Poco a poco los ánimos se van serenando, los niveles
de adrenalina van retornando a sus valores normales y la vida sigue. El domingo
pasado toqué el cielo con los dedos, en el Retiro de Madrid, tal y como consta
en mi entrada anterior. Ahora, con la mente más fría, me parece mentira, cosa increible y de sueño. ¿Qué ha
sido de aquel hombre con sobrepeso -110 kg-, fumador empedernido de hace solo tres años, que descubrió el mágico mundo de Internet, que apenas podia trotar cincuenta metros sin asfixiarse, y que tres años despues -foto de la izquierda- deja el tabaco, comienza a hacer deporte y el domingo pasado terminó su
primer maratón en Madrid, el primero en el que tomó parte?
Merece reflexión sin duda, tal dato. Sigo siendo el
mismo, sigo ejerciendo mi trabajo de Abogado por esos Juzgados y Tribunales que
hay repartidos por nuestra geografía; continúo con mis alegrías y con mis disgustos, con mis días
de gloria y mis días oscuros,
exactamente igual que le sucede a todo el mundo. Pero ahora cuento con
un buen amigo y un buen consuelo, que antes no tenia: el deporte. Os juro por
lo mas sagrado que una hora de ejercicio no solo que relaja enormemente, sino
que aleja muchos fantasmas y muchas
depresiones. Es una actividad placentera, da serenidad a tu alegría y hace que
se aleje tu tristeza. Al mismo tiempo, conoces a buena gente, variopinta, de
diferente clase, condición, opinión y gustos, pero lo hermoso de todo esto es
que cuando nos ponemos los pantalones cortos y las zapatillas y los domingos
por la mañana nos dedicamos a correr por ahí, unos mas rápido y otros mas
lento, lo cierto es que todos somos uno, todos somos un grupo, unidos por la
afición, por el gusto por el deporte, el amor al sudor y al esfuerzo de
correrse 15 o 20 km de una tacada, tan tranquilamente.
Aunque tampoco es cuestión de obsesionarse con ello:
sin perder de vista tu brújula y tu escala de prioridades (lo primero y lo mas
sagrado es tu trabajo y familia), el deporte solo es lo que es, un buen amigo,
un buen aliado, y máxime teniendo en cuenta que ya tengo 47 años, y que no voy
a ganar ninguna carrera: corro por el solo placer de correr y estar en forma.
Eso si: tras correr la primera maratón de mi vida y darme cuenta de que he sido
capaz de afrontar ese reto, mi espíritu está muy relajado: si las lesiones me respetan
(y creo que hasta ahora me han respetado, quieran todos los dioses que asi sea
por mucho tiempo), me quedan bastantes kilometros aun por disfrutar del
running. Y más vale hacerlo con cabeza: que
muchas veces la diferencia entre el placer y el sufrimiento solo estriba en
unos segundos por kilometro. Y yo no corro para batir ninguna marca sino,
insisto, solo por el placer de superarme a mi mismo poco a poco y dia a dia,
y batir mi propia marca. Ademas, lo hago cuando mis ocupaciones me permiten.
Tengo 47 años… Lo se. Por eso, como decía antes, el
deporte ha de ser un buen amigo, un medio para sentirse bien de salud y en
buena forma física; creo que es un buen sirviente, pero no hay que dejar que se
convierta en un mal amo: esto es, que llegue a dominarte. Hasta ahí podíamos llegar.
Libertad ante todo. Sin obsesiones.
Tengo en mis planes hacer otra Maratón en Otoño,
como mucho dos o tres maratones al año. En cuanto a medias maratones (carreras
de 21 km), pienso hacer todas las que pueda, pues esa distancia me la hago
todos los domingos. Eso sí; tranquilamente, sin prisas, sin agobios, con
libertad plena y cuando se pueda; tras el domingo pasado un gran cambio se ha operado
en mi, tengo mucho más relax, pues ahora sé de lo que soy capaz, conozco el alcance de mis posibilidades, y eso
me da mucha paz. Aparte de que el
conocimiento te da seguridad: tres años leyendo revistas especializadas sobre
running, e investigando en Internet te dan un conocimiento muy aproximado de lo
que es esto y de los limites infranqueables para tu salud, enseñandote a ser juicioso.
La vida, al fin y al cabo, es como una carrera: en
la maratón pasada, por ejemplo, había momentos en los que el cuerpo me pedia
parar; pero mi mente le ordenaba lo contrario (“¡sigue, he dicho que sigas, no
te esta permitido detenerte!”), y muchas veces en la vida nos encontramos con
dificultades que hay que superar. A veces tenemos la tentación de detenernos y
dejarnos vencer; pero hemos de sacar fuerzas de flaqueza y seguir adelante.
Claro, mientras el cuerpo aguante, que no somos de acero.
Obviedad de obviedades es lo anterior: pero que conveniente
resulta repasarlo mentalmente dia a dia.
Porque, como he dicho antes, ¿Qué es la vida, sino una continua maratón,
una carrera de miles de kilómetros, una continua batalla sucesiva contra los
elementos y contra el destino?
Ahora toda seguir corriendo por el maratón de la
vida. Seguiremos sufriendo y gozando, triunfando unas veces y fracasando otras;
a veces –usando un simil taurino- saldremos con las dos orejas y el rabo y
otras nos tirarán almohadillazos; pero esa hora diaria de deporte (y de bendito
relax que me proporciona) por todos los
dioses, que nadie me la quite. Quieran los dioses que las lesiones me respeten.
Por cierto, tengo abandonados vuestros blogs y os
pido que me perdonéis. Entre la carrera del domingo pasado y el agobio
profesional he tenido un poco abandonado el blog. Os prometo que eso va a
acabar: sacaré tiempo e intentaré visitaros con mas frecuencia.
Estaré delgado, pero sigo siendo el mismo, y os sigo
queriendo igual a todos.
Con todo mi afecto,