En nuestra relación con las personas hablamos y escuchamos; emitimos mensajes que los demás juzgan como creen oportuno, y los demás emiten mensajes que, igualmente, juzgamos quienes lo recibimos como consideramos oportuno. En este mundo frenético de la comunicación y de Internet hay muchos mensajes, pero muchos llegan adornados y distorsionados. Además, detecto que muchas personas no juzgan el mensaje considerando el mensaje en sí, sino más bien las circunstancias personales de quien lo emite. Es como si mezclásemos continente con contenido, muchas veces estamos mas pendientes de quien es el que habla que de lo que está hablando, o acaso ya de antemano estamos “predispuestos” a juzgar un mensaje mas por el que habla que por lo que habla. No leemos ciertos periodicos porque no son de nuestra ideologia, o reputamos como memeces todo lo que dicen sin haberlo leido antes; en la TV, cambiamos de canal si sale tal o cual escritor, porque nos cae mal, sin pararnos primero a ver lo que está diciendo, etc...
Curiosa manera ésta de deslegitimar, con la que no estoy de acuerdo en absoluto y me explico con un ejemplo. El Sr. Smith está hablando de, por ejemplo, austeridad o de humildad, y está haciendo un encendido elogio de estas virtudes. Es más, su discurso es más que bueno: es brillante por momentos. Abstractamente considerado lleva toda la razón del mundo, es algo deseable la austeridad y la humildad, creo que todos estaremos de acuerdo en ello, y podemos aprender un montón de su discurso.
Lo malo es que todos conocemos al Sr. Smith, porque sabemos donde vive, y a pesar de lo que dice, lo cierto y verdad es que lleva una vida opulenta y además es muy orgulloso. Conclusión: todos desechamos el mensaje, casi preferimos ni oírlo, pues todos pensamos algo parecido a esto: “dice una cosa y hace otra”, “es un hipócrita”, “que predique con el ejemplo y se deje de monsergas”, etc. Lógico.
Acto seguido nos olvidamos del conferenciante pero cometemos un error, y ahí voy, porque nos olvidamos también de lo que estaba diciendo, y de la bondad intrínseca de lo que estaba postulando. Veamos. Puede que no sea la coherencia la mayor virtud del Sr. Smith, es obvio. Pero desechando al que habla, muchas veces excluimos inconscientemente lo que habla, cometiendo asi un error que nos puede privar en ocasiones de aprender cosas nuevas. Rechazamos lo que habla, su mensaje, y el mensaje no tiene la culpa de que su portador sea un mentiroso hipócrita, o de que no sea de nuestro partido politico o de que tenga este o el otro defecto: puede tener razón a pesar de todo.
Si tras un detenido analisis (porque deberiamos de pararnos un poco tambien a examinar las cosas) lo que alguien dice es, en nuestra opinión, bueno y correcto, deberíamos de aceptarlo como bueno y correcto, hablo del mensaje en si mismo considerado, de la idea, de lo que dice. Otra cosa harto distinta es que el portador (en este caso el Sr. Smith, por seguir el ejemplo) sea un hipócrita incoherente. Pero olvidemos a la persona y quedémonos con la bondad intrínseca de su mensaje y lo que podemos aprender de ese mensaje: juzguemos al mensaje, no a la persona.
Ademas: nadie es perfecto. Recordemos a Mozart en la película “Amadeus”. Entrevistado con el emperador, Mozart le dice: “yo podré ser vulgar, pero os aseguro que mi musica no lo es”. Y llevaba razón.
Sigamos su discurso, aunque huyamos de su ejemplo. Bastante desgracia tiene ya el Sr. Smith diciendo una cosa brillante y comportándose del modo completamente contrario: revela que nada ha aprendido. Motivo mas que suficiente para que nosotros seamos coherentes y, desafiando a su ejemplo, hagamos lo que decimos, o pongamos por obra lo que juzgamos ser bueno.
Que un avaro predique la generosidad no le quita mérito alguno a la bondad de la virtud que pregona: la generosidad. El problema está en el avaro, no en la generosidad. Las ideas no tienen defectos, no asi los portadores de las ideas, que somos las personas, y que tenemos infinidad de ellos. Pero no señalemos los defectos ajenos para privarnos de la oportunidad de aprender de la bondad de una idea, sea cual sea el portador de la misma.
Saludos.