Don Quijote de la Mancha es una obra maestra. Hay eminentes autores consideran que el Quijote es una novela épica dentro de una novela realista; y esta estructura concéntrica la consiguió su autor mediante las dos perspectivas sobre la acción que mantiene desde el comienzo hasta el fin. La primera, es la perspectiva del protagonista, el ideal, que permanece inmune a la realidad gracias a su locura, y le permite interpretar todo lo que le pasa como una serie de maravillas mágicas propias de sus novelas de caballerias. La segunda, que es la perspectiva nuestra, la real, nos hace considerar a la primera como ridicula y como cosa de locos, y siempre se impone la dura realidad: el mundo real siempre gana. Así Cervantes ha fundido dos mundos artísticos en uno, logrando los efectos maravillosos del género caballeresco sin ahondar demasiado en su empalagosas fantasias imaginarias e irreales. Esta interpretación me gusta muchisimo.
Tambien hay otros grandes autores que consideran que mediante el personaje de Don Quijote, Cervantes presenta la lucha simbólica entre lo ideal y lo real, adoptando un tono cómico y realista en la Primera parte del Quijote, mucho más fresco. En la Segunda parte parece como si lo ideal se halla atrapado y degradado por la sociedad.
A cada persona la lectura del Quijote le puede sugerir mil ideas, diez mil apreciaciones e infinitas sugerencias. Dejemos a los expertos académicos, mucho más autorizados, seguir discutiendo sobre estas cuestiones.
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Tambien hay otros grandes autores que consideran que mediante el personaje de Don Quijote, Cervantes presenta la lucha simbólica entre lo ideal y lo real, adoptando un tono cómico y realista en la Primera parte del Quijote, mucho más fresco. En la Segunda parte parece como si lo ideal se halla atrapado y degradado por la sociedad.
A cada persona la lectura del Quijote le puede sugerir mil ideas, diez mil apreciaciones e infinitas sugerencias. Dejemos a los expertos académicos, mucho más autorizados, seguir discutiendo sobre estas cuestiones.
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Mi opinión personal, lo que a mi me inspira la novela, lo que el corazón me dice de ella, e insisto, es solo mi opinión, es esta: primero, que es conveniente observar la vida de desgracias del autor, Cervantes, y también la España de su época: el Imperio Español tocaba a su fin, la Armada Invencible habia fracasado, Alemania era un semillero de problemas eternos, y estabamos en bancarrota. Para mas INRI, apareció el Rey Felipe III, de quien su padre, Felipe II dijo que en vez de gobernar, temia que lo gobernaran a él, como así fue. El gigante comenzaba a desmoronarse.
Empecemos. Aunque muy de lejos, esta polémica me recuerda a la antitesis entre mente y corazón. D. Quijote es el corazón, el ideal; Sancho es la mente, la realidad. ¿Cómo conciliarlos? En vez de resolver la pregunta, Cervantes tiene la genial ocurrencia de crear el drama: la antítesis de don Quijote y Sancho, y contrapone los dos aspectos de la dicotomía en un problema sin solución.
Pero en la segunda parte sucede algo muy curioso. D. Quijote cada vez es mas realista, y Sancho cada vez mas idealista. D. Quijote empieza a decir refranes, y Sancho comienza a hablar a veces hasta elocuentemente. Se superponen ambos personajes y ambos mundos. Realidad y mundo fantástico llegan a confundirse en algunas ocasiones. Pero Cervantes nunca pierde la brújula y describe, una y otra vez, sin misericordia, una realidad muy fría y muy dura, que nos hace incluso daño, contra la cual siempre D. Quijote choca, una y otra vez. Incluso Cervantes se definió a si mismo no como padre, sino como “padrastro” de D. Quijote. Pienso que Cervantes al atacar asi a D. Quijote, ataca al idealismo irracional y estúpido de la España de la época, reivindicando la corriente humanista. Si; pienso que Cervantes era un humanista; tuvo que leer a Erasmo, casi con toda seguridad. Y manifiesta una comprensión hacia la realidad y muchos detalles muy próximos al humanismo. Las locuras y los ideales solo son eso: locuras e ideales.
Empecemos. Aunque muy de lejos, esta polémica me recuerda a la antitesis entre mente y corazón. D. Quijote es el corazón, el ideal; Sancho es la mente, la realidad. ¿Cómo conciliarlos? En vez de resolver la pregunta, Cervantes tiene la genial ocurrencia de crear el drama: la antítesis de don Quijote y Sancho, y contrapone los dos aspectos de la dicotomía en un problema sin solución.
Pero en la segunda parte sucede algo muy curioso. D. Quijote cada vez es mas realista, y Sancho cada vez mas idealista. D. Quijote empieza a decir refranes, y Sancho comienza a hablar a veces hasta elocuentemente. Se superponen ambos personajes y ambos mundos. Realidad y mundo fantástico llegan a confundirse en algunas ocasiones. Pero Cervantes nunca pierde la brújula y describe, una y otra vez, sin misericordia, una realidad muy fría y muy dura, que nos hace incluso daño, contra la cual siempre D. Quijote choca, una y otra vez. Incluso Cervantes se definió a si mismo no como padre, sino como “padrastro” de D. Quijote. Pienso que Cervantes al atacar asi a D. Quijote, ataca al idealismo irracional y estúpido de la España de la época, reivindicando la corriente humanista. Si; pienso que Cervantes era un humanista; tuvo que leer a Erasmo, casi con toda seguridad. Y manifiesta una comprensión hacia la realidad y muchos detalles muy próximos al humanismo. Las locuras y los ideales solo son eso: locuras e ideales.
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¿Seguro?
Veamos. Sí que es cierto que Cervantes critica la locura de D. Quijote, pero no se muestra menos critico con la realidad que lo circundaba. Si; porque cuando mantearon a Sancho, el mismo Cervantes define a los manteadores diciendo que son gente que aunque D. Quijote fuera verdaderamente caballero de la mesa redonda, no lo valorarian ni en dos ardites; es decir, se lo tomarian a broma de todos modos, reflejando la maldad y la realidad de la vida y del ser humano. Al hablar del ventero hace un retrato muy real, y le llama mas ladrón que caco; el retrato de Maritornes es especialmente duro y escrupulosamente acertado, casi se le puede oler el aliento a ensalada fiambre; cuando habla de Sanson Carrasco lo llama perpetuo trástulo y regocijador de los patios salmanticenses, y amigo de bromas y de burlas. Apenas nos quedamos dormidos y empezamos a soñar, Cervantes hace que la realidad nos despierte una y otra vez, a golpes.
Veamos. Sí que es cierto que Cervantes critica la locura de D. Quijote, pero no se muestra menos critico con la realidad que lo circundaba. Si; porque cuando mantearon a Sancho, el mismo Cervantes define a los manteadores diciendo que son gente que aunque D. Quijote fuera verdaderamente caballero de la mesa redonda, no lo valorarian ni en dos ardites; es decir, se lo tomarian a broma de todos modos, reflejando la maldad y la realidad de la vida y del ser humano. Al hablar del ventero hace un retrato muy real, y le llama mas ladrón que caco; el retrato de Maritornes es especialmente duro y escrupulosamente acertado, casi se le puede oler el aliento a ensalada fiambre; cuando habla de Sanson Carrasco lo llama perpetuo trástulo y regocijador de los patios salmanticenses, y amigo de bromas y de burlas. Apenas nos quedamos dormidos y empezamos a soñar, Cervantes hace que la realidad nos despierte una y otra vez, a golpes.
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Es decir: "critica" (?) a D. Quijote, como loco que es. Pero el caso es que acto seguido critica tambien a sus verdugos, los hijos de la realidad, y siempre, en todas las descripciones, destila una fina ironia y socarronería, y creo que hasta mala leche, hacia esa realidad. Después de cada encontronazo que nuestro D. Quijote se daba contra la dura realidad, observamos que Cervantes acude muy pronto a curar y a mimar a su héroe, y a criticar a los bellacos (malos follones y encantadores de la vida real) que lo habían despertado de su mundo de sueños, de su mundo de ilusiones.
Pero bueno, ¿en qué quedamos? ¿En que equipo milita Cervantes?
Quizás Cervantes hubiera deseado con todo su corazón (como me sucedió a mí con doce años y me sigue sucediendo algunas veces hoy dia) que los Molinos hubieran sido verdaderamente gigantes Briarreos de verdad, y que las Ovejas hubieran sido Ejércitos de Miramamolín. Es como si nos hubiera dicho: D. Quijote es un loco sin remedio, de acuerdo, pero…¡que locura más bonita, que ideales más bellos…!. Merece la pena luchar por ese ideal…incluso aunque te muelan a palos, aunque se rian de ti.
Es decir: "critica" (?) a D. Quijote, como loco que es. Pero el caso es que acto seguido critica tambien a sus verdugos, los hijos de la realidad, y siempre, en todas las descripciones, destila una fina ironia y socarronería, y creo que hasta mala leche, hacia esa realidad. Después de cada encontronazo que nuestro D. Quijote se daba contra la dura realidad, observamos que Cervantes acude muy pronto a curar y a mimar a su héroe, y a criticar a los bellacos (malos follones y encantadores de la vida real) que lo habían despertado de su mundo de sueños, de su mundo de ilusiones.
Pero bueno, ¿en qué quedamos? ¿En que equipo milita Cervantes?
Quizás Cervantes hubiera deseado con todo su corazón (como me sucedió a mí con doce años y me sigue sucediendo algunas veces hoy dia) que los Molinos hubieran sido verdaderamente gigantes Briarreos de verdad, y que las Ovejas hubieran sido Ejércitos de Miramamolín. Es como si nos hubiera dicho: D. Quijote es un loco sin remedio, de acuerdo, pero…¡que locura más bonita, que ideales más bellos…!. Merece la pena luchar por ese ideal…incluso aunque te muelan a palos, aunque se rian de ti.
La prueba de ello es que cuando D. Quijote recuperó la cordura, al final de la novela, quizás se sintió tan mal, quizás la realidad le dolió tanto, quizás el mundo le pareció tan cruel, tan malvado y tan fiero…que no pudo sufrirlo y se murió, de pena, de dolor. Prefirió irse a cabalgar para siempre con Amadis de Gaula, con Tirante el Blanco, y a pasear por los jardines Eliseos perpetuamente enamorado y cogido del brazo de su bella Dulcinea. Cervantes consigue asi matar al mundo de las fantasías; y nos deja en el triste e insipido mundo de la realidad.
Y tengo la duda de si la bacia era bacia o era yelmo. En una primera lectura es obvio: parece que, segun D. Quijote, los encantadores que lo perseguían transformaron el Yelmo de Mambrino en una simple bacia de Barbero. Y para Sancho no hay encantadores que valgan: aquello era una bacía de barbero.
¿No será al revés, que los encantadores que nos persiguen a nosotros nos impidieron ver que aquello era verdaderamente un Yelmo, no será que fuimos nosotros los engañados, y solo D. Quijote lo vio realmente, mientras que el mundo estaba ciego y encantado con su materialismo y su falta de ideales, y no supo apreciar la belleza de dicho Yelmo?
¡Quizás verdaderamente era el Yelmo de Mambrino, y D. Quijote tenía razón!
Por todos los dioses, que maravilla de novela…
Saludos.
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Grupo de lectura de El Quijote en La Acequia.
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