Siempre es por la noche, con la paz y la tranquilidad que te brinda la oscuridad, cuando más inspirado me siento para escribir, y es en esos momentos cuando muchas veces intento describir lo que siento de la vida y ante la vida; lo que mi corazón me dice ante cada circunstancia que el destino pone en mi camino, y como reacciono ante ello. Me dejo seducir por ese placentero silencio que me mece entre sus brazos, brinda reposo a mi inquieto espiritu y paz a mi –muchas veces- atormentado corazón.
Me gusta escribir a fuerza de latido, con sentimiento: la mente no me vale en esos casos. Por la noche me dejo guiar mas por el corazón, porque ese si que me dice lo que “siente” de veras: es sincero. Tambien es algo mas arriesgado esto, lo se: pero lo asumo. Bastante mente uso ya en mi trabajo y en la vida. Pero necesito de esos momentos nocturnos de soledad y paz, en los cuales me encuentro a solas conmigo mismo y los sentimientos, digamoslo asi, pueden vagar libremente.
Escribir es echar fuera tu alma, lo dije alguna vez. Y normalmente encuentro las palabras adecuadas para reflejar mi estado de animo. Sin embargo, en muchas otras ocasiones, como hoy, no las encuentro, de modo que he de acudir a los poetas, y tengo (mejor, tenemos) la suerte de contar con el genio de Antonio Machado que, mucho antes de que yo naciera, habia experimentado y reflejado maravillosamente esas vivencias y sentimientos que a veces no acierto a describir. ¿Sabeis una cosa? Antonio Machado es, con muchísima difererencia, mi poeta favorito: yo lo califico (perdonad mi atrevimiento) de poeta de poetas, un hombre triste y bueno en el mas noble y elevado sentido de la palabra. En mi opinión es uno de los mas brillantes que ha dado nuestro país al mundo. Pocas veces un poeta me ha hecho sentir como el, y pocas veces, insisto, unos versos han reflejado tan certera y exactamente el sentimiento humano.
Reflejó mejor que nadie lo que es el camino de la vida:
Caminante, no hay camino,
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Muchas veces, al escuchar a fundamentalistas de diverso signo que se creen en posesión de la verdad absoluta, me ha dado ganas de espetarles esto:
Tu verdad no, la verdad.
Ven conmigo a buscarla,
la tuya guardala.
Cuando vamos madurando y pensando, y la vida ya nos ha enseñado ya lo suficiente como para saber de que va esto, leo en su famoso poema de las moscas sobre su escepticismo y sus dudas, hijas de la edad de la segunda inocencia que da, o sea, que desemboca en no creer en nada, dudas honradas:
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
Pues, ¿Qué, cuando habla de su estado de ánimo cuando pasea por esos campos llenos de olivares de mi tierra? ¿Quien no se ha sentido alguna vez como él?
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
Solo soy uno más, en medio de los millones de admiradores que ha tenido, tiene y tendrá este inolvidable sevillano, este grandioso poeta de poetas, el genio de Machado. Se han tributado a Machado grandes y excelsos homenajes por parte de grandes autores y literatos. En este post se contiene mi humilde tributo a su memoria. Y por cierto, demos gracias a todos los dioses porque tuvieron el gran detalle de dejarnos este increible regalo a todos nosotros: su obra.
Saludos.