El mundo siempre ha sido igual, ya es antigua la lucha entre la singularidad y la
universalidad, entre el individuo y la
sociedad, esa eterna dicotomía entre ser
tu mismo o…ser como los demás, al menos como la mayoría; esa sempiterna contradicción que existe entre
no destacar sumergiéndose en la medianía uniforme e insípida, o bien ser tu
mismo, cuidar tu individualidad, y ser feliz contigo mismo, y mucho se ha escrito sobre ello.
La sociedad no nos lo pone fácil, precisamente, pues todo lo que
se aparta de la regla general, es criticado, muchas veces menospreciado, y en
la mayoría de las ocasiones, apartado. Pero creo que merece la pena ser tu
mismo. Quizás alguien pregunte: ¿De que
te vale ser tu mismo, si la mayoría de las ocasiones, como decía Nietzsche,
estarás solo, apartado, o acaso con miedo? Sigue la regla del “Alli donde
fueres, haz lo que vieres”, y te irá bien. Sin embargo, yo creo que dicha actitud
es un suicidio moral, pues ¿de que te vale hacer a regañadientes todo lo que
todo el mundo hace, o bien fingir que compartes los miedos colectivos, cuando
no son los tuyos, ú ocultar tu tedio con la máscara de la falsa diversión? ¿De
que te vale luchar contra lo que tú consideras correcto? ¿De veras vas a ser
mas feliz siguiendo las orientaciones ajenas antes que las tuyas propias?
Muchas personas hacen lo que creen
conveniente; quizás sea bueno que empezaran, algún dia, por fin a hacer lo
correcto. ¿Qué quien decide lo que es conveniente y lo que es correcto? Ellos mismos, por supuesto; pero que tengan
las agallas de seguir su propio criterio y no el de la mayoría, que quizás por
eso mismo, sea más erróneo.
Parece fácil, pero os aseguro que no lo es.
El individuo se siente cómodo al abrigo de la mayoría, y me da mucha pena el ver a tanta mente tibia
que, a pesar de sus años, aun no se ha enterado de nada, y que, a pesar de sus años, insisto, sigue prefiriendo dejarse seducir por el camino que ya ha seguido la mayoría, en vez de
seguir nuevos senderos, renunciando asi a recompensas extraordinarias. Hay que ser fuerte para ser uno mismo, y para sobrellevar la incomprensión que ello genera en los demás, acaso incluso de los que quieres. Afortunadamente, con el tiempo aprende uno a serlo, y a superar sus miedos.