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04/10/2010

Vulgaridad

Hace poco hablábamos de la frivolidad; hagámoslo ahora de una prima hermana suya: la vulgaridad. Nuestro diccionario define lo vulgar como lo común o general; persona o cosa que es muy normal o que no tiene ninguna característica especial ú original, o que no tiene elegancia o buen gusto, usándose también para definir al lenguaje que utiliza la gente corriente, en contraposición al que utilizan los especialistas. Otra acepción de vulgar hace referencia a la persona, al lenguaje o a la costumbre que es poco refinada, de poca educación o de mal gusto: de esta última acepción no hablaré en esta entrada, dado lo amplio del tema y lo escabroso de la causa: falta de educación y de cultura; ademas, ya hablé de ello en otro lugar.

Me atreveré a dar una definición, incompleta por supuesto, pero lo hago adrede: el termino vulgar es tan amplio que en esta definición recalcaré un aspecto muy concreto de la vulgaridad,  sobre el que voy a incidir en esta entrada. Dícese de persona vulgar a la persona que “hace lo que hace todo el mundo, o aquel cuyo comportamiento o actitud ante la vida no tiene nada de original”, o lo que es lo mismo: sinónimo de falta de personalidad, o personalidad poco definida. Habrá mejores definiciones que esta, estoy seguro de ello: pero esta es la definición que a mi me gusta.

Lo vulgar, en consecuencia, es lo opuesto a lo original. Lo vulgar es lo común, y lo original es la especialidad singularisima de cada individuo.

La vulgaridad se ha extendido en nuestra sociedad de un modo incontestable. Grandes centros comerciales ponen de moda la ropa que se llevará la próxima primavera o verano, casi de modo vinculante, quedando inmediatamente “demodé” o mal visto el que no se somete a la tendencia mayoritaria. El poder de la televisión y de Internet es tal que no solo en cuestión de moda marcan tendencias, sino también en hábitos, comportamientos, costumbres, espectáculos, etc, y todos estos sectores están invadidos por la vulgaridad. Los niños han de tener –todos- una “nintendo” para que sus compañeros de escuela no los miren como criaturas extrañas: faltaba más. Y el dia que comienzan las rebajas todo el mundo acude  a las grandes superficies comerciales,  aunque realmente no tengan nada que comprar. Llega el dia 14 de Febrero: dia de los enamorados. Resulta que ahora es cuasi-obligatorio comprar algo a la esposa ese dia  (nueva y cursi moda importada no sé de donde)  y llevarla a cenar a un restaurante por lo caro.  Todo  o casi todo el mundo pasa por el aro. Halloween, Navidad…etc. ¿Dónde va Vicente? ¡Donde va la gente! Salvese el que pueda.

Y por cierto, la vulgaridad, "per se" no tiene por que ser intrinsecamente mala o dañina: es lo que hace todo el mundo. Pero asfixia, cuando no impide, el desarrollo de la individualidad: ahi esta el caballo de batalla de esta entrada. La vulgaridad aparece como un gigante enorme que devora a la preciosa singularidad de cada individuo, que tiene la osadia de desmarcarse y seguir su propia idea. Y no solo devora la singularidad: la critica, la arrincona, la maltrata sin misericordia. Fulmina, literalmente hablando, a todo aquel individuo que no se comporta como "es debido": como hace todo el mundo. Finalmente, la fagocita.  Dicho sea entre  paréntesis, os pondré un ejemplo mejor que mil palabras: que a nadie se le ocurra aparecer por la plaza de su pueblo completamente empapado en sudor, en zapatillas de deporte y pantalon corto, despues de haber corrido 10 km. Si lo sabré yo. Y menos mal que es a una hora prudente (sobre las 16, o 16,30 aproximadas), aunque me han dicho de todo. ¡Imaginaros a otra hora...! (Bueno, que sigan hablando, porque yo no voy a dejar de correr, mientras los dioses quieran y las lesiones no me lo impidan).

¿Qué hay en nuestro comportamiento que sea genuinamente nuestro, parido por nuestro intelecto, y no adaptado de la sociedad o copiado de ella?
¿Lo hemos pensado alguna vez? Y que conste que a todos  nos pasa en mayor o menor medida: nadie está libre de la poderosa influencia de la vulgaridad.

He meditado mucho sobre la causa de la vulgaridad: ¿por qué nos dejamos atrapar en sus redes? Yo creo que la principal causa de la vulgaridad es la comodidad, la pereza (la misma fuente de la frivolidad) el deseo de no trabajar, de no pensar, de no meditar: de no estrujarse un poco la materia gris, de no desmarcarse, de no seguir tu propio camino. El individuo no se toma trabajo de pensar, o de innovar, o de crear cosas nuevas, y fundamentalmente de hacer las cosas como a él le gusta hacerlas: supone enfrentasrse al monstruo de la vulgaridad y exponerse a la crítica.  El esfuerzo personal siempre tiene un premio, pero inicialmente supone mucho sacrificio, y el individuo no está dispuesto a pagar ese precio, porque supone remar contra corriente, como el piraguista de la imagen.

Y merece la pena el sacrificio: los grandes éxitos históricos han venido de gente que ha innovado, que ha estudiado; que ha decidido buscar otro camino diferente; de gente que ha ignorado los anchos caminos por donde va todo el mundo y ha buscado sendas intrincadas por las cuales han llegado a auténticos tesoros de saber y conocimiento, de actitudes, de moda (Coco Channel, p. ej., simpre hubo un antes y un después de ella) ¿Por donde va Vicente? Por donde va la gente. Bien, ellos fueron por su propio camino.

Pero no solo la comodidad es causa de la vulgaridad: también el miedo lo es,  es decir, el miedo del individuo a significarse. “Allá donde fueres, haz lo que vieres”, dice el clásico refrán. El individuo se siente arropado, cobijado en la masa, no se distingue y así no se significa, ni se señala: hace lo que hacen todos y así no es el blanco de las miradas ajenas, ni de comentario alguno. Se siente agusto. ¿Como va Vicente? Como va la gente.

Fundamentalmente, pienso que la vulgaridad obstaculiza, o al menos ralentiza el libre desarrollo de la personalidad. Si uno actua como actua todo el mundo no se toma el trabajo de meditar que respuesta es la que mas cuadra con su escala interior de valores, o simplemente, lo que a él le apetezca en un momento dado: ¡se lo dan todo hecho! No tiene mas que hacer lo que hace todo el mundo, cuando, como y donde  lo hace todo el mundo.

Pienso que la prudencia, una vez mas, es una buena tabla a  la que agarrarnos. siempre hay que mantener el equilibrio: ni ser siempre vulgar ni estar siempre obsesionado por ir contra corriente: todo en su justo término. Si te apetece algo que la mayoría comparte, cógelo. Pero que sea porque a ti te apetece, no por no significarte ni para evitar que te señalen con el dedo.

Sobre todo, tengamos con nosotros siempre la libertad. Hagamos lo que hagamos, que sea porque sea eso lo que nos llena por dentro. Hay que sentirse libre: tanto frente a la vulgaridad como frente al deseo exhacerbado de innovar o de desmarcarse. Esto no es una carrera de obstáculos ni ninguna competición. Y hay que tener en cuenta que hay tantas originalidades como personas, y todas son preciosas. Quiero decir con esto, que siempre habrá alguien mas listo que tu, mas alto y mas guapo que tu, o mas simpático que tu, por ello puede que no ganes la carrera del más listo/a o del mas guapo/a. Pero una cosa es segura: nadie habrá como tú, porque eres único/a. Esa batalla, de seguro, la tienes ganada, amigo y amiga. Por ello, no compitas con los demás a ser más que nadie: compite con los demás a ser tu mismo.

Demárcate así de la vulgaridad. Cultiva tu individualidad, no tengas miedo a ser tu mismo. Y no te dejes frenar, ni amedrentar ni coaccionar por el monstruo de la vulgaridad, o por el miedo a ser criticado,  o por la conveniencia de usar patrones de conducta que no son tuyos: sortéalos, ignóralos, y se tu mismo: deja que tu personalidad se desarrolle libre y espontáneamente. ¡Se tu mismo! Sin olvidar tu entorno, ni donde vives,  cultiva lo que te distingue, y no temas remar contra corriente cuando sea necesario.

Quizás debiéramos de recordar que “el mayor desafío es ser tu mismo”. Le moleste a quien le moleste.

Saludos.

19 comentarios:

Myriam dijo...

Estoy de acuerdo contigo, hay que aprender a usar el cerebro y el propio juicio. Algo que le enseñé a mi hija, desde siempre y a fuego, la primera y única vez que fué detrás de la gente y de Vicente de curiosa, sin discriminar.

UN abrazo

Abuela Ciber dijo...

Como siempre un gustazo leerte.
Compartiendo, casi la totalidad de lo que expones.
Claro que con un te o cafe de por medio la charla seria mas amena!!!!

Mas que vulgaridad te diria que lo veo como una masificacion, una forma comun para todos.

De ahi que destacan los que concientemente, (se llega a esto por muchos caminos) deshechan esto y van formando su personalidad independientemente de ese entorno "nefasto"

Tu ,joven como mis hijos, estan en el camino, yo ...ya fuí y..... miro a mis niet@s y la lucha de sus padres para que entiendan la importancia de ser autentic@s.

Siempre les digo que ese tiempo que le dedican a sus hijos (los niños no pidieron nacer) es la mejor herencia que les pueden dejar.

Recibe un abrazo sincero.

Unknown dijo...

Suscribo esta entrada en su totalidad. Y encaja bastante bien en una entrada que publiqué en la que aparecía Gary Cooper en a película "el manantial" haciendo un discurso al respecto, delante de un jurado.
Decía algo así que la sociedad, nuestros dirigentes, fomentan la vulgaridad, ya que eso crea gente obediente. También aplasta a aquellos que intentan ser ellos mismos.
Un abrazo.

Andaya dijo...

El ser humano es un animal gregario; nos sentimos cómodos en grupo, quizás por un miedo ancestral a la soledad. Enfrentarse a uno mismo es un ejercicio de humildad aterrador para quien no asume de entrada su condición finita. Es quizás por eso, que las personas sienten una querencia casi adictiva por identificarse con el "grupo"-por inclusión o por exclusión, según las modas-. Nos colgamos etiquetas que nos vinculan con determinados sectores sociales, haciéndonos parte de algo mayor que nosotros mismos, superando, o más bien camuflando de este modo ese miedo a la soledad, a nuestra condición no eterna.
Hasta ahí es entendible y hasta aceptable.
El problema es que vivimos en una sociedad de consumo, donde las etiquetas generan dinero, y por tanto tienen una duración efímera, obligando al indivíduo a "invertir" de nuevo para no sentirse aislado; sólo.
El problema es que cada vez tenemos menos tiempo para averiguar lo que somos, porque estamos demasiado ocupados en decidir qué parecemos.
El problema es que nos generan necesidades inexistentes, que cuando no se satisfacen hacen planear sobre ti la sombra del fracaso.
El problema es que no existen escales de valores, o que estas se han convertido en otra etiqueta rígida que diferencia.
Y como dices, el problema es que nos resulta mucho más fácil ser un "producto" de manofactura agena, que algo artesanal y propio.
Muy, muy buen artículo. Mucha gente se atreve a opinar, pero poca a pensar; y tú haces las dos cosas con todas sus consecuencias.

Andaya dijo...

Y disculpas por la extensión de mi respuesta.

V dijo...

Yo en mi propia jerga *made in Vero, a lo que tú llamas vulgar, le llamo evidencia, y a los que gozan de, los evidentes, que me aburren un montón, por cierto. Aunque todos tenemos algo que nos hace singulares, eso es así :-) = pensar. Lo malo es que no todo el mundo hace uso de ello, por desgracia. Y vulgares... en fin, tanto como únicos. Cada cual elige, sólo hay que... pensarlo ;-D

Y al que no le guste, que no mire. Yo no se lo pedí :-)

Besetes.

Sorry por el tachón, me zampé una coma que cambiaba el sentido del escrito.

Más besetes.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cuánta razón, querido amigo. Qué difícil es ser uno mismo: imposible para muchos.

RAMPY dijo...

No lo has podido expresar más claramente, hubiera sido imposible.
Es una tarea de titanes, pero por mucho que me tumben, siempre me levantaré.
Un abrazo y gracias por estar ahí.
Disfruto mucho leyéndote, y no lo hago más a menudo, no por falta de ganas, sino más bien de tiempo.
Y es que el TIEMPO sin TI es EMPO.

Montserrat Sala dijo...

Una extraordinaria reflexión sobre la vulgaridad, que suscribo de pies a cabeza. La personalidad es la mejor arma para combatirla, y afortunadamente tenemos cabezas pensantes con el cerebro muy bien amueblado, que se sustraen del "Vicente..."y marchan solos y seguros hacia la búsqueda de su propio yo y a enfrentarse las veces que haga falta con"Vicente..."
Un ejemplo: nunca he caido en la tentacióon de las fiestas i celebracioens que nos ha impueto el Corte Inglés. (Halloween, Papa Noël,
el dia de la madre, del padre del suegro, en fín de hacernos gastar y bailar el són que tocan ellos. Por algo se epieza. Y como tú tambien pienso que esto no es bueno ni malo. Simplemente destinto. Saludos.

Alijodos dijo...

Eres la verdad una persona llena de una gran sabiduria..Pienso que en si misma la vulgaridad es una de las cualidades que mas presentes estan en nuestra sociedad por que es como bien dice lo comun lo que hay que hacer...en ese sentido siempre he luchado y luchare por ser yo mismo aunque a veces pueda también parecer vulgar..desde luego tu blog y tu sois lo mas distinto a vulgar que he visto nunca...Un abrazo.

Natàlia Tàrraco dijo...

CORNELIVS, de nuevo me haces estrujar las neuronas, y te lo agradezco.
Intento no ser vulgar, intento no decir ni escribir vulgaridades, intento vestir ropa no vulgar, me repelen las etiquetas...
Intento ser de los no vulgares, los pensantes originales, los capaces de discernir, los elegantes dentro de la más pura elegancia, los templados capaces de indignarse ante la vulgaridad, pero con mesura, me uno a los espontaneos nada vulgares a vote pronto, procuro mirar hacia metas sanas, nobles, pasando de la aplastante vulgaridad que me rodea en todos los sentidos, mire donde mire. Mi norte es ser auténtica,intento, en resumidas, ser yo misma aunque a veces no sé quien soy a ciencia cierta, pero tengo una idea vaga nada vulgar, por suerte.
Me congratula ver que somos muchos los no vulgares...¿estaremos siendo demasiados hasta parecer vulgares?
Repito CORNELIVS, siempre me haces engrasar el coco. Y yo, no me hagas mucho caso, siempre me decanto por cierta ironía o más bien, descaradamente dudo hasta la ¿vulgaridad? no lo quieran los dioses verdaderos.
Un placer leerte siempre.
Un placer verte por mi blog.

Fernando Manero dijo...

Es fácil y cómodo dejarse llevar por la corriente, aceptar lo que en cada momento imponen las modas, ya que la presión mediática es abrumadora, la publicidad obsesiva, los mensajes unilaterales marcan la pauta a seguir. Por eso resistirse a ello requiere formación, firmeza, entender que otras opciones son posibles, lo que no está al alcance de todos ni siempre resulta factible. De ahi que nuestra vida sea un constante conflicto entre la defensa de la personalidad y la aceptación acrítica de lo que nos imponen. Se trata, por tanto, de que en la balanza, que siempre está en movimiento, prime más lo primero que lo segundo, ya que eliminar lo segundo por completo es practicamente imposible. Un abrazo, campeón

Rita dijo...

Es por eso que me llaman rebelde, odio hacer lo que hacen los demás por el hecho de no desentonar, creo que me siento bien cuando desentono ja ja
un besote

allmaacuariana dijo...

Querido amigo, coincido en casi la totalidad de tu reflexion, superlativo análisis, y observo cuando nos apartamos de la masificación de lo esperado, porque casi se siente como que va contra la corriente por hacer lo que uno realmente siente.Me decía mi hija Carolina que es maestra jardinera y trabaja en un maternal hace cinco años, cuando se siente que la problemática social de los niños difiere del anterior modelo, del establecido y no se puede adecuar a los nuevos requerimiento , porque está así el sistema institucional del establecimiento, y lamentablente, luego con los años se ven los resultados, negativos en muchos casos.Pero tener ideas, innovar, revelarse, ver las inquietudes de los niños, les enseñan a los adultos.Y rebeldes le llaman, Quijotes.Abrazos.

Mariluz GH dijo...

En las personas de mi edad es más cuestión de 'comodidad', 'dejarse llevar', por las situaciones que les han tocado vivir...
Siempre he procurado enseñar la importancia der "originales" hasta el final y no malas copias de nada ni nadie

Interesante tema, amigo :)

Isabel Martínez Barquero dijo...

Bravo, querido Cornelivs.
Me ha gustado muchísimo esta entrada. Y es que, en la sociedad en que vivimos, pretenden uniformarnos a todos, y no. Hay que ser valiente y ser uno mismo, alejarse de adocenamientos varios.
Un beso y gracias.

Gabiprog dijo...

Entonces... ¿nada de imitaciones de Chiquito de la Calzada en la boda de turno?


;-)

MAJECARMU dijo...

Tú lo has dicho,ser uno mismo,buscar el equilibrio interior,que nos mangenga en paz con nosotros mismos...Es difícil,pero se consigue.
Mi felicitación por tu reflexión y mi abrazo inmenso.
M.Jesús

Silvia dijo...

AMIGO POETA.; ES UN PLACER LEERTE...
COMPARTO MUCHO LO QUE DICES...
ES MUY DIFICIL NO SER MANADA Y TRATAR DE SER UNO MISMO...CUESTA PERO SE PUEDE...
GRACIAS POR COMPARTIR.
BESOTES.
SILVIA CLOUD