Ha sucedido esta tarde, y es un hecho real. Un amigo me llama al móvil: quiere tomarse un café conmigo. Ha sido un rato muy agradable, pero cortito. El caso es que a la entrada del bar había una persona, conocida mía y cuyo nombre omitiré, con evidentes síntomas de haber bebido mas de la cuenta. He deducido que algo le ha pasado a este hombre –que, de ordinario no bebe, que yo sepa- para encontrarse así. Dos amigos intentaban calmarlo. Hablaba con rabia y tenia los ojos colorados, como de haber llorado. Me ha impactado porque lo tengo por hombre serio. Lo que esa persona decía me ha dado que pensar, y quiero compartirlo con vosotros. Hablaba a grandes voces, y una frase se me ha quedado. Es esta, y la voy a citar con las mismas palabras y los mismos términos con que la ha pronunciado, y además con evidente enojo:
“Si fuera que no somos capaces de ser buenos, porque no podemos, pues ¡que se le va a hacer! Pero si somos capaces de ser buenos, y podemos ser buenos, ¿Por qué coño tenemos tan "mala follá"? Si sabemos como se hacen bien las cosas, ¿Por qué nos gusta tanto jodernos los unos a los otros?"
Veo de nuevo la delgada línea que separa el optimismo del pesimismo, el vaso medio lleno del vaso medio vacio, o por mejor decir: la ilusión (como esfuerzo de la voluntad en querer que las cosas sean o esperar que lleguen a ser de un modo determinado) de la realidad, como aceptación resignada de la verdadera naturaleza de lo que ves y percibes: del mundo.
Tenemos capacidad para hacer el bien, de hecho ha habido magníficos seres humanos que lo han hecho y se han mostrado sensibles con el dolor ajeno. Pero la mayoría se inclina hacia el egoísmo, hacia un completo egocentrismo, injustificable éticamente, adobado con una nula sensibilidad hacia el dolor de los demás.
Y como decía mi conocido: si no fuéramos capaces de hacer el bien, pues mire usted, es que no tenemos esa capacidad, no se nos diseñó de fábrica para ello, de modo que no le pidamos peras al olmo. Pero si, genéticamente, podemos hacer el bien porque tenemos esa capacidad, porque podemos hacerlo, entonces ¿por que puñetas nos gusta tanto jodernos los unos a los otros? ¡Ah, ya, el libre albedrío! Conocemos el bien, y somos capaces de él: pero preferimos el mal. Y es que "a ninguna gallina le falta su escarbadero". Que pena.
Siempre he presumido de tener fe en el ser humano. Pero quizás la vida, o el lento transcurrir de los años, la experiencia -llamadlo como queráis- me está enseñando a aceptar las cosas como son.
¿Y sabéis un cosa? Tengo miedo a perder la capacidad de soñar. Tengo miedo a despertarme un dia y darme cuenta que todo ha sido, solamente, una sombra, una ficción; un sueño, como decia nuestro inmortal Calderon de la Barca. Porque quizás la vida en muchas ocasiones sea una eterna huida hacia adelante: un autoengaño, o bien una permanente huida acerca de algo que en fondo, muy en el fondo nuestro, ya sabemos, pero que nos negamos a aceptar.
En fin, seamos positivos, que el que no se consuela es porque no quiere.
Saludos.
“Si fuera que no somos capaces de ser buenos, porque no podemos, pues ¡que se le va a hacer! Pero si somos capaces de ser buenos, y podemos ser buenos, ¿Por qué coño tenemos tan "mala follá"? Si sabemos como se hacen bien las cosas, ¿Por qué nos gusta tanto jodernos los unos a los otros?"
Veo de nuevo la delgada línea que separa el optimismo del pesimismo, el vaso medio lleno del vaso medio vacio, o por mejor decir: la ilusión (como esfuerzo de la voluntad en querer que las cosas sean o esperar que lleguen a ser de un modo determinado) de la realidad, como aceptación resignada de la verdadera naturaleza de lo que ves y percibes: del mundo.
Tenemos capacidad para hacer el bien, de hecho ha habido magníficos seres humanos que lo han hecho y se han mostrado sensibles con el dolor ajeno. Pero la mayoría se inclina hacia el egoísmo, hacia un completo egocentrismo, injustificable éticamente, adobado con una nula sensibilidad hacia el dolor de los demás.
Y como decía mi conocido: si no fuéramos capaces de hacer el bien, pues mire usted, es que no tenemos esa capacidad, no se nos diseñó de fábrica para ello, de modo que no le pidamos peras al olmo. Pero si, genéticamente, podemos hacer el bien porque tenemos esa capacidad, porque podemos hacerlo, entonces ¿por que puñetas nos gusta tanto jodernos los unos a los otros? ¡Ah, ya, el libre albedrío! Conocemos el bien, y somos capaces de él: pero preferimos el mal. Y es que "a ninguna gallina le falta su escarbadero". Que pena.
Siempre he presumido de tener fe en el ser humano. Pero quizás la vida, o el lento transcurrir de los años, la experiencia -llamadlo como queráis- me está enseñando a aceptar las cosas como son.
¿Y sabéis un cosa? Tengo miedo a perder la capacidad de soñar. Tengo miedo a despertarme un dia y darme cuenta que todo ha sido, solamente, una sombra, una ficción; un sueño, como decia nuestro inmortal Calderon de la Barca. Porque quizás la vida en muchas ocasiones sea una eterna huida hacia adelante: un autoengaño, o bien una permanente huida acerca de algo que en fondo, muy en el fondo nuestro, ya sabemos, pero que nos negamos a aceptar.
En fin, seamos positivos, que el que no se consuela es porque no quiere.
Saludos.