-¡Otro dia mas, amigo …!
-Si, vamos con otro.
En nuestra última
conversación, lo noté un poco impaciente en la búsqueda de respuestas a las
eternas preguntas sobre quienes somos realmente o por que venimos a este mundo:
“¿Quién soy yo?” “¿Por qué o para qué venimos aquí?” El ser
humano lleva haciéndose estas preguntas miles de años, lo cual es algo
completamente normal y propio de nuestra especie, los humanos somos curiosos
por naturaleza, queremos respuestas y las buscamos. Desde que somos bebes recién
nacidos abrimos los ojos de par en par, y no hacemos mas que mirar y remirar a
todos lados, y a todo lo que nos rodea; luego, al crecer, la curiosidad va
en aumento. Bueno, ahora, con la
revolución tecnológica, el ser humano localiza las respuestas mucho mas rápidamente
que antes, pero no sucede lo mismo con las respuestas a esas grandes y eternas
preguntas: parece que la solución tarda en llegar.
Y desde luego que es bueno hacerse esas preguntas, y mas que bueno,
estupendo y deseable, pues es señal de crecimiento espiritual y de que uno está evolucionando. Como hemos
estado mucho tiempo siendo y actuando de una determinada manera, con la
madurez y la experiencia que traen los
años es normal que cambiemos de rumbo y que ya no nos agraden las cosas que nos gustaban
cuando éramos mas jóvenes. Además “el jamón ya está
mas que mediado”, y como ya queda menos para la hora de partir, llega un momento en la vida en la que el ser humano se relaja y se hace estas preguntas. Quiere
saber.
Sin embargo, creo que hay que
tener paciencia. Recuerdo que le dije a mi buen amigo, que no es posible
beberse el océano de un trago, primero porque es demasiado grande, y en segundo
lugar, porque si hay que beberselo, mejor hacerlo sorbo a sorbo, poco a poco. No se hizo Roma en un dia, y la búsqueda a
esas eternas interrogantes, a veces, dura toda la vida, pero más que estar
triste por no hallar respuestas, pienso que hay que estar contento porque haya
nacido dentro de nosotros esa curiosidad y ese deseo sincero de buscar la
verdad, pero no la verdad que nos enseñaron (con su buena fe, por supuesto) quienes
ya se fueron, o que tradicionalmente se
ha considerado la verdad. Hablo de LA VERDAD, con mayúsculas. Somos como recien nacidos al mundo del espiritu, bendita curiosidad esta que ha nacido dentro de nosotros. Y defiendo que la paciencia tiene su premio,
como la semilla, que cae en la tierra y germina, tardará mas o menos tiempo,
pero al final nace una nueva planta, eso es seguro.
En nuestro caso tenemos
todos los ingredientes necesarios: primeramente tenemos
la semilla, es decir, nuestra duda; también contamos con el agua, es decir, nuestro
deseo sincero por encontrar la verdad; y por último contamos con algo muy
importante, que es el abono, es decir, somos espíritus afortunadamente
libres y no seguidores (ni esclavos -intelectualmente hablando-) de ninguna
corriente política o religiosa. Lectores e investigadores: de muchas, y todas son bienvenidas, pues
todas (budismo, estoicismo, cristianismo, y un infinito etcétera) aportan su granito de arena, y
lo que es sorprendente, se parecen en el fondo muchísimo mas de lo que pudiera
parecer a primera vista; pero no somos seguidores acérrimos de ninguna, pues la
verdad tiene muchas caras. “Prefiero morir de pie antes que vivir de
rodillas”. Sabes perfectamente quien lo
dijo, y eso se llama LIBERTAD, tener libertad de criterio y de pensamiento,
amigo mío, eso si que es un tesoro inapreciable.
Pero hay que tener paciencia, al
final, como la semilla termina germinando, la respuesta terminará llegando, estoy
convencido, pero como muchas generaciones han marchado de aquí sin terminar de encontrar
la respuesta, por si tu y yo no la encontrasemos, te recuerdo la frase que dijo
quien tu también sabes: “Bienaventurado el
que busca, aunque muera creyendo que jamás encontró”.
Merece la pena tener seguir
adelante y gozar del camino. Y mas que
agobiarse por no encontrar aún la respuesta, es decir, mas que preocuparse por la
meta final, creo que lo mas inteligente es -lo reitero- disfrutar del camino, vamos buscando
la verdad con corazón sano y espíritu libre que no es deudor de postulado ajeno: ¿No te da felicidad eso?
Como “el espíritu es
fuerte pero la carne es flaca”, es normal impacientarse algunas veces, a mi tambien me sucede de vez en cuando; sin embargo corremos el riesgo de parecer lo
que no somos: desagradecidos, es decir, como he dicho antes, parece que se nos
olvida disfrutar del camino de la búsqueda.
Me explico. La vida es un regalo,
se nos ha dado todo sin pedir nada a cambio. Y eso es el regalo de los regalos,
el regalo por excelencia, deberíamos de recordarlo todos. Por eso,
pensando un poco este fin de semana en nuestra última conversación, me doy cuenta de que quizás (solo es un quizás) cuando nos
preguntamos “¿Por qué o para que estoy aquí?”, es como si le preguntáramos al
Creador “¿Por que me has dado este
regalo?” “¿Por que me has regalado esto?”
Te pongo un ejemplo que se me ha ocurrido. Cuando éramos pequeños y nuestros padres nos hacían un regalo, lo hacían con su mejor intención porque nos querían y deseaban vernos felices; y nosotros no preguntábamos porque nos lo habían regalado (”¿Porque me has hecho este regalo?”) ni nos torturábamos buscando la causa de ello; simplemente abríamos los ojos de par en par, sonreíamos, y disfrutábamos ese regalo. Cuando nos cansabamos del regalo, lo dejabamos y nos dedicabamos a otra cosa. Pero te pregunto: si el niño, despues de estar varios dias con el regalo, llega un dia y nos mira con cara compungida y nos pregunta: "¿Por que me has hecho este regalo?" Es que algo ha pasado en la mente del niño, algo le hace sufrir; y la culpa no la tiene el regalo que se le dio para que lo disfrutara; hay que ver que es lo que ha pasado en la mente del niño.
Los niños y esto lo defenderé siempre, son mas inteligentes que los adultos, el niño disfruta; pero el adulto, mas que disfrutar de las cosas, parece preocuparse mas por el porqué de esas cosas, y/o por el propósito de la vida.
Yo creo que a lo mejor no hay propósito: la vida es un regalo en si, y como tal regalo, hemos venido aquí… a disfrutar de ese regalo que el Creador nos ha dado con su mejor intención.
Y sobre todo, no olvidar algo fundamental, que nada traemos aquí, y que nada nos podremos llevar, pues venimos a este mundo "a querer a los demás y a que no quieran un poco, si hemos venido a otra cosa estamos equivocados". Y esta es una de mis frases de cabecera. Por eso, yo creo que la palabra mágica se llama “compartir”, y también hemos de no olvidar que todos los seres humanos somos hermanos, sin distinción de nacionalidad, raza, sexo, orientación política o religiosa…
Y
por último: meditar un poco, apartar el móvil y darnos cuenta de estas cosas, lo cual ya es un gran logro. Y por último, practicar la coherencia.
Quizás sea la mente la que nos juega malas pasadas, y yo creo que hay que apaciguarla haciendo meditación, y vivir el presente con atención plena. La mente siempre con su ruido mental, junto con nuestra impaciencia, es un cocktel explosivo: nos sumerge en la ansiedad, y hace que la verdad se aleje de nosotros, y a lo mejor tenemos esa verdad mucho mas cerca de lo que pensamos. Pero nuestro ego nos aparta de la verdad; y yo creo en el ser humano, en el fondo todo el mundo es estupendo, solo que no se nos damos cuenta de ello, porque estamos mas pendientes de nuestro ego que de quien somos en realidad.
A veces comparo la vida con un rio, nosotros vamos por ese rio cada uno en nuestra canoa, tratamos de remar en una ú otra dirección, pero al final la fuerza de la corriente nos lleva por donde tiene que llevarnos. En mi caso, he comprendido que cuando he tenido sufrimiento en mi vida ha sido por no aceptar la realidad de las cosas y querer remar en otra dirección distinta; cuando me he dejado llevar por la vida, he encontrado el sosiego y la paz. Y dejarme llevar por el rio es soltar los remos, o lo que es lo mismo, apaciguar la mente, y dejarse llevar por cada instante agradable que la vida te regala; pues haberlos los hay, y muchos: solo tenemos que apagar la mente un poco, y aprender a VER.
Y las
respuestas… ya llegarán… y si no, ¡al menos somos libres! Como decía mi adorado Séneca, estamos más cerca
de la meta: “alcanzar la libertad perpetua,
sin ser esclavos de ningun hombre ni de ningun dios”, objetivo que, decía él, se tenia que buscar por encima de todo.
Camarón lo
dijo a su manera: “Volando voy, volando vengo, por el camino yo me entretengo”. Date cuenta: no dice la letra de la canción que
estaba deseando llegar a la meta, sino que se entretenía por el camino. Y yo creo que hacia
muy bien.
Saludos.
Pablo Jesus Gamez Rodriguez.