"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
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16/08/2022

Conversaciones con un buen amigo.


Poco ha cambiado el ser humano a lo largo de la historia.  Yo creo que solo ha avanzado tecnológicamente, pues  el mundo de los sentimientos y emociones de la especie humana permanece inalterable a lo largo  del tiempo;  como especie somos lo que somos porque asi lo dispuso la naturaleza,  amamos y odiamos ahora lo mismo que hace dos o tres mil años.  Por eso, como al nacer el ser humano nace vacio de conocimientos, ha de aprender a vivir, y es forzoso que, generación tras generación, se cometan los mismos errores: “nadie escarmienta por cabeza ajena”, como decía mi abuelo. 

El ser humano, y yo no soy ninguna excepción, está atrapado entre las añoranzas del pasado, y el temor por el futuro, pero se olvida de vivir el presente.  El temor hacia el futuro llena hoy las consultas de los psicólogos y de los psiquiatras; y cuando hemos de tomar medidas, en vez de intentar serenarnos un poco y meditar sobre nuestro camino y como afrontar esas incertidumbres que nos corroen por dentro, cometemos otro error mas:  nos refugiamos en nuestro moderno narcótico (el móvil), pero este es un remedio transitorio, porque cuando terminamos de navegar por watahspp y por Facebook y similares, nuestra inquietudes no se han ido: siguen ahí.

Por eso, hay momentos en los que la vida te hace un regalo que vale su peso en oro: una buena conversación con un buen amigo.  Es un placer celestial el poder hablar libremente con un buen amigo, a quien confiarle tus preocupaciones, tus dudas y tus problemas, y con quien hablar con entera franqueza, como si estuvieras a solas contigo mismo.  Yo he tenido esa inmensa suerte; y en esos momentos en los que la inquietud me atenazaba, este verano, aprovechando mis cortas vacaciones, en vez de recurrir a navegar por facebook o de estar "toqueteando" el móvil, he optado por algo  muchisimo mejor: he tenido muchas conversaciones con un gran amigo, cuyo nombre luego os diré, que me ha dado muchos consejos, algunos de los cuales quiero compartir hoy con vosotros,  y  que para mi han sido un autentico bálsamo tranquilizador. 

Cuando le planteé la duda sobre si mis angustias tienen un fundamento real o son imaginarias, él me contestó lo siguiente:

“He aquí la regla para distinguirlas; o nos atormentamos por las cosas presentes o por las futuras, o por unas y otras. Por lo que se refiere a las presentes, el juicio es fácil: si tu cuerpo goza de libertad y de salud y no sientes el aguijón de injuria alguna, ya veremos lo que acontece mañana, pues por hoy no sentimos ninguna inquietud.”

Y por lo que se refiere a las futuras, me dijo que “los males quiméricos alarman mas, tal vez porque los verdaderos tienen medida; todo cuanto proviene de lo incierto queda a merced de conjeturas y fantasías del alma atemorizada. Por tal razón no existen terrores tan perniciosos e irremediables como los terrores del pánico, ya que los otros nos arrebatan la reflexión, pero los primeros aun la misma razón.”

Comprendiendo mi amigo mis agobios y temores, me exhortó a que no me precipitase:

“¡Cuantos males han caído sobre nosotros sin que los hayamos aguardado! ¡Cuántos que eran esperados no han llegado jamas! Y aunque un mal deba venir, no veo por qué precisa que le salgamos al encuentro.  Cuando haya llegado, bien presto te darás cuenta de ello; mientras tanto, prométete cosas mejores. Que ganaras con ello: tiempo…. Tal vez será, tal vez no será; pero como de momento no es, estate tranquilo, y piensa lo mejor.”

Sentí  alivio. No obstante, cuando le pregunté cómo afrontar la espera, si con esperanza o con temor, mi amigo acudió solicito a responderme:

“Pondera la esperanza y el miedo, y siempre que el resultado sea dudoso, inclínate a lo mas favorable, cree aquello que prefieras. Si el temor tiene mayores probabilidades, a pesar de todo, inclínate a favor tuyo y abandona la preocupación; no eches en olvido que la mayoría de los mortales, cuando no padecen desgracia alguna, ni ninguna ceguera les amenaza, se atormentan y agitan… nos dejamos arrastrar, tememos las cosas dudosas como ciertas, no guardamos la medida natural, al punto la sospecha se torna temor”.

Añadió:

“¿Que necesidad existe de llamar a los males que pronto acudirán a hacernos sufrir, de tenerlos que soportar antes de hora y de echar a perder el tiempo presente por temor al futuro? Es sin duda cosa necia ser ya desgraciado porque tendremos que serlo en lo venidero. Si quieres librarte de toda inquietud, cualquier mal que puedas temer imagínalo, ciertamente, como venidero, y, sea lo que fuese, pondéralo en tu consideración, compara con el tu temor, y bien pronto comprenderás que aquello que temes, o no es cosa grave, o no es cosa larga”.

E inmediatamente,  me exhortó a que tuviera valor y animo:

“Me avergüenza hablarte en un lenguaje parecido y de tratar de fortalecerte con tan endebles medicinas. Que sea otro el que diga: “Tal vez no será”. Tu tienes que decir: “Y si es, ¿qué? Veremos quien vencerá; tal vez será para mi un bien."

Finalmente, me exhortó a buscar la sabiduría antes que la riqueza, como medio para llegar a ser libre, pues con ella ganaremos un inmenso premio:

“La libertad perpetua,  y no vernos obligados  a obedecer a  ningun dios ni a ningun hombre. Hemos de alcanzar esta meta aunque sea pasando hambre…pues para muchos haber ganado riquezas no fue acabamiento de sus miserias,  sino cambio de unas por otras”.

Y por último, me aconsejó no temer a la muerte:

“No temas a la muerte, pues finalmente habra de llegar; y no tiene sentido ninguno estar temiendo toda la vida a aquello que sucede en un solo instante ...  pues aquel que ignore o no quiera aceptar  que al nacer firmó su capitulación, ignora gran parte de la naturaleza. Ademas, la muerte o nos aniquila o nos despoja. Si salimos del cuerpo, abandonando el peso, nos queda la mejor parte; si somos aniquilados, no nos queda nada;  bienes y males, todo nos ha sido quitado. ¿Que temes, pues?"

Se me olvidaba.  Este buen amigo, que tan buenos consejos me ha ofrecido este verano, como seguramente ya habrás adivinado, responde al nombre de Lucio Anneo Séneca,  y estos sabios consejos, escritos hace dos mil años,  están tomados, entre otros, de su libro “Cartas a Lucilio”, cuya lectura recomiendo a todo el mundo, y especialmente a ti, lector amigo;  si lo lees, notaras alivio inmediato; que en mi opinion, no solo el cuerpo necesita alimento: el alma tambien necesita su cuidado; pero vivimos tan deprisa que apenas nos damos cuenta de ello. Séneca habla en estas cartas de numerosos temas; el culto al cuerpo, el miedo a la enfermedad o a la muerte, como sobrellevar nuestras pasiones, nuestros exitos y fracasos, etc; y afortunadamente estan a disposicion de todo el que quiera leerlas.

Parece mentira que estas sabias razones hayan sido escritas hace dos mil años...

Saludos.

Pablo J. Gamez Rodriguez.