Junio de 1.988. Cinco años de mi vida he estado viviendo en Sevilla, en mi querida y añorada Sevilla, la ciudad de mis amores, la del olor a azahar y la alegria de vivir, la de los Jardines de Murillo, la ciudad de las guapas chicas y de las copitas de fino por las noches en la taberna de la C/ San Eloy, con el olor a churros y a castañas asadas que venia de la Campana. La Sevilla del parque de Maria Luisa, la del patio de los naranjos; la de las interminables partidas de dominó los fines de semana, con Paco, Manolo y Emilio en el Bar San Fernando (enfrente del Rectorado, en la C/ San Fernando, antes de llegar a la Puerta de Jerez); la del calor sofocante en Junio y la de la primavera en Invierno; Sevilla, la ciudad de los duendes, de la sonrisa y de la belleza.
Tras esos cinco años deliciosos, y con mi Licenciatura en Derecho debajo del brazo, dejo Sevilla y me vuelvo para Jaén. Recuerdo perfectamente hasta el dia que fue: 29 de Junio de 1.988. La ultima mirada la dirigí a la ciudad desde el final de la Avenida de Kansas City, antes de incorporarme a la Autovia, viendo el Aeropuerto a mi izquierda. A lo lejos se divisaba el Giraldillo. Nunca olvidaré aquel instante. Me dije a mi mismo: “Sevilla querida, ¿cuando te volveré a ver?”
Y veinte años después, concretamente antes de ayer, 9 de Octubre de 2008, la vida me llevó allí otra vez. En mi mente se agolparon todos los recuerdos de los que os he hablado, y muchos más, que permanecerán en mi corazón para siempre. Mi sorpresa fue terrible: todo ha cambiado. Veinte años son muchisimo tiempo, y más con las profundas modificaciones que Sevilla sufrió con la Expo del 92, a la que no pude asistir por diversas circunstancias.
¡Que cambiado está todo! Llego allí el jueves y me alojo en el Hotel Pasarela, en la Avda. de la Borbolla, cerca del cruce con Ramon y Cajal. Un buen hotel. Enfrente estoy viendo la famosa Plaza de España (foto de la derecha) semicircular, donde tantos paseos en barca di hace tantos años. Me dirijo al Bar Citroen y al Bar La Raza, donde pasé interminables ratos con Sonia. Me acuerdo de nuevo de ella.
Enfrente, al otro lado de la Avda. del Cid está mi Facultad, la Facultad de Derecho (un edificio del XVIII, la antigua “Fabrica Real de Tabacos” de Sevilla). Es precioso, pero es mas chiquitito de cómo yo lo recordaba. Sigue igual de bella, pero parece que, o con el tiempo ha empequeñecido, o es que mis recuerdos la tenian idealizada.
Feliz y contento de estar de nuevo allí, me dirijo al Prado de San Sebastián, y ahí comienzan mis sorpresas. No consigo localizar el Puente de la Enramadilla, que comunicaba Ramon y Cajal con la Avda. de Carlos V, que iba directa hacia mi facultad. Me dicen que lo quitaron con motivo de la Expo.
¡Que cambio más radical! Ahora es peatonal, desde el Prado, hasta la C/ San Fernando, dejas la Puerta de Jerez a la izquierda, sigues por la Avda. de la Constitución, veo el Archivo de Indias, la Catedral, llego al cruce con la C/ Alemanes y la C/ Garcia Vinuesa hasta que por fin veo a la Plaza Nueva. ¡Ahora han puesto una especie de tren-tranvía, que en mi opinión afea muchisimo el paisaje! Las cadenas de la catedral no he conseguido verlas (¿Dónde están?)
Con el corazón encogido me dirijo a la C/ Jaén, la C/ Tetuán, la C/ Cuna; y por supuesto a la C/ Sierpes, donde tantos deliciosos paseos dí. Veo la esquinita con la capillita de S. José, si, la capillita sigue allí, y en el rincón a la derecha la Casa de Soria que era y es un bar; pero es lo unico que consigo identificar. ¡Todo lo demás ha cambiado tanto! Solo veo burguers, opticas, tiendas de telefonia movil, comercios de tela, tiendas de novias…¿Qué ha sido de mi romántica Sevilla? Parece una ciudad nueva.
Intento localizar los bares y tascas en las cuales nos juntabamos los amigos a tomar alguna cerveza, y en su lugar me encuentro…¡bancos, cajas de ahorro, tiendas de ropa! Cierro mis ojos e intento llamar a los duendes que hace tantos años me inspiraban…pero mis duendes guardan silencio.
Triste, me dirijo a la Plaza de Cuba, y me paseo por la C/ Betis. Bueno, eso si se parece algo lo que yo recordaba, los edificios siguen siendo los mismos, en el numero 5 vivia mi amigo Paco. A lo lejos veo la Torre del Oro. Luego desando el camino y marcho hacia la Puerta de la Carne, y el inicio de la Ronda de Capuchinos. Si, eso parece que esta igual.
Mas adelante, cruzo de nuevo el rio Guadalquivir y me dirijo a a la C/ Asunción y a la Avda. de la Republica Argentina. ¿Pero bueno que ha pasado? ¡Casi nada es como yo recordaba!
De pronto he sentido un increíble vértigo, si, han pasado veinte años, solo… son veinte años. ¡¡¡Oh, Dioses, veinte años!!! Que barbaro… y parece que fue ayer mismo.
Aferrado a la idea de encontrar algo de aquella época, vuelvo sobre mis pasos y me dirijo a la Facultad de Derecho, mi facultad. La de la foto de la izquierda. ¡¡¡Que alivio!!! Menos mal, aquello está exactamente igual que hace 20 años cuando yo solo era un estudiante. Me siento reconfortado; el mismo olor a piedra vieja y húmeda, los pasillos, veo el Aula Magna, hay una clase de Derecho Procesal, lo se porque las puertas están abiertas y oigo al profesor hablar. Allí estuve yo tambien, sentado, hace tanto tiempo… Pero todos los profesores y el cuadro de catedráticos ha cambiado, no queda casi nadie de mi época. A la salida, una chica guapisima y con unas piernas de locura me pide fuego para prender un cigarrillo. Le pregunto en qué curso está. Me dice que en 2º, ella no habia nacido cuando yo marché de allí. ¡Te estás haciendo viejo Cornelivs!
Algo reconfortado, salgo de nuevo a la calle, vuelvo andando hacia el Prado de S. Sebastián, y giro a la Derecha, hacia el Hotel. No cojo el tranvía: prefiero caminar. Es mi manera de protestar.
Al dia siguiente por la mañana hice mi gestión, el motivo de mi viaje. Todo fue satisfactorio. Termino, abandono el hotel y cojo mi vehiculo para volver a mi tierra de olivos.
Sevilla de nuevo se va quedando atrás; pero ahora no le dirigí una última mirada; preferia recordarla como era entonces. Mi mente evocaba las bellas ensoñaciones de la epoca dorada de mi juventud. Mientras mi vehiculo devoraba los kilómetros y me voy acercando a Carmona, mi espiritu retrocedia en el tiempo, y me encontraba de pronto sentado en la taberna de la C/ San Eloy, con mis amigos, echandole piropos a las chicas guapas que pasaban por allí, con una copa de fino en la mano, y el sempiterno y dulce olor a castañas asadas y a churros que venia desde La Campana.
Saludos.
Tras esos cinco años deliciosos, y con mi Licenciatura en Derecho debajo del brazo, dejo Sevilla y me vuelvo para Jaén. Recuerdo perfectamente hasta el dia que fue: 29 de Junio de 1.988. La ultima mirada la dirigí a la ciudad desde el final de la Avenida de Kansas City, antes de incorporarme a la Autovia, viendo el Aeropuerto a mi izquierda. A lo lejos se divisaba el Giraldillo. Nunca olvidaré aquel instante. Me dije a mi mismo: “Sevilla querida, ¿cuando te volveré a ver?”
Y veinte años después, concretamente antes de ayer, 9 de Octubre de 2008, la vida me llevó allí otra vez. En mi mente se agolparon todos los recuerdos de los que os he hablado, y muchos más, que permanecerán en mi corazón para siempre. Mi sorpresa fue terrible: todo ha cambiado. Veinte años son muchisimo tiempo, y más con las profundas modificaciones que Sevilla sufrió con la Expo del 92, a la que no pude asistir por diversas circunstancias.
¡Que cambiado está todo! Llego allí el jueves y me alojo en el Hotel Pasarela, en la Avda. de la Borbolla, cerca del cruce con Ramon y Cajal. Un buen hotel. Enfrente estoy viendo la famosa Plaza de España (foto de la derecha) semicircular, donde tantos paseos en barca di hace tantos años. Me dirijo al Bar Citroen y al Bar La Raza, donde pasé interminables ratos con Sonia. Me acuerdo de nuevo de ella.
Enfrente, al otro lado de la Avda. del Cid está mi Facultad, la Facultad de Derecho (un edificio del XVIII, la antigua “Fabrica Real de Tabacos” de Sevilla). Es precioso, pero es mas chiquitito de cómo yo lo recordaba. Sigue igual de bella, pero parece que, o con el tiempo ha empequeñecido, o es que mis recuerdos la tenian idealizada.
Feliz y contento de estar de nuevo allí, me dirijo al Prado de San Sebastián, y ahí comienzan mis sorpresas. No consigo localizar el Puente de la Enramadilla, que comunicaba Ramon y Cajal con la Avda. de Carlos V, que iba directa hacia mi facultad. Me dicen que lo quitaron con motivo de la Expo.
¡Que cambio más radical! Ahora es peatonal, desde el Prado, hasta la C/ San Fernando, dejas la Puerta de Jerez a la izquierda, sigues por la Avda. de la Constitución, veo el Archivo de Indias, la Catedral, llego al cruce con la C/ Alemanes y la C/ Garcia Vinuesa hasta que por fin veo a la Plaza Nueva. ¡Ahora han puesto una especie de tren-tranvía, que en mi opinión afea muchisimo el paisaje! Las cadenas de la catedral no he conseguido verlas (¿Dónde están?)
Con el corazón encogido me dirijo a la C/ Jaén, la C/ Tetuán, la C/ Cuna; y por supuesto a la C/ Sierpes, donde tantos deliciosos paseos dí. Veo la esquinita con la capillita de S. José, si, la capillita sigue allí, y en el rincón a la derecha la Casa de Soria que era y es un bar; pero es lo unico que consigo identificar. ¡Todo lo demás ha cambiado tanto! Solo veo burguers, opticas, tiendas de telefonia movil, comercios de tela, tiendas de novias…¿Qué ha sido de mi romántica Sevilla? Parece una ciudad nueva.
Intento localizar los bares y tascas en las cuales nos juntabamos los amigos a tomar alguna cerveza, y en su lugar me encuentro…¡bancos, cajas de ahorro, tiendas de ropa! Cierro mis ojos e intento llamar a los duendes que hace tantos años me inspiraban…pero mis duendes guardan silencio.
Triste, me dirijo a la Plaza de Cuba, y me paseo por la C/ Betis. Bueno, eso si se parece algo lo que yo recordaba, los edificios siguen siendo los mismos, en el numero 5 vivia mi amigo Paco. A lo lejos veo la Torre del Oro. Luego desando el camino y marcho hacia la Puerta de la Carne, y el inicio de la Ronda de Capuchinos. Si, eso parece que esta igual.
Mas adelante, cruzo de nuevo el rio Guadalquivir y me dirijo a a la C/ Asunción y a la Avda. de la Republica Argentina. ¿Pero bueno que ha pasado? ¡Casi nada es como yo recordaba!
De pronto he sentido un increíble vértigo, si, han pasado veinte años, solo… son veinte años. ¡¡¡Oh, Dioses, veinte años!!! Que barbaro… y parece que fue ayer mismo.
Aferrado a la idea de encontrar algo de aquella época, vuelvo sobre mis pasos y me dirijo a la Facultad de Derecho, mi facultad. La de la foto de la izquierda. ¡¡¡Que alivio!!! Menos mal, aquello está exactamente igual que hace 20 años cuando yo solo era un estudiante. Me siento reconfortado; el mismo olor a piedra vieja y húmeda, los pasillos, veo el Aula Magna, hay una clase de Derecho Procesal, lo se porque las puertas están abiertas y oigo al profesor hablar. Allí estuve yo tambien, sentado, hace tanto tiempo… Pero todos los profesores y el cuadro de catedráticos ha cambiado, no queda casi nadie de mi época. A la salida, una chica guapisima y con unas piernas de locura me pide fuego para prender un cigarrillo. Le pregunto en qué curso está. Me dice que en 2º, ella no habia nacido cuando yo marché de allí. ¡Te estás haciendo viejo Cornelivs!
Algo reconfortado, salgo de nuevo a la calle, vuelvo andando hacia el Prado de S. Sebastián, y giro a la Derecha, hacia el Hotel. No cojo el tranvía: prefiero caminar. Es mi manera de protestar.
Al dia siguiente por la mañana hice mi gestión, el motivo de mi viaje. Todo fue satisfactorio. Termino, abandono el hotel y cojo mi vehiculo para volver a mi tierra de olivos.
Sevilla de nuevo se va quedando atrás; pero ahora no le dirigí una última mirada; preferia recordarla como era entonces. Mi mente evocaba las bellas ensoñaciones de la epoca dorada de mi juventud. Mientras mi vehiculo devoraba los kilómetros y me voy acercando a Carmona, mi espiritu retrocedia en el tiempo, y me encontraba de pronto sentado en la taberna de la C/ San Eloy, con mis amigos, echandole piropos a las chicas guapas que pasaban por allí, con una copa de fino en la mano, y el sempiterno y dulce olor a castañas asadas y a churros que venia desde La Campana.
Saludos.
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