Viene de la Primera Parte.
-Una cosa es la actitud ante la vida y otra bien distinta es lo que uno piensa. No veo qué relación tiene lo uno con lo otro.
-Pues si la tiene. Tenemos que vivir, ¿no? Entonces, ¿Por qué no vivir con esperanza? Me da la impresión de que estas un poco amargado, y no deberías de estarlo: al final de la vida mira hacia atrás: todos iremos al mismo sitio, pero no es lo mismo una vida vivida con pesimismo y sufriendo, que una vida vivida con alegría y esperanza. El balance final es que yo habre vivido feliz y tu no. Y yo tengo esperanza y fe en el ser humano: es posible cambiar esto. Estoy totalmente convencido.
-Bien, ya lo decía aquel literato: “La esperanza, por lo general, es mala guía, pero es muy buena compañera de viaje”. ¿Adonde quieres ir a parar?
-A lo siguiente: querer es poder. Quizás la frase “cambiar el mundo” sea muy grandilocuente, pero no es ninguna entelequia. ¡Se puede! Ya lo dije antes: meditemos, interioricemos. Comencemos por cambiarnos a nosotros mismos, y de ahí a nuestro entorno. Poco a poco. Asi lo podremos conseguir. Esa es la idea.
-Y yo también te lo he dicho antes: muchos antes que tu lo intentaron. ¡Y empezaron por cambiarse a ellos mismos…! Jesucristo, Gandhi, Buda, etc., fueron grandes hombres, de rica espiritualidad, se cambiaron a ellos mismos y enseñaron a los demás un camino, pero…¡fracasaron intentando cambiar a su entorno…! Recuerda las diatribas que Jesucristo pronunció contra los fariseos: ¡Están de rabiosa actualidad! ¿Qué ha cambiado? ¿No vivimos en un mundo hipócrita, lleno de sepulcros blanqueados?
-Quizás ello se deba a la pasividad de hombres como tu. Creo que no eres feliz, ¿sabes? Tu piensas que nada se puede hacer, el derrotismo se ha instalado definitivamente en ti y has perdido la fe en las personas. Y es una pena. Dices que nada podemos hacer: ¡vivamos entonces en la sociedad de los monos y de los gorilas! ¡Ellos sí que no pueden cambiar nada! ¿Es eso lo que quieres? ¿Que haces por evitarlo?
-Yo no he inventado nada, amigo. Solo digo lo que veo: observo la realidad tal cual es, no como tu quisieras que fuera. Y ya sabes que pienso que la realidad es inmutable.
-O sea, te limitas a aceptar el actual estado de cosas con una actitud derrotista, inerme, con una pasividad incalificable… ¡tu actitud es casi ofensiva…!
-La realidad, a veces, es tan asquerosamente ofensiva…
-Pues yo te digo que, además, esa lucha por mejorar el mundo o por intentar cambiarlo o ayudar a cambiarlo no solo es posible, sino deseable, y es hasta obligatorio intentarlo. ¡En muchas ocasiones es un imperativo ético…!
-Cálmate. ¿De que estás hablando? ¿Un imperativo ético?
-Si. Hay muchas causas por las que luchar. Por ejemplo, hay gente que muere diariamente de hambre en el mundo, y el caso es que existen los medios suficientes como para darles de comer a todos. ¿No consideras injusto que en pleno siglo XXI haya gente que muera de inanición o de enfermedades que podrían facilísimamente erradicarse con los medios que el primer mundo tiene? ¡Dos millones de niños mueren de enfermedades que podrían evitarse, simplemente, con un mosquitero…! ¿No te arden las entrañas de ira e indignación al pensar en eso? ¡Es intolerable!
-Reconozco que es lamentable, pero siempre han sucedido estas cosas.
-Entonces con tu silencio te conviertes en cómplice de ello. Y además un cómplice egoísta, pues solo te preocupas por ti. Para luchar por los demás hay que amarlos: ¿los amas tu? Lo dudo, y perdóname si ahora el brutalmente sincero soy yo. Además: ¿Por qué tiene que morir de hambre un niño con dos años de edad, cuando ese niño tiene absolutamente los mismos derechos, te lo repito, absolutamente los mismos derechos que tu o que yo? ¿Por un simple accidente geográfico como nacer en uno o en otro sitio? ¡Me niego a aceptarlo!
-Tu y yo solo somos dos.
-Pero si todo el mundo se concienciara, meditara y se diera cuenta de que ¡despues de 60 años…! hay una Carta de Derechos Humanos por los que luchar, si abandonara por un momento su cómodo vivir del primer mundo y se negara a aceptar este estado de cosas, tomando el firme compromiso de difundir esta lucha por los desfavorecidos, no seriamos dos, sino muchos. Se trata de tener un firme compromiso y de hacer todo lo posible por difundir la idea.
-¿Y como lo vas a hacer?
-Lo más importante es empezar difundiendo la idea por todos los medios posibles. Es un largo proceso: la difusión y la concienciación, y la meditación personal.
-Muy loable: pero no todo es tan sencillo: encontrarás muchos problemas. Es mucho más complejo. Mira la política y la economía internacionales: contempla a las grandes potencias y toma nota de sus oscuros juegos de intereses políticos, económicos, geoestratégicos…mira a esos países tirando cosechas enteras de cereales solo para que suba el precio, o creando alarmas sanitarias injustificadas o realizando mil y una maniobras solo para ganar dinero. ¡Abre los ojos al mundo…! La economía de mercado en la que vivimos es la que es.
-Los tengo bien abiertos, y las ideas muy claras, y por eso te digo: ¡Nadie tiene más derecho que nadie…!
-No me lo digas a mi: díselo a los políticos.
-¿Y tu que harás? ¿No nos ayudaras? ¡No es lo mismo una voz gritando contra la injusticia, que cien millones de voces gritando…! Toda ayuda será poca.
-¿Y qué harás tu?
-Muchos dejan el mundo exactamente igual que lo encontraron cuando vinieron aquí: yo, por el contrario, trataré de dejarlo mejor de lo que me lo encontré. “Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven asi porque no nos atrevimos a luchar”. Lo dijo Gandhi. Yo también lo haré asi. ¿Quién le iba a decir a él que conseguiría la independencia de La India? ¡Pues lo consiguió! Tuvo fe en su causa y lo hizo, le ganó el pulso a la todopoderosa Gran Bretaña. Yo tengo fe en mi causa. Recuerda que no es lo mismo a una persona con fe en su objetivo, que a cien millones de personas con esa misma fe: ¡es posible el cambio! Y solo es derrotado el que se decide a luchar; pero en estos casos, como decia Cervantes, el soldado más bien parece muerto en la batalla que vivo en la fuga.
-Suerte, pues.
Saludos.
-Una cosa es la actitud ante la vida y otra bien distinta es lo que uno piensa. No veo qué relación tiene lo uno con lo otro.
-Pues si la tiene. Tenemos que vivir, ¿no? Entonces, ¿Por qué no vivir con esperanza? Me da la impresión de que estas un poco amargado, y no deberías de estarlo: al final de la vida mira hacia atrás: todos iremos al mismo sitio, pero no es lo mismo una vida vivida con pesimismo y sufriendo, que una vida vivida con alegría y esperanza. El balance final es que yo habre vivido feliz y tu no. Y yo tengo esperanza y fe en el ser humano: es posible cambiar esto. Estoy totalmente convencido.
-Bien, ya lo decía aquel literato: “La esperanza, por lo general, es mala guía, pero es muy buena compañera de viaje”. ¿Adonde quieres ir a parar?
-A lo siguiente: querer es poder. Quizás la frase “cambiar el mundo” sea muy grandilocuente, pero no es ninguna entelequia. ¡Se puede! Ya lo dije antes: meditemos, interioricemos. Comencemos por cambiarnos a nosotros mismos, y de ahí a nuestro entorno. Poco a poco. Asi lo podremos conseguir. Esa es la idea.
-Y yo también te lo he dicho antes: muchos antes que tu lo intentaron. ¡Y empezaron por cambiarse a ellos mismos…! Jesucristo, Gandhi, Buda, etc., fueron grandes hombres, de rica espiritualidad, se cambiaron a ellos mismos y enseñaron a los demás un camino, pero…¡fracasaron intentando cambiar a su entorno…! Recuerda las diatribas que Jesucristo pronunció contra los fariseos: ¡Están de rabiosa actualidad! ¿Qué ha cambiado? ¿No vivimos en un mundo hipócrita, lleno de sepulcros blanqueados?
-Quizás ello se deba a la pasividad de hombres como tu. Creo que no eres feliz, ¿sabes? Tu piensas que nada se puede hacer, el derrotismo se ha instalado definitivamente en ti y has perdido la fe en las personas. Y es una pena. Dices que nada podemos hacer: ¡vivamos entonces en la sociedad de los monos y de los gorilas! ¡Ellos sí que no pueden cambiar nada! ¿Es eso lo que quieres? ¿Que haces por evitarlo?
-Yo no he inventado nada, amigo. Solo digo lo que veo: observo la realidad tal cual es, no como tu quisieras que fuera. Y ya sabes que pienso que la realidad es inmutable.
-O sea, te limitas a aceptar el actual estado de cosas con una actitud derrotista, inerme, con una pasividad incalificable… ¡tu actitud es casi ofensiva…!
-La realidad, a veces, es tan asquerosamente ofensiva…
-Pues yo te digo que, además, esa lucha por mejorar el mundo o por intentar cambiarlo o ayudar a cambiarlo no solo es posible, sino deseable, y es hasta obligatorio intentarlo. ¡En muchas ocasiones es un imperativo ético…!
-Cálmate. ¿De que estás hablando? ¿Un imperativo ético?
-Si. Hay muchas causas por las que luchar. Por ejemplo, hay gente que muere diariamente de hambre en el mundo, y el caso es que existen los medios suficientes como para darles de comer a todos. ¿No consideras injusto que en pleno siglo XXI haya gente que muera de inanición o de enfermedades que podrían facilísimamente erradicarse con los medios que el primer mundo tiene? ¡Dos millones de niños mueren de enfermedades que podrían evitarse, simplemente, con un mosquitero…! ¿No te arden las entrañas de ira e indignación al pensar en eso? ¡Es intolerable!
-Reconozco que es lamentable, pero siempre han sucedido estas cosas.
-Entonces con tu silencio te conviertes en cómplice de ello. Y además un cómplice egoísta, pues solo te preocupas por ti. Para luchar por los demás hay que amarlos: ¿los amas tu? Lo dudo, y perdóname si ahora el brutalmente sincero soy yo. Además: ¿Por qué tiene que morir de hambre un niño con dos años de edad, cuando ese niño tiene absolutamente los mismos derechos, te lo repito, absolutamente los mismos derechos que tu o que yo? ¿Por un simple accidente geográfico como nacer en uno o en otro sitio? ¡Me niego a aceptarlo!
-Tu y yo solo somos dos.
-Pero si todo el mundo se concienciara, meditara y se diera cuenta de que ¡despues de 60 años…! hay una Carta de Derechos Humanos por los que luchar, si abandonara por un momento su cómodo vivir del primer mundo y se negara a aceptar este estado de cosas, tomando el firme compromiso de difundir esta lucha por los desfavorecidos, no seriamos dos, sino muchos. Se trata de tener un firme compromiso y de hacer todo lo posible por difundir la idea.
-¿Y como lo vas a hacer?
-Lo más importante es empezar difundiendo la idea por todos los medios posibles. Es un largo proceso: la difusión y la concienciación, y la meditación personal.
-Muy loable: pero no todo es tan sencillo: encontrarás muchos problemas. Es mucho más complejo. Mira la política y la economía internacionales: contempla a las grandes potencias y toma nota de sus oscuros juegos de intereses políticos, económicos, geoestratégicos…mira a esos países tirando cosechas enteras de cereales solo para que suba el precio, o creando alarmas sanitarias injustificadas o realizando mil y una maniobras solo para ganar dinero. ¡Abre los ojos al mundo…! La economía de mercado en la que vivimos es la que es.
-Los tengo bien abiertos, y las ideas muy claras, y por eso te digo: ¡Nadie tiene más derecho que nadie…!
-No me lo digas a mi: díselo a los políticos.
-¿Y tu que harás? ¿No nos ayudaras? ¡No es lo mismo una voz gritando contra la injusticia, que cien millones de voces gritando…! Toda ayuda será poca.
-¿Y qué harás tu?
-Muchos dejan el mundo exactamente igual que lo encontraron cuando vinieron aquí: yo, por el contrario, trataré de dejarlo mejor de lo que me lo encontré. “Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven asi porque no nos atrevimos a luchar”. Lo dijo Gandhi. Yo también lo haré asi. ¿Quién le iba a decir a él que conseguiría la independencia de La India? ¡Pues lo consiguió! Tuvo fe en su causa y lo hizo, le ganó el pulso a la todopoderosa Gran Bretaña. Yo tengo fe en mi causa. Recuerda que no es lo mismo a una persona con fe en su objetivo, que a cien millones de personas con esa misma fe: ¡es posible el cambio! Y solo es derrotado el que se decide a luchar; pero en estos casos, como decia Cervantes, el soldado más bien parece muerto en la batalla que vivo en la fuga.
-Suerte, pues.
Saludos.