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23/10/2025

Cuando ser bueno parece una locura...una bendita locura (Tristeza 2ª parte)


A veces me pregunto si vale la pena seguir intentando ser buena persona en un mundo tan pérfido, tan lleno de máscaras, intereses y fingimientos.  Por eso mismo, muchas veces pienso que, en este mundo que parece girar al revés, ser bueno se ha convertido en una especie de locura

Y sin embargo… hay locuras que merecen la pena. Porque, por mucho que duela, algo dentro de mí se niega a renunciar a la bondad. Puede que el mundo se haya vuelto cínico, pero no quiero que ese cinismo me arrebate lo mejor que tengo: la capacidad de mirar al otro sin odio, de sentir compasión, de mantenerme limpio por dentro.

Quizá ser bueno parezca una locura, sí… pero es una bendita locura.  Una que te deja en paz, mientras tantos otros -más listos, más fríos, más duros- viven en guerra consigo mismos.

Si; parece una locura ser bueno o intentrlo, porque en muchas ocasiones quien actúa con nobleza es confundido con un ingenuo; quien ofrece la mano recibe la herida; quien confía, es traicionado.  Y sin embargo… algo dentro de mí se resiste a endurecerse del todo. Hay una tristeza, sí, una tristeza serena y lúcida, que nace de ver cómo el egoísmo se confunde con astucia y la compasión con debilidad. Pero junto a esa tristeza, hay también una certeza que no se apaga: ser bueno sigue teniendo sentido: todo el sentido del mundo. Y si, merece la pena. Tenemos que volver a poner en alza este valor humano tan olvidado: la bondad.

Lo que todo el mundo suele hacer es lo fácil: pensar que ser oveja en medio de lobos es un mal negocio. Y nos apresuramos a desechar la idea, sin mas, y nos volvemos desconfiados, y tanto que a veces no nos fiamos ni de nuestra sombra. Y eso es una pena muy grande;  si nadie se fia de nadie...eso si que es un mal negocio.  ¿A donde va el mundo?  Por eso no estoy de acuerdo con analisis precipitados, pues hay que considerar las cosas un poco mas despacio. Porque cometemos un error de principio. Ser bueno no es ser tonto.  El cínico parece más listo, el que engaña parece más hábil, el que no siente parece más fuerte. Pero ser bueno —de verdad, no de palabra— no es cosa de débiles, sino de fuertes, y de fuertes de verdad. Es cosa de quienes pueden hacer daño y eligen no hacerlo. Y si tenemos que cambiar el mundo...empecemos por nosotros mismos.

El mal actúa por impulso; el bien, por convicción. Y eso requiere una fuerza que no siempre se ve.  Decía Marco Aurelio: “El mejor modo de vengarte de un enemigo es no parecerte a él.”

Y ser bueno no es permitirlo todo. No es callar ante la injusticia ni aceptar el abuso. Es, más bien, conservar la templanza cuando todo empuja al odio; mantener el alma limpia cuando alrededor todo se ensucia. Ser bueno no es ser un cordero en medio de lobos, sino ser pastor de uno mismo.

La bondad como refugio interior. He llegado a comprender que la mayor recompensa de la bondad no está fuera, sino dentro. Ser justo, honesto, compasivo, no garantiza aplausos ni gratitud, pero deja algo muchisimo más valioso: la paz interior.

"La conciencia tranquila no necesita testigos. El alma que actúa conforme a su verdad no teme juicios" (Séneca) “El mal que haces te hiere antes a ti mismo”, decía el Buda.  “Bienaventurados los limpios de corazón”, añadió Jesús.

El rencor, la venganza, el engaño… quizá dan una victoria efímera, nuestro ego se hincha, pero perdemos la paz interior,  son victorias amargas porque roban nuestra serenidad. En cambio, quien elige obrar bien, aunque pierda algo externo, gana algo mucho más profundo: la armonía consigo mismo y la paz interior. ¿Os parece poco premio ese?

La bondad lúcida. La vida me ha enseñado que la bondad necesita ojos abiertos.  Ser bueno no es dejarse pisar; es no perder el alma cuando te pisan. Se puede perdonar sin volver a caer. Se puede ayudar sin dejarse manipular. Se puede amar sin entregarse al abuso. Recordad a Jesús: Sed astutos como serpientes y sencillos como palomas.” (Evangelio según Mateo, 10:16).  Y eso es lo difícil: mantener la inocencia sin perder la sabiduría, mantener la pureza sin perder la ingenuidad. Y la bondad no es ceguera; es elección consciente y valiente. Es decir: “sé lo que haces, sé cómo eres, pero aun así no dejaré que me conviertas en ti”.  

Lo facil,  lo que casi todo el mundo hace, es desconfiar e ir a lo tuyo, asi triunfa el ego. Lo dificil, lo verdaderamente valioso,  es ser bueno a pesar de que el mundo sea como es: eso es el triunfo del alma.

La paz como victoria.  En un mundo donde todo se compra y se vende, la bondad no siempre es rentable. Pero es una forma de libertad, y para mi de las mas valiosasEl que no traiciona sus valores, aunque lo pierda todo, sigue siendo dueño de sí mismo. El que actúa con rectitud, aunque nadie lo vea, se acuesta en paz. Y eso, créeme, vale más que cualquier triunfo y que todo el oro del mundo.

Decía Séneca: “El premio de una buena acción está en haberla hecho.”  Y yo añado: el precio de una mala acción está en tener que vivir contigo después. ¿Merece la pena? yo creo que no.  Recordemos de nuevo a Jesus: "¿De que le vale al hombre ganar el mundo, si pierde su alma?".  

Como epilogo, quiero añadir una ultima reflexión.  No sé si este mundo cambiará. Tal vez no. Pero sí sé que no quiero que el mundo me cambie a mí.  Prefiero que me tomen por ingenuo antes que por cínico; prefiero perder antes que endurecerme; prefiero sentir antes que fingir.  Al final, la verdadera pregunta no es si vale la pena seguir siendo bueno, sino cómo quieres vivir contigo mismo: ¿en paz contigo mismo, o en guerra interior? Nada de lo que acumules -ni poder, ni dinero, ni prestigio- podrás llevarte contigo.  Pero la serenidad que dejas en tu alma, esa sí te acompaña mientras existes.

Prefiero vivir feliz con poco que amargado entre lujos, porque la felicidad no está en lo que tienes, sino en lo que eres. Si eliges la bondad, si eliges la paz… ya has triunfado.

Porque, al final, la bondad no es estrategia: es identidad. Y cuando todo se apaga —cuando las luces del ego y la soberbia se extinguen— lo único que queda encendido en el alma es esa pequeña llama interior que nunca negocia su luz.  Y esa llama, aunque tiemble, sigue valiendo la pena.

Saludos.

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