“Jugando está a las tablas don Gaiferos,
que ya de Melisendra está olvidado"
¿Qué origen tiene esta historia de D. Gaiferos y Melisendra, con la que empieza este Capitulo XXVI? Como resultado de mis investigaciones y con permiso de los entendidos, parece ser que estos versos se publicaron en el Cancionero de Hernando del Castillo, publicado en Amberes en 1573, mientras que los "chilladores delante y envaramiento detrás" con que el Rey Marsilio de Sansueña castiga el atrevimiento del moro que besa a Melisendra pudo haberlo tomado Cervantes de Quevedo.
Veo de nuevo sátira y burla de los viejos romances. Se ve que D. Gaiferos estaba muy a gusto en Paris, jugando a las tablas. Su suegro Carlomagno, padre putativo de Melisendra, está enfadado con su yerno, al ver su “ocio y descuido”, vamos que el mancebo vivía muy cómodo mientras su esposa estaba prisionera. Por si fuera poco, un moro “besucón”, sin duda seducido por los encantos de Melisendra, se atreve a besarla en los labios mientras su esposo Gaiferos está tan alegre en Francia jugando a las tablas. Bueno, al final, el “tibio” marido acude a rescatarla, presionado por su suegro.
Por la forma de contar la historia y por las interrupciones que D. Quijote y el propio Maese Pedro hacen al narrador, mucho me temo que Maese Pedro contaba la historia como quería haciendo una “versión libre” del romance oficial o, al menos, ponía mucho de su propia cosecha, transformando el romance medieval en una historia con la que entretener a su auditorio, añadiendo detalles de su propio peculio para hacerla más amena o picante, según las circunstancias y la calidad del auditorio que la escuchara en cada momento.
Y ahora viene lo bueno: cuando Gaiferos rescata a Melisendra y Marsilio los persigue, D. Quijote monta tranquilamente en cólera y se lía a espadazos con el retablo destrozándolo todo, presuntamente con la intención de ayudar en su fuga a Gaiferos y Melisendra. Y Cervantes destaca un detalle: D. Quijote da un terrible tajo con su espada de arriba abajo que, si no se inclina Maese Pedro, le podia haber costado muy caro al pobre titiritero.
Aparentemente se trata de otro episodio de locura de D. Quijote. Inicialmente pudiera pensarse que llevamos ya muchos capítulos contemplando a un D. Quijote valeroso, sabio, prudente, y para nada loco, con lo cual Cervantes pretende que el hilo argumental vuelva a su cauce, a fin de cuentas la novela es la historia de un loco. Bien pudiera ser así. Pero este argumento no me convence del todo, pues la distancia que existe ya entre el Quijote de la Primera parte y el de la Segunda parte es abismal y a estas alturas de la novela no cuadra con la historia que ahora se reproduzcan las locas aventuras de Sierra Morena, de Miramamolin o de Pandafilando de la Fosca Vista, con la fisonomia que tenia antes la mente de D. Quijote: yo creo que no. La evolución de la novela es muy clara, y donde hubo nidos antaño, no hay pajaros hogaño, es decir, ello implicaria un extraño quiebro en la linea del argumento de la novela, una extraña vuelta atrás. D. Quijote ha cambiado, mucho ademas, y de modo irreversible.
Mi humilde opinión personal es que aquí hay mucho más. Me explico. Pienso que es muy extraño este tardío brote de “aparente” locura, ya sabemos que D. Quijote no se fía ni del mono adivino, ni de maese Pedro, ni le gusta para nada el modo en que cuenta la historia de Melisendra. Percibo claramente la animadversión que D. Quijote siente hacia Maese Pedro, su mono y su retablo.
Por ello me atrevo a más, aventurando esta hipótesis, quizás un poco arriesgada, pero ahí va: la causa de todo está en que D. Quijote pudo reconocer quien era Maese Pedro, pero guarda silencio y se venga ahora de él. Ya está harto de sus burlas, de sus donaires y de su palabrería y da este espadazo de arriba abajo (muy sospechoso por la intencionalidad, por la dirección del golpe y también por la llamativa insistencia de Cervantes de la que luego hablaremos) que a punto está de herir al titiritero: “…que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán”.
¡Bueno, Cornelivs, ahora defiende tu teoría y arguméntala! Vamos a ello. Yo apostaría a que D. Quijote está actuando aquí como un consumado actor. Inicialmente parece calmarse y dice que su intervención ha sido decisiva, ("¡viva la andante caballería!") si Gaiferos goza ahora entre los brazos de Melisendra es gracias a su intervención. Actúa de cara a la galería, y muy en su papel.
Acto seguido, “cuando le ve las orejas al lobo” como suele decirse, (intuye que le va a costar los cuartos) se hace el despistado, y niega tener nada que sea de Maese Pedro.
Ahora bien: cuando Maese Pedro le habla claramente y le reclama el importe de las figurillas de pasta, D. Quijote se ve acorralado y atención, asistimos a algo extraordinario: D. Quijote, muy inteligentemente, ¡…usa su propia y presunta “locura” como coartada!, es decir ¡le echa la culpa a los encantadores que lo persiguen!, fijaros que lo dice él mismo, “se le alteró la cólera”, que a él le “pareció todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra”. ¡Inteligentísimo D. Quijote, está fingiendo…!. El ya ha conocido claramente quien es Maese Pedro, pero calla y se hace el loco adrede.
Pero es que, además del detalle anterior, hay otros detalles más que me inducen a pensar así:
En primer lugar, llama la atención el arranque de cólera tan prudente y casi sosegado que tiene esta vez, en comparación con su estilo habitual: “No consentiré yo que en mis días…”. En segundo lugar, se calma rápidamente, no le dura la cólera demasiado, el tiempo de rezar “dos credos” dice Cervantes. En tercer lugar, cuando una vez calmado accede a indemnizar los daños causados en las figuras a Maese Pedro dice: “Si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen; y, con todo esto, deste mi yerro aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas...” ¿Por qué acepta tan rápidamente pagar él, si no tiene la culpa? ¿No será que, aunque no lo diga, se ha dado cuenta de que “se ha pasado” un pelín? En cuarto lugar, dice algo muy intrigante: “no hay para qué venderme a mí el gato por liebre presentándome aquí a Melisendra desnarigada, estando la otra, si viene a mano, ahora holgándose en Francia con su esposo a pierna tendida”. Vuelve a mezclar realidad con ficción, sigue usando su presunta locura como coartada, y de paso, tira por bajo. A mi me parece como si le dijera a Maese Pedro: “Oye, sé quien eres, no te pases conmigo”.
Puedo estar equivocado, por supuesto que si. Ya he dicho antes que reconozco lo aventurada que puede ser esta hipótesis mía. Yo creo que Cervantes lo sugiere sutilmente, no es amigo de repetirse y aquí insiste sobre ello y si Cervantes insiste es por algo: en el capitulo siguiente, veremos que dice: “hubiérale de costar caro si don Quijote bajara un poco más la mano cuando cortó la cabeza al rey Marsilio y destruyó toda su caballería, como queda dicho en el antecedente capítulo”.
Si ya queda dicho, ¿por qué lo repite? Parece como si Cervantes se quedase con la gana de que D. Quijote hubiera alcanzado con su espada al titiritero, o como si nos repitiese el dato del espadazo, dejándolo flotar en el aire con toda la intención del mundo. ¿Es un nuevo guiño que nos hace Cervantes? Yo creo que sí.
Y hay otro rasgo que demuestra, una vez más, la animadversión de D. Quijote hacia Maese Pedro. D. Quijote, una vez calmado, parece que vuelve a enojarse al final, cuando por el tema de los dos reales dice: “Dáselos, Sancho, no para tomar el mono, sino la mona”, es decir, para que se emborrache; recordemos que según el ventero, el titiritero “hablaba mas que seis y bebía mas que doce”. Hablador y bebedor: D. Quijote no simpatiza mucho con él. Y Cervantes tampoco.
Y creo también que Maese Pedro se dio cuenta de que había sido descubierto por D. Quijote. Por ello se fue sin despedirse, antes que nadie. Y tanto: no le interesaba toparse de nuevo con D. Quijote ¡...ni con nadie que lo conociera de su vida anterior...!
Saludos.
Veo de nuevo sátira y burla de los viejos romances. Se ve que D. Gaiferos estaba muy a gusto en Paris, jugando a las tablas. Su suegro Carlomagno, padre putativo de Melisendra, está enfadado con su yerno, al ver su “ocio y descuido”, vamos que el mancebo vivía muy cómodo mientras su esposa estaba prisionera. Por si fuera poco, un moro “besucón”, sin duda seducido por los encantos de Melisendra, se atreve a besarla en los labios mientras su esposo Gaiferos está tan alegre en Francia jugando a las tablas. Bueno, al final, el “tibio” marido acude a rescatarla, presionado por su suegro.
Por la forma de contar la historia y por las interrupciones que D. Quijote y el propio Maese Pedro hacen al narrador, mucho me temo que Maese Pedro contaba la historia como quería haciendo una “versión libre” del romance oficial o, al menos, ponía mucho de su propia cosecha, transformando el romance medieval en una historia con la que entretener a su auditorio, añadiendo detalles de su propio peculio para hacerla más amena o picante, según las circunstancias y la calidad del auditorio que la escuchara en cada momento.
Y ahora viene lo bueno: cuando Gaiferos rescata a Melisendra y Marsilio los persigue, D. Quijote monta tranquilamente en cólera y se lía a espadazos con el retablo destrozándolo todo, presuntamente con la intención de ayudar en su fuga a Gaiferos y Melisendra. Y Cervantes destaca un detalle: D. Quijote da un terrible tajo con su espada de arriba abajo que, si no se inclina Maese Pedro, le podia haber costado muy caro al pobre titiritero.
Aparentemente se trata de otro episodio de locura de D. Quijote. Inicialmente pudiera pensarse que llevamos ya muchos capítulos contemplando a un D. Quijote valeroso, sabio, prudente, y para nada loco, con lo cual Cervantes pretende que el hilo argumental vuelva a su cauce, a fin de cuentas la novela es la historia de un loco. Bien pudiera ser así. Pero este argumento no me convence del todo, pues la distancia que existe ya entre el Quijote de la Primera parte y el de la Segunda parte es abismal y a estas alturas de la novela no cuadra con la historia que ahora se reproduzcan las locas aventuras de Sierra Morena, de Miramamolin o de Pandafilando de la Fosca Vista, con la fisonomia que tenia antes la mente de D. Quijote: yo creo que no. La evolución de la novela es muy clara, y donde hubo nidos antaño, no hay pajaros hogaño, es decir, ello implicaria un extraño quiebro en la linea del argumento de la novela, una extraña vuelta atrás. D. Quijote ha cambiado, mucho ademas, y de modo irreversible.
Mi humilde opinión personal es que aquí hay mucho más. Me explico. Pienso que es muy extraño este tardío brote de “aparente” locura, ya sabemos que D. Quijote no se fía ni del mono adivino, ni de maese Pedro, ni le gusta para nada el modo en que cuenta la historia de Melisendra. Percibo claramente la animadversión que D. Quijote siente hacia Maese Pedro, su mono y su retablo.
Por ello me atrevo a más, aventurando esta hipótesis, quizás un poco arriesgada, pero ahí va: la causa de todo está en que D. Quijote pudo reconocer quien era Maese Pedro, pero guarda silencio y se venga ahora de él. Ya está harto de sus burlas, de sus donaires y de su palabrería y da este espadazo de arriba abajo (muy sospechoso por la intencionalidad, por la dirección del golpe y también por la llamativa insistencia de Cervantes de la que luego hablaremos) que a punto está de herir al titiritero: “…que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán”.
¡Bueno, Cornelivs, ahora defiende tu teoría y arguméntala! Vamos a ello. Yo apostaría a que D. Quijote está actuando aquí como un consumado actor. Inicialmente parece calmarse y dice que su intervención ha sido decisiva, ("¡viva la andante caballería!") si Gaiferos goza ahora entre los brazos de Melisendra es gracias a su intervención. Actúa de cara a la galería, y muy en su papel.
Acto seguido, “cuando le ve las orejas al lobo” como suele decirse, (intuye que le va a costar los cuartos) se hace el despistado, y niega tener nada que sea de Maese Pedro.
Ahora bien: cuando Maese Pedro le habla claramente y le reclama el importe de las figurillas de pasta, D. Quijote se ve acorralado y atención, asistimos a algo extraordinario: D. Quijote, muy inteligentemente, ¡…usa su propia y presunta “locura” como coartada!, es decir ¡le echa la culpa a los encantadores que lo persiguen!, fijaros que lo dice él mismo, “se le alteró la cólera”, que a él le “pareció todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra”. ¡Inteligentísimo D. Quijote, está fingiendo…!. El ya ha conocido claramente quien es Maese Pedro, pero calla y se hace el loco adrede.
Pero es que, además del detalle anterior, hay otros detalles más que me inducen a pensar así:
En primer lugar, llama la atención el arranque de cólera tan prudente y casi sosegado que tiene esta vez, en comparación con su estilo habitual: “No consentiré yo que en mis días…”. En segundo lugar, se calma rápidamente, no le dura la cólera demasiado, el tiempo de rezar “dos credos” dice Cervantes. En tercer lugar, cuando una vez calmado accede a indemnizar los daños causados en las figuras a Maese Pedro dice: “Si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen; y, con todo esto, deste mi yerro aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas...” ¿Por qué acepta tan rápidamente pagar él, si no tiene la culpa? ¿No será que, aunque no lo diga, se ha dado cuenta de que “se ha pasado” un pelín? En cuarto lugar, dice algo muy intrigante: “no hay para qué venderme a mí el gato por liebre presentándome aquí a Melisendra desnarigada, estando la otra, si viene a mano, ahora holgándose en Francia con su esposo a pierna tendida”. Vuelve a mezclar realidad con ficción, sigue usando su presunta locura como coartada, y de paso, tira por bajo. A mi me parece como si le dijera a Maese Pedro: “Oye, sé quien eres, no te pases conmigo”.
Puedo estar equivocado, por supuesto que si. Ya he dicho antes que reconozco lo aventurada que puede ser esta hipótesis mía. Yo creo que Cervantes lo sugiere sutilmente, no es amigo de repetirse y aquí insiste sobre ello y si Cervantes insiste es por algo: en el capitulo siguiente, veremos que dice: “hubiérale de costar caro si don Quijote bajara un poco más la mano cuando cortó la cabeza al rey Marsilio y destruyó toda su caballería, como queda dicho en el antecedente capítulo”.
Si ya queda dicho, ¿por qué lo repite? Parece como si Cervantes se quedase con la gana de que D. Quijote hubiera alcanzado con su espada al titiritero, o como si nos repitiese el dato del espadazo, dejándolo flotar en el aire con toda la intención del mundo. ¿Es un nuevo guiño que nos hace Cervantes? Yo creo que sí.
Y hay otro rasgo que demuestra, una vez más, la animadversión de D. Quijote hacia Maese Pedro. D. Quijote, una vez calmado, parece que vuelve a enojarse al final, cuando por el tema de los dos reales dice: “Dáselos, Sancho, no para tomar el mono, sino la mona”, es decir, para que se emborrache; recordemos que según el ventero, el titiritero “hablaba mas que seis y bebía mas que doce”. Hablador y bebedor: D. Quijote no simpatiza mucho con él. Y Cervantes tampoco.
Y creo también que Maese Pedro se dio cuenta de que había sido descubierto por D. Quijote. Por ello se fue sin despedirse, antes que nadie. Y tanto: no le interesaba toparse de nuevo con D. Quijote ¡...ni con nadie que lo conociera de su vida anterior...!
Saludos.
17 comentarios:
He seguido despacio tu argumentacion.
Que grato poder estar presente y escuchar las modulaciones de tu voz para asi compartir sentires.
Que bueno lo del grupo de lectura!!!!
Saludos
Estoy de acuerdo. Creo que Quijo ya sabía quién era el titiritero, misterio que nos será aclarado en el Cap. XXVII. Besotes quijotescos, M.
Uf... Esa primera ilustración de Gustavo Dore es impresionante.
Puro arte!!!
Que interesante...Y la ilustración de Doré es genial.
Muchos besitos y disfruta del puente.
Excelente y difícil de rebatir reflexión personal sobre la intencionalidad de DQ y de su creador. Imposible diferir de tus apreciaciones con tan contundentes razonamientos, que sólo pueden provenir de alguien que ha dedicado muchas horas de lectura y hermandad con D Quijote.
Esta es la grandeza del Quijote: puede ser visto desde muchos ángulos y todos bien fundados.
Impresionante trabajo.
Un abrazo
Pues mezclando yo también ficción con realidad, diré que mi opinión va más allá. No es don Quijote quien ha reconocido a Maese Pedro, sino el mismísimo Cervantes. Quiero decir que él posiblemente puso en clave a este personaje como un enemigo íntimo suyo, del que quería vengarse, pues de hecho debemos la gloria de la segunda parte a una especie de resarcimiento cervantino, la rabia que le entró de la aparición del apócrifo de Avellaneda. La segunda parte es una continua venganza del tipo que lo hizo, y Maese Pedro es su doble literario. El mismo galeote de la primera parte. Supongo que no le hizo mucha gracia al Ginesillo verse de galeote. Y tamibén creo que la gente contemporánea sabía perfectamente a quién se refería, así que la risa era mayor. El autor apócrifo también sabía que iba para él, pero ya pudo hacer poco. Justas y encuentros literarios de la época, cuyos nombres han quedado sepultados en el olvido.
Insisto: siempre quedo sorprendido por tus maravillosos análisis. Genial, definitivamente.
Un fuerte abrazo.
Hola me anda mal el pc,así que te saludo a ver si me da tiempo de entrar en algún blog mas
miles de besos y amor
je
Buen fin de semana!!!!!!
Cariños
pasé a echar un ratito de lectura y a desearte un buen finde de semana, puente, o lo que sea esto que se nos echa encima.
saludos y un abrazo.
He venido a desearte un feliz puente:) sobre el vídeo que me comentabas que no podías ver, yo sí lo veo, pero no te puedo decir :)) un abrazo y besos!!! :)))
La hipótesis de partida es más que razonable, aunque Cervantes no nos da ninguna pista al respecto. Como veremos en el próximo capítulo, hay más y más en ese titiritero.
Desde ese excelente y generoso análisis,con la misma sencillez y grandeza interior te acercas a mi humilde poema.. y me emocionas,amigo..!!
Mi felicitación por tu profundidad y buen hacer.
Mi abrazo siempre.
M.Jesús
Buena hipótesis... esto es lo bueno de la obra, que a medida que se va descubriendo podemos hacer nuestras propias conjeturas... un abrazo amigo.
Qué manera de argumentar, cualquiera diría que eres hombre de leyes (jeje). Para mí, has dado en el clavo. De hecho, creo que para este puente voy a releerme El Quijote, ya me ha entrado el gusanillo.
Un saludo.
PABLO:
Éste es el extraordinario comentario de todo un detective, licenciado en Leyes, que aporta la experiencia de esta jurídica materia para
desentrañar los secretos y enigmas que los textos encierran: toda una exégesis.
Qué bien conocía Cervantes toda la literatura de épocas anteriores; tampoco se le escapaba la de sus cohetáneos. Y el hombre "protesta" cuando
llega al hartazgo, con lo cual hace sátira y burla, como bien dices, de los más "mantecosos" o que más le empachan; en este caso le tocó a los viejos romances
carolingios.
Pues tu teoría, tan bien argumentada, está muy cercana de ser cierta. La cuchillada que don Quijote pegó a Maese Pedro, creo que eslo más concluyente. Seguro
que el hidalgo pretendía rabanearle el pescuezo; se la tenía "echada en agua".
Sólo con una lectura muy reposada y bien digerida, puede llegar el lector a hilvanar la frase que pronunciara
el ventero "habla más que seis y bebe más que doce", con los dos reales que se le ofrecen al titiritero por el mono, o para coger la mona o borrachera.
No sería Cervantes, y menos ya a sus años, muy amigo de borrachines parlanchines charlatanes: "mala gente que camina y va apestando la tierra" que dijera
el poeta, Machado.
Enhorabuena amigo. Un abrazo.
El titiritero le cae mal, es evidente. En http://es.wikipedia.org/wiki/Alonso_Fern%C3%A1ndez_de_Avellaneda
dice lo siguiente:
"Ha habido múltiples conjeturas y teorías sobre la verdadera identidad de Fernández de Avellaneda. Hace algunos años, Martín de Riquer abrió una pista a partir de varios indicios —tics de escritura, incorrecciones y torpezas de estilo, repetidas alusiones al rosario— que denunciarían a Jerónimo de Pasamonte, soldado y escritor que fue contemporáneo de Cervantes y combatió en Lepanto, como él, y autor de una "Vida", que no llegó a ser impresa, y que se conserva en manuscrito. En la Primera parte puede haber inspirado el personaje de Ginés de Pasamonte, el galeote, que en la segunda se metamorfosea en Maese Pedro, el titiritero."
Excelente comentario. amigo.
Un abrazo
Publicar un comentario