Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi niñez, es de un dia en que mi padre me cogió de la mano y me llevó a una casa cercana de mi barrio de Andaraje, tenia que dar un recado a un trabajador suyo, avisándole de que tenia que ir trabajar al dia siguiente sustituyendo a otro trabajador que había caído enfermo. Recuerdo que hacia frio, era la temporada de recolección de aceituna, meses de Diciembre/Enero. Yo tenia unos 6 años aproximadamente. Recuerdo perfectamente la escena como si la estuviera presenciando ahora mismo. Era una casa humilde, y llamamos a la puerta, salió la mujer de la casa, y nos dijo que entráramos, y yo presencié un ambiente muy diferente al de mi casa: alli habia amabilidad y cariño de familia, estaban almorzando y esa casa irradiaba paz y alegría, allí se estaba agusto de verdad. Aquello era nuevo para mi y me conmovió de tal modo que le pregunté a mi padre: "Papa, ¿nos podemos quedar aqui?" Yo no quería volver a mi casa: ¡quería quedarme allí!, en ese remanso de paz que por breves momentos había presenciado; pero lógicamente no pudo ser porque aquel no era el objeto de la visita, de modo que una vez dado el aviso, nos volvimos a nuestra casa.
Ese recuerdo me ha perseguido toda mi vida. Y ahora, con la madurez de los años, lo tengo mas vivo que nunca, sobre todo por lo que representa, como comprendereis a continuación. Todos buscamos la felicidad, y la alegria de vivir, pero en este mundo occidental en el que vivimos, el mundo materialista del consumismo y de los placeres y alegrías vanas y pasajeras, parece que encontrar la felicidad es algo muy difícil. Y asi ha sido durante toda la historia; generación tras generación se han sucedido a lo largo de la historia, y parece que encontrar la felicidad es una misión imposible. Estamos rodeados de comodidades por todos los sitios; vivimos (tenemos la suerte de vivir) en el primer mundo, de modo que no deberíamos de quejarnos. Entonces, si aparentemente lo tenemos todo, ¿porque estamos tan tristes?
Los maestros espirituales de oriente nos llevan, creo yo, cientos de años (mas bien miles) de ventaja en la búsqueda de la felicidad basada en la espiritualidad. Aquí, en este occidente tan detestablemente materialista en el que vivimos, nos empeñamos en poseer cosas, y en adobar y "enriquecer" nuestro Ego, ese falso yo interior que tanto nos perturba y que nos hace sufrir. Nos empeñamos en erróneos juegos y búsquedas mentales de la felicidad, cuando la verdad es mucho mas sencilla. Tratamos de hacerlo todo con la mente y no nos damos cuenta de que ese es un grave error, la mente, si, es un magnifico instrumento que nos ha ayudado a sobrevivir como especie, y a saber intuir o pre-intuir posibles problemas o dificultades para anticiparnos a ellos, y que nos ha elevado por encima de las otras especies, pero ojo, no deja de ser eso: un simple instrumento a nuestro servicio. Y todos deberíamos de cuidar algo fundamental: cuidar muy bien de que la mente, que es nuestro mejor sirviente, no se convierta en nuestro peor amo: eso no debemos de consentirlo, porque, insisto, la mente es muy buen sirviente, pero muy mal amo, y como nos domine, estamos perdidos. Además, la mente se nutre del ego (de nuestro falso yo, o sea, "eso" que creemos ser), y este de aquella: de ahi vienen todas las guerras, todos los odios, todas las envidias y males del mundo. Por si fuera poco, la mente, que de tantos peligros y peligros nos ha librado, es una maquina de anticipar, siempre estamos anticipando o previniendo peligros, imaginarios peligros, potenciales situaciones desafortunadas que, por suerte, nunca llegan a materializarse, de modo que siempre estamos inquietos y preocupados por el futuro, el que comeremos, que beberemos de que hablaba Jesús de Nazaret olvidándosenos de que la eternidad toda esta en saber vivir intensamente el presente, que nuestro único patrimonio.
Aquel niño de 6 años que quería quedarse en aquella casa feliz sigue viviendo dentro de mi, y lo mantengo vivo, hablo con él y procuro tomar nota de sus sabias sugerencias. ("No llego a comprender como siendo los niños tan inteligentes, los adultos son tan tontos, debe ser fruto de la educacion" -André Gide dixit-). Sobre todo porque he aprendido, con los años, que mirar la realidad con corazón limpio (es decir, con la inocencia que los años nos van quitando) y sin prejuicio alguno, sin prejuzgar la realidad, es el primer paso para la felicidad. "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Jesus de Nazaret).
Una de las oraciones que mas me ha conmovido es la oracion que Salomón le hizo a Yahvé. Salomón no pidió oro, ni plata, ni la muerte de sus enemigos, hizo la mejor de todas las oraciones posibles: pidió a Yahvé inteligencia y sabiduría para saber gobernar a su pueblo. Salomón pidió sabiduría y se le concedió todo, tanto lo que había pedido como lo que no. Ello me recuerda el otro pasaje bíblico a que antes me he referido del que comeremos y que beberemos, que tanto nos preocupa, como dijo Jesús: "mirad los lirios del campo, ni hilan ni siembran, y Dios provee a sus sustento. Buscad el reino de Dios y su justicia, y el resto se os dará por añadidura". Con los años que uno va cumpliendo ya, interpreto dicha frase como una llamada a que, al igual que hizo Salomón, busquemos lo principal y nos dejemos de buscar, poseer, atesorar, tener y disfrutar de banalidades materiales, caducas y efímeras, que nos dan migajas de felicidad, pero que nos alejan de la verdadera felicidad. Yo hago mia la oración de Salomón, y le pido sabiduría, no para gobernar a ningun pueblo, sino para gobernarme a mi mismo. Y además, la voy a adornar con una pequeña perla de Jesús: "sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas", frase que lo dice todo, absolutamente todo, y que concilia dos extremos aparentemente irreconciliables: la prudencia y la sencillez. Bien, El lo hizo, y quizás por esos derroteros debería de transcurrir nuestro camino de búsqueda de la felicidad. Si os soy sincero, esa frase (prudentes como serpientes y sencillos como palomas) ha sido una de mis frases de cabecera, y he intentado e intento vivir conforme a su mensaje, vivir conforme a lo que pienso, no se si lo estoy consiguiendo, pero lo estoy intentando y, como decía Seneca, "aunque sea de lejos y arrastrándome sigo tras el camino de la virtud".
Yo creo que la verdad esta en las cosas sencillas, y Jesus lo dijo: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (S. Mateo 11, 52). Mientras mas vale una persona, mas sencilla es; y sin embargo, fijaros algunos/as con que aires de ridícula pomposidad van por la calle, olvidando que al final, con dos metros cuadrados, o menos, ellos y nosotros vamos a tener mas que de sobra. Y no tengo ningun tipo de impedimento en confesaros esto: si la verdad se encuentra mas fácilmente con un alma sencilla, pido a Dios que me de un alma sencilla y limpia, para saber buscar y encontrar la Verdad, esa tan ansiada verdad que nos hará libres, como El dijo. Y como hoy es viernes Santo, recordemos a mi tocayo Saulo de Tarso, mas tarde conocido como Pablo (Epístola a Timoteo): "Pues nada hemos traido al mundo, como tampoco podremos llevarnos nada de él. Teniendo alimentos y con que cubrirnos, contentemonos con esto. Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición: porque el amor al dinero es la raiz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acareado muchos sufrimientos. Tu, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas. Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre..."
Yo he experimentado una realidad: que la búsqueda de la felicidad va por el mismo camino, o muy cercano, al de la búsqueda personal de Dios; pero confundimos la senda, y buscamos fuera de nosotros, cuando estoy seguro de que debemos de buscar dentro de nosotros. El camino de la felicidad, lo se, lo tenemos todos escrito en nuestro interior, en nuestra alma y en nuestro corazón, y no deberíamos de dejar que nuestro pérfido falso yo (nuestro Ego) nos nuble el camino de la recta razón, ni oculte a nuestro Verdadero Yo interior. Y no se si llegaremos, pero es una aventura maravillosa este camino de la búsqueda personal de Dios y de la felicidad: ¡merece la pena! Al menos, a mis casi 60 años he conseguido paz interior, lo cual para mi es un tesoro incalculable. Además, con el tiempo aprende uno a relajarse pues, que demonios, las hormonas no están ya como lo estaban a los 18 años, y la vida parece que transcurre mas plácidamente, o, al menos, contemplas las algarabías y los espectáculos de este mundanal ruido con mas presencia de animo. ¿No os parece?
Ah, casi se me olvidaba, en este Viernes Santo, os quiero dejar aqui una ultima reflexión sobre el perdón. Traigo de nuevo colación a Jesus, que murió en la cruz perdonado a sus verdugos ("Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"), mientras que nosotros nos pasamos toda la vida sin volver a dirigirle la palabra a aquella persona que en cierta ocasión hizo un comentario poco agradable, o por cualquier otra tontería similar. Ay, como somos..., y no es que seamos malos, sino que nos equivocamos con demasiada frecuencia al permitir que las inquietudes y los rencores absurdos...nos quiten la alegria de vivir.
Por ello, cada dia, cuando amanece, podemos dar gracias al cielo por la suerte de haber abierto los ojos. Cada dia es un regalo. La vida es un regalo, es gratis, se nos ha dado todo y no se nos ha pedido nada a cambio, parece una nimiedad, pero os invito a que lo meditemos un poco mas detenidamente: vereis como cambia nuestra perspectiva. Cada amanecer digo con alegría: "Otro dia mas", es decir, otro regalo mas, estamos aqui, tenemos todo o casi todo, y nada nos podremos llevar de aqui, de modo que, entonces, ¿Que mas queremos? Si todos meditáramos sobre estas cosas, al menos 5 minutos diarios, quizás fuéramos mas felices. O como dije hace poco: si todos pensaramos de vez en cuando como se puede ser feliz sin tener nada, y como se puede ser desgraciado teniendolo "to" -como dice la famosa cancion de Maria de la O-, quizás fuéramos mas felices.
Pablo J. Gamez Rodriguez