¿Qué podemos hacer todos y cada uno de nosotros para cambiar el mundo? Ante semejante pregunta, muchas personas responderán esto: nada. Claro que no. Yo solo soy un individuo, y el mundo es inmenso, esta compuesto por miles de millones de personas. ¿Qué peso especifico tengo yo? Ninguno, soy un grano de arena en medio del desierto. ¿Qué voy a poder hacer yo solo frente al mundo? Nada. Anda, Cornelivs, no sueñes, olvídate, y vive. “Esto no hay quien lo cambie”.
Bueno, vamos a ver. Creo que nos falta imaginación, meditación y finalmente esfuerzo, y por este orden. Si meditáramos un poco, nos daríamos cuenta de que todos podemos hacer muchas cosas, empezando por el que escribe; podríamos descubrir que la pregunta que hago al principio puede tener una respuesta positiva. Y no estoy soñando: no lo veo difícil. Al menos en teoría.
En el post de ayer os hablaba de Oskar Schindler. Era un hombre solo. Solo uno. Pero fijaros lo que hizo. Salvó a muchísimas personas jugándose el pellejo; y como él, otros héroes anónimos también han hecho muchas cosas loables a lo largo de la historia. Pregunto: si ellos fueron capaces de hacerlo, ¿por qué nosotros no? Que yo sepa, estamos hechos del mismo material, tenemos la misma carga genética y las mismas aptitudes y capacidades. Por supuesto, no se trata de que nos convirtamos ahora en Schindlers, en Nakis, en Teresas de Calcuta o en Gandhis (ojalá). Pero no; sin llegar tan lejos, podemos empezar observando nuestra propia actitud, en la mayor parte de las ocasiones nuestro proceder es simplemente, éste: los alabamos, somos conscientes del gran ejemplo de generosidad que dieron al mundo, les ponemos una medalla, acaso les hacemos una estatua, e incluso puede que nos emocionemos; pero luego volvemos a nuestro pasotismo y a nuestro “laissez faire, laissez passer”. No se mueve nadie.
He meditado algunas veces sobre esta cuestión. Quizás esta apatia colectiva se debe a que casi todo el mundo parte de una base errónea, que podríamos resumir en el siguiente aforismo, lleno de derrotismo:
“Yo soy bueno, pero el mundo es malo. ¿qué puedo hacer yo ante eso?”. Me parece un grave error, basado en una poca confianza en nosotros mismos, y también en una escasa comprensión de la sociedad. Vamos a ver: si yo pienso eso se me está olvidando que yo formo parte del mundo también, yo también soy el mundo. Si el mundo es malo, entonces algo de parte de culpa tendré yo también ¿o no? Porque es obvio que yo tambien formo parte de ese mundo que estoy criticando: y el mundo está formado por miles o millones de personas que tienen las mismas aspiraciones, inquietudes, placeres y sufrimientos que los mios.
Algunas veces creo que con el ritmo tan estresante de vida que llevamos, el poco tiempo que tenemos para nada y los numerosos estimulos visuales, acusticos, propagandisticos y comerciales, cuya invasión sufrimos a diario, nos falta tiempo para encerrarnos un poquito, solo un poquito, en nosotros mismos y meditar quienes somos. No hace falta convertirse en filósofo, no, creo que es más sencillo. Estamos casi enajenados y medio hipnotizados ante tanto bombardeo de los medios; nos sentamos a ver la “caja tonta” contemplando sin cesar estímulos visuales que no requieren esfuerzo intelectual alguno. Despues de un dia de trabajo nos apetece relajarnos y no pensar en nada. Obvio. Indudablemente, la televisión es un enemigo poderoso. Te seduce, y con el tiempo prefieres ver la TV antes que leer. Y poco a poco, el individuo se va diluyendo en la masa, perdiendo la conciencia de su propia individualidad, de su unicidad, de su propio yo. Habrá muchas personas; pero no hay nadie mas en este mundo que sea como tu o como el de más allá: cada uno de nosotros somos UNICOS.
Parece que ahora no somos más que una masa enorme compuesta de millones de almas, que se agitan para un lado y para otro, como las cañas cuando las agita el viento. Pero ese "ser consciente de uno mismo", de tu propia y especifica singularidad que te distingue del grupo en el cual estás incardinado, es algo necesario y extraordinario. Personalmente pienso que es el individuo el que ha de hacer el esfuerzo personal para saber identificar su YO especifico, singular y único, en medio de su grupo.
Por ejemplo, algunas veces me he preguntado: ¿Quién soy yo? ¿Un numero, un simple ciudadano, uno mas en la lista? ¿Una gota de agua en medio del mar? No, perdone usted, yo soy yo. Un ser humano, mas bueno o mas malo, mas listo o mas tonto, pero yo. Creo que deberíamos de recordarlo, recuperar nuestro “sentido individual de nuestra propia humanidad” (no sé como expresarlo¸ entendedme lo que quiero decir), porque pienso que no somos solamente personas que todos los dias comen, beben y duermen, y que por las tardes han de ver forzosamente la telenovela de turno, o que cada semana han de ver el programa “Salsa Rosa” y enterarse de los cotilleos de los famosos para poder dormir a gusto y bien enteraditos. No. Y que conste que no critico a quien lo haga, cada uno es muy dueño de hacer lo que quiera; pero creo que somos algo más que eso, y hemos de darnos cuenta de ello. Y ese pequeño “esfuerzo” intelectual requiere privarse alguna vez de la tele, del paseo, o de la copita en el bar con los amigos. Solo es meditar de vez en cuando. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?
El mundo juzga por “bueno” o por malo” tal o cual cosa, o tal o cual idea. Deberiamos de tomarnos el trabajo de pensar: “¿Y yo, que pienso de eso?” Puede que nuestra opinión no coincida con la general: si es asi, lo mas seguro es que la nuestra sea la correcta; porque, los millones de personas que dicen algo, ¿lo han pensado antes? ¿Seguro que si?
Quizás este problema trae de la mano otro problema aún mayor: nuestra autoestima como seres unicos, está muy baja. Me explico. Como no pensamos en nosotros mismos, se nos olvida nuestro potencial: ya no recordamos de lo que somos capaces cada uno de nosotros. ¡Y podemos hacer mucho! Históricamente el individuo tenia el valor natural, es decir, la virtud que es el sentimiento de las propias fuerzas. Ahora el individuo aislado no tiene confianza más que en la multitud, en su grupo, no en si mismo. Y creo que eso anula nuestra autoconfianza en nuestra capacidad de cambiar nuestro entorno. Todos queremos cambiar el mundo, pero o no nos atrevemos, o no sabemos como hacerlo, o bien nos parece una entelequia imposible. Y el caso es que el ser humano tiene tendencia natural al bien. A los hechos me remito, y me centro en un mundo concreto: en este mundo blogger tan maravilloso que compartimos. Cuando alguno de nosotros tiene un problema, ¿verdad que le llueven los comentarios de animo y de apoyo? ¿Verdad que sentimos ese instinto de ser solidarios? Entonces, ¿por qué no lo llevamos a la practica? Y no solo en el mundo blogger, tambien en muchos otros aspectos y sectores. Y si encima nos da miedo hacer el bien, por miedo a la incomprensión, a que se rian de nosotros o a que nos hagan daño, entonces...apaga y vamonos.
Por ello, esa apatia nos conduce a la falta de compromisos. Nos falta compromiso. El mundo se cambia con acciones. Líbrenme los dioses de decirle a nadie lo que ha de hacer, pero creo que ese cambio podría traducirse en asumir compromisos concretos, y luego estar dispuestos a cumplirlos. Defino “asumir compromisos” como el firme propósito de una persona de hacer algo, de realizar actos concretos para intentar cambiar el mundo insuflándole valores éticos, a través del entorno que lo rodea, que es lo más inmediato que tiene.
Una persona puede hacer mucho más de lo que cree. P. ej. Cuando en una conversación se está criticando sin rigor a alguien, siguiendo el viejo refrán de “cuando el rio suena, agua lleva”, no estaria mal que alguien se atreviera a partir una lanza a favor de esa persona, argumentando que no es bueno juzgar a una persona que está ausente y que no se puede defender; o quizás manifestando claramente que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Si asi he conseguido que dos personas piensen en esa misma linea, ya he conseguido algo. Es solo un ejemplo. Y como ese, miles.
Dicen que el primer paso para solucionar un problema consiste en estudiar y examinar atentamente cual es ese problema. Y pienso que ese es el principio: quizás fuera bueno que empezásemos por ahí. Por ello, yo creo que no cambiará el mundo jamás, hasta que no cambie antes el individuo.
Tengamos fe en eso: no renunciemos a nuestra posibilidad de hacer algo grande.
Me queda la duda de haber sabido expresar adecuadamente mis ideas. Y quizás me llameis iluso o soñador, y a lo mejor estoy llegando demasiado lejos; pero os hago esta pregunta: el que pierde la fe en la posibilidad de cambiar el mundo, ¿no será que ha perdido tambien parte de su fe en si mismo, no será que ha perdido parte de su fe en su capacidad de cambiarse a si mismo?
Saludos.