Tras publicar la entrada de ayer, y despues del trabajo -ultima hora de la tarde- sostuve una larga y muy agradable conversacion telefonica con un compañero de promoción de Sevilla (hicimos la carrera juntos), con quien no hablaba desde hace muchos años. Fue un placer escucharlo de nuevo y rememorar nuestra hazañas juveniles, cuando eramos chiquillos de 22-23 años y estudiabamos la Carrera de Derecho, promoción 1983-1988. Estuvimos hablando de la impermanencia de las cosas, de que todo pasa y nada es para siempre, en la linea de mis ultimas entradas. Algo de estoicismo, y sobre todo mucho budismo, que como sabemos no es propiamente una religion sino una sabia filosofia practica de la vida, cuya esencia esta en la exploración de la naturaleza de la mente (conocen la mente mejor que nadie) y en la delgada linea que separa la vida de la muerte, que no el fin de nada sino una puerta hacia la Luz. Admiro a los monjes tibetanos y su mensaje. Afortunadamente cada vez calan mas sus enseñanzas en este occidente en el que vivimos, tan avanzado tecnologicamente y tan pobre en valores humanos. En occidente sabemos que tenemos que tener mucho cuidado con nuestro Ego; pero los sabios monjes tienen unas herramientas muy sabias para, literalmente, dejarlo sin efecto, y hacer salir nuestra luz interior, y reposar en la naturaleza pacifica e inmensa de nuestra mente.
En este occidente en el que vivimos, y maxime con nuestra frenetica profesión, comprobé que la meditación calma la mente (la lleva de vuelta a casa) y hace que recordemos la luz que somos, dandonos unas herramientas, insisto, muy sabias. Animo a todo el mundo a que lo compruebe. Cuando he comenzado a practicar la meditación, y a seguir algunas de las sabias enseñanzas budistas, he experimentado una paz, un sosiego interior y una alegria de vivir que hacia años que no sentia, asi como nueva fuerza e ilusion para ir superando y afrontando las dificultades cotidianas de la vida.
Constaté nuestra sintonia. A nuestra edad la vida nos hace madurar, el caparazón del ego va perdiendo resistencia afortunadamente, y vamos eliminando impurezas de nuestra alma para que su dulzor natural por fin salga a la luz y se vea en nuestros actos, en nuestro corazón y en nuestra mirada. Le enseñe mi entrada de ayer, se conectó on line, y le echó un rapido vistazo. Ambos sostuvimos la idea de que tenemos que dejar de confiar en las cosas externas del mundo, y confiar mas en nuestra luz interior; y no quejarnos tanto de lo que el mundo no nos ha dado, sino preocuparnos mas por lo que nosotros podemos hacer por él. Poseer las cosas que tenemos sin aferramiento, sin aficionarnos demasiado a ellas, dada la brevedad de la vida, esto es budismo puro, en esta idea Séneca y Marco Aurelio incidian igualmente.
Y voy al grano. Cuando le hice una pregunta, el me respondió con otra sabia pregunta, que quiero compartir aqui con todos.
Le pregunto: "¿Y si perdemos lo que tenemos?"
Me responde:
"¿Y si lo que tenemos, mejor dicho, el aferramiento a lo que tenemos, es lo que nos impide encontrarnos a nosotros mismos?"
Saludos cordiales.
Pablo J. Gamez Rodriguez.
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