Todo el mundo conoce, hasta la saciedad, la famosa frase de Sócrates: “Solo se que no se nada”. Pero pocos profundizan en esta frase, que a mi modo de ver constituye una de las frases más famosas (y ciertas) de toda la historia de la filosofia. A Sócrates lo conocemos por Platón, el cual nació en Atenas en el año 427 a.C. Fué seguidor de Sócrates del que recibió lecciones durante ocho años, y que escribió la "Apologia de Sócrates (haced click)". Una pequeña obra que constituye una auténtica joya, de inaplazable e imprescindible lectura.
En este Discurso, que eso precisamente significa "apología", Sócrates nos cuenta cómo comenzó su desgracia, ganandose la enemistad de tantos grupos de la sociedad ateniense. Comenzó cuando Querofonte, amigo suyo, preguntó al Oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, a lo que la pitonisa respondió que no. Sócrates, sorprendido, buscó la razón en la que se basaba el dios para decir tal cosa, ya que él no se consideraba más sabio que ningún otro hombre. Sin embargo según iba conociendo e interrogando a políticos, oradores, poetas y artesanos que se decían sabios deducía que no sabían tanto como ellos creian, y se lo hacía ver, con lo que empezó a enemistarse con todos ellos. Así llego a la conclusión de que él no sabía nada ni creía saber algo, y al no creer que sabía lo que no sabía, es un poco mas sabio.
Esto fue lo que le dio a entender el Oráculo, “La sabiduría humana es escasa o, más bien, nula”, es decir, “el más sabio de los hombres es el que reconoce, como hace Sócrates, que su sabiduría no tiene valor alguno”.
Ante el Tribunal, Sócrates se defiendió valientemente de todas las acusaciones, pero al final lo condenaron. La ignorancia condena a la sabiduría, escena que no ha hecho sino repetirse a lo largo de la historia. Sócrates no le tiene miedo a la muerte, y prefiere morir a resignarse a escapar y vivir sin poder continuar mostrando a la gente cómo la mejor manera de aprender es reconocer la ignorancia, la ausencia de saber, la insignificancia del saber humano.
De la lectura pausada de la obra de Sócrates se desprende que para poder aprender hay que reconocer no saber “yo solo sé que no sé nada”. Si uno va por delante creyendo que es más inteligente que los demás, creyéndose que ya lo sabe todo y no se abre al saber que le puede proporcionar el prójimo tiene un gravísimo problema: esta cerrado en su propia ignorancia. En el fondo, como defendía Sócrates, los realmente sabios son aquellos que reconocen no saber lo que no saben, quienes no van por ahí diciendo ser sabios, que no se enojan cuando otro puede demostrar la escasez de su sabiduría. La sabiduría se encuentra en reconocer la ignorancia de uno mismo y estar dispuesto a aprender de otro. Además, esos presuntos “sabios” tienen otro problema colateral: la gente se rie de ellos. Recuerdo aquel famoso estudiante, caso real, que vino del Colegio presumiendo de que ya se sabia "todas " las matemáticas. Todos se asombraban. Hasta que una vez, uno le preguntó: "Bueno, si es cierto eso sabrás lo que es una integral". El "sabio" respondió: "No, eso no son matematicas" (!)
Cada vez que aprendemos algo nuevo, más cuenta nos damos de que no sabemos nada, que el saber es infinito. Tambien en materia religiosa criticaba a los sacerdotes o creyentes que decian saberlo todo sobre los dioses. Sócrates partia de la base de que los dioses, de existir, serian infinitos e inmortales, siendo impotente la mente humana, finita, para abarcar tanto conocimiento infinito; y criticaba a los que decian “saberlo todo” sobre los dioses, arrastrando a las masas ignorantes, cuando lo cierto es que no sabian nada en absoluto. El mismo lo dijo: “Si fuésemos razonables, Hermógenes, confesariamos que nada sabemos acerca de los dioses, ni de sus personas, ni de sus nombres" .
En cuanto a su gloriosa muerte, leamos a Platón, que nos lo cuenta en su obra "Fedon". Sócrates ha de beberse el veneno, a fin de morir. He quí un breve extracto:
En este Discurso, que eso precisamente significa "apología", Sócrates nos cuenta cómo comenzó su desgracia, ganandose la enemistad de tantos grupos de la sociedad ateniense. Comenzó cuando Querofonte, amigo suyo, preguntó al Oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, a lo que la pitonisa respondió que no. Sócrates, sorprendido, buscó la razón en la que se basaba el dios para decir tal cosa, ya que él no se consideraba más sabio que ningún otro hombre. Sin embargo según iba conociendo e interrogando a políticos, oradores, poetas y artesanos que se decían sabios deducía que no sabían tanto como ellos creian, y se lo hacía ver, con lo que empezó a enemistarse con todos ellos. Así llego a la conclusión de que él no sabía nada ni creía saber algo, y al no creer que sabía lo que no sabía, es un poco mas sabio.
Esto fue lo que le dio a entender el Oráculo, “La sabiduría humana es escasa o, más bien, nula”, es decir, “el más sabio de los hombres es el que reconoce, como hace Sócrates, que su sabiduría no tiene valor alguno”.
Ante el Tribunal, Sócrates se defiendió valientemente de todas las acusaciones, pero al final lo condenaron. La ignorancia condena a la sabiduría, escena que no ha hecho sino repetirse a lo largo de la historia. Sócrates no le tiene miedo a la muerte, y prefiere morir a resignarse a escapar y vivir sin poder continuar mostrando a la gente cómo la mejor manera de aprender es reconocer la ignorancia, la ausencia de saber, la insignificancia del saber humano.
De la lectura pausada de la obra de Sócrates se desprende que para poder aprender hay que reconocer no saber “yo solo sé que no sé nada”. Si uno va por delante creyendo que es más inteligente que los demás, creyéndose que ya lo sabe todo y no se abre al saber que le puede proporcionar el prójimo tiene un gravísimo problema: esta cerrado en su propia ignorancia. En el fondo, como defendía Sócrates, los realmente sabios son aquellos que reconocen no saber lo que no saben, quienes no van por ahí diciendo ser sabios, que no se enojan cuando otro puede demostrar la escasez de su sabiduría. La sabiduría se encuentra en reconocer la ignorancia de uno mismo y estar dispuesto a aprender de otro. Además, esos presuntos “sabios” tienen otro problema colateral: la gente se rie de ellos. Recuerdo aquel famoso estudiante, caso real, que vino del Colegio presumiendo de que ya se sabia "todas " las matemáticas. Todos se asombraban. Hasta que una vez, uno le preguntó: "Bueno, si es cierto eso sabrás lo que es una integral". El "sabio" respondió: "No, eso no son matematicas" (!)
Cada vez que aprendemos algo nuevo, más cuenta nos damos de que no sabemos nada, que el saber es infinito. Tambien en materia religiosa criticaba a los sacerdotes o creyentes que decian saberlo todo sobre los dioses. Sócrates partia de la base de que los dioses, de existir, serian infinitos e inmortales, siendo impotente la mente humana, finita, para abarcar tanto conocimiento infinito; y criticaba a los que decian “saberlo todo” sobre los dioses, arrastrando a las masas ignorantes, cuando lo cierto es que no sabian nada en absoluto. El mismo lo dijo: “Si fuésemos razonables, Hermógenes, confesariamos que nada sabemos acerca de los dioses, ni de sus personas, ni de sus nombres" .
En cuanto a su gloriosa muerte, leamos a Platón, que nos lo cuenta en su obra "Fedon". Sócrates ha de beberse el veneno, a fin de morir. He quí un breve extracto:
"—¡Qué hombre tan amable! Durante todo el tiempo que he pasado aquí vino a verme, charló de vez en cuando conmigo y fue el mejor de los hombres. Y ahora ¡qué noblemente me llora! Así que, hagámosle caso, Critón, y que traiga alguno el veneno, si es que está triturado. Y si no, que lo triture nuestro hombre.
—Pero, Sócrates —le dijo Critón—, el sol, según creo, está todavía sobre las montañas y aún no se ha puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo han tomado mucho después de haberles sido comunicada la orden y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso, tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. Ea, pues, no te apresures, que todavía hay tiempo.
—Es natural que obren así, Critón —repuso Sócrates—, ésos que tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero también es natural que yo no lo haga, porque no creo que saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de incurrir en ridículo conmigo mismo, mostrándome ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna. Anda, obedéceme —terminó— y haz como te digo.
Al oírle, Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió éste y, después de un largo rato, regresó con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le preguntó:
—Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas, ¿qué debo hacer?
—Nada más que beberlo y pasearte —le respondió— hasta que se te pongan las piernas pesadas, y luego tumbarte. Así hará su efecto.
Y, a la vez que dijo esto, tendió la copa a Sócrates.
Tomola éste con gran tranquilidad, sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al individuo de frente, según tenía por costumbre, y le dijo:
—¿Qué dices de esta bebida con respecto a hacer una libación a alguna divinidad? ¿Se puede o no?
—Tan sólo trituramos, Sócrates —le respondió—, la cantidad que juzgamos precisa para beber.
—Me doy cuenta —contestó—. Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar a los dioses que resulte feliz mi emigración de aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que así sea!
Y después de decir estas palabras, lo bebió, conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad.
Hasta este momento la mayor parte de nosotros fue bastante capaz de contener el llanto; pero cuando le vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos contenernos. A mí también, y contra mi voluntad, caíanme las lágrimas a raudales, de tal manera que, cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo, pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo. Critón, como aun antes que yo no había sido capaz de contener las lágrimas, se había levantado. Y Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre lágrimas y demostraciones de indignación, de tal forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción del propio Sócrates, a quien no conmoviera.
Pero entonces nos dijo:
—¿Qué hacéis, hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue por esto en especial, para que no importunasen de ese modo, pues tengo oído que se debe morir entre palabras de buen augurio. Ea, pues, estad tranquilos y mostraos fuertes.
Y, al oírle nosotros, sentimos vergüenza y contuvimos el llanto. Él, por su parte, después de haberse paseado, cuando dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas y, yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriando y quedándose rígido. Y siguiole tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría.
Tenía ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro —pues se lo había cubierto—, dijo éstas, que fueron sus últimas palabras:
—Oh, Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda y no la paséis por alto.
—Descuida, que así se hará —le respondió Critón—. Mira si tienes que decir algo más.
A esta pregunta de Critón ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento y el hombre le descubrió: tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.
Así fue el fin de nuestro amigo, de un varón que, como podríamos afirmar, fue el mejor, a más de ser el más sensato y justo de los hombres de su tiempo que tratamos."
—Pero, Sócrates —le dijo Critón—, el sol, según creo, está todavía sobre las montañas y aún no se ha puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo han tomado mucho después de haberles sido comunicada la orden y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso, tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. Ea, pues, no te apresures, que todavía hay tiempo.
—Es natural que obren así, Critón —repuso Sócrates—, ésos que tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero también es natural que yo no lo haga, porque no creo que saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de incurrir en ridículo conmigo mismo, mostrándome ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna. Anda, obedéceme —terminó— y haz como te digo.
Al oírle, Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió éste y, después de un largo rato, regresó con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le preguntó:
—Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas, ¿qué debo hacer?
—Nada más que beberlo y pasearte —le respondió— hasta que se te pongan las piernas pesadas, y luego tumbarte. Así hará su efecto.
Y, a la vez que dijo esto, tendió la copa a Sócrates.
Tomola éste con gran tranquilidad, sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al individuo de frente, según tenía por costumbre, y le dijo:
—¿Qué dices de esta bebida con respecto a hacer una libación a alguna divinidad? ¿Se puede o no?
—Tan sólo trituramos, Sócrates —le respondió—, la cantidad que juzgamos precisa para beber.
—Me doy cuenta —contestó—. Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar a los dioses que resulte feliz mi emigración de aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que así sea!
Y después de decir estas palabras, lo bebió, conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad.
Hasta este momento la mayor parte de nosotros fue bastante capaz de contener el llanto; pero cuando le vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos contenernos. A mí también, y contra mi voluntad, caíanme las lágrimas a raudales, de tal manera que, cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo, pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo. Critón, como aun antes que yo no había sido capaz de contener las lágrimas, se había levantado. Y Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre lágrimas y demostraciones de indignación, de tal forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción del propio Sócrates, a quien no conmoviera.
Pero entonces nos dijo:
—¿Qué hacéis, hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue por esto en especial, para que no importunasen de ese modo, pues tengo oído que se debe morir entre palabras de buen augurio. Ea, pues, estad tranquilos y mostraos fuertes.
Y, al oírle nosotros, sentimos vergüenza y contuvimos el llanto. Él, por su parte, después de haberse paseado, cuando dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas y, yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriando y quedándose rígido. Y siguiole tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría.
Tenía ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro —pues se lo había cubierto—, dijo éstas, que fueron sus últimas palabras:
—Oh, Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda y no la paséis por alto.
—Descuida, que así se hará —le respondió Critón—. Mira si tienes que decir algo más.
A esta pregunta de Critón ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento y el hombre le descubrió: tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.
Así fue el fin de nuestro amigo, de un varón que, como podríamos afirmar, fue el mejor, a más de ser el más sensato y justo de los hombres de su tiempo que tratamos."
Saludos.
24 comentarios:
Sin lugar a dudas creo la mejor frase que se ha dicho nunca y puede que sea uno de los hombres más sensatos que han pisado el planeta.
Gracias por acercarnos a estos sus último minutos, una lec´ción para todos nosotros, inteligente hasta en ese momento.
Me acercaré a la "Apología" cuando pueda hacerlo tranquilamente y con miras hacia algo en lo que me has iluminado, no te digo lo que porque no es referente a la blogosfera.
Un abrazo
Una de las mayores muestras de sabiduría de este gran hombre fue el no dejar nada escrito para la posteridad; aunque yo siempre me alegraré de que lo hiciera Platón.
El libro que mencionas lo tengo en un lugar privilegiado en mi pequeña biblioteca, y es uno de mis favoritos.
Ya sólo nos queda aprender, ¡algo tan difícil!
Un abrazo.
Muy emotivo y aleccionador...es la primera vez que lo leo y te agradezco por haberlo puesto aquí.
Los verdaderos sabios saben que el conocimiento no es un fin en si mismo, es solo un medio para la superación.
Saludos!
cornelivs, eres una enciclopedia con piernas ( no voy a decir "patas")... ¡qué lecciones magistrales compartes con nosotros!. ¿Te puedees creer que justo ayer utilicé esta frase en algún comentario?
Aquellos sí eran sabios... aunque se dieran cuenta de que no sabían NADA.
UN BESO
Todo comenzó cuando Sócrates… acepta lo dicho por el Oráculo de Delfos… que era el hombre mas sabio. … La misión de Sócrates era la de filosofar, exhortar y de hacer reflexionar a todo aquel que se cruzara en su camino de manera honrada, sincera, predicando el valor de la virtud. Cumpliendo así lo encomendado por su Dios por sobre cualquier adversidad Besitos. Silvi.
No sabremos nunca si fue como nos lo contaron, pero la vida y muerte de Sócrates es un ejemplo permanente. En el fondo, como bien sabes, seguimos bebiendo de la cultura gestada por aquellos hombres.
Señor Cornelivs, tomo aquí algún extracto de su bien mencionada Apología de Sócrates:
"Así pues, también respecto a los poetas me di cuenta, en poco tiempo, de que no hacían por sabiduría lo que hacían, sino por ciertas dotes naturales y en estado de inspiración como los adivinos y los que recitan los oráculos. En efecto, también éstos dicen muchas cosas hermosas, pero no saben nada de lo que dicen. Una inspiración semejante me pareció a mí que experimentaban también los poetas, y al mismo tiempo me di cuenta de que ellos, a causa de la poesía, creían también ser sabios respecto a las demás cosas sobre las que no lo eran..
...me pareció a mí que también los buenos artesanos incurrían en el mismo error que los poetas: por el hecho de que realizaban adecuadamente su arte, cada uno de ellos estimaba que era muy sabio también respecto a las demás cosas, incluso las más importantes, y ese error velaba su sabiduría...".
Según el ignorante Sócrates, el hombre, ya fuese Poeta o Adivino, podía a través de no se sabe que bella inspiración, decir hermosas cosas.
Y él basó su conclusiva ignorancia y única sabiduría del hombre, de la hermosa predicción (para él) realizada por un 'ignorante' adivino del afamado oráculo de Delfos, que pretendió proclamarle, como el más sabio, sobre todo el resto de los hombres.
En realidad, muy sabio el señor Sócrates no parece que sería y si lo era, habría que admitir la existencia de los Dioses y descartar sabidurías.
Suyo y sabio entre los sabios le saludo, Z+-----
Doña cicuta, odiosa besucona, de sabor amarga...
Saludos y buen fin de semana.
holis! excelente post..un hombre más que sabio...
un ejemplo de humildad...mala muerte...
un placer visitarte...eres muy bueno.....
la música muy bonita!
besotes y abrazos de oso.
silvia cloud
"Oh, Critón, debemos un gallo a Asclepio"
Hasta en sus últimos segundos fue...Sócrates, según Platón.
Como Jesús, nada escribió, tuvo una muerte trágica y lo conocemos por sus discípulos. Pero a diferencia de Él, era un señor viejo, poco agraciado y con los ojos saltones, verdadero "moscardón" para sus contemporáneos como parece ser que se definió a si mismo.
Precioso Post Cornelivs, vaya que lo disfruté!
Abrazaso Amigo y el mejor fin de semana para Vos!
La ignorancia condena a la sabiduría...Y lo peor es que eso no ha cambiado
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Cornelivs, ahora que acabas de cumplir un año en la blogósfera debo decirte que me tiene alarmado que algunos de los buenos blogueros están manifestando que no siguen más en esto ¿Qué será lo que les está pasando?
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En otro orden de ideas..
No acostumbro a ventilar opiniones políticas en estos menesteres, pero no puedo evitarlo porque este es un blog que tiene que ver con cine.
Resulta que el Gobierno venezolano acaba de prohibir que se proyecten pelìculas norteamericanas en dicho paìs, con el pretexto de que son películas que le dan ejemplos capitalistas e inmorales a la juventud. Calculen ustedes el grado de intolerancia de dicho gobierno.
hay un aspecto más en esta condena de la ignorancia a la sabiduría. Condena eterna que siempre hace del que sabe algo distinto, "alguien sospechoso".
Socrates, acepta por propia voluntad tomar la cicuta. Aún a sabiendas, y con absoluta lucidez, de estar en lo correcto. Y lo hace por el bien de los demás. Sacrificando el propio bienestar. De lo cual, también platón nos da testimonio certero.
asi que yo siempre he entendido esa frase de una manera muy extraña. la he entendido como si dijera "Solo sé que yo no soy realmente importante". Y eso, a mi modesto modo de ver lo hace uno de los hombres más notables y sabios de la historia. Porque pocas personas entienden cabalmente esto.
Un abrazo desde el otro lado del mar.
juank
ah, cornelius me olvidaba.... se te asoma un griego bajo la tunica romana.
jajajajaja
un abrazo
juank
"Solo se que no se nada"...Un pensamiento que podemos analizar como "aporía" o "ingorancia ilustrada".
Una persona, dicen, deliberadamente problemática y conflictiva. Dicen....Cada uno que emita tu propio juicio. Porque todos podemos hacerlo intuitivamente, juicios correctos acerca del bien y del mal aun cuando no sepamos explicarlos. Sócrates suponía que el conocimiento de la virtud está latente en nosotros. Se puede descubrir tal conocimiento y llegar así a ser más virtuosos si lo buscamos con él y lo convertimos en un conocimiento consciente y explícito.
En el diálogo "El banquete", Diotima, supuesta maestra de Sócrates, le dice:-¿No sabes que la opinión correcta sin la capacidad de explicarla no es conocimiento? ¿Cómo podría ser conocimiento algo inexplicable?...La opinión correcta está a medio camino entre la sabiduría y la ignorancia.
(...)
Buen post, amigo. Un beso.
Me quedo con dos reflexiones:
-" la ignorancia condena a la sabiduria" como tu tan bien lo señalas... Que poco aprendemos de la historia!!!.
_ "(...) Mostrandome ansio y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna" dicho por Platon y atribuido a Socrastes...
Me quedo pensando cuantos hay de nosotros que quedamos atornillados a una silla por no saber retirarnos buen tiempo, o tirar la toalla, o entregarnos, mas alla de toda esperanza, claro.
Un abrazo
Apasionante esta historia.
La sabiduría es algo intangible e infinito.Cada día se puede aprender, y no se deben escatimar esfuerzos en hacerlo, en absorber todo aquello que se nos presente como nuevo o sorpresivo.
Ahí radicaba el saber de Sócrates, en saber que se puede morir aprendiendo,que el saber no tiene espacio ni tiempo...
Y reconocer que no se sabe todo, es abrir la mente a la sabiduría.
Nadie lo sabe todo, así de sencillo.
Me ha encantado leer su final caballeresco, su porte inteligente hasta para recibir la muerte...
Me ha gustado muchísimo este post.
Besos.
Hermosa entrada para reflexionar. Confieso que no he leido la Apología, pero me interesaré por ella ahora que tengo más tiempo, pues solo reconociendo la ignorancia puede el hombre llegar al conocimiento de las cosas.
José María
¡Hola, Cornelivs! No sólo es un placer leer tus entradas, sino también los comentarios de tus lectores...
Hay mucho que aprender de la vida de los grandes personajes del pasado. Al final, siempre han sido como 'moscas cojoneras', figuras molestas para los ignorantes de turno.
Salud para ti y los tuyos.
Hola Cornelivs, los grandes sabios llegan a serlo porque se dan cuenta de que lo que saben es insignificante comparado con todo lo que les queda por aprender...
PAZ Y AMOR para ti, para todos...
Buenos dias Cornelivs, esa frase:
"Solo se que no se nada", es precisa de necesidad, de hecho las ideologias que rigen el mundo actual la han perdido de vista, pugnan por instaurarse en pos de la verdad unica, aqui esta el error de los que rigen y creen saber algo y aplican sus escasos conocimientos, convirtiendolos en inconscientes patanes incultos, lo peor es que son tan egoistas que no se dan cuenta.
Aunque al parecer yo se algo, he de decir que visto lo visto, vivido lo vido, no me ha hecho falta preguntar a nadie como a Socrates, son los hechos los que siempre hablan, tal vez porque yo tambien pertenezco a esa clase de incultos, no obstante soy de los que , me hago eco de su frase, para la reflexion.
Saludos cordiales.
Jesus
He conocido tu blog por medio de Jesús y Encarna y me atrevo a dar mi modesta opinión a tu presentación: ¡Muy buena!, tienes un nuevo seguidor desde la ciudad de Tarragona.
Un cordial saludo y felicitats!
Luis
Amigo mío, estoy tapada de trabajo y apenas puedo leerte, pasa entretanto a retirar un premio por mi laberinto.
Besos
TRAS DOS DIAS DE LOCURA EN LOS QUE ME HA SIDO IMPOSIBLE CONECTARME AL PC, VUELVO CON VOSOTROS AMIGOS.
GRACIAS A TODOS Y A TODAS.
BESOS Y ABRAZOS.
Tienes muy buen blog. Un gusto haberte leído. Saludos.
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