Para el grupo de lectura del Quijote en
La Acequia.
Es indudable que nuestro D. Quijote es muy curioso, vemos en este
capitulo 25 que estaba deseando llegar a la venta para que el hombre de las armas le contara las prometidas maravillas. El hombre le responde con mucha amabilidad y educación (
“déjeme vuestra merced, señor bueno, acabar de dar recado a mi bestia “), quizás pensase que D. Quijote era un alto personaje, o acaso no sabia como tratarlo, de modo que vemos a D. Quijote ayudarlo con toda la humildad del mundo. Muy prudente y humilde D. Quijote. ¡Lo que hace la curiosidad por que le cuenten a uno las cosas!
A continuación el hombre cuenta la historia: la graciosa y simpática historia del rebuzno. He investigado si es original de Cervantes o si ya había algún antecedente, pero no he encontrado nada, como no sea la escueta referencia a los rebuznos que leí hace años en “El Coloquio de los perros”. Cervantes allí dice que está bien que rebuznen los picaros o los truhanes, pero
“…no lo quiera hacer el hombre principal, a quien ninguna habilidad destas le puede dar crédito ni nombre honroso”.Opino que D. Miguel quiere hacernos reír, y lo consigue, al menos conmigo. La historia cuenta la aventura de dos regidores (miembros del Ayuntamiento) que buscan en el bosque el asno que uno de ellos ha perdido, y ambos se dedican a rebuznar tratando de llamar la atención del rucio perdido. Me parece que ninguno debía de poseer muchas luces; primero porque se dedican a hacer el idiota en el bosque, no se les ocurre mejor idea que ponerse a rebuznar para llamar la atención de un asno perdido, y en segundo lugar porque, si bien es cierto que inicialmente les da vergüenza rebuznar tan bien (ninguno quiere reconocer su habilidad en esa materia), luego son tan ingenuos o tan incautos, o tienen tan poco seso que cuando llegan al pueblo…¡se dedican a contárselo a todo el mundo!, aventurándose y exponiéndose así a ser objeto de burla y escarnio por todos. Cosa que finalmente sucede. Lo que es la vida.
Salvando las distancias, los escenarios y las épocas, estos dos regidores que saben rebuznar tan bien me recuerdan a la película “
Dos tontos muy tontos”. Y encima Cervantes lo describe con tal lujo de detalles y de forma tan graciosa que tendría que ser de piedra quien no se ría (o al menos sonría) leyendo este delicioso pasaje:
“…que por el Dios que me crió que podéis dar dos rebuznos de ventaja al mayor y más perito rebuznador del mundo: porque el sonido que tenéis es alto; lo sostenido de la voz, a su tiempo y compás; los dejos, muchos y apresurados; y, en resolución, yo me doy por vencido y os rindo la palma y doy la bandera desta rara habilidad”. Lo dicho: para troncharse, ahora mismo estoy sonriendo mientras escribo, ¡Me los estoy imaginando y todo…! Y por si fuera poco, el otro regidor (el dueño) tiene menos luces aún, pues dice que se tendrá y estimará a si mismo en más de ahí en adelante, tonto de él, solo por la gracia que tiene en rebuznar.
En resumen, parece que Cervantes vuelve a reírse de la habilidad de rebuznar, se mofa de quienes hacen eso y se muestra irónico e hiriente con ellos, consiguiendo magistralmente mover a risa al espectador.
A mi, eso es lo que me dice la historia del rebuzno; pero ahí no acaba esta historia, pronto sabremos más. Por cierto, no olvidemos que el burro, ahora, es una especie que casi no se ve; pero en aquella epoca era una cabalgadura muy normal y abundante.
Y entra en escena Maese Pedro el titiritero, que llega a la venta con el Retablo de la libertad de Melisendra y con su mono adivino. Por la descripción que el ventero hace de Maese Pedro parece que es un hombre simpático o divertido, “bon compagno”, buen compañero de mesa y juegos: “
habla mas que seis y bebe mas que doce”. Mejor…¡asi al ventero se le hará buen gasto en vino…! Lo dice el mismo: “
buena noche se nos apareja”. Vamos, para pasárselo bien con el, es un titiritero que se lo tiene bien montado y se gana bien la vida con su espectáculo.
Y el ¿Retablo de Melisendra? Cervantes vuelve a situar en escena un tema clásico del romancero español de la Edad Media, un romance carolingio, esto es, romances que versaban sobre los personajes que formaban parte de la Corte del Emperador Carlomagno.
El asunto del mono adivino es otra cosa: el ventero cree que sus dotes adivinatorias proceden de que es el diablo el que le sugiere las respuestas. D. Quijote, cristiano al fin y al cabo, muerde el anzuelo y piensa que si, que algo tiene que ver el maligno en esta historia, que puede ser verdad que hay un pacto entre Maese Pedro y el demonio, y se extraña de que no hayan denunciado el caso ante la Inquisición.
En aquella época España estaba en bancarrota, finales del XVI y principios del XVII, éramos un país empobrecido, y parece que con dicha tesitura la astrología y las adivinaciones daban, ya entonces, para vivir a mucha gente, a mucho pícaro. El propio Maese Pedro es una prueba de ello. Cervantes dice que “
que no hay mujercilla, ni paje, ni zapatero de viejo que no presuma de alzar una figura, como si fuera una sota de naipes del suelo echando a perder con sus mentiras e ignorancias la verdad maravillosa de la ciencia”. Bravo: habla de la ciencia y la destaca por encima de las supercherías del vulgo común.
Sancho se muestra tan pragmático como siempre: no tiene mérito que el mono conozca el pasado, porque nadie mejor que el mismo Sancho sabe lo que le ha pasado. Pero para el presente si le gustaría saber que esta haciendo su mujer. Y sabemos algo más de la mujer de Sancho: es celosa, bueno esto ya lo sabíamos de antes (lo dijo en casa de Basilio), pero ahora sabemos además que le gusta vivir bien, vive para si misma, aunque sea a costa de sus herederos.
La reacción de maese Pedro, arrodillándose ante D. Quijote, a quien ha reconocido, nos asombra a todos: qué barbaridad, ¿será verdad que el mono es adivino?
Y sigue el combate a bajo fondo entre D. Quijote y Sancho, con ocasión de lo que sucedió en la Cueva de Montesinos: Sancho empieza, quizás, a ponerse nervioso, a “perder los papeles”, bien al revés que D. Quijote, que guarda bien el tipo y además, lo hace fenomenalmente.
Por cierto, Maese Pedro dice algo muy extraño de D. Quijote: “Y agora,
porque se lo debo, y por darle gusto, quiero armar mi retablo…”
¿Qué le debe Maese Pedro a D. Quijote?
Es que acaso…¿Se conocían de antes? Pronto lo veremos.
Saludos.