Cicerón dijo
“Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él”. Como podéis apreciar es una de las frases que coloqué en la cabecera de mi blog. Parece obvio su significado: no somos perfectos sino falibles, estamos sujetos al error que es una posibilidad experiencial que está ahí. De hecho es fácil equivocarse, y lo importante si nos equivocamos es saber admitirlo (“rectificar es de sabios”), aprender del error padecido y levantarse a seguir caminando por el camino de la vida con la lección bien aprendida.
Pero creo que dicha frase contiene también un significado oculto. Al llegar a la edad adulta se supone que cada persona ya tiene su escala de valores formada y sabe lo que le gusta y lo que no: tiene su personalidad definida. En muchas ocasiones cuando algo choca con nuestro modo de ser, nos rebelamos: aquello no nos cuadra, decimos que no va con nuestra personalidad, con nuestro modo de ser. Y lógicamente lo rechazamos. Hasta ahí todo correcto.
El problema viene porque muchas veces reconocemos en el fondo (muy en nuestro interior) que quizás una idea, un pensamiento, un escrito o una acción –solo son ejemplos-, vale mas que la nuestra, o es mas inteligente o más certera: pero nuestro orgullo nos impide reconocerlo, y nos atenemos a nuestro modo de ser, protegiéndonos y defendiéndonos a capa y espada: “es que yo soy asi”, o “por favor, respeta mi criterio”, o bien “si, está rico este plato, pero me gusta más mi asado”, cuando muy en el fondo reconocemos que ese plato esta más rico que nuestro asado. Pero nuestro asado es nuestro asado. Esto es, vemos opciones que reconocemos como mejores que las nuestras pero por orgullo, callamos. Tambien por miedo al cambio:
"mas vale malo conocido que bueno por conocer", lo cual conduce a perpetuarnos en la mediocridad.
Creo que la clave esta en la humildad: es bueno proteger nuestra personalidad, nuestra escala de valores y todos los elementos que la componen, cosa que me parece legitima, obvia, y hasta necesaria; pero hay que ser dinámico, y evitar que esa defensa, o el inmovilismo, o el orgullo nos lleve a no reconocer la valia de la opción ajena, cuando
verdaderamente nos parezca mejor que la nuestra. Sin olvidarnos de que el capitulo de los gustos esta en blanco: cada uno tiene el suyo. Pero si defiendes tu opción, que sea porque verdaderamente es la que te gusta, la que te convence, la que te identifica, porque va con tu personalidad; pero no porque te niegues a reconocer que la otra opción es mejor que la tuya, porque si eso haces, te niegas a ti mismo/a la posibilidad de crecer, de aprender: de evolucionar.
Pienso que cada uno tiene y ha de tener su propio criterio, eso es obvio; pero la personalidad entiendo que ha de ser dinámica, ha de estar en continuo aprendizaje y evolución y tener la humildad (y en consecuencia, la sabiduría) necesaria como para aceptar cuando el punto de vista ajeno es mas cierto o mas certero que el propio; cuando una opción es mejor que la que se ha seguido hasta ahora.
Y ello sin dejar de ser tu mismo.Se me ocurre un ejemplo. La legión romana llegó a ser durante cientos de años el ejercito más disciplinado y mejor del mundo. ¿Por qué? Leamos a Montesquieu:
“Los romanos ponían especial atención en examinar que es lo que constituia la superioridad del enemigo sobre ellos y procuraban igualarlo. Las cortantes espadas de los galos, los elefantes de Pirro, no les sorprendieron mas que una vez. Suplieron la debilidad de su caballería quitando las bridas a los caballos para que su impetuosidad no fuese detenida, y mezclando entre ellos vélites.
Cuando conocieron la espada española, abandonaron la suya.
Si alguna nación poseía, por naturaleza o por institución propia, alguna ventaja particular, en seguida hacían uso de ella; no descuidaron nada para tener caballos numidas, arqueros cretenses, honderos baleares, barcos rodios.
Por eso Grecia fue conquistada por Roma: los griegos siempre pelearon del mismo modo, no se les ocurrió abandonar el modo de batallar de Alejandro, que tantas victorias les había proporcionado. Pero los romanos, como se ha visto, estaban en constante evolución, y por ello bien pronto igualaron y mejoraron a los griegos.”
Ese es el segundo significado que atribuyo a la frase de Cicerón: renovarse ó morir. Si conoces algo mejor que lo que tienes, tómalo; si por orgullo o por inmovilismo no lo haces estás cometiendo un error, y lo perpetúas. Si has de aceptar ideas, que sean las mejores; esto es, hay que tener flexibilidad mental y cintura para, sin dejar de ser uno mismo, hacer un cambio de rumbo cuando sea necesario, sin dejarnos atenazar por el inmovilismo.
Asi, la frase de Cicerón adquiere para mi un nuevo significado: quizás uno de nuestros peores errores no sea solo el orgullo, sino el inmovilismo.
Saludos.