Las navidades del pasado año 2012 las pasé
recuperándome de mis dos maratones (Madrid, en Abril, que rematé en 3:53:35 y
Valencia en Noviembre, con 3:56:01), cuyas crónicas narré suficientemente en
este blog, y de las cuatro medias maratones que igualmente corrí en dicho año (Malaga,
Puertollano, Alcazar de San Juan y Granada), amen de las carreras cortas
populares del circuito provincial, en las cuales corrí con mis amigos y
compañeros del club Atletismo Jódar, a quien mando un cordial saludo desde
estas líneas. Bueno, Cornelivs (me decía
yo a mi mismo), ya tienes dos maratones en el bolsillo, de modo que,
definitivamente, no ha sido un sueño. ¿Te convences ya? Ya eres maratoniano, asi
que no más maratones. Con dos, basta. No, por todos los
dioses, esto se ha acabado. Ahora dedícate a carreras cortas, alguna que otra media maratón, y sobre todo, diezmiles (carreras de 10 Km). Tras la Maratón de Valencia y el entrenamiento consiguiente de 3 meses en soledad, me apetecía muchísimo volver a entrenar con
mis compañeros y amigos del club de Atletismo Jódar.
La sola idea de correr otro maratón ya hacia
que me doliesen las piernas: ¡es que son 42 Kilometros! Las cargas de entrenamiento y luego las
propias carreras pasaban su factura inapelable, de modo que preferí NO pensar
en nada y descansar. Quince días de asueto fueron una terapia estupenda, el
tendón de Aquiles derecho respondía bien y no había nada que, aparentemente, me
sugiriera lesión. Polvorones, mantecados y copitas de anis, en medio de la
“molicie” me sentaron de maravilla, y mi maltrecho cuerpo comenzaba,
lentamente, su camino de recuperación.
Y tras la Nochevieja, llega el dia 16 de Enero de 2013, y junto con mis compañeros del Club Atletismo Jódar corro la
Carrera Internacional Noche de San Anton, de
Jaén capital, (10 Km) con
muchísimo frio y bajo una cortina de agua. Inclemencias meteorológicas éstas
que no impidieron que la participación
fuese mas abultada que nunca, cuatro mil locos tomamos la salida, y yo terminé
contento y feliz. Correr bajo el agua es un gustazo, pero de esto ya hablaremos
otro dia. A los que terminamos la carrera nos dan la camiseta y la medalla de
recuerdo, y nos volvemos para casa. Pero el hombre propone, y los dioses disponen.
Os digo esto porque llego a casa, y al guardar la medalla de la Carrera de San
Anton me encuentro con la medalla de recuerdo de mi participación en mi primera
maratón (Madrid, 22 de Abril de 2012). Dioses… el corazón no olvida…un
torbellino de recuerdos se agolpa en mi mente. Fue como si me hubiera picado un
áspid.
Intenté agarrarme desesperadamente al sentido común. Cálmate, hombre,
que ya tienes 47 años, la lógica se
impone, para muestra dos botones, basta,
que ya esta bien. Además tienes el trabajo del despacho, poco tiempo
para entrenar, y con los 10K, las medias maratones y las carreras populares del
circuito provincial con el Club tienes de sobra. ¿Para que otra maratón? Que
no.
Todo eso esta muy bien, pero el picotazo ya
estaba dado y, quizás por que físicamente ya me encontraba recuperado la sola
idea de correr por tercera vez la distancia de Filipides me causaba una atracción
imposible de explicar y de comprender, como no sea por otra persona que tambien le guste. Ademas, otro año mas en el calendario es un año más viejo que
eres. Y he llegado a comprender por qué el maratón tiene algo imposible de
explicar, algo bello, algo profundo, algo que te conmueve hasta las entrañas, y
que hace que aceptes el desafío, un desafío aparentemente absurdo (y que excede
un poquito, admitámoslo, de lo que es el deporte hasta una medida razonable), pero
irresistible, que atrae como las Sirenas
atrajeron a Aquiles en el mar, en su famoso viaje,
de modo que, comprendiendo que era imposible luchar contra dicha llamada, acepto mi destino. Al dia siguiente, via internet, hago la inscripción. Habrá un tercer maratón, y si el tiempo no lo
impide, que dirían los taurinos, tendrá lugar en Madrid, el 28 de Abril de
2013.
Planifico el entrenamiento y comienzo el dia
4 de Febrero, justo 12 semanas. Comienzo bien, pero el agua que ha caído este
pasado invierno (el mas lluvioso desde que se tiene registro) no ha ayudado
precisamente. Llega el 23 F, y cumplo 48 años. Bueno, un año mas que gozas
corriendo. Muchos entrenamientos (la mayoría) los comenzaba y los terminaba bajo el agua de
la lluvia, y especialmente recuerdo aquella tirada larga de domingo, 26 Km, en la que
comenzó a lloverme en el kilometro 2, y
no paró en todo el dia. Llegué a casa
como una sopa, pero feliz, porque fue bien. Eso si: disminuí un poco el ritmo en las
series, comencé a hacer mas fartlek, y
sobre todo, intenté seguir la sabia y experimentada orientación de Antonio Lopez. Pero tengo una extraña sensación, no tengo el
punto de forma que tenia en Madrid y en Valencia, me siento un poquito mas
flojo. Aparentemente, no tenia importancia, la ilusión era la misma. De modo
que, pasa el tiempo, termino el
entrenamiento, el cuerpo aparentemente me respondia bien, y me planto en la capital del España el
viernes 26 de Abril, dos dias antes del Maratón.
El dia de antes, sábado 27, recojo el dorsal
en la Casa de Campo, pabelón de la Pipa, veis la foto. Previsiones
meteorológicas: malas, viento, frio y
perspectivas de agua. Aquello me descompuso. Los últimos diez dias de entrenamiento
la primavera había comenzado, pero volver otra vez al invierno, al frio y al
agua me daba pánico. Recibo la llamada de Oscar, el Nieves y Antonio Parra me dan animos por telefono, el Nieves me manda una foto de ellos por el "Wasap" , Antonio Lopez me manda un mensaje de animo, gracias a todos, compañeros, cobro algo de alegria. Pero sigo nervioso, como siempre me siento antes de la carrera, pero
esta vez mirando el cielo cada media hora. Paso la noche fatal.
Amanece el 28 de Abril. Frio, temperatura de 4º C y sensación térmica inferior incluso, y
un viento inicialmente no molesto que iria in crescendo. Últimos preparativos, llego
a la salida, me encuentro con Lander (un abrazo, amigo),
minuto de silencio en recuerdo a las victimas de Boston, ajusto el MP3 y el pulsómetro y…pistoletazo de
salida.
26.000 locos, benditos locos, comenzamos a
correr. De Jódar, Inma corre los 10 K; Juanjo y Fran Moral la mwedia maraton, y los mas locos, Fran Velasco y yo, la Maratón. Salimos de Colón, y subimos por la Castellana, rumbo al Bernabeu, el
frio y el viento de cara no me deja estar agusto, me siento pesado, de modo
que disminuyo un poco el ritmo y espero que llegue el salvador kilometro 7, Paseo
de la Habana, donde termina la subida y comienza el llano. Y lo agradecí, porque cogí mas
velocidad. Empecé poco a poco a sentirme mejor y a meterme en la carrera, km
13, C/ Raimundo Fernandez Villaverde, me siendo definitivamente mejor. Bien. Pero en esto que nuestro amigo el viento
comienza a soplar, en una y otra dirección. Intento no hacerle caso, y sigo
avanzando. Llego a mi zona favorita, Gran Via, Puerta del Sol, Palacio Real,
que gusto correr por allá… me encuentro con mi mujer e hijos a quienes mando un
beso, y sigo corriendo, buscando ya el Km. 25, en el cual cruzamos el
Manzanares, rumbo a la Casa de Campo. El maldito viento comenzaba a hacer mella, subo el volumen del MP3, no te hago caso, que no, pero ahí estaba. No me sentía seguro, aumenta el viento y
el frio, que me daban mucho desasosiego, y me causaban pensamientos
desazonadores, algo fatal para un maratoniano, que ha de tener una mente de
hierro. Ademas, intentaba colocarme en
uno y otro grupo, para correr acompañado, pero no era mi ritmo, o demasiado rápido, o demasiado lento,
de modo que hice toda la carrera solo, solito solo, con mis zapatillas, mi
gorra y mis dudas. Ademas, este año la Casa de Campo, donde permaneceríamos hasta el salvador km. 32, tuve muchos momentos de soledad, y sobre todo ese viento tan molesto
y el frio que se me metia en las manos y sobre todo en los dedos…desasosiego… tuve
que luchar contra la distancia y contra las inclemencias del tiempo, y es lógico que en algún momento las dudas
surgieran, pero que hago yo aquí, y varios pensamientos descorazonadores me
turbaron de algún modo, de manera que tengo que echar mano de mi ferrea voluntad.
Bien, Corne, vas por el el 32 y vas dejar la casa de campo. ¡Todavia te quedan 10 kilómetros,
¡que puñetas estas haciendo…! Ya esta bien de lamentarse, asi que deja de
pensar y ¡corre, maldita sea…! El cuerpo
esta cansado, pero la mente reacciona, (¿y quien no está cansado? ¡todos lo estamos!), de modo que
mi mente da la orden definitiva: seguir adelante, avanzar siempre. Y poco a poco, kilometro a kilometro, sin
parar, voy culminando la maratón y llego al kilometro 36, C/ Segovia, bordeando el Campo del Moro, juro que no
olvido ese momento, ahí mis dudas terminan de disiparse. El viento y
el frio no se van, pero yo soy mas fuerte que ellos. Comprendo que voy a ser
capaz de terminar mi tercera maratón. El hecho de que mi voluntad fuese capaz
de doblegar por tercera vez a mi cansado cuerpo y, lo mas importante, a mis lógicas dudas provocadas por las inclemencias del tiempo, juro que no se como explicar esto, hizo que me
emocionase, dos lagrimas se me cayeron, eso es una sensación hermosa y muy difícil
de explicar, y ahí esta la grandeza del maraton. Fue una magnifica lección: las
dudas sobre si serás capaz de hacer algo se disipan intentando hacerlo. Mejor:
haciéndolo. Asi lo hice yo, estaba cansado como todos, pero pude seguir, y
finalmente, tras los –para mí- duros repechones del Paseo de las Acacias, Ronda
de Valencia, y C/ Alsonso XII, diviso mi salvadora: la Puerta de Alcalá, Km,
40,300. ¡Esto se acaba chico, venga hijo, un poco mas! Solo dos kilómetros mas y llegas, venga,
empieza incluso a chispear ligeramente, no pasa nada, animo, solo quinientos metros, llegas, llegas, eres capaz, venga ese entrenamiento,
me acuerdo especialmente de mi amigo y maestro Antonio Lopez Herrera, que ha diseñado mi programa de entrenamiento y que tantos y tan buenos consejos me da siempre que se los pido y de todos los que quedaron en Jódar: mis queridos Antonio Parra, Oscar, el Nieves, Juan, Rafa, Antonio Pastrana, y resto de compañeros
de Jódar, animo, tú puedes. Cruzo la meta.
Si, pude. Bendito sean todos los
dioses. Tiempo discreto, de 4:11:13. Va por vosotros, compañeros.
Llego a meta, me encuentro con mi mujer e
hijos, besos, abrazos, sonrisas. Sensación indescriptible, que no acierto a
saber explicar. Y esta es la gran lección que me traigo de mi tercer maratón:
ojo con la mente, no hay que dar lugar a pensamientos negativos. Si has
entrenado y has sufrido, eres capaz de terminar. Solo tienes que creértelo.
A pesar de tener cumplidos ya con este tres maratones, solo soy un humilde corredor amateur, recién llegado a este mundo bendito del maratón, y me queda mucho, pero que mucho, por aprender. Bueno, se aprende a correr maratones
corriendo maratones. En la
meta me encontré con un viejete (me dijo que tenia 61 años) con el que entablé una breve conversación, me comentó que con este ya llevaba 14 maratones. Le expliqué mi
experiencia, y sonrió benévolo y comprensivo. Me dijo que a él le había pasado
muchas veces lo mismo, y que en cada carrera se aprende.
Y añadió dos consejos que no olvidaré: primero, fe en ti mismo; y segundo, mientras el cuerpo aguante...sigue adelante, porque el maraton es como la vida, hay momentos en los que sientes ganas de parar, pero ahí esta tu determinación para seguir adelante, a pesar de las dificultades.
Mision cumplida.
Mision cumplida.
Saludos.
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