"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
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21/10/2024

Conversaciones matutinas


Muchas mañanas  tomo café con mi buen amigo Fernando en Casa Blas, y  antes de irme para mi Despacho a cumplir con mis obligaciones hablamos un buen ratito sobre muchos temas, pero fundamentalmente sobre  la vida y  sus cosas. En muchas ocasiones, tras saludarnos, comenzamos asi:

-¡Otro dia mas, amigo …!

            -Si, vamos con otro.

 Parece una nimiedad, pero no lo es;  es bueno recordar lo obvio de vez en cuando,  abrir los ojos por la mañana, sentirse sano, respirar aire limpio y comprobar que es gratis, esto es, que es un regalo, que nada hemos pagado por estar aquí es algo que, al menos para mi, es un gozo indescriptible: te hace comenzar el dia con entusiasmo y alegria.

En nuestra última conversación, lo noté un poco impaciente en la búsqueda de respuestas a las eternas preguntas sobre quienes somos realmente o por que venimos a este mundo:  “¿Quién soy yo?”   “¿Por qué o para qué venimos aquí?”   El ser humano lleva haciéndose estas preguntas miles de años, lo cual es algo completamente normal y propio de nuestra especie, los humanos somos curiosos por naturaleza, queremos respuestas y las buscamos. Desde que somos bebes recién nacidos abrimos los ojos de par en par, y no hacemos mas que mirar y remirar a todos lados, y a todo lo que nos rodea; luego, al crecer, la curiosidad va en aumento.  Bueno, ahora, con la revolución tecnológica, el ser humano localiza las respuestas mucho mas rápidamente que antes, pero no sucede lo mismo con las respuestas a esas grandes y eternas preguntas: parece que la solución tarda en llegar.  

Y desde luego que es  bueno hacerse esas preguntas, y mas que bueno, estupendo y deseable, pues es señal de crecimiento espiritual  y de que uno está evolucionando.  Como  hemos estado mucho tiempo siendo y actuando de una determinada manera,   con la madurez  y la experiencia que traen los años  es normal que cambiemos de rumbo  y que ya no nos agraden las cosas que nos gustaban cuando éramos mas jóvenes. Además  “el jamón ya está mas que mediado”, y como ya queda menos para la hora de partir, llega un momento en la vida en la que el ser humano se  relaja y se hace estas preguntas. Quiere saber.

Sin embargo, creo que hay que tener paciencia. Recuerdo que le dije a mi buen amigo, que no es posible beberse el océano de un trago, primero porque es demasiado grande, y en segundo lugar, porque si hay que beberselo, mejor hacerlo sorbo a sorbo, poco a poco.  No se hizo Roma en un dia, y la búsqueda a esas eternas interrogantes, a veces, dura toda la vida, pero más que estar triste por no hallar respuestas, pienso que hay que estar contento porque haya nacido dentro de nosotros esa curiosidad y ese deseo sincero de buscar la verdad, pero no la verdad que nos enseñaron (con su buena fe, por supuesto) quienes ya se fueron,  o que tradicionalmente se ha considerado la verdad. Hablo de LA VERDAD, con mayúsculas.  Somos como recien nacidos al mundo del espiritu, bendita curiosidad esta que ha nacido dentro de nosotros.  Y defiendo que la paciencia tiene su premio, como la semilla, que cae en la tierra y germina, tardará mas o menos tiempo, pero al final nace una nueva planta, eso es seguro. 

En nuestro caso  tenemos todos los ingredientes necesarios:  primeramente tenemos la semilla, es decir, nuestra duda; también contamos con el agua, es decir, nuestro deseo sincero por encontrar la verdad; y por último contamos con algo muy importante, que es el  abono,  es decir, somos espíritus afortunadamente libres y no seguidores (ni esclavos -intelectualmente hablando-) de ninguna corriente política o religiosa.  Lectores e investigadores: de muchas, y todas son bienvenidas, pues todas (budismo, estoicismo, cristianismo, y un infinito etcétera) aportan su granito de arena, y lo que es sorprendente, se parecen en el fondo muchísimo mas de lo que pudiera parecer a primera vista; pero no somos seguidores acérrimos de ninguna, pues la verdad tiene muchas caras.   “Prefiero morir de pie antes que vivir de rodillas”.  Sabes perfectamente quien lo dijo, y eso se llama LIBERTAD,  tener libertad de criterio y de pensamiento, amigo mío, eso si que es un tesoro inapreciable.

Pero hay que tener paciencia, al final, como la semilla termina germinando, la respuesta terminará llegando, estoy convencido, pero como muchas generaciones  han marchado de aquí sin terminar de encontrar la respuesta, por si tu y yo no la encontrasemos, te recuerdo la frase que dijo quien tu también sabes:  “Bienaventurado el que busca, aunque muera creyendo que jamás encontró”. 

Merece la pena tener seguir adelante y gozar del camino. Y  mas que agobiarse por no encontrar aún la respuesta, es decir, mas que preocuparse por la meta final, creo que lo mas inteligente es  -lo reitero- disfrutar del camino,  vamos buscando la verdad con corazón sano y espíritu libre que no es deudor de postulado ajeno: ¿No te da felicidad eso?

Como “el espíritu es fuerte pero la carne es flaca”, es normal impacientarse algunas veces,  a mi tambien me sucede de vez en cuando;  sin embargo corremos el riesgo de parecer lo que no somos: desagradecidos, es decir, como he dicho antes, parece que se nos olvida disfrutar del camino de la búsqueda.   Me explico. La vida es un regalo, se nos ha dado todo sin pedir nada a cambio. Y eso es el regalo de los regalos, el regalo por excelencia, deberíamos de recordarlo todos.   Por eso, pensando un poco este fin de semana en nuestra última  conversación, me doy cuenta de que  quizás (solo es un quizás) cuando nos preguntamos “¿Por qué o para que estoy aquí?”, es como si le preguntáramos al Creador  “¿Por que me has dado este regalo?”  “¿Por que me  has regalado esto?”  

Te pongo un ejemplo que se me ha ocurrido. Cuando éramos pequeños y nuestros padres nos hacían un regalo, lo hacían  con su mejor intención porque nos querían y deseaban vernos felices; y nosotros no preguntábamos porque nos lo habían regalado  (”¿Porque me has hecho este regalo?”) ni nos torturábamos buscando la causa de ello; simplemente abríamos los ojos de par en par, sonreíamos, y disfrutábamos ese regalo.  Cuando nos cansabamos del regalo, lo dejabamos y  nos dedicabamos a otra cosa. Pero  te pregunto: si el niño, despues de estar varios dias  con el regalo,  llega un dia y nos mira con cara compungida y nos pregunta: "¿Por que me has hecho este regalo?"  Es que algo ha pasado en la mente del niño, algo le hace sufrir; y la culpa no la tiene el regalo que se le dio para que lo disfrutara;  hay que ver que es lo que ha pasado en la mente del niño.

Los niños y esto lo defenderé siempre, son mas inteligentes que los adultos, el niño disfruta; pero el adulto, mas que  disfrutar de las cosas, parece preocuparse mas  por el porqué de esas cosas,  y/o por el propósito de la vida.

  Yo creo que a lo mejor no hay propósito:  la vida es un regalo en si, y como tal regalo, hemos venido aquí… a disfrutar de ese regalo que el Creador nos ha dado con su mejor intención.

           Y sobre todo, no olvidar algo fundamental, que nada traemos aquí, y que nada nos podremos llevar, pues venimos a este mundo "a querer a los demás y a que no quieran un poco, si hemos venido a otra cosa estamos equivocados". Y esta es una de mis frases de cabecera.  Por eso, yo creo  que la palabra mágica se llama “compartir”, y también hemos de no olvidar que todos los seres humanos somos hermanos, sin distinción de nacionalidad, raza, sexo, orientación política o religiosa…

            Y por último:  meditar un poco, apartar el móvil y darnos cuenta de estas cosas, lo cual ya es un gran logro. Y por último, practicar la coherencia.

Quizás sea la mente la que nos juega malas pasadas, y yo creo que hay que apaciguarla haciendo meditación, y vivir el presente con atención plena.  La mente siempre con su ruido mental, junto con nuestra  impaciencia, es un cocktel explosivo: nos sumerge en la ansiedad, y hace que la verdad se aleje de nosotros, y a lo mejor tenemos esa verdad mucho mas cerca de lo que pensamos.  Pero nuestro ego nos aparta de la verdad; y yo creo en el ser humano, en el fondo todo el mundo es estupendo, solo que no se nos damos cuenta de ello, porque estamos mas pendientes de nuestro ego que de quien somos en realidad.

A veces comparo la vida con un rio,  nosotros vamos por ese rio cada uno en nuestra canoa, tratamos de remar en una ú otra dirección, pero al final la fuerza de la corriente nos lleva por donde tiene que llevarnos.   En mi caso, he comprendido que cuando he tenido sufrimiento en mi vida ha sido por no aceptar la realidad de las cosas y querer remar en otra dirección distinta; cuando me he dejado llevar por la vida, he encontrado el sosiego y  la paz.  Y dejarme llevar por el rio es soltar los remos, o lo que es lo mismo, apaciguar la mente, y dejarse llevar por cada instante agradable que la vida te regala; pues haberlos los hay, y muchos: solo tenemos que apagar la mente un poco, y aprender a VER.

Y las respuestas… ya llegarán… y si no, ¡al menos somos libres!  Como decía mi adorado Séneca, estamos más cerca de la meta:  alcanzar la libertad perpetua,  sin ser esclavos de ningun hombre ni de  ningun dios”, objetivo que, decía él, se tenia que buscar por encima de todo.

Camarón lo dijo a su manera: “Volando voy, volando vengo, por el camino yo me entretengo”.  Date cuenta: no dice la letra de la canción que estaba deseando llegar a la meta, sino que se entretenía por el camino. Y yo creo que hacia muy bien.

Saludos.

Pablo Jesus Gamez Rodriguez.

29/03/2024

De la busqueda de la felicidad

Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi niñez, es de un dia en que mi padre me cogió de la mano y me llevó a una casa cercana de mi barrio de Andaraje,  tenia que dar un recado a un trabajador  suyo, avisándole de que tenia que ir trabajar al dia siguiente sustituyendo a otro trabajador que había caído enfermo. Recuerdo que hacia frio, era la temporada de recolección de aceituna, meses de Diciembre/Enero.  Yo tenia unos 6 años aproximadamente.  Recuerdo perfectamente la escena como si la estuviera presenciando ahora mismo. Era una casa humilde, y llamamos a la puerta, salió la mujer de la casa, y nos dijo que entráramos, y yo presencié un ambiente muy diferente al de mi casa: alli habia amabilidad y cariño de familia,  estaban almorzando y esa casa irradiaba paz y alegría, allí se estaba agusto de verdad. Aquello era nuevo para mi y me conmovió de tal modo que  le pregunté a mi padre: "Papa, ¿nos podemos quedar aqui?" Yo no quería volver a mi casa: ¡quería quedarme allí!, en ese remanso de paz que por breves momentos había presenciado; pero lógicamente no pudo ser porque aquel no era el objeto de la visita, de modo que una vez dado el aviso,  nos volvimos a nuestra casa.



Ese recuerdo me ha perseguido toda mi vida.  Y ahora, con la madurez de los años, lo tengo mas vivo que nunca, sobre todo por lo que representa, como comprendereis a continuación.  Todos buscamos la felicidad, y la alegria de vivir,  pero en este mundo occidental en el que vivimos, el mundo materialista del consumismo y de los placeres y alegrías vanas y pasajeras,  parece que encontrar la felicidad es algo muy difícil.  Y asi ha sido durante toda la historia; generación tras generación se han sucedido a lo largo de la historia,  y parece que encontrar la felicidad es una misión imposible. Estamos rodeados de comodidades por todos los sitios; vivimos (tenemos la suerte de vivir) en el primer mundo, de modo  que no deberíamos de quejarnos. Entonces, si aparentemente lo tenemos todo, ¿porque estamos tan tristes?

Veamos. Cada dia nacen cientos y cientos de niños. Cada nacimiento es un triunfo de la vida, pero un "fracaso de la evolución", y lo digo porque nacemos como un lienzo en blanco: no sabemos nada, y tenemos que aprenderlo todo.  Al menos si  hubiesemos tenido la suerte de que la experiencia de las generaciones pasadas, o al menos una pequeña parte, pudiera pasar  -via cromosómica, por el ADN-, a la siguiente generación, no cometeríamos siempre los mismos errores; pero vemos que generación tras generación siempre tropezamos en las mismas piedras, y eso mis adorados Seneca y Marco Aurelio, al igual que muchos otros hombres y pensadores sabios,  lo sabian muy bien. Ademas,  tenemos otro problema añadido e inevitable: que la vida es muy corta, de modo que el tiempo de aprendizaje es, forzosamente, muy escaso.

Los maestros espirituales de oriente nos llevan, creo yo, cientos de años (mas bien miles) de ventaja en la búsqueda de la felicidad basada en la espiritualidad. Aquí, en este occidente tan detestablemente materialista en el que vivimos, nos empeñamos en poseer cosas, y en adobar y "enriquecer" nuestro Ego, ese falso yo interior que tanto nos perturba y que nos hace sufrir. Nos empeñamos en erróneos juegos y búsquedas mentales de la felicidad, cuando la verdad es mucho mas sencilla.  Tratamos de hacerlo todo con la mente y no nos damos cuenta de que ese es un grave error,  la mente, si,  es un magnifico instrumento que nos ha ayudado a sobrevivir como especie, y a saber intuir o pre-intuir posibles problemas o dificultades para anticiparnos a ellos, y que nos ha elevado por encima de las otras especies, pero ojo, no deja de ser eso: un simple instrumento a nuestro servicio. Y todos deberíamos de cuidar algo fundamental: cuidar muy bien de que la mente, que es nuestro mejor sirviente,  no se convierta en nuestro peor amo: eso no debemos de consentirlo, porque, insisto, la mente es muy  buen sirviente, pero muy mal amo, y como nos domine, estamos perdidos.  Además, la mente se nutre del ego (de nuestro falso yo, o sea, "eso" que creemos ser), y este de aquella: de ahi vienen todas las guerras, todos los odios, todas las envidias y males del mundo. Por si fuera poco, la mente, que de tantos peligros  y peligros nos ha librado, es una maquina de anticipar, siempre estamos anticipando o previniendo peligros, imaginarios peligros, potenciales situaciones desafortunadas que, por suerte, nunca llegan a materializarse, de modo que siempre estamos inquietos y preocupados por el futuro, el que comeremos, que beberemos de que hablaba Jesús de Nazaret olvidándosenos de que la eternidad toda esta en saber vivir intensamente el presente, que nuestro único patrimonio.

Aquel niño de 6 años que  quería quedarse en aquella casa feliz sigue viviendo dentro de mi, y lo mantengo vivo, hablo con él y procuro tomar nota de sus sabias sugerencias. ("No llego a comprender como siendo los niños tan inteligentes, los adultos son tan tontos, debe ser fruto de la educacion" -André Gide dixit-).  Sobre todo porque he aprendido, con los años, que mirar la realidad con corazón limpio (es decir, con la inocencia que los años nos van quitando)  y  sin prejuicio alguno, sin prejuzgar la realidad, es el primer paso para la felicidad.  "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Jesus de Nazaret).

 Una de las oraciones que mas  me ha conmovido es la oracion que Salomón le hizo a Yahvé.  Salomón  no pidió oro, ni plata, ni la muerte de sus enemigos, hizo la mejor de todas las oraciones posibles: pidió a Yahvé inteligencia y sabiduría para saber gobernar a su pueblo. Salomón pidió sabiduría y se le concedió todo, tanto lo que había pedido como lo que no.  Ello me recuerda el otro pasaje bíblico a que antes me he referido  del que comeremos y que beberemos, que tanto nos preocupa, como dijo Jesús: "mirad los lirios del campo, ni hilan ni siembran, y Dios provee a sus sustento. Buscad el reino de Dios y su justicia, y el resto se os dará por añadidura". Con los años que uno va cumpliendo ya, interpreto dicha  frase como una llamada a que, al igual que hizo Salomón, busquemos lo principal y nos dejemos de  buscar,  poseer, atesorar, tener  y disfrutar de banalidades materiales, caducas y efímeras, que nos dan migajas de felicidad, pero que nos alejan de la verdadera felicidad. Yo hago mia la oración de Salomón, y le pido sabiduría, no para gobernar a ningun pueblo, sino para gobernarme a mi mismo.   Y además, la voy a adornar con una pequeña perla de Jesús: "sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas", frase que lo dice todo, absolutamente todo, y que concilia dos extremos aparentemente irreconciliables: la prudencia y la sencillez. Bien, El lo hizo, y quizás por esos derroteros debería de transcurrir nuestro camino de búsqueda de la felicidad. Si os soy sincero, esa frase (prudentes como serpientes y sencillos como palomas) ha sido una de mis frases de cabecera, y he intentado  e intento vivir conforme a su mensaje,  vivir conforme a lo que pienso, no se si lo estoy consiguiendo, pero lo estoy intentando y, como decía Seneca, "aunque sea de lejos y arrastrándome sigo tras el camino de la virtud".

Yo creo que la verdad  esta en las cosas sencillas, y Jesus lo dijo:  "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (S. Mateo 11, 52). Mientras mas vale una persona, mas sencilla es; y sin embargo, fijaros algunos/as con que aires de ridícula pomposidad van por la calle, olvidando que al final, con dos metros cuadrados, o menos, ellos y nosotros vamos a tener mas que de sobra.  Y no tengo ningun tipo de impedimento en confesaros esto: si la verdad se encuentra mas fácilmente con un alma sencilla, pido a Dios que me de un alma sencilla y limpia, para saber buscar y encontrar la Verdad, esa tan ansiada verdad que nos hará libres, como El dijo. Y como hoy es viernes Santo, recordemos a mi tocayo Saulo de Tarso, mas tarde conocido como Pablo (Epístola a Timoteo): "Pues nada hemos traido al mundo, como tampoco podremos llevarnos nada de él. Teniendo alimentos y con que cubrirnos, contentemonos con esto. Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición: porque el amor al dinero es la raiz de todos los males, y algunos,  arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acareado muchos sufrimientos. Tu, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas. Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre..."

Yo he experimentado una realidad: que la búsqueda de la felicidad va por el mismo camino, o muy cercano, al de la búsqueda personal de Dios; pero confundimos la senda, y buscamos fuera de nosotros, cuando estoy seguro de que debemos de buscar  dentro de nosotros. El camino de la felicidad, lo se, lo tenemos todos escrito en nuestro interior, en nuestra alma y en nuestro corazón, y no deberíamos de dejar  que nuestro pérfido falso yo (nuestro Ego) nos nuble el camino de la recta razón, ni oculte a nuestro Verdadero Yo interior.  Y no se si llegaremos, pero es una aventura maravillosa este camino de la búsqueda personal de Dios y de la felicidad: ¡merece la pena! Al menos, a mis casi 60 años he conseguido paz interior, lo cual para mi es un tesoro incalculable. Además, con el tiempo aprende uno a relajarse pues, que demonios, las hormonas no están ya como lo estaban a los 18 años, y la vida parece que transcurre mas plácidamente, o, al menos, contemplas las algarabías  y los espectáculos de este mundanal ruido con mas presencia de animo.  ¿No os parece? 

Ah, casi se me olvidaba, en este  Viernes Santo, os quiero dejar aqui una ultima reflexión sobre el perdón.  Traigo de nuevo colación a Jesus, que murió en la cruz perdonado a sus verdugos ("Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"), mientras que nosotros nos pasamos toda la vida sin volver a dirigirle la palabra a aquella persona que en cierta ocasión hizo un comentario poco agradable, o por cualquier otra tontería similar. Ay, como somos...,  y no es que seamos malos, sino que nos equivocamos con demasiada frecuencia al permitir que las inquietudes y los rencores absurdos...nos quiten la alegria de vivir.

Por ello, cada dia, cuando amanece, podemos dar gracias al cielo por la suerte de haber abierto los ojos. Cada dia es un regalo. La vida es un regalo,  es gratis, se nos ha dado todo y no se nos ha pedido nada a cambio, parece una nimiedad, pero os invito a que lo meditemos un poco mas detenidamente: vereis como cambia nuestra perspectiva.   Cada amanecer digo con alegría: "Otro dia mas", es decir, otro regalo mas,  estamos aqui, tenemos todo o casi todo, y nada nos podremos llevar de aqui, de modo que, entonces, ¿Que mas queremos?   Si todos meditáramos sobre estas cosas, al menos 5 minutos diarios,  quizás fuéramos mas felices.  O como dije hace poco: si todos pensaramos de vez en cuando como se puede ser feliz sin tener nada, y como se puede ser desgraciado teniendolo "to"  -como dice la famosa cancion de Maria de la O-,  quizás fuéramos mas felices.

Hace poco publiqué en mi Facebook una foto, ese dia estaba solo en casa, y almorcé huevos fritos con ajos dorados en aceite de oliva, una cerveza y pan rústico, comida sencillísima, pero os juro que disfruté de lo lindo.  En el texto puse esto: "sencillez, humildad, paz, tranquilidad. Hay momentos en la vida en los que a uno...le sobra todo". Podéis verlo en mi Facebook.  Yo creo que esos momentos son  pequeños destellos de felicidad, prima hermana de la sencillez, y pariente muy cercana de la bondad natural de corazón que todos tenemos y que deberíamos de escuchar mas a  menudo.   Con una simple comida sencilla  y paz interior, uno puede ser feliz,  y sobrarle todo; por cierto, como en aquella casa tan humilde que visité con mi padre cuando yo tenia 6 años: tambien estaban comiendo huevos fritos. Y eran felices.


Saludos

Pablo J. Gamez Rodriguez

07/09/2023

Hominem te esse memento mori

Con el tiempo  la vida te va enseñando. Yo creo que lo mejor de todo es mantenerse con la mente abierta y dispuesta a aprender. 

El hombre se agobia por todo: por el exceso de trabajo y por la falta de trabajo;  si tienes mucho dinero por el miedo a perderlo, y si no lo tienes por el ansia de tenerlo; si hace frio porque te hielas, y si hace calor porque te asfixias; si me sale bien un asunto  estoy preocupado hasta que lo cobro; y si sale mal igualmente preocupado porque puede que no lo cobre; siempre tenemos la mente ocupada con nuestra disconformidad permanente con la realidad de las cosas, nos cuesta aceptar la vida como es;  y ademas, tenemos la mente pre-ocupada por la clásica pregunta del “que comeremos, que beberemos”; la incertidumbre hacia el futuro.

El pasado ya no nos pertenece, porque se fue; y el futuro aun no ha llegado, con lo cual es algo ignorado y desconocido. Nuestra única posesión es el PRESENTE, este instante en el que estoy escribiendo, este presente, esto sí que es mio y no lo que suceda mañana, pues a lo mejor esta noche me da un infarto y me muero. Y ahí esta el problema: no sabemos vivir el presente, que es lo único que tenemos. 

“No estéis todo el dia preocupados por  el que comeremos o que beberemos.  Buscad el reino de Dios y su justicia; y el resto se os dara por añadidura”. Sabias palabras  las de Jesus de Nazaret. Concibo esta famosísima frase como una invitación a buscar a Dios también dentro de nosotros mismos; es decir, esa chispa divina que hay dentro de nosotros. Encontrarnos a nosotros mismos, y luchar por ser cada dia mejores personas: ayudar a los demás, ayudarnos a  nosotros mismos, y luchar contra los vicios que atentan contra la virtud, como diría Seneca, que para mi son los 7 pecados capitales clasicos: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza. 

Tradicionalmente  la idea dominante en el pasado es la de considerar que esos pecados son ofensas contra Dios.  Yo discrepo de dicha interpretación, pues a mis 58 años muy bien cumplidos concibo dichos pecados capitales, no como pecados, sino como ofensas contra nosotros mismos y contra la  chispa divina que nos habita  y  como obstáculos/vicios que nos apartan de la felicidad. De la verdadera felicidad.  Y es que nos empeñamos en ignorar una gran verdad: que  venimos a este mundo sin nada y que sin nada  nos iremos, y además nuestro tiempo es muy limitado. Y como decía mi abuelo, “hay que ver que tontos somos;  para dos ratos que estamos aquí, lo que nos gusta molestarnos los unos a los otros”, y es asi.

Ademas, pienso que ofender a Dios no es posible, pues solo un igual puede ofender a otro igual. Nosotros somos chispas diminutas, criaturitas insignificantes  de muy corta duración, de modo que no concibo como podemos ofender a un Ser inmensamente sabio,  poderoso y eterno.  Salvando las distancias, creo que Dios, cuando contemple las locuras que a veces cometemos los seres humanos,  se apenará, pero no se sentirá ofendido, lo mismo que un padre  cuando contempla las locuras de su hijo pequeño se apena por él, pero no creo que se sienta ofendido. El mismo lo dijo en la Cruz: “Padre, perdonalos, porque no saben lo que hacen”. 

Yo pienso igual, la mayor parte del tiempo no sabemos muy bien lo que hacemos, y sálvese el que pueda: esta sociedad busca bienes secundarios, como placer y dinero, y se olvida del verdadero tesoro: la paz interior. Y  siempre  es nuestra propia injusticia la que se revela contra nosotros mismos. Luego es facil echarle la culpa al mundo, pero el mundo esta compuesto de personas, y  los unicos culpables somos nosotrosMe propongo a continuación hacer una lectura moderna de esos pecados, insisto en que yo los llamo mas bien vicios contra la virtudporque nos alejan de de la felicidad que proporciona la paz emocional.

Soberbia.  Un error muy humano, porque nadie puede ser superior a Dios, ni al universo, ni a sus semejantes tampoco; todos nacemos iguales, de modo que la soberbia la considero como una solemne tontería, hija directa de nuestra ignorancia y nieta de nuestra propia inseguridad.  Nadie es mas que nadie, todos somos hermanos. Y si tienes muchos bienes, y eres rico, recuerda que la riqueza no puede comprar el amor verdadero, ni puede comprar la salud,  ni la sabiduría tampoco, ni puede hacer retroceder la maquina del tiempo. Si una persona es tonta, no por tener dinero  es mas lista: un tonto con dinero, Ferraris, yates y demás posesiones, no deja de ser un tonto.

El soberbio es tan inseguro que tiene que estar continuamente demostrando a todos que es superior a los demas,  lo cual le conduce a la infelicidad permanente.  

Y nadie es mas que nadie: cada persona es única e irrepetible.

Avaricia. Otra tontería mas del ser humano.  Usando un simil, la vida es como un parque de atracciones donde hay muchas atracciones y juguetes diversos  y ademas, la entrada es gratis. No tenemos que pagar nada por entrar allí, podemos estar allí todo el dia disfrutando y pasándolo bien, si bien se les advierte a los niños que a las 10 de la noche cierra el parque, y tienen que regresar a sus casas, sin poderse llevar nada afuera; todo se queda en el Parque de Atracciones. Y asi es la vida: unos niños juegan y se divierten y pasan un dia fantástico,  pero lamentablemente hay otros niños más tontos que intentan acaparar los juguetes y demás enseres: se apropian de ellos y no quieren compartirlos con otros niños, ni comen ni dejan, ni  juegan ni dejan jugar. Finalmente, cuando cierra el Parque de Atracciones se dan cuenta de que todo se queda allí, no han disfrutado nada, y se van de allí vacíos, lo mismo que llegaron.

Muchas veces somos como esos niños que acaparan juguetes; están preocupados por quedarse con la máxima cantidad posible de juguetes, pero no juegan ni disfrutan, su único placer es acaparar y tener mas, olvidando que cuando sean las 10 de la noche tendrán que dejárselos allí, sin poderse llevar nada.

La avaricia, que también concibo como falta de generosidad, es uno de los peores vicios del ser humano. En vez de ayudarnos los unos a los otros, lo queremos todo; somos infeflices porque queremos mas y mas y mas;  si se pudiera monopolizar el sol, querríamos que luciera solo para nosotros y no para los demás. En vez de estar agradecidos con lo que tenemos, queremos mas y mas, en una permanente insatisfacción que nos aparta de la felicidad. No nos limitamos a poseer cosas, sino que son las cosas las que nos poseen a nosotros. Por si fuera poco, el mundo, con su ceguera, no ayuda,  recordad aquella canción: “Cuando yo tenia dinero, me decían Don Tomas; y ahora que no lo tengo, me dicen Tomás na'mas”.

Como decia Seneca, nuestro objetivo primordial deberia de ser  tener el espiritu sano  y paz interior. Las mismas razones que nos hacen aborrecer la pobreza, nos haran aborrecer a la riqueza; lo mismo que un enfermo que, viaje en un carro de madera o en un carro de oro, siempre lleva su enfermedad a cuestas; donde quiera que vaya lleva su mal a cuestas. 

 Mas vale ser que tener.  El dinero esta sobrevalorado en esta sociedad.

Lujuria. Los hombres y las mujeres nacemos con el instinto de acoplamiento, que se desarrolla a partir de la juventud y hasta la edad adulta, el fin del mismo es la perpetuación de la especie, yo lo concibo como un bello “instinto natural”, valga la redundancia.  La madre naturaleza lo ha puesto a nuestra disposición, para que lo usemos con cabeza y sentido común, no siendo recomendable caer en el exceso. Ademas, no  concibo el sexo sin amor, puede sonar muy arcaico o trasnochado,  pero hacer el amor por el puro y simple placer biológico de hacerlo, para mí es una solemne tontería pues despoja al amor humano de todo lo bonito y bello que tiene, y hace que no nos diferenciemos en exceso de las otras especies.   Si no hay amor de por medio es un pobre sucedaneo;  salvando las distancias,  como una sardina en lata,  se puede comer  pero la sardina natural es mucho mejor y mas rica.

Mucho antes del Cristianismo, Epicteto, Seneca y Marco Aurelio, con argumentos de muchisimo peso,  ya recomendaban  tener mucho cuidado con la promiscuidad sexual, y hago mias todas sus palabras. Y si alguien me dice que un buen polvo, de vez en cuando, es una delicia, yo estoy de acuerdo  pero siempre que actuemos conforme a la razón, y que el instinto lujurioso sea nuestro compañero esporádico de viaje y no nuestro guía permanente; debemos luchar por ser buenas personas, generosos con los demás, y comprensivos con todos nuestros semejantes y con sus defectos, pues todos los tenemos. Si en el camino se nos presenta un dulce, pues no lo despreciemos, pero no estemos todo el rato buscando dulces: actuemos con sentido común.  No se si me explico, esto es como un campo sembrado de trigo; ese es el cometido del hortelano, sembrar trigo.  En medio del trigo de vez en cuando nacen espontáneamente algunas amapolas y otras flores, que hacen mas bello el paisaje. Pues vale, disfrutémoslas, pero sin olvidar que  lo primero es lo primero, esto es, la paz emocional interior, y no buscar el sexo simplemente por tener sexo: hay que añadirle amor y sentimiento al tema.   Repito, llamadme arcaico, antiguado,  Tutankamón, o como queráis, pero yo pienso asi, que cada uno piense como quiera.

Ira. Otra tontería mas, que concibo como una pequeña locura pasajera. Hay que relajarse, no dejarse llevar y meditar fríamente las cosas, como decían los viejos, hay que contar hasta diez, el vicio de la ira es uno de los que mas daño nos pueden hacer, porque suele hacernos cometer errores, a veces, irreparables. Ademas, la ira nubla el buen juicio y nos impide apreciar las cosas como realmente son.

Gula.  Otro vicio que se comete por exceso, y que, junto con el anterior, si se buscan de modo desenfrenado  (por el intento del hombre de procurar la felicidad o momentos de placer)  nos pueden acarrear problemas. Recordemos que el placer que proporciona una buena  comida o un buen polvo es pasajero; en su mejor momento  se acaba y se va, y el breve chispazo de placer que nos ilumina se apaga pronto, volviendo a la oscuridad inicial.

Además, estos excesos, sin moderación ni precaución, pueden traernos las enfermedades que todos conocemos: la lujuria, enfermedades de transmisión sexual; la gula, diabetes, obesidad, etc.

Mejor buscar la luz interior de la paz del alma: aceptar la vida como es y vivir agusto con nosotros mismos.

Envidia.  Una de las mas profundas gilipolleces del ser humano, que nace de nuestro continuo intento por ser más que los demás, o de tener o acaparar más cosas que los demás, y que proviene de que nos cuesta mucho trabajo aceptar que la vida es muy breve, y que todo lo que comienza, forzosamente ha de terminar.  ¿Para que quieres tantas cosas, si al final has de marchar sin nada?  Se rico en felicidad y paz interior, y en comprensión con los demás, y te ira mejor.

Además, la envidia también viene porque queremos ser mas felices que los demás, y eso es dificilísimo porque siempre nos los imaginamos mas felices de lo que en verdad son.

Pereza.  Para mi, uno de los peores vicios, pues es la madre de todos los demás. Hay que estar siempre ocupado, bien en el trabajo, bien buscando buenos amigos/as y gozando de su compañía,  estudiando, una buena lectura, una buena película; hacer footing, ciclismo, gimnasio, lo que sea, pero hacer cosas; y sobre todo, intentar tener fuerza de voluntad y animo para terminar las tareas que nos propongamos hacer.

En la antigua Roma, cuando tras una guerra un general entraba victorioso en la ciudad en su carro triunfal, marchaba detrás de él un esclavo que  tenia el encargo de recordarle, durante todo el desfile, esta frase: “¡Respice post te, hominem te esse memento mori!” que en latin significaba: “¡Mira tras de ti, y recuerda que solo eres un hombre,  y que has de morir!”.

Esta frase es uno de los mejores disolventes  que conozco contra el orgullo humano, y cuando la leí, me  gustó tanto  que me la tatué en la parte externa de mi antebrazo derecho (es la foto que veis abajo),  en letra de latin medieval  y  para mi dicho tatuaje cumple una funcion semejante a la del esclavo de antaño: es un  permanente y diario recordatorio de lo que realmente somos,  minúsculas partículas, muy efimeras, en medio de la inmensidad del universo, pero con la inmensa suerte de que tenemos una chispa divina en nuestro interior.  Somos unicos, pero muy efímeros, y recordar lo obvio en este sentido es un ejercicio muy saludable que recomiendo a todo el mundo.  Si; porque si bien todos sabemos que hemos de morir, lo cierto y verdad es que vivimos de espaldas a esa evidente  realidad, de vez en cuando en algun entierro o funeral lo tenemos presente,  pero por poco tiempo, porque cuando salimos a la calle se nos olvida y volvemos a nuestros quehaceres, cayendo de nuevo en el error de que siempre vamos a estar aqui.

Hasta aqui la teoria. 

Luego viene lo dificil, que es la practica, es decir, el dia a dia,  procurar que nuestras palabras se conviertan en hechos.  Tropezaremos y nos caeremos mil veces, porque asi somos los seres humanos, pero nos volveremos a levantar y seguiremos caminando y aprendiendo, y ahi esta la belleza de este caminar: el luchar dia a dia para llegar a ser mejor persona

Lo anterior no quita para que tengamos fe en nosotros mismos, y luchemos con decisión, coraje y todas nuestras fuerzas por conseguir nuestros objetivos, pero cambiando el chip mental: comprender que el placer es efímero, y que merece mucho la pena  apartarse un poco de los vicios/obstáculos que nos apartan de la felicidad que nos reporta tener  paz emocional. Es un camino que merece mucho  la pena emprender,  pues nos conduce a que por fin podamos ser dueños de nosotros mismos; y sobre todo, que miremos con mejores ojos a todos nuestros semejantes.

Ademas, la vida es maravillosa. Cada dia es un regalo; amanece, abrimos los ojos y respiramos, y es gratis, se nos ha dado todo sin pedir nada a cambio.  Deberiamos de estar mas agradecidos con lo que tenemos, y no complicarnos la vida con tonterias.  No olvido nunca el consejo contenido en el viejo proverbio indio:

“Cuanto naciste, tu llorabas y el mundo se regocijaba. Vive de tal manera que, cuando mueras, sea el mundo el que llore y tu el que te regocijes”. 

Saludos.

Pablo Jesus Gamez Rodriguez

24/03/2023

Cuando la vida te da una segunda oportunidad

 

Te puede cambiar la vida en un segundo. El destino, ese extraño desconocido e inexorable nos depara  sorpresas como la que yo me llevé hace pocos dias.  Llevo  28 años ejerciendo la abogacía,  y además los últimos doce años haciendo deporte con regularidad y siguiendo una dieta saludable.  No obstante, la sombra de mi pasado  (hablo de mi pasado anterior al deporte, pues empecé a hacer deporte ya con 44 años) es alargada, y todo, absolutamente todo, deja su huella.  Acudo a mi cardiólogo tras un pequeño desmayo que me asustó un poco a mediados del pasado mes de Enero, y me prescribe un cateterismo, esto es, un examen de las arterias coronarias,  pues mis niveles de colesterol no son los mas adecuados  y  a mis 58 años, como suele decirse, estaba  “a punto de caramelo”.   

Yo pensaba que se trataría de una revisión normal y que el cateterismo iria bien.  Sin embargo, mi sorpresa  es mayúscula cuando me encuentro con que en vez de 20 minutos, estoy en el quirófano casi 2 horas, los cirujanos se encontraron con un panorama muy peligroso: la arteria cardiaca  circunfleja, a la altura del cruce con el TCI  estaba  “casi” completamente ocluida por el dichoso colesterol calcificado (vamos, a punto del infarto),  con lo cual salgo de allí con dos  stents coronarios colocados en dicha arteria cardiaca.  Tras el enorme susto, todo bien.

Al dia siguiente me dan el alta, y me explican que la arteria estaba “casi” completamente obstruida, si bien no llegó a obstruirse del todo gracias al deporte y al saludable cambio de dieta y habitos que hice hace doce años, doy gracias a Dios y a ese “casi” que me ha salvado la vida (mis carreras de atletismo).   Bendije de nuevo al deporte.  Y me dan una enorme alegría,  que dias despues confirmaria mi cardiólogo:  ¡Me dicen que puedo seguir corriendo…!, Ole, ole, y ole,  :) eso si,  tras un  periodo de dos  o tres semanas de adaptación con moderación a la nueva situación.  He tenido muchisima suerte.


Inicialmente afronté la intervención quirúrgica con entereza, y toda la fortaleza  estoica que pude; regrese a mi habitación, algo mas animado, pero aun con el susto en el cuerpo. No obstante, al amanecer del dia siguiente, en medio de mi soledad, cuando por fin comprendí y fui consciente del riesgo tan grande que se había cernido sobre mi,  dado que es tan delgada la linea que separa la vida de la muerte, y me di cuenta de que la vida me había dado una “prorroga” como segunda oportunidad,  experimenté una intensa alegria y emoción. Contemplé  el sol saliendo en un amanecer que no olvidaré; me pareció el amanecer mas bello que había visto nunca. Di gracias por esta nueva oportunidad. Luego regrese a mi domicilio y me reintegré a mi trabajo.

Llevo casi catorce años teniendo casi a diario  provechosas “conversaciones” con  mis amigos  estoicos: Seneca,  Marco Aurelio y Epicteto, y  con algun que otro invitado ilustre mas, como  Cicerón, con musica de Mozart y Bach de fondo.  No solo los leo, sino que me los tomo muy en serio, trato de ejercitar la coherencia: procuro que las palabras se conviertan en hechos,  intento a diario, con toda la humildad que puedo,  interiorizar y aplicar en mi vida practica  su doctrina.  El mensaje de estos hombres tan sabios que nos precedieron siempre ha sido para mi una luz que me ha alumbrado y guiado en medio de la oscuridad que proporciona la incertidumbre de la vida.

En esos momentos del amanecer en el hospital  al día siguiente del cateterismo, me di cuenta de que su doctrina está  mas viva que nunca.  Y constaté por enésima vez  que llevaban razón, y la siguen llevando dos mil años después.  En ese amanecer se me hizo más patente que nunca nuestra propia fragilidad. La fragilidad del ser humano. Nos creemos gran cosa, cuando la verdad es que somos una minúscula fracción, una insignificante partícula en medio del universo.  El mundo de hace dos mil años y el actual  no se diferencian grandemente (excepto por el avance tecnológico), el ser humano siempre ha tenido y tendrá los mismos defectos. 

En esos momentos tambien pensé que solo tenemos una vida, y perdemos mucho tiempo sufriendo inutilmente por cosas que, en el fondo, solo son tonterías. El orgullo, por ejemplo. Yo creo que nuestro estúpido orgullo es  muy pernicioso y dañino para nosotros mismos,  pues nos damos mas importancia de la que realmente  tenemos.  Sabemos que tuvimos un principio al nacer, y que tendremos un final al morir, pero pasamos por ese final de puntillas, nos sentimos muy incomodos hablando de él, la muerte es una inseparable y molesta compañera a la que nadie quiere acercarse; quizás nuestro orgullo innato provenga de que, en nuestro fuero interno, nos cuesta infinito trabajo aceptar que todo lo que tiene principio, tiene que tener forzosamente su fin.  Y la muerte es igual para todos; pero mientras que cuando muere un vecino decimos “cosas de la vida”, por el contrario cuando muere uno de los nuestros, decimos: “¡ay, que desgracia!”, nadie quiere tenerla cerca.  Es bueno meditar en esto con frecuencia, y mis estoicos me ayudan un montón en eso.

Hijo del anterior orgullo es nuestra codicia y nuestra falta de generosidad.  No nos damos cuenta de que nacemos desnudos, y que desnudos nos iremos, estamos muy apegados a lo material, al sentimiento de “lo que es mio”,  y se nos olvida con demasiada frecuencia que  ninguna posesión material nos podremos llevar de aqui.  Consideramos el dinero y las riquezas como un fin en si mismo (atesorar y  tener mas que el vecino, para que nos digan “don Tomas” y no “Tomas, na’mas”, como dice la canción de Lolita, parece ser una de nuestras metas principales en este mundo)  y  buscamos la riqueza fuera de nosotros cuando deberíamos de buscarla dentro,  si, dentro de nosotros: en explotar las cualidades que tenemos cuando nacemos y somos niños (generosidad, sinceridad, ayudar a los demás) y que los años y los consejos de nuestros mayores  nos van quitando poco a poco. “No llego a comprender porque siendo los niños tan inteligentes, los mayores son tan tontos, debe ser fruto de la educación”, dicen que decía André Gide, y yo lo digo también.

Si os dais cuenta he hablado de los dos primeros pecados capitales: soberbia y avaricia,  que muchos consideran como una ofensa a Dios.  Con el maximo respeto a todas las maneras de pensar, yo creo que Dios es algo demasiado grande e inmenso como para que nadie insignificante como nosotros pueda hacerle el mas minimo daño ú ofenderlo, y  creo firmemente que la soberbia y la avaricia son algo mas: son pecados contra nosotros mismos, son pecados contra nuestra propia humanidad; son pecados motivados por nuestra propia estupidez, avaricia e ignorancia: creemos que somos eternos y no es asi; creemos que vamos a gozar sin límite de los bienes, y tampoco es asi... ¡Que esto se acaba, señoras y señores!  En definitiva, no somos conscientes de nuestra propia fragilidad y finitud en el tiempo, sobre dimensionamos nuestra propia importancia, como antes decia. 

Y por si fuera poco, siempre estamos  amargados por el pasado, o bien agobiados y preocupados  por el futuro.  Afortunadamente, mi amigo Lucio Anneo Séneca  se  vino conmigo al Hospital y me dijo esto: (“Cartas a Lucilio”, y “Sobre la tranquilidad del animo”):

“ Si terminas de esperar, terminaras también de temer. No sabemos acomodarnos a las circunstancias presentes, sino que remitimos el pensamiento hacia adelante, a la idea de un futuro remoto.  Asi es como la previsión, bien supremo de la naturaleza humana, se torna en mal.  Las fieras huyen de los peligros que ven, y cuando han huido están tranquilas; nosotros nos atormentamos por el futuro y el pasado”.

Mire el sol del amanecer. Me pareció precioso. Sentí paz.   Y me dijo igualmente esto:

“El mal no esta en las cosas, sino en nuestra alma. Aquello mismo que nos hacia insoportable la pobreza nos hará insoportable la riqueza. Tal y como es indiferente que pongas a un enfermo en un lecho de madera o en uno de oro, pues donde sea que le acomodes llevara consigo la enfermedad, tampoco tiene ninguna importancia que un alma enferma se encuentre entre la riqueza o entre la pobreza: su mal le sigue por todas partes”.

Os juro que estas "conversaciones"  reconfortan mi alma, y me animan a seguir adelante. Solo tenemos una vida, que es un auténtico regalo.  ¿Por que no la aprovechamos para detenernos de vez en cuando en medio de nuestro frenesí diario  y meditar un poquito sobre todo esto? Quizas pudieramos ser un poco mas felices de lo que lo somos, acaso cometeríamos menos errores y viviriamos con mas alegria: yo creo que merece la pena.

Saludos.

28/02/2023

El jardin de la mente (2ª parte)

El mundo tan loco y tan rápido en el que vivimos, nos impide estar pendientes de la belleza de cada momento que pasa, y en esta segunda parte me voy a centrar en un artilugio muy peligroso: el móvil, y no porque sea peligroso en si mismo, sino porque muy poquísima gente  hace  un uso adecuado de él.

Nací en 1965, de modo que mi generación fue de las ultimas que tuvo la suerte de crecer libre y feliz, sin teléfonos móviles: los amigos de la pandilla nos juntábamos y jugábamos en la calle, a la pelota, con las canicas, con las peonzas, nos íbamos con la bicicleta, etc…, había solo dos canales de televisión, y nuestra mente, en definitiva, creció y se hizo adulta sin ninguna sobre-estimulación acústica ni visual excesiva: la vida misma nos iba enseñando.

El problema lo veo en las nuevas generaciones, chicos y chicas que ahora tienen 20 o 25 años, jóvenes que, prácticamente, han crecido con un móvil en la mano, y que se han acostumbrado al mismo como a una segunda piel, de modo que ya no pueden vivir sin él.  A lo anterior se añade: la excesiva permisividad de los padres, que  regalan  móviles a los hijos cada vez a menor edad, y otro ingrediente explosivo:  que un teléfono móvil es algo sumamente adictivo. 

Mucho se ha escrito sobre la esta “generación de cristal” o el boom de las consultas de psicólogos y psiqsuiatras,  profesionales respetables que están mucho mas autorizados que yo para explicar las causas de esta ola de crisis psicológica colectiva que atenaza a una gran parte de nuestra juventud: inseguridades, ansiedades, etc. Yo no soy  Sigmund Freud, ni mucho menos, ni pretendo serlo; pero no renuncio a poner aquí mi granito de arena sobre las causas de esto.


Yo pienso que una de las principales causas es que no hemos enseñado los padres a aburrirse a los chicos/as,  si, y  me explico: no los hemos enseñado adecuadamente a estar a solas consigo mismos.  Desde que amanece hasta que anochece, se han estado empapando del móvil; videos de sus cantantes mas famosos/as, redes sociales, ”influencers” (a muchos/as  se los podria llamar  “influmierders”, al menos yo no veo que enseñen cosas utiles), y mil estímulos mas, y esto es lo grave, han aprendido a estar mas pendientes del mundo del móvil  que del mundo que les rodea y lo que es mucho peor:  mas pendientes del móvil que de  si mismos; han aprendido  muchas cosas inutiles  que no sirven para nada; y han llegado a desear  muchas cosas superfluas que no son necesarias en absoluto, p. ej.,  estar  a la moda como medio para no ser expulsados del grupo, el movil les ha causado que sientan necesides artificiales, de cosas superfluas, repito,  que el ser humano jamas ha necesitado; p. ej.,  que    si una cazadora, marca X, esta de moda, es ser un “desgraciado”  no tenerla,  aunque comprarla le cueste a los padres medio sueldo, esto es solo un ejemplo. Y asi sucesivamente.

Yo tambien tengo mi experiencia con el móvil, chisme que llegó a “poseerme”  hace unos cuantos años, adueñándose completamente de mi atención,  y eso que soy de otra generación.  Llegué a estar pendiente del movil a todas horas, y no solo por el tema laboral (pendiente  de las llamadas en el trabajo, las notificaciones de los Juzgados por Lex Net, el correo electrónico de icajaen) sino que  también tenia mis grupos de watshapp y también en Facebook: aquello consistía en  estar todo el dia contra reloj.  Era un infierno, estaba todo el dia acelerado. Y cuando llegaba a casa, cansado del trabajo, después de cenar, en vez de tener una conversación agradable con mi esposa e hijos, o de leer, como hago ahora, me dedicaba a ver los videos de Facebook, revisar mis grupos, y procurar estar permanentemente al dia de todo, hacer comentarios, contestar comentarios, "me gustas", etc.  Agotador.  Hasta que un buen dia me llevé un terrible susto: en un momento dado sentí que el corazón se me iba a salir del pecho, me  palpitaba tan fuerte que casi lo podía oir.  Llegué a mi casa,  serían sobre las 13,30 de la tarde, en la cocina no había nadie, y me senté allí; me dejé el movil en otra habitación, asqueado de ser siempre el esclavo de tan odioso cacharro,  y procuré estar cinco minutos a solas, conmigo mismo, sentado en la mesa de la cocina, sin más compañía que yo mismo. Solo 5 minutos.  Me di cuenta de que estaba temblando, atenazado,  con un ataque de estrés terrible, y en una situación psicológica lamentable.   Poco a poco las pulsaciones fueron bajando, me fui serenando, y me di cuenta  de que era un “movil/adicto”,  pero fue un bendito descubrimiento, fue lo mejor que me podía pasar  porque aquello fue un punto de inflexión que me ayudó a salir de alli; mi reacción inmediata fue llevarme el móvil al despacho, dejarlo allí, volver a casa,  destapar una botella de vino y tomarme una copa con una de las tapas  clásicas de mi añorado padre (tomate del terreno con un poquito de sal gruesa, y unas aceitunas del terreno, con patatas fritas),  relajate hombre, por supuesto sin television alguna,  y me obligué a mi mismo a no coger semejante "utensilio"  hasta que abrí el despacho a las 5 de la tarde. Recuerdo que, tras mucho tiempo de estres, conseguí dormi una siesta profunda y reparadora. Se hizo la luz en mi interior.

Ahora hago un uso mas racional del movil,  digamos que he conseguido un punto de equilibrio, y comprendo que el móvil esta a mi servicio,  y no yo al servicio del móvil.  El  movil   funciona cuando yo quiero, no soy yo el esclavo del dicho trasto. Esto puede parecer “perogrullesco”, pero os aseguro que ponerlo en practica es mas difícil de lo que parece, aunque con paciencia, uno lo consigue. P. ej, el los fines de semana   suelo estar desde el viernes por la noche hasta el domingo por la tarde sin ver el movil, y ni puñetera falta que me hace. Estoy la mar de agusto y de feliz, y a cada momento que comprendo que hay “vida después del movil”, mas agusto y feliz consigo mismo me siento.

Invito a los jóvenes, y no tan jóvenes, a que hagan o  intenten hacer algo parecido. No digo que tiren el móvil,  pero si los invito a que hagan un uso  mas racional de dicho trasto, y que limiten sus horas de exposición a semejante "ente".

La mente, como decía en mi anterior entrada, es uno de los instrumentos mas importantes, si no el que mas, que la evolución ha dado al ser humano para llegar a donde estamos; y obviamente, nos permite adaptarnos a las circunstancias cambiantes del tiempo, y del avance tecnológico. En honor a la verdad (y  esta afirmación no significa que haya dejado de recelar del móvil, ni mucho menos), reconozco que el móvil nos brinda unas posibilidades de conocimiento y de tecnología que las generaciones que nos precedieron no tuvieron jamás; tenemos todo el mundo en nuestras manos, toda la información  a un golpe de clic, es una herramienta muy poderosa. Si, es algo estupendo, y lo reconozco,  todo progreso tecnologico, el movil incluido,  debe de ser bienvenido, siempre que sea un instrumento que facilite la vida del ser humano y le ayude a vivir.  

Pero cuando dicha tecnologia causa problemas en la esfera psiquica de las personas,  como de hecho la esta causando, ¿como nos defendemos de ella?

 El problema, repito lo de antes,  no es su uso, sino su abuso irracional; es que es muy absorbente.  Además, la mente humana jamas ha sufrido una sobreestimulación tan atroz y tan inmensa,  con continuos anuncios, ofertas y millones de estimulos acusticos y visuales.  Creo que  hemos de ser muy cautelosos para hacer un uso adecuado, pues su abuso,  entendiendo como abuso sobreexposicion, como me paso a mi, puede conducir a  situaciones muy desagradables, y a causar mas perjuicio que beneficio, y en muchos ámbitos:

Familia. El móvil ha destrozado familias, impone a los padres la necesidad de comprar a lo hijos moviles caros de ultima generación, solo porque todo el mundo los tiene  si no queremos que señalen a nuestro hijo como un bicho raro,  y ha eliminado, o cuando menos, limitado terriblemente  el contacto padres/hijos, esposos/esposas,  hermanos/as, porque  mata  la conversación,  la comunicación familiar y la realización de actividades en grupo, ver una película, p.ej.

Amigos:  el móvil lo ha invadido todo: ya no se si tenemos amigos de verdad, de carne y hueso, o son amigos virtuales o amigos fantasma.

Mundo del conocimiento: hemos perdido interés por leer, por aprender las cosas, porque   a  un golpe de clic  lo tenemos todo, y “tito google“ siempre nos dice lo que son las cosas… ¿para qué vamos a investigar?  

Lectura: mundo lamentablemente desaparecido, como los dinosaurios. Y leer  un libro es una aventura maravillosa, que me lo digan a mi, casi  todas las noches dedico un muy buen rato a estar con varios amigos maravillosos: Seneca, Marco Aurelio, Epicteto, Marco Tulio Cicerón y pocos mas.  La lectura enriquece el espíritu, y desafío amistosamente a todos  los jóvenes a que lo descubran por si mismos. No hace falta leer a filósofos antiguos; la literatura es un campo vastísimo (Cervantes, Julio Verne, los clásicos…)  donde se puede elegir, y puede uno/a pasar ratos deliciosos.

Nosotros mismos. Pero el peor peligro, con diferencia, lo veo en que impide o al menos limita el libre desarrollo de la personalidad de los jóvenes, y en muchos casos, de los no tan jovenes. No saben estar a solas consigo mismos, el móvil les está quitando la oportunidad de decidir por si mismos lo que les gusta y lo que no, sin necesidad de estimulo alguno; no compran las cosas porque les guste a ellos, sino por que esta “mas o menos de moda”, según la influmierder X y la red social Y;  y sobre todo, les impide pensar: no ven el mundo con los ojos de la mente y del espíritu, sino a través del móvil. Además  a tan tierna edad, 12-16 años, la personalidad de un/a joven aun no esta muy desarrollada, y  el móvil puede influenciarlo/a  muy negativamente  y   puede verse abocado a la toma de decisiones no lo suficientemente razonadas de las que mas tarde se arrepienta cuando ya no tenga solución, fíjense en los últimos telediarios, produciéndosele algún tipo de daño. Usando un símil, y salvando las distancias, es como la persona que se pone un collarín siempre y no se lo quita jamás: llega un momento en el que se atrofian los músculos del cuello, de suerte que ya no sabe andar sin collarín.

Por si fuera poco, es que se nos mete hasta en la sopa.  Hace poco estuve en Granada, con mi mujer y mi hijo menor, y cuando llegué  a mi casa y veo el móvil, me encontré con un bombardeo de publicidad de bares, restaurantes y sitios turísticos de allí. ¿Sera posible?

Deberiamos saber adaptarnos inteligentemente a la tecnologia movil,   no renunciar a las ventajas que nos ofrece,  pero sin dejarnos absorber demasiado por dicha tecnologia, y sin olvidar que lo importante es nuestro yo esencial, el libre desarrollo de nuestra personalidad y decidir por nosotros mismos. Y po rsupuesto, NO perder el contacto con la madre naturaleza.  Cuando nacemos, nacemos sin móvil, afortunadamente. La evolución natural no lo ha traido aqui: ha sido el desarrollo tecnologico. Y vuelvo a los clasicos: "todo abuso, aunque sea de cosa buena,  es malo". ¿Cuantas oportunidades de entablar una buena y provechosa conversacion con nuestros seres queridos, de darles un beso, de dar un paseo, o de decirles simplemente "te quiero" se han perdido por tanto uso y abuso del movil?  Aqui lo dejo.

Saludos. 

26/02/2023

El jardin de la mente

 Me encantan los domingos por la mañana: disfrutas de los tuyos, estas con los amigos, tienes tiempo para irte a correr o a dar un paseo, y tiene uno algo de relax para descansar de todo el frenesi de la semana. Y es que no se puede tener la máquina de la mente siempre encendida, es necesario tambien apagarla de vez en cuando a fin de que descanse un poco y se organice y ponga las cosas en su sitio. Me explico. Dejamos reposar al cuerpo cuando estamos cansados, pero ¿dejamos descansar también la mente? Yo creo que no lo suficiente; vivimos en el mundo de la “sobreestimulación”, recibimos continuamente estímulos visuales y acústicos por doquier, a todas horas, y considero que tambien es necesario detenerse y hacer un breve paréntesis en medio de tanta “vorágine de información ”, a fin de relajar la mente, estudiar y procesar los estímulos, calibrarlos y analizarlos bien, no cometer errores y quedarnos con lo que nos aporte algo, o nos motive o nos venga bien, desechando la información inutil, es decir, dejar la paja y quedarnos con el grano; o como diría Pablo de Tarso: “probarlo todo, y quedarnos con lo bueno”.

Lo digo porque vivimos en un mundo frenético, vamos tan deprisa a todos los sitios, con tanto móvil y con tanta tecnología, siempre quejándonos de que no tenemos tiempo para nada, que se os olvida lo mas importante: reflexionar de vez en cuando, y recordar que dos y dos son cuatro, si, porque creo que conviene recordar lo obvio de vez en cuando: lo damos tan por supuesto que, en realidad, se nos termina olvidando. Y eso es un grave problema. Es como la muerte: todo el mundo sabe que ha de morir, pero muy poca gente vive conforme a esa certeza: creemos que somos eternos, cuando lo cierto y verdad es que, esto…se acaba, no sabemos cuándo, pero se acabara. Solo es cuestión de recordarlo, para poder captar la belleza de cada dia que pasa.

La  mente, ha sido el mejor “regalo” que ha dado la evolución al ser humano para asegurar la supervivencia de la especie, y es un magnifico instrumento a nuestro servicio. La mente es como un escudo protector; cuando vivíamos en la prehistoria, rodeados de fieras y de una naturaleza hostil, nos servía para ver o anticipar el  peligro, y ponernos a salvo, y siempre os ha sido util para anticipar o previsualizar los posibles inconvenientes que la vida puede poner en nuestro camino.  Pero con la evolución, y el progreso y desarrollo tecnológico, los peligros de las fieras ya lo existen, ya no salimos a la calle con miedo de que un león nos devore o un cazador de la tribu de al lado nos tire una flecha; lo tenemos todo, comemos, bebemos y dormimos, rodeados de comodidades. Los peligros, aparentemente, han desaparecido;  pero la mente no puede estar en “paro” y  siempre cumple la función para la cual se diseñó, pero a veces se equivoca y si no encuentra peligros reales se los inventa, teniéndole miedo al futuro:  “Y si me quedo en paro”, “Y si me pongo enfermo”, “Y si me divorcio…”  El “y si…”  puede llegar a ser real y verdaderamente torturador, no hacemos mas que anticipar posibles peligros que luego, afortunadamente, no suceden nunca. Pero mientras estamos amargados y preocupados, estamos perdiendo un tiempo precioso, sufriendo inútilmente. Es el famoso “que comeremos, que beberemos”, que tanto nos preocupa, y que Jesús de Nazaret critico tan acertadamente.

Ahora hay otros peligros mas ocultos pero mas nocivos que las fieras o los cazadores de la tribu de al lado: la sobreestimulación mental que todos sufrimos,  y nuestra voluntaria esclavitud a la moderna tecnología: móviles, television, redes sociales, “tik tok” Wasap, Twiter, Facebook… estamos todos controlados por la tecnología, y lo que es peor, nos dejamos esclavizar por ella, dedicamos horas y horas y mas horas a estar más pendientes del móvil que de nuestra pareja, hijos, padres o amigos, olvidándosenos de que la maquina mas perfecta que tenemos es nuestra mente, y que esta tiene que descansar,  y que debemos evitar que esté sobrealimentada con tanta “basura tecnológica” que le estamos metiendo y que sin  un buen uso no sirve para nada.

Y algo muy importante: no dejarnos controlar por ella:  debemos procurar que nuestra mente  esté a nuestro servicio, y no  nosotros al servicio de ella; debemos de domesticarla poco a poco, entrenarla para que se concentre solo en lo positivo, evidando cualquier bucle de pensamientos negativos que no nos conducen a ningun puerto seguro. En esto, los filósofos orientales nos llevan miles de años de ventaja, y ya los antiguos romanos estoicos lo sabían: decían que  la mente es nuestro mejor servidor, pero que puede llegar a ser nuestro peor amo, esto es, que no debe de ser nuestro amo de ninguna manera;  debemos de ser conscientes de nuestro  propio yo, y calibrar nuestros pensamientos, desechando los malos y quedándonos con los buenos. Es decir, hemos de pensar:  Yo soy yo, y mis pensamientos son mis pensamientos; y soy yo quien ha de decidir que pensamientos positivos tengo que aceptar en mi mente, y que pensamientos negativos he de echar fuera. Según la filosofía oriental, Confucio fundamentalmente, la mente es como un jardín: solo debemos de procurar sembrar buenas semillas, y que arraiguen plantas buenas, y no ortigas ni malas hierbas.

Pensar un poco, reflexionar simplemente, alejándonos de tanta “contaminación y basura”  tecnológica que es una mala semilla en el jardín de la mente. Hay que descansar, apagar el móvil, tener una buena conversación con un amigo, irse a correr o con la bicicleta, o simplemente a dar un paseo… hay que dejar que la mente descanse, ese descanso considero que es absolutamente necesario, repito, absolutamente necesario para su correcto funcionamiento.  Cuando vamos conduciendo el coche en un viaje largo, de vez en cuando hay que parar en la gasolinera para repostar, descansar nosotros y que el motor del coche se enfríe un poco, ¿cierto? Pues ahí sucede lo mismo, y no hay mejor repostaje para la mente que la tranquilidad, el relax, y la paz de espíritu.  Imaginemos que el vehículo viaja las 24 horas sin parar, y que su conductor dice que no tiene tiempo para parar ni para echar gasolina: al final o arde el motor, o se duerme el conductor, o se detiene por falta de combustible.

Hay que parar de vez en cuando.

Esta mañana, y termino, voy a tomar mi cafe con  mis amigos Fernando, Juan Manuel y otros contertulios. Era temprano, sobre las 8,45 aproximadas de la mañana.  Nos saludamos (“Otro dia mas”, me dice Fernando) nos sentamos, y comenzamos a hablar de unas cosas y otras.  En ese momento, recordando a Séneca, pensé: “Si, otro dia mas que estamos aquí, otro regalo mas, respirando, viviendo, sonriendo, y es gratis, no hemos tenido que pagar nada “, y asi se lo he dicho a él.  Yo, por mi parte, he experimentado una gran paz, notando como la alegría y el optimismo se abrían paso dentro de mí, al tiempo que el agradecimiento por estar vivo y bien de salud.

Puede parecer una tonteria,  pero os aseguro que no lo es.  El secreto  esta en detenerse a meditar un poquito, y termino como empecé:  recordar de vez en cuando que dos y dos son cuatro, y prestar atención a las cosas que hay a nuestro alrededor, mirar la realidad con otros ojos; estamos rodeados de belleza, pero no lo vemos porque no nos damos cuenta, al estar tan pendientes del puñetero móvil. Muchas veces nos quejamos de vicio: se nos olvida que  estamos aquí gratis, no hemos pagado nada, cierto es que venimos desnudos a este mundo, lo mismo que nos iremos, pero el regalo de la VIDA es un maravilloso regalo por el cual nada hemos pagado; la vida es algo bello e inconmensurablemente precioso para estropearlo con pensamientos de mala calidad (Miedos al futuro del tipo “Y si…” y demás, o tantas basura tecnologica tipo tik tok, "influencers"  o Facebook, p. ej).  Estamos aquí, gratis. ¿Por qué no dejamos el móvil, televisión, estrés laboral, aunque sea un rato, pensamos  un poquito,  miramos la vida con otros ojos y nos damos cuenta de lo que tenemos?

¿Por qué no disfrutamos  algo mas de esta maravilla?

Saludos

16/08/2022

Conversaciones con un buen amigo.


Poco ha cambiado el ser humano a lo largo de la historia.  Yo creo que solo ha avanzado tecnológicamente, pues  el mundo de los sentimientos y emociones de la especie humana permanece inalterable a lo largo  del tiempo;  como especie somos lo que somos porque asi lo dispuso la naturaleza,  amamos y odiamos ahora lo mismo que hace dos o tres mil años.  Por eso, como al nacer el ser humano nace vacio de conocimientos, ha de aprender a vivir, y es forzoso que, generación tras generación, se cometan los mismos errores: “nadie escarmienta por cabeza ajena”, como decía mi abuelo. 

El ser humano, y yo no soy ninguna excepción, está atrapado entre las añoranzas del pasado, y el temor por el futuro, pero se olvida de vivir el presente.  El temor hacia el futuro llena hoy las consultas de los psicólogos y de los psiquiatras; y cuando hemos de tomar medidas, en vez de intentar serenarnos un poco y meditar sobre nuestro camino y como afrontar esas incertidumbres que nos corroen por dentro, cometemos otro error mas:  nos refugiamos en nuestro moderno narcótico (el móvil), pero este es un remedio transitorio, porque cuando terminamos de navegar por watahspp y por Facebook y similares, nuestra inquietudes no se han ido: siguen ahí.

Por eso, hay momentos en los que la vida te hace un regalo que vale su peso en oro: una buena conversación con un buen amigo.  Es un placer celestial el poder hablar libremente con un buen amigo, a quien confiarle tus preocupaciones, tus dudas y tus problemas, y con quien hablar con entera franqueza, como si estuvieras a solas contigo mismo.  Yo he tenido esa inmensa suerte; y en esos momentos en los que la inquietud me atenazaba, este verano, aprovechando mis cortas vacaciones, en vez de recurrir a navegar por facebook o de estar "toqueteando" el móvil, he optado por algo  muchisimo mejor: he tenido muchas conversaciones con un gran amigo, cuyo nombre luego os diré, que me ha dado muchos consejos, algunos de los cuales quiero compartir hoy con vosotros,  y  que para mi han sido un autentico bálsamo tranquilizador. 

Cuando le planteé la duda sobre si mis angustias tienen un fundamento real o son imaginarias, él me contestó lo siguiente:

“He aquí la regla para distinguirlas; o nos atormentamos por las cosas presentes o por las futuras, o por unas y otras. Por lo que se refiere a las presentes, el juicio es fácil: si tu cuerpo goza de libertad y de salud y no sientes el aguijón de injuria alguna, ya veremos lo que acontece mañana, pues por hoy no sentimos ninguna inquietud.”

Y por lo que se refiere a las futuras, me dijo que “los males quiméricos alarman mas, tal vez porque los verdaderos tienen medida; todo cuanto proviene de lo incierto queda a merced de conjeturas y fantasías del alma atemorizada. Por tal razón no existen terrores tan perniciosos e irremediables como los terrores del pánico, ya que los otros nos arrebatan la reflexión, pero los primeros aun la misma razón.”

Comprendiendo mi amigo mis agobios y temores, me exhortó a que no me precipitase:

“¡Cuantos males han caído sobre nosotros sin que los hayamos aguardado! ¡Cuántos que eran esperados no han llegado jamas! Y aunque un mal deba venir, no veo por qué precisa que le salgamos al encuentro.  Cuando haya llegado, bien presto te darás cuenta de ello; mientras tanto, prométete cosas mejores. Que ganaras con ello: tiempo…. Tal vez será, tal vez no será; pero como de momento no es, estate tranquilo, y piensa lo mejor.”

Sentí  alivio. No obstante, cuando le pregunté cómo afrontar la espera, si con esperanza o con temor, mi amigo acudió solicito a responderme:

“Pondera la esperanza y el miedo, y siempre que el resultado sea dudoso, inclínate a lo mas favorable, cree aquello que prefieras. Si el temor tiene mayores probabilidades, a pesar de todo, inclínate a favor tuyo y abandona la preocupación; no eches en olvido que la mayoría de los mortales, cuando no padecen desgracia alguna, ni ninguna ceguera les amenaza, se atormentan y agitan… nos dejamos arrastrar, tememos las cosas dudosas como ciertas, no guardamos la medida natural, al punto la sospecha se torna temor”.

Añadió:

“¿Que necesidad existe de llamar a los males que pronto acudirán a hacernos sufrir, de tenerlos que soportar antes de hora y de echar a perder el tiempo presente por temor al futuro? Es sin duda cosa necia ser ya desgraciado porque tendremos que serlo en lo venidero. Si quieres librarte de toda inquietud, cualquier mal que puedas temer imagínalo, ciertamente, como venidero, y, sea lo que fuese, pondéralo en tu consideración, compara con el tu temor, y bien pronto comprenderás que aquello que temes, o no es cosa grave, o no es cosa larga”.

E inmediatamente,  me exhortó a que tuviera valor y animo:

“Me avergüenza hablarte en un lenguaje parecido y de tratar de fortalecerte con tan endebles medicinas. Que sea otro el que diga: “Tal vez no será”. Tu tienes que decir: “Y si es, ¿qué? Veremos quien vencerá; tal vez será para mi un bien."

Finalmente, me exhortó a buscar la sabiduría antes que la riqueza, como medio para llegar a ser libre, pues con ella ganaremos un inmenso premio:

“La libertad perpetua,  y no vernos obligados  a obedecer a  ningun dios ni a ningun hombre. Hemos de alcanzar esta meta aunque sea pasando hambre…pues para muchos haber ganado riquezas no fue acabamiento de sus miserias,  sino cambio de unas por otras”.

Y por último, me aconsejó no temer a la muerte:

“No temas a la muerte, pues finalmente habra de llegar; y no tiene sentido ninguno estar temiendo toda la vida a aquello que sucede en un solo instante ...  pues aquel que ignore o no quiera aceptar  que al nacer firmó su capitulación, ignora gran parte de la naturaleza. Ademas, la muerte o nos aniquila o nos despoja. Si salimos del cuerpo, abandonando el peso, nos queda la mejor parte; si somos aniquilados, no nos queda nada;  bienes y males, todo nos ha sido quitado. ¿Que temes, pues?"

Se me olvidaba.  Este buen amigo, que tan buenos consejos me ha ofrecido este verano, como seguramente ya habrás adivinado, responde al nombre de Lucio Anneo Séneca,  y estos sabios consejos, escritos hace dos mil años,  están tomados, entre otros, de su libro “Cartas a Lucilio”, cuya lectura recomiendo a todo el mundo, y especialmente a ti, lector amigo;  si lo lees, notaras alivio inmediato; que en mi opinion, no solo el cuerpo necesita alimento: el alma tambien necesita su cuidado; pero vivimos tan deprisa que apenas nos damos cuenta de ello. Séneca habla en estas cartas de numerosos temas; el culto al cuerpo, el miedo a la enfermedad o a la muerte, como sobrellevar nuestras pasiones, nuestros exitos y fracasos, etc; y afortunadamente estan a disposicion de todo el que quiera leerlas.

Parece mentira que estas sabias razones hayan sido escritas hace dos mil años...

Saludos.

Pablo J. Gamez Rodriguez.