"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
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13/10/2025

Tristeza...

Hay días en que el alma se despierta con una tristeza serena, distinta de la melancolía común: nace de ver el mundo tal como es, y de  comprender cuánto se ha alejado del Espíritu.  Siento —como si lo viera desde fuera— que el hombre moderno vive extraviado entre cosas perecederas, como las llamaba Seneca:  corremos detrás del brillo, del éxito, del dinero,  del placer inmediato, y olvidamos lo único imperecedero que no muere jamas. Algunas veces  me invade la sensación de estar rodeado por una humanidad que ha olvidado mirar hacia arriba, o lo que es lo mismo:  hacia dentro de nosotros, hacia el fondo de sí misma.

Jesús lo dijo con una claridad eterna: “No sólo de pan vive el hombre.” Pero parece que no escuchamos, todo el mundo busca solo ese pan que se pudre al poco tiempo, el alimento del cuerpo, olvidando el pan del alma, que es el amor, la compasión y la paz interior.

Buda enseñó que “la raíz del sufrimiento es el deseo”, y basta con mirar alrededor nuestro para entender que vivimos presos de ese mal. Queremos más, siempre más: más dinero, más poder, más reconocimiento, mas control de todo. No hay reposo en ese querer, solo una sed que se multiplica. Y el otro mal que señalaba Buda es el apego: cuando tenemos algo...¡cuanto trabajo nos cuesta soltar, y cuanto miedo tenemos a perderlo...! Como si fueramos a vivir mil años...que equivocados estamos.

Y recuerdo, como no, a Séneca, con su sabiduría eterna: “No es pobre quien tiene poco, sino quien desea más”.  O como también decía él: “No te prohíbo la posesión de los bienes, quiero que poseas las cosas, pero sin temor, y esto lo conseguiras únicamente si te persuades de que aún sin ellas puedes vivir feliz, si las contemplas siempre como lo que son: cosas perecederas.  

 Ahí está una de las muchas claves que unen a los tres: cada uno, desde su tiempo y su voz,  nos indica claramente que la paz no se encuentra fuera, sino dentro; que no hay salvación en lo material, sino en el espíritu.

Quizás porque uno va aprendiendo con los años “de que va esta película” en la que todos estamos inmersos,  tengo ya una edad en la que, a veces,  esa comprensión me duele. No por mí, sino por el mundo. Me entristece ver tanto ruido, tanto egoísmo, tanto miedo, tanta ceguera voluntaria. Pero no puedo quedarme en esa pena: sé que también hay luz, que todavía hay muchas almas que buscan, corazones que sienten, personas que aman sin medida, y que estan en el camino. 

Esa tristeza espiritual, si se acepta con humildad, puede ser maestra. Nos recuerda que el alma despierta no sufre por desesperanza, sino por amor: quien ve la verdad no se lamenta por haberla visto, sino por los ojos que aún duermen y que no han despertado: no se dan cuenta de que se están perdiendo lo mejor.

Y escribo esto no desde la queja, sino desde la gratitud. Porque incluso esta tristeza es una bendición: me mantiene despierto, humano, sensible. Y si alguna palabra mía sirve, aunque sea un instante, para que alguien mire hacia dentro y encuentre su propio centro, entonces habrá valido la pena escribir.

Termino con otras dos frases:  “Vive conforme a la naturaleza, y nunca serás pobre; vive conforme a la opinión, y nunca serás rico.” "El que tiene en paz su conciencia, no necesita testigos."  No os sera dificil adivinar quien las dijo. Y si, cada dia estoy mas convencido de que ahi esta  la verdadera riqueza: tener paz en medio del ruido, fe en medio de la duda, y amor en medio del miedo.

Y surge la inevitable pregunta: ¿mientras tanto, que podemos hacer?  Cada uno, dentro de su pequeño ambito, lo que buenamente pueda y se me ocurre que lo primero es: mirar a los demas como a nosotros mismos. El budismo, luego Jesus ("Ama al projimo como a ti mismo", y si el lo dijo ¿por que no lo hacemos?) y tambien el estoicismo  llevan miles de años incidiendo en esa  misma idea.  El mundo cambiara cuando consigamos meternos de una vez en la cabeza una idea sencillisima: ver a los demas no como competidores o adversarios, sino como lo que son: nuestros hermanos.  

Teresa de Calcuta lo tenia clarisimo, decia: "no tenemos en nuestras manos la solucion de los problemas del mundo, pero ante los problemas del mundo...tenemos nuestras manos".

 Saludos

02/10/2025

Abogacia y felicidad: ¿eres feliz con lo que haces?


Con afecto, para todos mis compañeros y compañeras de profesion: que nunca nos falte la pasión por la Justicia, ni la alegría de servir a los demás. Recordemos siempre que nuestra profesión es camino, no destino,  que en ella también se esconde la oportunidad de ser felices, y que la verdadera victoria no es solo ganar un pleito, sino conservar la alegría y la pasión por lo que hacemos.

¿Nos gusta lo que hacemos?

Ya llevaba mucho tiempo con estrés. Plazos, imprevistos, resultados no calculados, el calvario de las minutas… Recuerdo perfectamente aquella mañana, hace ya algunos años. Había dormido fatal, dándole vueltas a diversos asuntos, y a eso de las 8:30 me fui al Despacho. Me senté en mi mesa para repasar varios expedientes, y no llevaba ni media hora cuando, de pronto, me asaltó una pregunta que iluminó mi mente: “¿Pero ¿qué estoy haciendo?” Me quedé paralizado. No tenía ningún plazo urgente, así que cerré el Despacho y me fui a dar un largo paseo, tan largo que no volví hasta la tarde. Esa pregunta fue un punto de inflexión: ¿soy feliz con mi trabajo?

Para mí, el Despacho lo era todo. Me centré tanto en él que cometí un error común: perder la perspectiva de la vida. Muchas veces los árboles no nos dejan ver el bosque; estamos tan concentrados en un aspecto concreto que olvidamos lo esencial.  Y la sociedad consumista en la que vivimos no ayuda tampoco. Percibo en la Abogacía una peligrosa deriva: tendemos a fijarnos demasiado en objetivos económicos (ganar dinero, prestigio, reconocimiento), respetables, pero forzosamente incompletos porque se nos olvida hacernos una pregunta fundamental: ¿somos felices con lo que hacemos?

Tenemos que ser mas felices con lo que hacemos, y hay muchas cosas que podemos mejorar afrontando eficazmente las dificultades del dia a dia.  Por ejemplo, una de ellas es que con los años, los que tenemos experiencia a veces nos dejamos arrastrar por la inercia, e inconscientemente vamos perdiendo la chispa, la frescura y la ilusión del principio: esa alegría de ejercer con entusiasmo y de ir al Despacho con ganas.   Otra cosa mas: sabemos que nuestra obligación es de medios, no de resultados: “Gana el pleito como propio y piérdelo como ajeno”. Si; pero ¿de verdad lo asumimos en nuestro fuero interno? Esa dependencia de la decisión del Tribunal para muchos de nosotros es una losa que condiciona nuestro trabajo, incluso tras muchos años de ejercicio.  Otra cosa mas:  la ingratitud -muchas veces del propio cliente-  es nuestra permanente compañera de viaje, pues no siempre se reconoce el trabajo, a veces de muchas horas; y si las cosas salen bien, estupendo (aunque alguno insinúe “…es que el juicio estaba ganado”); pero si la Sentencia es desfavorable: “…vaya abogado que me he buscado”. Y por cierto, no olvidemos la terrible soledad —la “soledad del corredor de fondo”, la llamo yo— en la que nos encontramos los abogados en tantas y tantas ocasiones.  Por si fuera poco, a ello se suma el miedo a perder, o más bien,  y/o a las consecuencias que imaginamos antes de dicha presunta perdida que aún no ha acontecido.  No conozco a ningún compañero a quien le guste perder un pleito.

Echo de menos un poco más de alegría en la profesión. En el mundo de la Justicia se habla de muchas cosas, pero no solemos hablar de lo más importante: si somos felices o no.  En mi caso, uno de mis grandes errores fue agobiarme siempre por el resultado final, lo cual no tiene sentido, porque al final será lo que tenga que ser.  Afortunadamente, con los años uno aprende a relajarse, y a centrarse en el presente.  He redescubierto así el encanto de esta profesión: defender al cliente colaborando en la noble misión de dar a cada uno lo suyo y no perjudicar a nadie, como decía Ulpiano. Lo más bonito es el día a día, y la atención plena al momento presente:

  • estudiando los fundamentos legales de un asunto complicado,
  • diseñando la estrategia procesal adecuada,
  • revisando todos los flecos posibles del asunto y la posible defensa del contrario,
  • intentando  en su caso un acuerdo amistoso que evite el pleito,
  • asesorando y ayudando de mil maneras a quien lo necesita,
  • estudiando y actualizandote a las novedades legales,  y de doctrina y jurisprudencia,
  • revisando asuntos atrasados con escritos de impulso procesal, o de otra forma posible
  • o mil cosas mas, p. ej., teniendo la mente siempre dispuesta y atenta cuando se te ocurre algo.

Y es que muchas veces la inspiración te llega en los momentos mas insospechados. A veces, fijaros que cosas, en mitad de una carrera o de un entrenamiento (los que me conocéis sabéis que me gusta correr) se me enciende la bombilla con ideas para un asunto. O de noche me despierto con inspiración e ideas para otro asunto, por ello tengo en mi mesilla una libreta y bolígrafo, lo apunto y sigo durmiendo tranquilo.

Y asi, poco a poco, con los años, se van alejando los agobios y va llegando la calma, se va atemperando el ego y vamos comprendiendo que la verdadera riqueza está en ayudar a los demás; que estamos aquí de paso como manifiesta la doctrina budista de la impermanencia de todas las cosas, y recordaba  Teresa de Ávila en esta conocida poesía suya:   “Nada te turbe / Nada te espante / Todo se pasa…”

 En la Universidad nos enseñan muchas cosas, pero no a vivir con la profesión a cuestas, y echo de menos algunas técnicas psicológicas, o de apoyo o ayuda, orientadas al ejercicio de la profesión, que dé herramientas a las nuevas generaciones de Abogados -y a las no tan jovenes tambien- para evitarles sufrimiento inútil; herramientas que muchos de nosotros solo hemos  aprendido con la experiencia de años, en el día a día, en el campo de batalla (en mi caso, además, con la inestimable ayuda de la doctrina estoica y budista que me ha dado herramientas muy valiosas para salir adelante en los momentos difíciles, de hecho hago mindfulness a diario).  Independientemente de ello, creo que es bueno practicar frecuentemente un ejercicio de meditación, y uno de ellos, fundamental es este: que  de veras asumamos internamente de una vez  una idea  que ya conocemos todos: haber realizado nuestro trabajo lo mejor posible debe ser, por sí mismo, motivo de íntimo orgullo, aunque el Tribunal no comparta nuestra posición.  Nuestra autoestima no debería depender de los resultados, sino de nosotros mismos y del esfuerzo honesto. ¡Si sabes que te has dejado la piel en el pleito, ya has triunfado! Y afortunadamente nuestro inmortal Cervantes nos dejó una frase que a mí siempre me ha motivado y dado ánimo en los momentos de baja moral: “…el soldado más bien parece muerto en la batalla, que vivo en la fuga”.  ¡Si! ¡Fuerza y honor!

Repito: ¡Fuerza y honor!  Y si, podemos disfrutar de la profesión, pero sin tomar la parte por el todo, y sin perder de vista la perspectiva vital: el Despacho solo es un medio de vida, no nuestra vida entera. Somos abogados, sí, pero nacimos como personas, seres humanos. Y muchos, como yo, hemos cometido el error de llevarnos al abogado a casa, a la cama, de vacaciones. Mi consejo es claro, querido/a compañero/a que me lees: intenta dejar al abogado/a que eres en el Bufete, porque tú también mereces disfrutar de tranquilidad en tus ratos libres.

Además, hay que relativizar las cosas. Séneca ya hablaba de la brevedad de la vida:  No se nos da una vida corta, sino que la hacemos corta; no carecemos de tiempo, sino que lo malgastamos.” Y Marco Aurelio decía: “¿Es tu reputación lo que te preocupa? ¡Mira lo rápido que somos olvidados! El abismo del tiempo eterno se lo traga todo.”

Al final de nuestra vida, nadie nos preguntará cuánto dinero ganamos o qué prestigio alcanzamos. Todo se quedará aquí. Pero sí es muy posible que nos pregunten: “¿Has sido feliz con tu trabajo? ¿Te lo has pasado bien?”  ¿Qué responderemos?  Mientras tanto, mucho ánimo y adelante;  porque como decían los antiguos romanos, “Dum vita est, spes est.” (“Mientras hay vida, hay esperanza”).

Compañeros de toga, seamos felices en el camino, no solo en el resultado.

Saludos cordiales.

30/09/2025

Perlas (3ª Parte)

De vez en cuando me gusta leer   frases motivacionales,  y meditar su enseñanza.  En este caso, os traigo una tercera parte (Perlas del Pensamiento), como continuación a la que publique hace ya algunos años  Haced click aqui, Perlas 2ª Parte.  Creo que merecen la pena.  

Las he localizado en Internet, y si bien esta vez no he encontrado autor conocido,  me han gustado mucho. 

 Aqui estan:

No preguntes como iniciar. Inicia y luego pregunta cómo mejorar.

La felicidad no es un vaso que se llena, sino una fuente que brota desde tu interior.

La felicidad tiene menos que ver con el placer y mas con el propósito.

Siempre tendrás problemas. Aprende a disfrutar de la vida mientras los resuelves.

Las personas no deciden su futuro, deciden sus hábitos, y sus hábitos deciden su futuro.

En la vida solo puedes controlar dos cosas: tu esfuerzo y tu actitud.

La vida es más dura cuando esperas mucho del mundo y poco de ti mismo.

La vida es mas fácil cuando esperas mucho de ti mismo y poco del mundo. Altos estándares, bajas expectativas.

La mitad de tus problemas son simplemente tu mente haciendo de cosas menores parecer cosas mayores.

No busques secretos cuando lo que necesitas son repeticiones.

No te dejes controlar por tres cosas: la gente, el dinero o las experiencias pasadas.

En cada reto, o incluso tragedia, hay una oportunidad. Y si te entrenas para buscar la oportunidad, podrás tomar el control de la situación e incluso convertirla en algo positivo, o, si no se puede convertir en algo bueno, al menos algo bueno podría salir de ella.

Da las gracias todos los días, porque aunque creas no tener motivos para agradecer, tu día “normal” es el sueño de alguien más.

 Saludos

24/09/2025

Entre la toga y el alma

 

“El hombre sabio no se mide por el resultado de la fortuna, sino por la constancia de su ánimo.” (Séneca, Cartas a Lucilio, 76, 18)

En todas las profesiones, por muchos años que uno lleve en ellas, la preocupación por el resultado nunca desaparece. Es un signo de respeto al oficio y de responsabilidad hacia quienes confían en nuestro trabajo. Estoy convencido de que esa inquietud no es debilidad, sino prueba de que uno se toma en serio lo que hace. Y en mi caso, como abogado, esa tensión diaria adquiere un matiz muy particular...

Llevo más de treinta años en la abogacía, y gracias a la vida no me puedo quejar, he vivido muy dignamente de mi profesión, la cual me ha dado y me sigue dando muchas alegrías, junto con algún que otro disgusto, justo es reconocerlo. Por eso, se supone que a estas alturas debería estar ya uno curtido, como el cuero, inmune ya al temor de perder un juicio, a la presión del resultado, o a la inquietud del qué dirán. Sin embargo, no es así. Sigo sintiendo esa punzada en el alma cada vez que se acerca un caso difícil, y esto es algo común en muchos compañeros de mi edad.  

He leído y releído a Séneca y a Marco Aurelio; me he adentrado profundamente en el budismo tibetano, con la serenidad de sus monjes y sus meditaciones.  Y conozco la teoría: que la virtud está en el dominio interior, que el sufrimiento nace del apego, que nada externo debería turbar mi espíritu. Pero la práctica… ¡ah, la práctica! Eso es otra cosa.

Séneca me recuerda que el conocimiento no aplicado es como un remedio olvidado en el botiquín: no cura. Hay que ejercitarse cada día en la calma, como quien entrena un músculo, primero con lo pequeño, para estar preparado en lo grande.

Marco Aurelio me susurra que no son las cosas externas las que me hieren, sino el juicio que yo hago sobre ellas ("Si te aflige alguna cosa externa, no es ella la que te perturba, sino tu juicio sobre ella. Y está en tu poder borrar ese juicio ahora." Meditaciones, VI, 30).  Y lo repito como un mantra: “Esto no me define. Mi valor no depende del resultado.”

El budismo tibetano enseña que el sufrimiento nace del apego: apego al éxito, a la imagen, apego al imposible control de todas las circunstancias, al resultado. Y el consejo es claro: haz tu trabajo con rectitud y entrega, pero suelta el resultado, como quien deja caer una hoja al río. Haz tu trabajo lo mejor que puedas, y despreocúpate del resto que no depende de ti: quien decide es el Juez.

Como, a día de hoy, el balance general es muy favorable, tengo claro que, si volviera a ser joven, volvería a ser Abogado. Eso si: me llevaría conmigo desde el inicio la enseñanza de Seneca, de Marco Aurelio y de mis monjes budistas; quizás me hubiera ahorrado más de un disgusto de los que he tenido, aunque comprendo que sin dichos tropiezos no tendría mi grado de experiencia actual.

Y aquí estoy, entre mi toga y mi alma, comprendiendo que la verdadera batalla no está en los tribunales, sino en mi interior. Con el tiempo he aprendido que cada día es un regalo para todos: un magnífico entrenamiento, una oportunidad de mirar de frente, cara a cara, a la preocupación y al miedo, y recordarle que no es dueño de nuestra vida.

Quizás nunca consigamos la perfección. Pero ¿acaso no es la vida precisamente eso? Caminar, caer, levantarse, aprender. Y volver a intentarlo. Al final, he descubierto que mi profesión (como todas), con todas sus exigencias y sus luchas, no está reñida con la búsqueda de la serenidad, sino que la hace más necesaria. Si la toga me exige firmeza, el alma me exige compasión. Si los juicios me ponen a prueba, también me ponen frente a mí mismo. Y en ese espejo se revela la enseñanza: el verdadero triunfo no es ganar un pleito, sino no perderme a mí mismo en el proceso.

Saludos.

(Esta entrada la publique el pasado 22.09.2025, problemas tecnicos me obligan a reeditarla de nuevo. Reitero saludos.)

27/08/2025

Reflexiones al atardecer

Este mes de Agosto he estado  en diversos sitios, fundamentalmente la playa (Roquetas y Motril), y oho dias de crucero por el mediterraneo con mi esposa, en compañia de nuestros buenos amigos Fernando y Capilla. Salimos de Valencia a bordo del barco MSC Esplendida, que nos llevó hasta Livorno (Italia); de alli hicimos sendas excursiones hacia Pisa y la preciosa Florencia. Luego tras una muy breve parada en la Ciudad Eterna (que ya visité exhaustivamente el año pasado)  nos dirigimos al norte, hacia Génova, luego Marsella, Tarragona, y vuelta a Valencia. La experiencia ha sido maravillosa e inolvidable, para repetir sin duda. Piscinas, Yacuzzis,  diversas atracciones y juegos, alegria y buen humor, y por la noche fiesta hasta que el cuerpo aguantaba.

Sin embargo, uno de  momentos mas queridos para mi era al atardecer,   me arreglaba un poco y me iba arriba, a la cubierta, para ver ponerse el  Sol. El Astro rey se ocultaba por el Oeste, anunciando el fin del dia. Me veis  en la foto que me hicieron.  En esos  momentos de soledad y silencio me sentia en una completa paz, como un niño pequeño en  el regazo de su madre, abrazado por ésta. Algo precioso e inexplicable. 

Somos una mota minuscula, en medio del inmenso mar, en un planeta  pequeño, en un sistema solar que esta dentro de la Via Lactea, que es una de los  cientos de miles  o millones de galaxias que existen. 

En esos instantes, meditando sobre la impermanencia de todas las cosas, en un primer momento se me ocurria  que los seres humanos, en nuestro necia ignorancia,  nos creemos que somos algo. Pero analizando un poco mas las cosas, me di cuenta de que tambien formamos parte de este precioso universo que nos sostiene, y precisamente por eso estamos dentro de ese Todo, y somos parte de ese Todo que, oh misterio,  tambien  esta dentro de nosotros y nos da su luz.

Saludos.

07/08/2025

Conversaciones con Séneca (Conversaciones con un buen amigo, 2ª Parte)

En alguna que otra ocasion me he imaginado a mi mismo sosteniendo imaginarias conversaciones con los grandes sabios del pasado; me veía atravesando la línea del tiempo, y conversando con muchos de esos ilustres pensadores. En Séneca, a medida que lo he leído leyendo, he encontrado respuestas a las muchas preguntas que nos formulamos hoy dia. Por eso, he construido este dialogo, como continuación al dialogo que publiqué en la PRIMERA PARTE (HAZ CLICK AQUI); un dialogo hondamente sincero, en el cual  he querido plantearle algunas preguntas que en realidad me hago a mí mismo. Aquí están, junto con las respuestas que, con total  fidelidad a su estilo y doctrina, creo que me daría.

¿Séneca,  por que a algunas personas les ofende tanto hasta la más mínima critica?

“Porque aún son esclavos de la opinión ajena. El sabio se conoce a sí mismo y, por tanto, ni se enorgullece con el elogio ni se derrumba con la crítica. Quien se perturba por palabras externas, aún no ha encontrado su centro.”  (Cartas a Lucilio)

¿Cómo superar ese malestar ante las críticas?

“Fortaleciendo el juicio interior. No permitas que otros decidan sobre tu paz. Si la crítica es justa, agradécesela; si es injusta, ignórala. Nada daña tanto como la falta de criterio propio.” (Cartas...)

Hoy me han dicho ‘viejo’. ¿Debería sentirme ofendido?

“¿Ofenderte por haber vivido? Sería tan absurdo como quejarse por haber comido. La vejez no es un insulto, sino una medalla que la vida te cuelga por haber permanecido.” (Cartas...)

¿Por qué a veces nos sentimos inseguros sin saber por qué?

“Porque no has fijado tu mirada en lo interior. El alma, cuando no se apoya en la virtud, busca siempre muletas exteriores: el aplauso, la validación, el afecto. Pero si buscas dentro, verás que ya posees lo necesario para estar en pie.” (Cartas...)

¿Cómo podemos curar las heridas de nuestro pasado?

“El pasado ya no está. El sabio no sufre por lo que ya no existe. Lo que viviste fue real, pero el dolor lo mantienes tú con tu memoria. Haz de tu presente un bálsamo, no un campo de batalla.” (Cartas...)

¿Qué opinas, maestro Séneca, sobre aprender tarde en la vida?

“Aquel que se avergüenza de haber aprendido tarde, aún no ha aprendido nada.” (Cartas...)

¿Qué me dices sobre el miedo a vivir?

“No es que nos falte valor, sino que nos sobra temor mal dirigido.” “Tememos más de lo que sufrimos.”  “No vivimos poco, sino que malgastamos mucho tiempo.” "la vida hay que vivirla con alegria y sin miedos imaginarios. Las fieras cuando no se las persigue, estan tranquilas; nosotros, sin embargo, siempre estamos preocupados por el pasado y por el futuro..." (Cartas...)

Séneca, si hacemos sin querer algo de daño a los demas y tras pedirles disculpas les cuesta trabajo olvidarlo, ¿Cómo podemos afrontar esta situación?

“El alma generosa encuentra alivio en el perdón, pero no es tu poder imponerlo en otro. Has cumplido con tu deber al reconocer el error y pedir perdón. Si el otro no quiere acogerlo, no es tu culpa. Tu conciencia debe estar tranquila. Lo que no depende de ti, no puede atormentarte.”    “No te preocupes por lo que no está en tus manos. El sabio cultiva su propia virtud, no el juicio ajeno. Aquel que ha obrado con rectitud, incluso en la reparación, ha hecho todo lo que debía.” “Persevera en tu amor, aunque no seas correspondido. Porque amar, como vivir, es un acto de virtud, no un contrato de reciprocidad.” (Cartas...)

Maestro Séneca, el mundo actual se preocupa mucho por la riqueza y la acumulación de bienes.  ¿Qué dices de esto?

“Quien vive conforme a la naturaleza jamás será pobre, y quien vive según la opinión ajena jamás será rico”   “si no puedes estar satisfecho con lo que tienes, nunca serás feliz… Si pudiésemos estar satisfechos con cualquier cosa, lo hubiéramos estado hace tiempo”  "La felicidad es disfrutar con moderación lo que se tiene y no desear lo que no se posee."   "No te prohibo la posesion de los bienes, quiero que  poseas las cosas sin temor; y esto lo conseguiras unicamente si te persuades de que aun sin ellas puedes vivir feliz, si las contemplas siempre como son: como cosas perecederas" (Cartas...)

Finalmente, Séneca nos  dejó un claro y estremecedor mensaje a los hombres de hoy:

"Me he apartado no solo de los hombres, sino de los negocios y principalmente de mis negocios; me ocupo de los hombres del futuro. Redacto algunas ideas que les puedan ser útiles; les dirijo por escrito consejos saludables, cual preparados de utiles medicinas, una vez que he comprobado que son eficaces para mis ulceras, las cuales, si bien no se han curado totalmente, han dejado de agravarse. El recto camino, que  descubrí tardiamente, cansado de mi extravio, lo muestro a los demas"... (Carta 8 a Lucilio, 2º parrafo, es cita literal).

 Saludos.


04/08/2025

Un escritor sincero: alimento para el alma en tiempos de ruido


Llevo más de 17 años escribiendo en este blog. No por vanidad,  exhibicionismo u otra razón espúrea,  sino por necesidad: una necesidad interior (humilde pero imperiosa) de poner en palabras lo que pienso, lo que siento, lo que me inquieta. A veces me pregunto por qué sigo haciéndolo. ¿Por qué escribo? ¿Por qué comunico?

Creo que lo hago porque me niego a vivir dormido. Me niego a resignarme a una vida sin reflexión, sin preguntas, sin una cierta mirada hacia lo alto. Escribo porque necesito entender, porque quiero compartir el fruto de esa búsqueda, y porque estoy firmemente convencido de que las palabras pueden  ayudar y sembrar algo valioso en otros, aunque solo sea una duda fértil, una incomodidad provechosa, una chispa de lucidez.

Pero no siempre es fácil. Hay días en que me asaltan dos dudas sutiles:  En medio del ruido y de la prisa, ¿aun tenemos tiempo de leer? ¿Y si el mundo de hoy ya no toma en serio a quien escribe con sinceridad y verdad? 

Vivimos tiempos ruidosos. Tiempos en los que parece que ya solo se escucha al que grita, al que simplifica, al que convierte cada idea en un eslogan, al que ofrece las mercancias mas perecederas e inútiles que existen pero que todo el mundo ansia: dinero, poder,  belleza, prometiendo vanamente con ellas la felicidad eterna, y nos hemos acostumbrado a actuar no por amor a la verdad sino por interés; y  por si fuera poco, buscamos la felicidad instantanea.   En este contexto, ¿Cabe aún la palabra meditada? ¿Tiene cabida el pensamiento que no busca aplauso inmediato ni consenso fácil, sino que nace de un esfuerzo sincero por comprender, y por ayudar a encontar el verdadero camino hacia la paz interior y la felicidad?

Maquiavelo decía que es mejor ser temido que amado. Quizás tuviera razón… si uno gobierna Florencia en el siglo XVI. Pero no es el camino del que busca comprender y ayudar, sino del que pretende dominar a los demas. 

Y sin embargo, escribir -de verdad- sigue siendo un acto profundamente serio. No por su pomposidad, sino por su raíz. Es serio tratar de pensar con rigor. Es serio decir lo que uno cree cierto, aunque no esté de moda. Es serio no traicionarse, aunque nadie aplauda.

Como dijo Cervantes: “La lengua es la pluma del alma.” Y como tal, lo que se escribe con sinceridad no es solo un conjunto de palabras: es la manifestación de lo que uno es, de su interior más hondo. No solo se conoce a las personas por sus hechos —como bien dijo Jesús de Nazaret: “por sus obras los conoceréis”— sino también por sus palabras, por lo que piensan y por cómo lo expresan. Por lo que escriben cuando nadie los obliga a escribir; o, como en muchas de mis entradas hago, por escribir una duda honrada: en una duda honrada hay mas verdad que en mil frases tendenciosas o malintencionadas.

Y en ese sentido, escribir no es solo un ejercicio intelectual. Es también una forma de alimento. Como dijo también Jesús: “No solo de pan vive el hombre”… Y yo, que procuro atender mis necesidades materiales con la debida responsabilidad, no olvido tampoco que el alma también tiene hambre. Y que si no se le ofrece un pan más alto —hecho de silencio, pensamiento, verdad y belleza— languidece. 

Por eso escribo: porque encuentro aquí alimento para mi espíritu. Porque me ayuda a crecer interiormente. Porque en esta búsqueda hay algo de consuelo, algo de dignidad, algo de luz.

Por eso, este blog no es solo un cuaderno de pensamientos: es también una forma de verdad. Una forma de verdad (mía, sí) pero que no se cierra sobre sí misma y que está abierta a toda luz de la verdad.

Escribir me ha servido, a lo largo de estos años, como medicina. Ha sido para mí lo que la contemplación es para el monje, lo que el silencio es para el sabio: una forma de entenderme, de aliviarme, de reconstruirme. Es un tratamiento que no me cura del todo, pero que me permite caminar con más dignidad y paz interior.

Y, al mismo tiempo, escribo también por los demás. Porque si una sola persona, en algún momento, en algún rincón del mundo, lee algo aquí y se siente comprendida, aliviada o inspirada… entonces esta tarea, silenciosa pero constante, no ha sido en vano.

Escribo con alegría. Pero no con la alegría tibia de quien pide disculpas por pensar, sino con la dicha serena de quien es feliz escribiendo y compartiendo. Porque escribir, en mi caso, es también un acto de amor. Y el amor -el verdadero, el que no tiene miedo de mostrarse tal cual es- sigue siendo el mayor enemigo del miedo.

Y en este mundo nuestro, tan lleno de prisas, etiquetas y ruido… a veces pienso que lo que más falta hace no es talento, ni poder, ni dinero, ni éxito.

Le falta amor.

Y le sobra miedo.

Saludos.

PJGR

03/08/2025

Tatuajes con sentido. Tinta y toga.

Hoy me apetece hacer una pequeña confesion.

No hay contradicción alguna entre llevar toga y llevar tinta.  Y no lo hice en mi juventud. Ni siquiera en la madurez temprana. Me tatué ya muy entrado en los cincuenta. No fue rebeldía tardía, ni capricho impulsivo, ni una moda pasajera, sino algo más íntimo, profundo y desde luego muy meditado: un gesto de fidelidad hacia lo que más me ha sostenido en la vida. Son marcas (muy discretas pero  visibles) de lo que, desde hace décadas, llevo muy dentro.

En mi brazo derecho  justo debajo del hombro, descansa el símbolo de Roma: el águila imperial, el SPQR, y la corona de laurel.  Es el emblema que veis justo en la imagen de la derecha. No como alabanza al imperio, sino como homenaje personal al pensamiento estoico. Llevo más de treinta años leyendo y meditando a Séneca, y a Marco Aurelio. Ellos han sido, en muchos momentos de duda o de tormenta, un faro de lucidez, dignidad y serenidad que me han ayudado, y siguen ayudandome. Justo debajo del SPQR, una frase discreta pero poderosa: fortis fortuna adiuvat -la fortuna favorece a los valientes/audaces-. Es un recordatorio de que no hay que actuar con temeridad, sino con coraje sereno; no dejarse intimidar por las dificultades, sino superarlas. Que hay que avanzar siempre, aunque sea con miedo. Que hay que vivir, aún con incertidumbre. No es temeridad sino, insisto,  coraje con serenidad.

En la parte exterior del brazo derecho  también llevo tatuada una antigua advertencia: Respice post te hominem te esse memento mori. Es decir: “Mira tras de ti, recuerda que solo eres un hombre y que has de morir.” No es una sentencia sombría, sino una llamada a la lucidez. En un mundo que olvida su finitud, esta antigua fórmula romana —eco del alma estoica— me recuerda que nada es eterno; que la gloria es efímera, que la vida es un soplo y que el verdadero valor reside en vivir con dignidad, con conciencia, con amor. No soy/somos más que hombre/s, y precisamente por eso, todo en mí/nosotros es vulnerable, pero por eso mismo es valioso. No me tatué la frase por morbo ni por dramatismo, sino como brújula silenciosa: para no dormir en la soberbia, para no huir del presente, para recordar que lo esencial no se aplaza. Esta frase es uno de los mejores disolventes que conozco contra el sinsentido del orgullo humano.

En la cara interior de mi antebrazo izquierdo,  la veis al lado, una rosa de los vientos. La he personalizado, pues en sus cuatro puntos cardinales,  he colocado las iniciales de las personas que más amo: mi mujer, y mis tres hijos.  MJ, MP, RM, PJ. Ellos son mi hogar, mi brújula, mi norte en las noches oscuras.

No me tatué por estética ni por moda. Lo hice porque necesitaba llevar a flor de piel -literalmente- aquello que me sostiene por dentro. Mis pilares. El estoicismo. El amor. La memoria. La humildad ante la muerte. La gratitud por la vida. Y sencillamente porque me gusta;  estoy muy contento de llevarlos.

Si, soy Abogado, pero también soy hombre, hijo del tiempo, buscador incansable. Y en este cuerpo —que envejece, que se cansa, que se emociona— he querido dejar trazos visibles de una travesía invisible: la del alma. Cada uno lleva su historia escrita en algún lugar: en el rostro, en los silencios, en los recuerdos. Yo he elegido también llevarla en la piel. No para mostrarla, sino para recordarla. Porque a veces necesitamos signos visibles que nos devuelvan a lo invisible, y a lo esencial.

Y lo esencial, como decía Marco Aurelio, es simple: “Haz lo que debes. Di lo que piensas. Sé lo que eres.”

Saludos.

P.J.G.R.

01/08/2025

Bruma en el alma clara. Aceptar, sentir, vivir.

 

Hay días en los que uno se despierta con una tristeza que no tiene nombre. No es por algo que haya sucedido, ni por nada ni nadie en concreto. Es una bruma silenciosa, como si el alma recordara algo que la mente ha olvidado.

Hoy es, paradójicamente, mi primer día de vacaciones. En teoría, debería sentirme ligero, descansado, quizás hasta eufórico. Pero el silencio externo —al cesar el ruido del trabajo y las prisas— parece abrir la puerta a otro tipo de silencio: el que deja salir lo que llevábamos dentro y no habíamos escuchado.

En esos momentos, intento no resistirme. Dejo que la tristeza me acompañe, como quien camina con un viejo amigo que no necesita palabras; como las emociones, que fluyen naturalmente y pasan, como las olas del mar. Y he aprendido que muchas veces no es un malestar, sino una forma más profunda de estar en el mundo: una sensibilidad que percibe lo que otros ignoran.


Marco Aurelio decía: “Ama solamente lo que te ha sucedido, y lo que te sucede. ¿Qué podría ser más apropiado?” Porque todo lo que nos ocurre, incluso aquello que nos pesa o nos duele, ya estaba tejido con nosotros. No hay error ni extravío; hay camino.

Esta tristeza, entonces, no es un fallo del sistema, al contrario: es  parte de la travesía. Quizás no es más que el eco de la lucidez. O la sombra de la plenitud, que solo se revela al alma que no huye de sí misma.

Y sin embargo, en medio de la bruma, también hay luz. Tal vez no lo veamos en ese instante, pero el simple hecho de poder sentir ya es semilla de claridad. Hay en nosotros más fortaleza de la que creemos, y al otro lado del silencio, la vida nos espera, serena y fiel como la marea.

“No busques que las cosas ocurran como tú deseas, sino desea que ocurran como ocurren.” (Epicteto, Enquiridión, 8)

“Ama lo que te sucede, porque eso es lo que te fue asignado por el orden del universo.” (Marco Aurelio, Meditaciones, 7.57)

"Así como las olas vienen y van, también vienen y van nuestras emociones. Lo importante no es detenerlas, sino aprender a no aferrarse a ninguna." (Enseñanza budista tradicional)

Saludos

Pablo J. Gamez Rodriguez

23/07/2025

Semillas en la bruma. Palabras para cuando yo ya no esté.

 

Hay pensamientos que no se escriben por urgencia ni por necesidad de compartir, sino porque nacen del fondo del alma, en momentos de silencio. Y este es uno de ellos.  

Algunas veces me pregunto qué quedará de mí cuando yo ya no esté. Qué recordarán de mí quienes más amé, especialmente mi familia, esposa, mis hijos, mis amigos.  No pienso en homenajes ni  en epitafios, ni en ninguna de esas cosas, sino en algo más íntimo y sutil: la posibilidad de que mis palabras —estas que he escrito  en este blog durante tantos años— puedan acompañarlos en su propio camino. Porque si algo he intentado con este blog no ha sido enseñar, ni convencer, ni predicarle a nadie. Solo reflexionar con honestidad sobre la vida, desde la duda, desde la búsqueda, desde mi propia humanidad.

Decía Cervantes que “la lengua es la pluma del alma”, y en ese espíritu he escrito en este blog que (como pasa el tiempo) inauguré  el 01.04.2008, con mi entrada “Saludos” , de esto hace ya diecisiete años -que se dice pronto- y ojalá que sea así por muchos años más.

En mis palabras hay pensamientos, sí, pero también hay cansancio, ternura, miedo, amor, tristeza, alegría, claridad y sinceridad. Son lo más parecido que tengo a una herencia invisible: no una respuesta, sino una presencia interior.

Si algún día mis hijos, al enfrentarse al dolor, a la confusión o a la soledad -propias de muchos momentos de la vida-  encuentran en estas líneas algo de consuelo, algo que les recuerde que su padre también dudó, que también se cayó, que  también se levantó y que siguió adelante… entonces sabré que estas palabras habrán cumplido su destino.

Y si alguno de ellos, en algún momento de su vida, llega a sentirse perdido, ajeno, distinto o en lucha consigo mismo… que sepa que fue profundamente amado incluso en sus silencios. Que hubo alguien que, a su modo, siempre lo miró con esperanza. A veces no supe expresarlo bien, pero nunca dejé de sentirlo.

No pretendo que me imiten. Solo que recuerden que es posible vivir con integridad, aun sin certezas, con un corazón honesto y una mente abierta. Que no hace falta tener todas las respuestas para caminar con dignidad.

Tal vez, al final, eso es lo que más importa: sembrar algo que florezca en los que amamos, incluso después de partir. "Podrias dejar la vida ahora mismo. Deja que eso determine lo que haces, dices y piensas". "La mejor venganza es ser diferente a quien te causó el daño". "Haz cada cosa en la vida como si fuera lo último que hagas" (Marco Aurelio)

Como no, mi consejo ademas es que, en momentos de duda, no solo cuenten con mis palabras, sino  que ademas les dejo a los grandes maestros que a mi me han mostrado el camino  fundamentalmente  -y abreviando mucho-  Seneca, Marco Aurelio, y los monjes del Tibet -y escritores- comentadores  y conocedores del budismo tibetano, en cuya lectura encontrarán consuelo y una luz que los guie en medio de la oscuridad.

Y a ti, lector/a amigo/a, que me lees ahora, quizás en un momento difícil o en plena búsqueda, quiero decirte que no estás solo/a. Lo que he compartido aquí no es un manual ni una verdad definitiva, sino un humilde y honesto intento  de atravesar la vida con un poco más de claridad y serenidad. Ojalá estas palabras, fruto de mis dudas y aprendizajes, puedan ser para ti una pequeña luz en la oscuridad, un recordatorio de que todos llevamos dentro la capacidad de levantarnos y seguir adelante, con humildad y coraje.

Saludos.

Pablo J. Gamez Rodriguez.

03/07/2025

Una muy buena pregunta

Tras publicar la entrada de ayer,  y despues del trabajo -ultima hora de la tarde- sostuve una larga y  agradable conversacion telefonica con un compañero mio.  Estuvimos hablando de la impermanencia de las cosas, de que todo pasa y nada es para siempre, en la linea de mis ultimas entradas. Algo de estoicismo, y sobre todo mucho budismo, que como sabemos no es propiamente una religion sino una sabia filosofia practica de la vida,  cuya esencia esta en la exploración de la naturaleza de la mente (conocen la mente mejor que nadie) y en la delgada linea que separa la vida de la muerte, que  no el fin de nada sino una puerta hacia la Luz.  Admiro a los monjes tibetanos y su mensaje. Afortunadamente cada vez calan mas sus enseñanzas en  este occidente  en el que vivimos,  tan avanzado tecnologicamente y tan pobre en valores humanos.  En occidente sabemos que tenemos que tener mucho cuidado con nuestro ego, causa directa de muchos de nuestros sufrimientos; pero estos monjes  tienen unas herramientas muy sabias para anular ese ego,  hacer salir nuestra luz interior, y reposar en la naturaleza pacifica e inmensa de nuestra mente.   

Llevo algun tiempo aprendiendo la doctrina budista, y he comprobado por propia experiencia que  la meditación calma la mente (la lleva de vuelta a casa) y hace que recordemos la luz que somos, dandonos unas sabias herramientas. Animo a todo el mundo a que lo compruebe; y de hecho, cuando he comenzado a practicar la meditación y a seguir algunas de las  enseñanzas budistas he experimentado una paz, un sosiego interior y una alegria de vivir que hacia años que no sentia, asi como nueva fuerza e ilusion para ir superando y afrontando las dificultades cotidianas de la vida. Y me queda mucho por aprender.

A nuestra edad  la vida nos hace madurar, el caparazón del ego va perdiendo resistencia afortunadamente, y vamos eliminando impurezas de nuestra alma  para que su dulzor natural por fin salga a la luz y se vea en nuestros actos, en nuestro corazón y en nuestra mirada.  Le enseñé mi entrada de ayer, se conectó on line, y le echó un rapido vistazo. Ambos sostuvimos la idea de que  tenemos que dejar de confiar en las cosas externas del mundo, y confiar mas en nuestra luz interior; y no quejarnos tanto de lo que el mundo no nos ha dado, sino preocuparnos mas por lo que nosotros podemos hacer por él. Poseer las cosas que tenemos (personas, cosas, situaciones) sin aferramiento, sin aficionarnos demasiado a ellas, dada la brevedad de la vida,  esto es budismo puro,  en esta idea  Séneca y Marco Aurelio  incidian igualmente.

La fortuna es muy mudable y lo que hoy tienes mañana puedes perderlo. Cuando le comenté tal posibilidad, me respondió con esta pregunta, con esta magnifica pregunta, en la cual creo que tenemos que meditar para aprender y evolucionar:

"¿Y si lo que tenemos, mejor dicho, el aferramiento a lo que tenemos,  es lo que nos impide encontrarnos a nosotros mismos?"

Saludos cordiales.

Pablo J. Gamez Rodriguez.


02/07/2025

¿Que es realmente nuestro?

  Apreciados amigos.

Recordareis el tema de conversación que mantuvimos ayer, nos preguntábamos como es posible que tengamos miedo a perder algo, cuando lo cierto y verdad es que nada en este mundo nos pertenece realmente.  Vivimos convencidos de que poseemos cosas: una casa, una esposa e hijos, nuestro trabajo, incluso creemos que  nuestro cuerpo tambien es nuestro.  Pero, como recuerdan los sabios que nos precedieron, esta idea es una ilusión que nos engaña, pues realmente nada es nuestro, ni las personas que amamos, ni el lugar donde vivimos, ni los bienes que poseemos;  ni siquiera el cuerpo que tenemos, pues éste solo es un prestamo que el universo nos ha hecho por un tiempo limitado, y cuando partamos de aqui,  aqui se quedará, pues devolveremos hasta el último átomo que lo compone. Esta es la visión estoica,  y yo la comparto tambien; el mundo siempre ha confundido lo transitorio con lo eterno, y asi sigue sucediendo hoy. Todo lo que creemos que tenemos realmente  nos ha sido prestado por un tiempo, muy determinado, cuya duración es incierta (no sabemos cuando acabará). Aun así, nos empeñamos en aferrarnos a todo como si fuera eterno, y el miedo a perderlo se convierte en fuente de sufrimiento.   


En cuanto al origen de ese sufrimiento, según Marco Aurelio y Seneca, el dolor surge de esa confusion (lo transitorio/lo eterno) que siempre ha existido en el mundo. Cuando creemos que algo nos pertenece para siempre, la posibilidad de perderlo se vuelve una amenaza constante. Y nada es eterno, lo cual conecta directamente con la impernanencia de todas las cosas (uno de los puntos clave de la sabiduría budista, junto con el de la "atencion plena"). Por si fuera poco, ese sufrimiento se agrava porque tenemos otro miedo mas: el miedo a la muerte, nos cuesta enormente aceptar  que todo lo que tiene principio, tiene fin. 

Estamos muy equivocados. Creemos que vamos a estar para siempre aqui, y que todo va a ser siempre "nuestro", y generación tras generacion seguimos cometiendo ese error.  Por ello, si aceptamos que nada es permanente, que todo (TODO) se acaba, esa angustia podemos convertirla en paz interior.

Pensemos un poco sobre esto.  Os pregunto: ¿Qué es realmente mio? ¿Qué es realmente vuestro?  Los estoicos nos enseñaron a dejar de mirar tanto lo transitorio y centrarnos en lo esencial.  Lo único que verdaderamente es nuestro y que nos pertenece  son nuestro carácter, nuestras elecciones y la paz con la que decidimos afrontar lo que no podemos controlar. “Aquello que te pertenece, nadie puede quitártelo”, explicaban ya los estoicos con firmeza.

Yo creo que este pensamiento es una invitación a reconectar con uno mismo, a dejar de buscar seguridad en lo externo y volcar la atención hacia lo que sí depende de nosotros. La libertad viene a través de la “aceptacion”, que  para mi  es una liberación.   Ahí esta la libertad, núcleo del pensamiento estoico:  “nuestra libertad comienza exactamente en el momento en el que dejamos de luchar contra eso: contra la realidad”.  Las cosas son como son, no como nosotros quisiéramos que fueran. Por eso, aceptar que nada ni nadie nos pertenece no es una resignación ni una rendicion, sino una liberación. Es una forma de reconciliarse con la naturaleza cambiante de la vida y vivir con más ligereza, menos miedo y mayor conexión con el presente.

Dos mil años después, la filosofía estoica  tienen mas vigencia que nunca.  El mensaje de Marco Aurelio, rescatado con claridad y sensibilidad, nos recuerda -al igual que los budistas-,  que realmente no controlamos nada; nosotros vamos por el rio, y creemos que somos nosotros los que marcamos el camino;  y ese es otro error mas, pue el rio nos lleva por donde el quiere, y somos como hojas que arrastra la corriente. Por mucho que nos empeñemos en seguir una determinada dirección, lo cierto y verdad es que no podemos hacer nada ni controlar nada: es la propia corriente de la vida la que nos lleva a nosotros.

Soltar esa ilusión de control no es perder, sino ganar perspectiva y libertad.  ¿Os imagbinais el sufrimiento que nos traeria un miedo a perder las cosas que fuera eterno y que nunca se acabara?  Séneca diría: “Todo es prestado” “nada es realmente tuyo”.  El sabio se prepara para devolverlo todo sin lamento, pues sabe que en realidad no lo poseía en absoluto. Séneca no lo expresa en una única frase exacta, pero estas tres ideas lo comunican de forma radical: el sabio  (I) usa todo como  un préstamo (II) no apalanca su tranquilidad sobre lo efímero de las cosas, y (III) sabe que el miedo nace del apego a las cosas, a las personas  y a las  situaciones.

 Temino con palabras de Marco Aurelio y Seneca: 

Marco AurelioMeditaciones 5.15  “Ninguna de estas cosas debe ser llamada ‘del hombre’, a las que no pertenecen al hombre como tal… Considera que son un préstamo, no algo que te pertenezca en propiedad. Cuando la Fortuna da regalos, en realidad solo los presta, y nadie puede reclamarlos como propios.”

Meditaciones 2.14  “Recuerda que no se pierde otra vida que la que uno vive, ni vive otra que la que pierde… El presente es lo único que tiene, y no puede perderse lo que no se tiene.”

Meditaciones 4.47 / 4.50  “No desprecies la muerte… ¿qué diferencia hay entre quien vive tres días y quien vive tres generaciones?”

Meditaciones 7.27 “No sueñes con lo que no tienes; más bien considera lo que tienes como tus mayores bendiciones, y piensa cuánto las echas de menos si no las tuvieras… pero sin valorarlas tanto que te remuevan si las pierdes.”

Meditaciones 9.32–33 / 9.35–36 “Todo lo que ves perecerá pronto… La pérdida no es otra cosa que cambio, y la naturaleza universal gusta del cambio; de ella procede todo lo que es.”

Seneca:

Es más soportable no haber poseído jamás nada que haberlo perdido… el pobre es más alegre que el rico, porque la pobreza no tiene nada que perder.”

“El sabio considera chatarra todo lo que la Fortuna pueda arrebatarle; lo vive como prestado, dispuesto a devolverlo alegremente cuando se lo reclamen… vive como si todo le fuera prestado.”

"Lo que se tiene puede arrebatársenos, pero lo que ya se ha disfrutado, nunca. (…) Todo lo que tenemos puede perderse… Limita tus deseos y así curarás tus temores.”

"Deja de esperar y dejarás de temer.’ Esperanza y miedo son hermanos; el miedo sigue a la esperanza… enviamos la mente al futuro y así distribuimos sufrimientos.” Lo dado también puede ser quitado.”

“Algunos viven ansiosos, porque temen perder lo que les da alegría. (…) Nada que venga del azar es estable; cuanto más alto está, más propenso a caer.”

"¿Y por qué incluso sus alegrías están llenas de ansiedad y temor? Porque no se basan en causas firmes, sino que se agitan tan sin fundamento como surgieron. ¿Y qué clase de tiempos crees tú que serán aquellos que ellos mismos reconocen como miserables, si incluso las alegrías que los exaltan y elevan por encima de los demás no son en absoluto puras?

"Todos los mayores bienes son fuente de inquietud, y nunca se debe confiar menos en la fortuna que cuando parece más favorable. Para conservar la prosperidad, se necesita aún más prosperidad, y por cada deseo que se ha cumplido, es necesario elevar nuevos ruegos.

"Todo lo que nos llega por azar es inestable, y cuanto más alto asciende, más propenso está a caer.

"Además, lo que está destinado a perecer no puede brindar verdadero placer a nadie. Por tanto, es muy desdichada —y no solo breve— la vida de aquellos que trabajan arduamente para conseguir lo que deberán esforzarse aún más por conservar.

"Con gran fatiga alcanzan lo que desean, y con ansiedad mantienen lo que han alcanzado; mientras tanto, no prestan atención al tiempo, ese que nunca volverá.

"Nuevas ocupaciones reemplazan a las antiguas, la esperanza da paso a nuevas esperanzas, la ambición conduce a nuevas ambiciones…"

Que esteis bien.  

Y por cierto, muchísimas gracias por estar siempre ahi, y por esos caracoles y esas manitas de cordero... estaban deliciosas.

Saludos cordiales.

Pablo Jesus Gamez Rodriguez.