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Seguramente todos conoceis el cuento de "Barba Azul", que Charles Perrault publicó en 1.697, cuento que, junto con el de Blancanieves, Caperucita, Cenicienta, y otros solian relatar las madres de centro europa a sus hijos en las noches de invierno.
Lo que yo ignoraba por completo es que el cuento de "Barba Azul"
está inspirado en la historia real de un hombre de carne y hueso que nació, vivió y murió en la Francia de inicios del S. XV, en el contexto de la "Guerra de los Cien Años".
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He sabido de la historia de Barba Azul, cuyo nombre real era Gilles de Rais, en estas vacaciones, se trata de una de las historias mas terribles que haya conocido nunca, historia que me ha desasosegado y creado bastante inquietud. Hoy quiero compartirla con todos vosotros.
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Se llamaba Gilles de Rais, y no era un cualquiera: tenia el rango de Gran Mariscal de Francia, además de barón de Laval y Conde de Brienne, entre otros. Nació en el gélido otoño de 1.404, en el castillo de Champtocé (Anjou, Francia), y era hijo del noble Guy II de Laval (barón de Rais) y de Maria de Croan. Sus padres provenian de los mas rancios linajes franceses, poseyendo cada una de las familias una notable fortuna. Desde luego su familia era de alta alcurnia y de rancio abolengo. Por ejemplo, su tio-abuelo, Bertrand du Guesclin, intervino muy activamente en la guerra que mantuvieron el Rey Pedro I el Cruel, Rey de Castilla, con su hermanastro Enrique de Trastámara; y según fuentes bien informadas, parece que fue el propio Du Gesclin quien perpetró el asesinato del Rey Pedro.
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La finalidad del matrimonio de los padres de Gilles de Rais era solo procrear hijos a fin de garantizar la continuidad del linaje. No se preocuparon de sus dos vastagos, de modo que tango Gilles como su hermano René tuvieron que verselas muy pronto solos frente al mundo, criados exclusivamente por institutrices y amas de cria como Guillermette la Drapiere.
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La madre de Gilles era una mujer indolente que rehusaba totalmente querer a sus propios hijos, y el padre estaba unicamente preocupado por acumular riquezas y titulos, y no por atender a la educación de su prole. Como es fácil de suponer, ese ambiente de abandono sentimental seria fatal para el pequeño Gilles, que crecería con una inestabilidad emocional tal que pronto degenerarian en graves psicopatias que lo harian tristemente famoso en el mundo.
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En 1.415, cuando Gilles solo tenia 11 años, en el transcurso de una cacería, su padre fue alcanzado por un enorme jabalí, que le incrustó sus colmillos en el vientre, de tal modo que ambos quedaron unidos en un amasijo de visceras y sangre. El pequeño Gilles permaneció impasible al lado de su padre durante los dias que se prolongó dicha agonía. Lejos de sentir pena, dolor o siquiera asco ante las terribles heridas de su padre, Gilles se mantuvo sereno ante aquella espantosa escena, y tras la muerte el muchacho no sintió lastima, ni derramó una sola lagrima, empezando asi su gusto por la sangre y su excitación por el dolor ajeno.
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Según el propio Gilles de Rais, fue su abuelo materno Jean de Croan (quien se encargó de su educación tras la muerte de sus padres), quien le enseñó desde muy niño a extraer placer de pequeñas crueldades; bajo su custodia se agravó aún más su enfermedad mental.
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Pasa el tiempo y vienen sus dias de gloria. En la tarde del 23 de Febrero de 1.429 conoce a Juana de Arco, la “doncella de Orleáns” y protectora de Francia, en el contexto de la guerra de los cien años, y seguramente se enamora de ella. Es nombrado guardian y defensor de la doncella. Vienen los años de gloria militar de Gilles de Rais, unica via para escapar de sus demonios interiores. Sin embargo, la muerte injusta y cruenta de la joven Juana de Arco en la hoguera le desestabilizó mentalmente hasta tal punto que derrumbó completamente su personalidad, y acabó dominado por un odio implacable contra esa humanidad traidora que le habia arrebatado su unico pensamiento noble y elevado. Asi empezó a cimentar sobre sí una terrible leyenda negra que le aupó a la categoría de uno de los mayores psicópatas de la historia. Abandonó la carrera militar y su vida politica; y se dedicó por completo a cultivar sus todos sus locos instintos y sus dementes pasiones, iniciandose así su vorágine de terror.
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Entre 1.431 y 1.440 desaparecieron de la región no menos de mil niñas y niños, de entre 7 y 12 años, y en la mayoria Gilles de Rais tuvo mucho que ver. En sus castillos de Tiuffages y Champtocé durante el dia reinaba el ocio, la opulencia, los banquetes, la musica y la buena vida; pero de noche, cuando todo el mundo se retiraba, se convertian en la morada del diablo.
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Tantos niños desaparecidos y tantas quejas de padres desesperados por encontrar a sus niños despertaron al fin la atención del Estado y de la Iglesia, y el obispo Jean de Malestroit inicia la investigación. En una carta dirigida por el obispo al Rey Carlos VII, se lee:
“A todos los que leais las cartas que adjunto, nos, Juan V, por permiso de Dios y la gracia de la Sagrada Sede Apostolica, os saludamos en el nombre de Nuestro Salvador y os pedimos que presteis atención. Hemos descubierto, y la deposición de testigos de buen carácter y discreción nos lo han confirmado, que Gilles de Rais, caballero, subdito nuestro y sujeto a nuestras leyes, ha, por su propia mano y por mano de otros, sacrificado, asesinado y matado en masa a un gran numero de niños; que disfrutó con estos niños de placer sexual contra natura, y practicó el vicio de la sodomía en numerosas ocasiones; que tambien en numerosas ocasiones llevó a cabo o hizo que se llevaran a cabo muchas evocaciones de demonios, ofreciéndoles sacrificios humanos; y que finalmente hizo él mismo un pacto con el diablo. Ha cometido todo esto ademas de otros crímenes numerosos y mostruosos contra Dios y el hombre dentro de nuestra jurisdicción. Por todo ello declaramos infame al mencionado Gilles de Rais. Y para que nadie tenga duda sobre este asunto, hemos escrito las cartas que adjuntamos y las hemos sellado con nuestro sello. Dado en Nantes, el dia 31 de Julio del año de Nuestro Señor de 1.440. Por orden de Monseñor, el Obispo de Nantes.”
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Poco después se inicia su proceso, que culmina con la detención de Gilles de Rais, y su muerte por ajusticiamiento. Contamos con la confesión manuscrita del propio Gilles de Rais, y de sus colaboradores más estrechos.
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Eso si, aviso para navegantes: a pesar de que he suprimido los parrafos mas duros, para no herir sensibilidades, seria bueno que las personas especialmente sensibles, se abstuvieran de leer lo que viene a continuación.
“Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados. En todas estas viles acciones yo fui la fuerza principal, aunque he de mencionar como asesinos de niños a mis primos Roger de Bricqueville y Gilles de Sillé, a mis criados Griart y Etienne Corillaut, alias Poitou, a mi otro criado Rossignol y al pequeño Robin, que desgraciadamente ha muerto".
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"Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente".
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"Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...".
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"Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roido por los gusanos..."
Saludos.