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09/06/2011

Ultimos dias de Napoleón


Retrocedamos en el tiempo y viajemos al dia 5 de Mayo de 1821. Isla de Santa Elena. Uno de los mayores genios militares de todos los tiempos, Napoleón Bonaparte, fallece a los 51 años de edad. Pero…¿fue su muerte natural? ¿O más bien se trató de un asesinato bien organizado para darle una muerte lenta que pasara desapercibida a los ojos del mundo? ¿El arsénico que se ha descubierto en el análisis de su restos fue suministrado por alguien o se lo tomo como método para superar su depresión final?

Hay cientificos que aseguran que Napoleón fue envenenado. Mediante el analisis de un mechón de cabellos del Emperador, el Laboratorio Forense del FBI en Washington y el Laboratorio de Investigación Nuclear de Londres confirmaron la presencia de restos de arsénico. Gracias al Departamento de Medicina Forense de Glasgow, además, se pudo determinar la proporción progresiva en la que el arsénico entró en su cuerpo durante el mes anterior a su muerte. Algunos autores como el toxicólogo francés Pascal Kins, analizaron cinco cabellos preservados de Napoleón, y encontraron una concentración de arsénico de 38 nanogramos por milímetro de cabello, cuando lo normal es que el máximo permitido es de un nanogramo por milímetro de cabello. Sin embargo esa gran cantidad de arsénico en su cuerpo no demuestra que alguien se lo suministrara sin su consentimiento, porque en aquella época se usaba también en pequeñas cantidades como droga que daba una sensación irreal de superioridad y fuerza. En medicina, además, se tomaba arsénico contra los vómitos, y contra el estreñimiento y la depresión.

Pero, veamos. En ninguno de sus escritos hizo referencia Napoleón a que tomara nada, y además era publico su rechazo a las drogas de la época. También parece muy extraña una petición expresa de Bonaparte en la que le indicaba a su medico que “luego de mi muerte, que presiento no muy lejana, quiero que abra mi cuerpo…le recomiendo que lo observe todo cuidadosamente durante su examen”. ¿Sospechaba algo el emperador?

Por ello, siendo evidente que Napoleón tenia arsénico en su cuerpo y de que es muy poco probable que lo tomara por su cuenta, lógico es preguntarse si detrás de todo hubo una trama intencionada con el fin de deshacerse de el.

Eran muchos los interesados en que Napoleón no saliera vivo de la isla de Santa Elena, que se encuentra en el Atlántico Sur, a casi dos mil kilometros. de las costas africanas, y casi tres mil kilómetros de Brasil, en un lugar perdido e inhóspito. Una verdadera cárcel para un incomodo huésped. Una isla que vive permanentemente envuelta en la neblina, triste, desolada. Allí fue enviado el emperador, y recluido, junto con todo su sequito. Permanentemente vigilado por un oficial inglés, Hudson Lowe, el emperador se sentía aislado, depresivo, y con continuos accesos de cólera.

Parece que según los testimonios de algunos de los que le acompañaban, poco a poco Bonaparte fue cayendo en la tristeza. El ambiente de la isla era tenso, pues por un lado el oficial ingles era implacable y duro, y por el otro lado, su sequito se había visto obligado a vivir desterrado allí por culpa de su señor. Sus mejores amigos lo fueron abandonando poco a poco, y los informes medicos señalaban el progresivo deterioro de su salud. Empezaron a aquejarle enfermedades como el cólera o la hepatitis. Incluso estuvo meses sin medico alguno que lo visitara y lo cuidara.

Para colmo de males, y por si fuera poco, parece que había una mano negra por alli, pues todos los informes médicos eran alterados o se perdían, e incluso uno de los médicos que lo trató, John Store, fue llevado a un consejo de guerra por haberle diagnosticado una hepatitis crónica. Entre terribles dolores que el mismo contaba en sus cartas como parecidos al de “un cuchillo clavado que alguien se complace en remover…”, Napoleón fue acercándose a su fin.

El medico Antommarchi, que le realizó la autopsia, indicó como motivo de la muerte el cáncer de estomago. Bueno, lo primero que debería observarse es que por un cáncer de este calibre la persona que lo padece termina en un estado de absoluta delgadez, y Napoleón murió muy gordo, casi hinchado. ¿Seguro? Luego volveremos sobre esta idea.

En resumen según estas teorias, alguien administró arsénico al  Emperador, y una dosis final que posiblemente fue la que provocó aquel acceso final. La mezcla de calomel que le suministraron, junto con almendras amargas (sabor del arsénico) eran un cóctel letal muy conocido en aquella época. Además, el tártaro emético que le dieron para los vómitos, casualmente, contribuía a esconder el sabor y el olor de almendras amargas.

Pero ¿seguro que fue envenenado? Hay otra teoría. Un grupo de investigadores suizos se fijó hace unos años en un inusual método de prueba: los pantalones del emperador. Los expertos señalan que esta prenda demuestra que Napoleón perdió mucho peso antes de fallecer, lo que confirma que tenia cáncer, y aleja la teoría del envenenamiento.

Los científicos del instituto de Historia Médica de la universidad de Zurich estudiaron 12 prendas que el Emperador usó durante sus últimos seis años de vida en el exilio. También midieron las caderas y tomaron el peso de los estómagos de pacientes con cáncer.

En cuanto a los pantalones de Bonaparte, los mas grandes que se puso median 110 cms. de cadera, mientras que los que utilizó justo antes de su muerte tenían 98 cms. Según los especialistas, esto demuestra que perdió mucho peso, igual que los pacientes de cáncer, quienes bajaron hasta 15 kilos, o mas, durante los seis meses de estudio.

Para colmo de confusión, este equipo explico la presencia de arsénico en el cabello de Napoleón, pues en aquel entonces, los productores vino acostumbraban a secar los toneles con arsénico. Alessandro Lugli, quien dirigió la investigación, dujo a la BBC que las teorías sobre la causa de su fallecimiento seguirán floreciendo. “Pero estamos seguro de que los informes de la autopsia son claros, en cuanto al cáncer estomacal”. Ademas, recordemos los cuadros de Napoleón, mirad el cuadro de arriba: siempre con la mano, pero no en el pecho, como se ha dicho, sino...¡en el alto vientre, en el estómago, apretando para calmar el dolor! Lógico, le dolia allí. Es incontestable: Napoleón tenia cancer.

Los primeros responsables fueron sus médicos que, si es que no participaron en su envenenamiento, o no supieron detectar su cáncer, fueron incapaces de encontrar la razón e su enfermedad. Tampoco su sequito podia dejar de ser sospechoso, no solo por el trato tiránico de Bonaparte, sino por haberse visto abocados a vivir en la isla, y por las ganas que seguramente todos tenían de volver a Francia, cosa que ocurriría en cuanto Napoleón muriera. Algunos, incluso, fueron beneficiados por el testamento de Bonaparte, y no solo esto, sino que también había motivos políticos, pues la monarquía francesa no quería dejar abierta la posibilidad de que algún dia Napoleón Bonaparte pudiera volver al poder. Igualmente, la Corona británica estaba muy interesada en la muerte el Emperador, pues su mantenimiento en la isla les costaba ocho millones de libras anuales.

Sus últimas palabras fueron: «France, l'armée, Joséphine» («Francia, el ejército, Josefina») o, según la versión de las memorias de Santa Elena «...tête...armée...Mon Dieu !». Tenía entonces cincuenta y un años. Napoleón había dispuesto en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Elena. En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados. Trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides (París), la llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart.

Lo que si es cierto es que, ya fuera envenenado por arsénico, o ya fuera omitiendo intencionadamente los cuidados del cáncer, muchos deseaban que Napoleón falleciera en la isla de Santa Elena. Había que impedir como fuera que saliera vivo de allí…y alguien lo consiguió. Quizás la historia descubra alguna vez…de quien se trata.

Quien sabe…

Fuente: AQUÍ, AQUÍ, y AQUI

Saludos.

05/06/2011

¿Esperanza? Si, gracias.

Cuando creo perder toda la esperanza, mejor dicho, cuando creo que es inútil tener esperanza y me asaltan pensamientos negativos del tipo "el hombre es un lobo para el hombre" y similares, me aferro al siguiente pensamiento: si un solo ser humano es capaz de las mejores acciones, si hay personas que son capaces  de los mas nobles y encomiables actos de amor y generosidad para con los demás, es que el ser humano, como especie, está preparado genéticamente para el bien: es capaz de hacer el bien.  De modo que no todo está perdido. En el fondo, y no sueño, estoy convencido de que la gente es buena gente.

Solo es cuestión de que lo recordemos y que  aprendamos a hacer el bien y destaco una de las muchas facetas del "bien", que es el altruismo; es decir, que aprendamos a estar realmente interesados en el bienestar ajeno, buscando un poco de silencio y de soledad para meditar, huyendo de tanto consumismo e idiotez estúpido-televisiva que nos persigue, y buscando, en suma, dentro de nosotros lo que, esterilmente, buscamos fuera.  Y perder el miedo a llamar a las cosas por su nombre, huyendo de conveniencias y de intereses creados,   buscando algo de espontaneidad, como la de los niños: bendito aquel que se atreva a decir de vez en cuando:  "¡pero si no lleva nada puesto!" (Recordad el cuento de Andersen "El traje nuevo del "emperador")

Y en mi humilde opinion los politicos tienen grave responsabilidad en ello, pues los poderes publicos que controlan la televisión, prensa, radio, etc, se han olvidado de la misión educacional que estos medios pueden  y de hecho deben tener. Estoy convencido. Y no es nada nuevo; ya se ha dicho hartas veces. Pero nadie hace caso.  Divertir, por supuesto que si, pero no vendria mal un poco, un poquitín solo de educacion, de conocimientos.  Y por cierto, no todo consiste en engrasar la máquina para conseguir votos, (¡maldita sea!), que ya va siendo hora de que alguien reivindique la labor docente de los medios de comunicación publicos, que tambien pueden enseñar, y dejarse un poco de tanto morbo estúpido-televisivo, repito la palabrilla.

Los dias que he estado en Francia (os debo la cronica de mi viaje alli, no lo he olvidado) he notado algo, quizas intrascendente pero lo destaco. En la TV pública, entre programa y programa, y justamente entre los anuncios, hay mensajes del tipo: "consuma menos grasas y haga deporte: su salud se lo agradecerá", o  tambien "dedique el tiempo libre a leer un poco"  o este otro: "no haga a los demás lo que no desea que le hagan a usted", y otros del mismo tipo.  Me gustó enormemente.

Saludos.