El
gran dia se acercaba, y mis dudas no se despejaban: el pronóstico meteorológico
anunciaba lluvia para el domingo 26 de Abril, en la capital de España. Dos días antes, el Viernes 24 por la noche, marcho a Madrid con toda la familia, y nos hospedamos en
el mismo Hotel de siempre, de Plaza Castilla (ahora se llama “Via Castellana”).
El viaje lo hacemos bien, bajo un sol
espléndido (que ironía), y nos vamos al centro a cenar, a Sol concretamente.
Esta vez me dejé de rodeos (calamares y demás), y fui directo al grano, a lo
que me interesaba: mis tan ansiados callos,
una racioncita, que para eso estoy en Madrid, una
noche es una noche. Los últimos que me tomé fueron los del año pasado, en el
mismo sitio, y en vísperas de la Maratón. Hala, hasta el año que viene.
Por
la mañana vamos a la Casa de Campo, recojo el dorsal, y entre pitos y flautas
llega la hora de comer, almuerzo con unos familiares, y por la tarde, me voy al
hotel, donde comienzan los preparativos: colocación escrupulosa de mi
indumentaria en la habitación, calzones, camiseta, dorsal, zapatillas,
calcetines y gorra negra. Mentalización. Intento relajarme. Todo va bien.
Mi
objetivo este año era muy ambicioso: superar, o al menos igualar el crono de
3,53,35 que hice el primer año, Madrid 2012, he entrenado fuerte y creo que lo
puedo conseguir, claro, soy cuatro años mas viejo. Pero por intentarlo que no
quede, además, ¿Quién dijo que correr una maratón es de cobardes? Si hubiera
ido simplemente a correr la maratón hubiera
estado tranquilo, pero yo iba a por mi objetivo, y eso me presionaba. En fin,
es normal, los que corremos hemos de
tener algún objetivo: si vas a una carrera sin objetivo, siempre que sea
realista, por supuesto… es como si vas a batir palmas. No concibo salir a
correr sin una chispa de nervios…sin un objetivo, por humilde que sea.
Salgo
a cenar, y las primeras gotas de lluvia caen: me deprimo enormemente, y pienso que mi
objetivo se aleja. Veo brevemente a los
dos Fran, a Juanjo y a Cipriano Ruiz, un abrazo para todos desde estas líneas,
y me vuelvo para Plaza de Castilla, ceno enfrente del hotel, y para de llover:
cobro algo de ánimo. Duermo bien y me
levanto a las 6,30 de la mañana, y, oh sorpresa, está lloviendo. Bueno, adiós objetivo.
Vamonos para Cibeles y que sea lo que Dios quiera. Nos vemos allí los cinco galdurienses que hemos acudido a
Madrid este año, y nos hacemos la foto que veis: Juanjo y Fran Moral han hecho la carrera de media maratón, 21
kilometros; y luego estamos Fran Velasco,
Cipriano Ruiz y yo, que hemos hecho la
carrera de Maratón, enterita, kilometro a kilometro, y los últimos bajo una
cortina de agua como enseguida relataré. Nos preparamos, vaselina en los pies y
en zonas de roce, abrazos, etc… últimos preparativos, y siguen cayendo gotas.
Salimos
a las 9,00 en punto de la mañana. Yo ya estaba
calado hasta los huesos porque no me lleve fundas de plástico, pero no hay
dolor, no hay humedad, no hay frio, solo placer, asi que a correr. Pistoletazo. Comienzo a correr lo
que va a ser mi 6ª Maratón. Castellana
arriba soy prudente, mantengo un ritmo de 5,55/Km, y poco a poco noto como el miedo al agua va desapareciendo, siguen
cayendo las gotas, pero yo sigo corriendo, asi que llueva lo que quiera. Tras
culminar la primera subida, damos la vuelta a las Torres de la Plaza Castilla y
giramos al Sur, buscando la Puerta del Sol, donde resbalé y me cai, si bien fue una caída
sin trascendencia y pude seguir corriendo, poco despues mi mujer me hace la foto que veis abajo (estabamos saliendo ya de la Puerta del Sol) y enfilamos hacia el Palacio Real. Estoy fuerte. Si bien
inicialmente renuncié al objetivo de igualar el primer Madrid, rescaté dicho objetivo cuando del kilometro 5
al 10 los hice a una media de 5,30, y del 10 a 15 incrementé aun mas la velocidad, a
5,22, recupere íntegramente el tiempo perdido en los 5 primeros kilómetros y me
sentí fuerte y poderoso. ¡Estuviera buena que consiguiera mi objetivo…! Animo
Pablo, tu puedes. Corono la media con buenas sensaciones, me tomo dos plátanos
y sigo corriendo, ¡pero bueno, si voy como una moto, poderoso! Alegre, feliz. Sigue lloviendo. Llego
a la casa de Campo (el lugar que mas miedo me da de la Maraton), y el famoso
repecho del km. 26 al 28 lo paso fenomenal…¡Dioses…! ¡Que lo voy a conseguir…! En
mis auriculares suenan los adorables ACDC, Fly on the wall, Go down, y ya saliendo de la Casa de Campo el
incomparable Highway to hell.
Estoy acostumbrado a correr bajo la lluvia, de hecho en Jódar hemos corrido con lluvia en muchas ocasiones tan alegremente; pero
jamás he corrido bajo una tromba de agua como la que se nos vino encima a partir del km 30. La lluvia hasta ese momento se había contentado con mojarnos,
pero al salir de la Casa de Campo, rumbo al Manzanares nos pierde el respeto y se convierte en autentica
tromba de agua. Me bajo la visera de la gorra y me veo obligado a correr algo
inclinado hacia adelante, a fin de que el agua no me golpeara los ojos y
pudiera ver por donde iba. Hizo una mañana para cualquier cosa, menos para correr una Maraton. Por eso, lloré de rabia, y mis lagrimas se mezclaron con el
sudor y con el agua. Poco a poco, a pesar de mi esfuerzo… el objetivo de
tiempo se iba quedando atrás y enfilo los últimos kilómetros con las pocas fuerzas que me quedan. Son las 12,35 de
la mañana, llevo 3 horas y 35 minutos
corriendo. Estoy completamente mojado, chorreando,
con más frio que al principio, y bajo
una abominable tromba de agua que, por momentos, puso a prueba la determinación de los corredores.
Y
recurro al plan B: ya que no ime va a ser posible igualar el primer Madrid, por lo menos intentaré
perder el minimo tiempo posible, pero esta Maratón la corono como sea, un
maratoniano no se rinde. Corono la meta en el Retiro con un cabreo de un par de narices, pero finalmente tuve el premio a mi esfuerzo, llevándome
una sorpresa muy agradable que fue algo asi como un premio de consolación. El año
pasado, con buena climatología, hice 4.10.19. Y ahora me encuentro con la sorpresa
cuando miro mi reloj: ¡¡¡… 4,08.01…!!! A
pesar del agua, del frio y de todos los pesares, he rebajando mas de dos
minutos el tiempo del año pasado. Si no hubiera sido por el agua, muy posiblemente hubiera cumplido mi objetivo.
Epilogo.
Que en esta vida aprende uno todos los dias. Contando con que había ido a Madrid a por todas, dicha consolación me supo a
poco, pero doy gracias a los Dioses inmortales porque, a pesar de la lluvia, a
pesar del sufrimiento, de mi caída, y de todos los inconvenientes, rebajé mas de
2 minutos el tiempo del año pasado. Me lo he pasado bien. Como lección, me quedo con la satisfacción del
deber cumplido, con mis amigos, con mis lectores, con todos vosotros; y sobre todo, y perdonadme, con mi familia, con mi mujer e hijos, en la foto de al lado, que han sido mi principal apoyo y que han soportado estoicamente mis nervios. Os quiero. Me quedo
con la enseñanza de haber entrenado duro, y de haber luchado ante las dificultades, y, sobre todo, de rehacerse mentalmente en medio de las mismas; con la
lección de no rendirse jamás. Y, por supuesto, con la alegria que te proporciona el saber que lo has dado todo sobre el asfalto, lo mejor de ti mismo, bajo esa lluvia inmisericorde, ánimo, determinación,
corazón, alma, sangre y vida en esta Maratón. Y no he sido reservón como en
otras ocasiones: no he corrido más porque no he podido más; lo he dado todo. Y eso me ha hecho muy feliz. Que si, que hubiera podido batir mi record si no hubiera sido por el agua, pero no pudo ser. Bueno, pues ya está. Llegue a
meta como veis en la primera foto: aterido de frio, completamente empapado y temblando, pero con el corazón echando fuego. Gracias a
todos los Dioses. Y aqui estoy para contarlo. Fisicamente terminé mas castigado que en Valencia pero tambien estoy más feliz: he sufrido y la lección ha sido magistral. Un sufrimiento que, al mismo tiempo... me ha hecho disfrutar corriendo. Ha sido un desafio, una lección de vida. Madrid es mucho Madrid. Y estoy encantado de haber compartido esta experiencia con todos vosotros.
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Y ahora, a seguir currando...! :)
Y ahora, a seguir currando...! :)
Saludos...!