Desde siempre, este luctuoso suceso ha sido uno de los acontecimientos históricos que más me ha impresionado y entristecido: siempre es causa de pena la muerte del conocimiento y del saber a manos de la intolerancia. Situada en la ciudad de Alejandría, se cree que fue creada a comienzos del Siglo III a.C. por Ptolomeo I Sóter, y que llegó a albergar hasta 700.000 volúmenes, e incluso pudo alcanzar los 900.000 volúmenes cuando Marco Antonio ofreció 200.000 volumenes a Cleopatra, traidos desde la Biblioteca de Pérgamo.
El fin de esta Biblioteca fue una gravisima perdida y además irreparable: el mundo occidental se vio sumergido en una oscuridad cultural intolerable e indescriptiblemente triste. Culturalmente hablando, el final de la Biblioteca fue una terrible tragedia, pues, junto con otras causas, dejó al mundo del saber en una completa –y lamentable- oscuridad que sumergió a Europa en la ignorancia, en la superstición y en la barbarie de la Edad Media.
Y el caso es que el fin de la Biblioteca de Alejandría no deja de ser un misterio. Algunos autores atribuyen erróneamente el final de la Biblioteca al ataque de Julio Cesar, en su guerra de persecución contra Pompeyo, pero parece que según Seneca solo se vieron afectados unos 40.000 volumenes. Pero después del desastroso incendio, la muerte de César y del ascenso de Augusto, Cleopatra VII se refugió en la ciudad de Tarso (en la actual Turquía) junto con Marco Antonio. Parece que fue entonces cuando el triunviro le ofreció los 200.000 manuscritos traídos desde la Biblioteca de Pergamo, que Cleopatra depositó en la biblioteca como compensación por cualquier posible pérdida.
La existencia de la Biblioteca tras su supuesta destrucción queda confirmada por una inscripción hallada a principios del siglo XX, dedicada a Tiberio Claudio Balbilo. Balbilo desempeñaba un cargo «supra Museum et ab Alexandrina bibliotheca» combinando la dirección del Museo y las bibliotecas como si se tratara de una academia.
Tras una serie de graves conflictos que afectaron a la Biblioteca en el Siglo II y III, llegamos al Siglo IV. La suerte del mayor templo del saber del mundo antiguo estaba echada. Parece que a finales del Siglo IV, el emperador Teodosio el Grande, en respuesta a una petición del patriarca de Alejandría, envió una sentencia de destrucción contra el paganismo en Egipto: en el año 391, el patriarca Teófilo de Alejandría demolió el Serapeo al frente de una muchedumbre fanática y sobre sus restos se edificó un templo cristiano. Parece que es en este momento cuando la Biblioteca-hija del Serapeo fue saqueada y desperdigada o destruida. El historiador romano Sócrates de Constantinopla proporciona el relato de la destrucción en el libro V de su Historia ecclesiastica, escrita alrededor del año 440: “A petición de Teófilo, obispo de Alejandría, el emperador publicó una orden para demoler los templos paganos en esa ciudad, ordenando también que debía ser puesto en ejecución bajo la dirección de Teófilo. Aprovechando la oportunidad, Teófilo se esforzó al máximo para exponer los misterios paganos al desprecio público. Y para comenzar ordenó que el Mithreum fuese limpiado y se exhibiesen los símbolos de sus sangrientos misterios, que caricaturizó en público. Luego destruyó el Serapeum, que también mostró lleno de supersticiones extravagantes, e hizo arrastrar el falo de Priapo por el foro. Así acabaron esos disturbios, con el gobernador de Alejandría, y el comandante en jefe de las tropas de Egipto ayudando a Teófilo a demoler los templos paganos”
Aproximadamente en el año 416, el teólogo e historiador hispanorromano Paulo Orosio vio con mucha tristeza los restos de la biblioteca del Serapeo, confirmando que «sus armarios vacíos... fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo».
En la epoca arabe, se destruyeron los pocos restos que quedaban. El cronista y pensador Ibn al-Kifti, afirmó en la Crónica de los sabios que Amr se entrevistó con el comentarista Juan Filópono, quien le pidió tomar una decisión sobre el futuro de los libros de la Biblioteca debido a que las actividades de este lugar estaban momentáneamente suspendidas. Amr no se atrevió a responder, y prefirió enviar otra misiva al califa, pidiendo instrucciones. La epístola tardó más de treinta días en llegar a las manos del polémico Omar, quien estaba ocupado para ese entonces en sus conquistas y en la redacción escrita del Corán. Pasados treinta días más, Amr recibió la respuesta través de un mensajero y leyó a Filópono la decisión de Omar: “Con relación a los libros que mencionas, aquí está mi respuesta. Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo con la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos.” Amr lamentó este criterio, pero fue obediente, según el historiador Abd al-Latif, y no vaciló en cumplir la orden recibida, con lo que la biblioteca de Alejandría fue incendiada y totalmente destruida. Fuente: WIKIPEDIA.
Os dejo estos cuatro videos con los cuales realmente he disfrutado esta tarde, con la esperanza de que, si lo deseais, paseis un agradable rato y que sean de vuestro agrado. (Silenciad el ipod de la musica para oirlos bien).
Saludos.