En los comentarios realizados a mi post
Para Sonia, nuestro amigo
Lycans Laqueus ya lo insinuó; y nuestra amiga
Susana me lanzó amablemente el guante:
¿Por qué no escribes un post sobre la amistad hombre-mujer?. Cogí el guante naturalmente, pues me gustan los desafios; y aquí esta el prometido post. Se perfectamente que muchos quizás no compartan mi opinión, lo cual puede provocar polémica: ¡pues bienvenida sea la polemica, si entre todos podemos arrojar algo de luz sobre esta cuestión!
Yo lo tengo muy claro. Y vaya por delante que no pretendo en este post “sentar catedra” ni muchisimo menos, los dioses me libren, sino solo dar mi humilde opinión personal. Daré mi respuesta al final, y perdonad si el preámbulo es algo largo, pero lo considero absolutamente imprescindible para luego contestar SI o NO por la sencilla razón de que, conociendo como pienso, comprenderéis mejor mis razones.
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¿Es posible la amistad entre hombre y mujer? Creo que hay que partir de las evidentes diferencias entre hombres y mujeres. En un analisis muy apresurado, el hombre es más agresivo psicológicamente, mas duro, más “rudo”, va mas directo, muchas veces no tiene en cuenta los detalles. Además tiene un inconveniente: la naturaleza le ha dotado de un fortisimo instinto sexual, y la testosterona hace, literalmente, estragos en un hombre-joven, o en un joven-hombre de 16 para arriba. Lo dice y escribe uno que es hombre también. Ese instinto primario y biológico es consustancial al ser humano del sexo masculino. Muchas veces su estabilidad emocional está fijada en objetivos que se hallan fuera de si (ganar pleitos, ganar dinero; conseguir estima social, etc). El hombre es un cazador nato. Es como si llevara su centro de gravedad fuera de si muchas veces, y descansara sobre los objetivos. Vive mas hacia el mundo.
La mujer, por el contrario, y aun teniendo el mismo instinto, sabe dominarlo más que el hombre; es mas dulce, mas suave, más sofisticada; se fija mas en los detalles; sabe dominar su instinto sexual mucho mejor que el hombre por muchas razones. Y su estabilidad emocional es completamente distinta a la del varón; saben vivir la vida mejor que nosotros; no se fijan tanto en los objetivos, sino el modo de vivir dia a dia. Son más dulces que nosotros, mas graciosas en sus movimientos y en su hablar y comportar. Y su centro de gravedad descansa dentro de ellas mismas, quizás no tanto en los objetivos a conseguir. Vive mas hacia si misma.
Las mujeres, hablando en general, son una autentica delicia. Tambien el amor o atracción la perciben de distinto modo. Ya decia Confucio, uno de mis oráculos, que “El amor en los hombres entra por la vista, y en las mujeres por el oido”. Y creo que llevaba su razón; a las mujeres les gusta que las mimen, que las requiebren, que las protejan; les gusta sentirse queridas, amadas, mimadas, pero ojo, respetadas también. Nosotros somos escopetas; se nos dispara la maquinaria sexual, en muchas ocasiones, solo ante la contemplación de un buen par de piernas femeninas o de un escote atrevido.
Somos distintos, no peor ni mejor un sexo que otro: simplemente distintos. Benditamente distintos.
Historicamente la mujer siempre ha estado sometida al varón, esta injusta y triste situación ha durado milenios. En el Siglo XX se produce la emancipación de la mujer que adquiere, que ya era hora, los mismos derechos que el hombre, como siempre debia de haber sido. Pero el entorno educacional y social de nuestro mundo hace que muchos varones sigan teniendo el prejuicio de que “el macho soy yo, ella solo es una mujer”. ¿Solo? Pobres mentales. Y una situación que ha durado siglos y milenios (y que ojalá pudiera cambiarse automáticamente) ha de evolucionar poco a poco, porque esto es un cambio de rumbo, y ahora estamos en plena inercia de la curva; el hombre ha de aceptar la idea de que la mujer es igual en derechos y prerrogativas que él, y ha de acostumbrarse a ello lo mas rápido que pueda. Y que, desde luego, la mujer no es una posesión. No. Es otro ser humano, además, un ser humano maravilloso.
Al hombre se le ha educado siempre para “meter”. Para atacar, como un cazador, como he dicho antes; y a ellas para “recibir”, callar, consentir. Historicamente eran las chicas las que tenian que esperar a que viniera el “novio” a pretenderlas; si no venia nadie se quedaban solteras. El asqueroso machismo era una medalla: si un hombre se acostaba con mil mujeres era un cuasi-heroe, un macho digno de alabar; pero si era la mujer la que se acostaba con mil hombres, era todo lo contrario, y su reputación social caia hecha añicos. Muchas mujeres inteligentes eran sometidas por la fuerza bruta del varon; la bestia ganaba siempre a la musa. La fuerza dominaba a la inteligencia (“Que con esta carga nacemos las mujeres, la de tener que soportar a nuestros maridos, aunque sean unos porros”, según decia Teresa Panza, la mujer de Sancho Panza, en el Quijote).
La sociedad alababa al “sietemachos”, y vituperaba a la mujer. Y ello condujo a que el hombre poco a poco a lo largo de los siglos anulara su propia capacidad de raciocinio y de pensar. Claro, no la necesitaba: simplemente naciendo hombre, la mitad de su trabajo ya estaba hecho. Que duda cabe de que los “resabios historicos” aún duran, y eso es un grave hándicap para nosotros. La sociedad ha de evolucionar lentamente.
Pienso que hombre y mujer son seres humanos. Y punto. Con sus logicas diferencias anatómicas y psicológicas, pero SERES HUMANOS. Muchos hombres se confunden, pues ven a la mujer como mujer (la identifican por su sexo), y deberian de verla como otro ser humano, no como criatura del sexo femenino.
El deseo sexual siempre estará ahí, lo llevamos muy dentro; pero no ha de causar confusiones. Aunque en ocasiones puede resultar muy incómodo. Me explico. A mi, con la linda Sonia, hoy un angel en las estrellas, me pasó esto algunas veces, ya lo dije en el post de anteayer. Ibamos al cine juntos; los fines de semana cenabamos juntos o acudiamos a alguna discoteca; en la Universidad nos sentabamos juntos, etc, y muchas veces era inevitable que el león que yo llevaba dentro se despertase; al fin y al cabo yo no era de piedra, sino todo lo contrario: cuando, p. ej., acudia con su minifalda, esos tacones, esas lindas piernas, y en fin, su figura toda… imaginaros como me ponía yo!!! Y fue ella quien en interminables conversaciones que ambos mantuvimos sobre esta cuestión me enseñó a tener claro que la cuestión sexual era la cuestión sexual, que la amistad era la amistad, y que ésta no tenia por qué llevar aparejada a aquella; me enseño tambien una cosa muy importante: el valor del respeto mutuo. Despejó mis lógicas confusiones. Yo era completamente sincero con ella, le explicaba en cada momento lo que me sucedia, abiertamente, jamás le oculté nada; y ella me comprendió siempre, y me enseñó a ver la diferencia y a separar una cosa de la otra. Me ayudó a madurar como hombre. Que maravilla de criatura, no atrasando a nadie. Los dioses la bendigan.
Nuestro deseo sexual siempre va a estar ahí, siempre, seremos animales racionales, pero no se nos olvide que al fin y al cabo seguimos siendo animales. Pero el deseo sexual es, insisto, solo una parte de todo nuestro espiritu o de nuestra mente, que debemos de controlar y poner al servicio de miras más altas. Por eso somos, o se nos presume, racionales, y eso es lo que nos diferencia de los animales: la inteligencia, los sentimientos, la conciencia de uno mismo, el saber empatizar y ponerte en el lugar de la otra persona y todas las aptitudes y comportamientos que se salen de lo "natural" por ir en contra de nuestros instintos más básicos, en contra de la atracción o de nuestros deseos egoístas. El deseo sexual es un mero instinto biológico, es involuntario, ya que viene grabado en nuestros genes, en nuestra naturaleza. Pero por el contrario, el altruismo y la empatía son actitudes voluntarias y conscientes, que son necesarias tanto en la amistad, como en la pareja. A fin de cuentas somos diferentes a los animales y podemos elegir como comportarnos.
Si alguno se enoja porque una chica no quiere hacer el amor con él no la está respetando, no la está considerando como su amiga; a un amigo o amiga no se le hace eso: la está viendo simplemente como una chica Playboy. Y si su deseo hacia ella es muy irresistible, es él quien tiene un problema, pues está consintiendo que prime en él más lo primario que la fuerza de la razón. Y si encima empieza a usar contra ella el chantaje emocional, y todas las artes masculinas para intentar salirse con la suya, entonces, en mi humilde opinión, es un miserable desalmado. Y además, tonto: pues se está privando de su oportunidad de madurar, y de conseguir de buen grado lo que él está intentando arrancar por la fuerza. Si el sexo rompe una amistad, a lo mejor no habia tanta amistad.
Conclusión: Mi respuesta es un rotundo SI. Naturalmente que es posible la amistad entre hombre y mujer, pero amistad noble, profunda, sincera. Y no solo posible, sino deseable. Claro que si. Yo lo conseguí con Sonia, y no es la unica amiga profunda y sincera que he tenido, sin necesidad de mantener sexo con ellas; por muchos instintos sexuales que haya en mi interior, como hombre que soy. Y no me digais que soy un caso especial: conozco un montón.
Claro, hay que cuidar de que el hombre o la mujer (y fundamentalmente el hombre, que es mas agresivo) no lo estropeen por la cuestión del sexo, que ya no estamos en el Siglo XIX. Siempre que tengan madurez, respeto al otro/a y dominio de si mismo/a. La amistad es dar, estar interesado en el bienestar del otro, y estar a su lado en malos momentos; y fundamentalmente, respetar sus decisiones. No me canso de insistir: no tomemos la parte por el todo; el sexo es una parte, no el todo. Un amigo no quiere poseer al otro ¿no? A mi, por lo menos no me gustaria en absoluto tener un amigo que hiciera siempre lo que yo quiero, que me acompañara siempre adonde me diera la gana.... etc… me aburriria inmediatamente y pensaria que es un mero paquete. Lo que nos gusta de nuestros amigos, al menos a mi, es que aunque piensen distinto de nosotros y tengan costumbres distintas, los estimamos, pues la diferencia enriquece mutuamente. Y valoro enormemente la sinceridad, e incluso que me contradigan y me demuestren que estoy en un error: lo agradezco humildemente, pues asi aprendo más. Todos podemos caer en un error, pero solo los necios perseveran en él, que decia Cicerón.
Pues con las mujeres pasa lo mismo. El deseo siempre va a estar ahí, lo estuvo y lo estará, la fuerza de la naturaleza forma parte de nuestra condición humana, pero debemos saber encauzarla. No ha de estropearse una AMISTAD por una simple cuestión biológico-sexual. El hombre ha de pensar muy seriamente que es lo que desea de ella: si su cuerpo; si su amistad, en fin, que es lo que quiere. Y, sobre todo, ser sincero desde el principio, y sumamente respetuoso. Domesticar al leon que todos llevamos dentro. Si la mujer quiere solo amistad, una amistad sincera y profunda, pero no desea sexo, habrá que respetar su decisión sin enojarse, aunque nos duela y aunque el león de rugidos. No hay que ser egoísta. Que un simple polvo no te prive de tu oportunidad de enriquecerte espiritualmente, o de crear algo bello, por muy dulce que sea el polvo.
Total sinceridad entre uno y otro. Ahí esta la base. Aceptar la diferencia existente, y querer el hombre a la mujer como ser humano, no como objeto sexual. Y a la inversa igualmente.
Que sea lo que los dos libre y voluntariamente quieran, no lo que quiera uno.
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Por cierto, hablamos de amistad ¿eh? El amor es materia de otro post.
Saludos