 de Mayo de 1919 en Los Toldos (Provincia de Buenos Aires). Ella, su madre, Juana Ibarguren, y sus cuatro hermanos formaban la família de Juan Duarte, que falleció cuando Evita tenía seis o siete años. En esa época se mudó para Junin, donde Eva permanece hasta 1935.
Parece que se sentía asfixiada por el ambiente pueblerino y de modo que con tan sólo 15 años, decide mudarse a Buenos Aires buscando convertirse en una actriz. Sola, sin recursos ni educación, se enfrenta con un mundo hostil y duro, cuyas reglas desconoce, pero triunfa: llega a ser actriz de cierto nombre, y a encabezar un programa de rádio muy escuchado.
Pero su destino era otro. En enero de 1944, Eva Duarte conoce al coronel Juan Domingo Perón en un festival que la comunidad artística realizaba en benefício de las víctimas de un terremoto que habia destruído la ciudad de San Juan pocos días antes. Cuando en 1945 detuvieron a Perón, Evita movilizó a los sindicatos para que lo liberaran; una vez libre, se casó con él.
Participó en ese año y el siguiente en la campaña presidencial de su marido, lo cual fue una novedad en la historia política argentina, pues en aquel momento las mujeres carecian de derechos politicos y las esposas de los candidatos tenian una presencia publica muy restringida. Eva fue la primera esposa de un candidato presidencial argentino en estar presente durante su campaña electoral y acompañarlo en sus giras.
Sea como fuere, lo cierto es que en febrero de 1946, la presencia de Evita fue determinante en la campaña electoral, Peron gana las elecciones y es nombrado Presidente. En su rol de primera dama, Eva Perón desarrolló un trabajo intenso, tanto en el aspecto político como en el social, terreno éste último en el que, en mi humilde opinión, Evita alcanzó la gloria del recuerdo y el cariño de todo el mundo.
Evita realizó una tarea decisiva para el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres. La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 (II.1) de la Constitución de 1949. Según la wikipedia, el texto fue directamente escrito por Eva Perón, pero el golpe militar de 1955 derogó la Constitución, y con ella la garantía de igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio y frente a la patria potestad, reapareciendo la prioridad del hombre sobre la mujer, la mujer argentina permaneció discriminada legalmente hasta que se sancionó la ley de patria potestad compartida en 1985, durante el gobierno de Alfonsín.
A pesar de que nunca tuvo un puesto oficial en el gobierno, Evita actuó de facto como Ministro de Salud y Trabajo, premiando generosamente a los trabajadores a través del aumento de sus salarios, quienes respondieron con el apoyo político a Perón. Evita tenía una visión sumamente combativa de los derechos sociales y laborales.
Ya en la década de 1930 comenzó a ser evidente que la antigua Sociedad de Beneficencia como organización se habían vuelto obsoleta e inadecuada para la sociedad urbana industrial. A partir de 1943, la Sociedad de Beneficencia comenzó a ser reorganizada y el 6 de septiembre de 1946 fue intervenida.
A partir de entonces, asumió la tarea de modernizar la asistencia y la ayuda social. La labor de la antigua Sociedad de Beneficiencia fue realizada, desde entonces, por una nueva Fundación: la Fundación Eva Perón, creada el 8 de Julio de 1948, presidida por Evita, que desarrolló una gigantesca tarea social que llegó prácticamente a todos los niños, ancianos, madres solteras, y mujeres que eran único sustento de familia, pertenecientes a los estratos más pobres de la población. La Fundación realizó un amplio espectro de actividades sociales, desde la construcción de hospitales, asilos, escuelas, colonias de vacaciones, hasta el otorgamiento de becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promoción de la mujer en diversas facetas. La Fundación realizaba anualmente los famosos Juegos Infantiles Evita y Juveniles Juan Perón, en los que participaban cientos de miles de niños y jóvenes de sectores humildes, que a la vez que promovía el deporte permitió también realizar masivos controles médicos. La Fundación entregaba también masivamente, cada fin de año, sidra y pan dulce a las familias más carenciadas, hecho este último muy criticado por los opositores.
De las obras realizadas por la Fundación que han permanecido pueden destacarse el complejo habitacional Ciudad Evita en el Partido de La Matanza (Gran Buenos Aires), gran cantidad de hospitales que en la actualidad suelen llevar el nombre de Evita, o Eva Perón, la República de los Niños en Gonnet (provincia de Buenos Aires), etc.
La preocupación especial de Eva Perón por los ancianos la llevó a redactar y proclamar el 28 de agosto de 1948 el llamado Decálogo de la Ancianidad, una serie de derechos de los ancianos que al año siguiente fueron incorporados a la Constitución en 1949. Los 10 Derechos de la Ancianidad eran: asistencia, vivienda, alimentación, vestido, cuidado de la salud física, cuidado de la salud moral, esparcimiento, trabajo, tranquilidad y respeto. En 1956 la Constitución de 1949 fue derogada por una proclama militar y los derechos de la ancianidad nunca más volvieron a tener jerarquía constitucional.
No me entretendré demasiado, amigos y amigas, en los pormenores del cancer que poco apoco minaba la salud de esta gran mujer. Solo diré que falleció en el año 1952. Cuando Eva Perón falleció a los 33 años, en la radio se anunció: "¡Nuestra líder espiritual ha muerto!".
He aqui algunas de las palabras que pronunció, comprometidas con la causa de los desheredados. Estas palabras me reconcilian con el ser humano.
Cuando elegí ser "Evita" sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así.
Nadie sino el pueblo me llama "Evita". Solamente aprendieron a llamarme así los "descamisados". Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme "Señora"; y algunos incluso me dicen públicamente "Excelentísima o Dignísima Señora" y aún, a veces, "Señora Presidenta". Ellos no ven en mí más que a Eva Perón.
Los descamisados, en cambio, no me conocen sino como "Evita". Yo me les presenté así, por otra parte, el día que salí al encuentro de los humildes de mi tierra diciéndoles "que prefería ser "Evita" a ser la esposa del Presidente si ese "Evita" servía para mitigar algún dolor o enjugar una lágrima.
Ahora si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo. Cuando un pibe me nombra "Evita" me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama "Evita" me siento con gusto "compañera" de todos los hombres.
Este es mi humilde tributo a su memoria.